Edición a cargo de
Douglas Rodríguez Olarte
Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado
Barquisimeto. Venezuela
2018
Información
Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado. UCLA
RIF G200000775 / www.ucla.edu.ve
Rectora (E)
Nelly Velásquez
Vicerrectora Académica
Nelly VELÁSQUEZ
Vicerrector Administrativo
Edgar ALVARADO
Secretario General
Edgar RODRÍGUEZ
Decano de Agronomía
Nerio NARANJO
Museo de Ciencias Naturales UCLA
Colección Regional de Peces
Colección Recursos Hidrobiológicos de Venezuela
Serie
Ríos en Riesgo de Venezuela (Volumen 2)
Editor
Douglas RODRÍGUEZ OLARTE
Revisión de textos y estilo
Douglas RODRÍGUEZ OLARTE, Críspulo J. MARRERO y Donald C. TAPHORN
Diseño y diagramación
Douglas RODRÍGUEZ OLARTE
Sugerencias de cita. Obra completa: Rodríguez-Olarte, D. (Editor). 2018. Ríos en riesgo de Venezuela. Volumen 2.
Colección Recursos hidrobiológicos de Venezuela. Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado (UCLA).
Barquisimeto, Lara. Venezuela.
Capítulo: Monente, J. 2018. Las plumas fluviales al Mar Caribe de Venezuela. Capítulo 7 (pp: 141-157). En:
Rodríguez-Olarte, D. (Editor). Ríos en riesgo de Venezuela. Volumen 2. Colección Recursos hidrobiológicos de
Venezuela. Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado (UCLA). Barquisimeto, Lara. Venezuela.
Primera edición digital: 15 Mayo 2018
los autores, 2018
196 p. Incluye bibliografías, figuras y tablas
Depósito Legal. Biblioteca Nacional de Venezuela: LA2016000137
ISBN Obra completa: 978-980-12-9274-6
ISBN Volumen 1 2017 digital: 978-980-12-9350-7
ISBN Volumen 2 2018 digital: 978-980-18-0103-0
1. Ecosistemas fluviales. 2. Geografía y clima. 3. Calidad de aguas. 4. Insectos acuáticos. 5. Ictiofauna. 6.
Vegetación. 7. Perturbaciones. 8. Conservación. 9. Venezuela.
Esta publicación y su contenido no representan necesariamente la expresión de opinión o juicio por parte de las
instituciones de adscripción de los autores, incluyendo denominaciones, opiniones, inclusión de nombres, registros,
datos o información complementaria proporcionada por los autores. Así, todos los aportes y opiniones expresadas
son de la entera responsabilidad de los autores correspondientes.
Contenidos
Autorías y equipo de evaluación / 4
Agradecimientos / 8
Introducción / 9
Sección I
Coberturas regionales y casos especiales
1 El relieve terrestre y la historia paleoclimática en la hidrografía fluvial de
Venezuela / 13-29
Luis E. RENGEL-AVILÉS
2 Ríos en riesgo en la costa oriental del Lago de Maracaibo / 31-46
Margenny BARRIOS GÓMEZ, Douglas RODRÍGUEZ-OLARTE
y Pedro RODRÍGUEZ BUENO
3 Condición ecológica de los ecosistemas fluviales en la cuenca del Río Capaz,
Sierra de la Culata, Andes de Venezuela / 47-69
José Elí RINCÓN, Leyda MEJÍA y Heberto PRIETO
4 Ríos en riesgo al Mar Caribe y al Golfo de Venezuela / 71-102
Douglas RODRÍGUEZ-OLARTE, Críspulo J. MARRERO y Donald C. TAPHORN
5 Estatus de los tributarios de la depresión del Lago de Valencia. Un caso de
estudio en el río Los Guayos / 103-120
Belkys PÉREZ GARCÍA, Vincenzo STORACI KOSCHELOW, Liliana NIETO CAICEDO
y Rafael FERNÁNDEZ DA SILVA
6 Ríos en riesgo en el oriente de Venezuela: caracterización y conservación del
río Manzanares / 121-138
Sinatra K. SALAZAR, Carmen Y. ALFONSI, Bladimir GÓMEZ,
Jesús A. BELLO, William SENIOR y Luis TROCCOLI
Sección II
Valor de patrimonio y eventos transversales
7 Las plumas fluviales al Mar Caribe de Venezuela / 141-157
José Antonio MONENTE
8 La pluma del río Orinoco en el Océano Atlántico y el Mar Caribe / 159-170
José Antonio MONENTE
9 Las sequías meteorológicas y su influencia sobre el régimen hídrico de los ríos
en Venezuela / 171-184
Franklin PAREDES-TREJO, Humberto BARBOSA-ALVES,
María Alejandra MORENO-PIZANI y Asdrúbal FARÍAS-RAMÍREZ
10 Coberturas de bosques y desembocaduras fluviales: relaciones espaciotemporales en Venezuela / 185-195
Pedro RODRÍGUEZ BUENO y Douglas RODRÍGUEZ-OLARTE
Autorías
Carmen Y.
ALFONSI
Dr. Zoología (Universidad Central de Venezuela). Interés: biodiversidad,
genética, evolución, conservación e integridad ecológica. Laboratorio de Genética. Departamento de Biología Marina. Instituto Oceanográfico de Venezuela.
Universidad de Oriente. Cumaná, Sucre, Venezuela. calfonsir@hotmail.com
Humberto
BARBOSA-ALVES
Dr. en Ciencias, Mención Ciencias del Suelo y Percepción Remota (Universidad
de Arizona). Interés: percepción remota y meteorología. Laboratório de
Processamento de Imagens de Satélites. Instituto de Ciências Atmosféricas.
Universidade Federal de Alagoas. Maceió, Alagoas. Brasil.
barbosa33@gmail.com.
Margenny
BARRIOS GÓMEZ
Ing. Agronómica (Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado). Interés:
ecología de ecosistemas acuáticos, taxonomía y ecología de insectos acuáticos.
Departamento de Ciencias Biológicas. Decanato de Agronomía. Universidad
Centroccidental Lisandro Alvarado (UCLA). Barquisimeto, Lara. Postgrado de
Ecología. Instituto de Investigaciones Científicas de Venezuela (IVIC). Caracas.
Venezuela. margennybarrios@ucla.edu.ve
Jesús A.
BELLO
Lic. en Biología, Mención Botánica (Universidad de Oriente). Interés: Botánica y
ecología vegetal. Centro de Investigaciones Ecológicas de Guayacán. Vicerrectorado Académico. Universidad de Oriente. Cumaná, Sucre. Venezuela. E. mail.
jesusantoniobello@gmail.com
Asdrúbal
FARÍAS-RAMÍREZ
MSc. en Ingeniería Agrícola (Universidad Central de Venezuela). Interés:
hidrología, riego y drenaje, aprovechamiento de los recursos hídricos, modelaje
de cultivos, evaluación de sistemas de riego. Departamento de Ingeniería
Agrícola. Facultad de Agronomía. Universidad Central de Venezuela. Maracay,
Aragua. Venezuela. ajfara@gmail.com.
Rafael
FERNÁNDEZ DA SILVA
Dr. en Ciencias, Mención Botánica (Universidad Central de Venezuela). Interés:
biodiversidad de hifomicetos acuáticos, calidad microbiológica de las aguas
corrientes, biotecnología de plantas. Centro de Biotecnología Aplicada. Facultad
Experimental de Ciencias y Tecnología. Universidad de Carabobo. Valencia,
Carabobo. Venezuela. rafaelfer2103@hotmail.com
Bladimir
GÓMEZ
MSc. en Ciencias Marinas, Mención Biología Marina (Universidad de Oriente).
Interés: biología y ecología de poblaciones, conservación de especies amenazadas e introducción de especies exóticas. Museo del Mar de. Laboratorio de
Genética del Instituto Oceanográfico de Venezuela. Universidad de Oriente
(UDO) Cumaná, Sucre, Venezuela.bladimirgomezm@gmail.co
Críspulo J.
MARRERO
Dr. en Zoología (Universidad Central de Venezuela). Interés: ecología de ecosistemas acuáticos y sus biotas, bioindicadores. Laboratorio de Ecología de Insectos. Universidad Nacional Experimental de los Llanos Occidentales Ezequiel
Zamora (UNELLEZ). Guanare, Venezuela. krispulom@gmail.com
Leyda
MEJÍA
MSc. en Microbiología (Universidad del Zulia). Interés: microbiología y toxicología acuática. Laboratorio de Contaminación Acuática y Ecología Fluvial.
Departamento de Biología. Facultad Experimental de Ciencias. Universidad del
Zulia. Maracaibo, Zulia. Venezuela. leydamejia06@gmail.com.
José Antonio
MONENTE
MSc. en Ciencias (Universidad de Puerto Rico). Interés: Mar Caribe venezolano,
influencia del río Orinoco en el Caribe. Fundación La Salle de Ciencias Naturales. Museo de Historia Natural La Salle. Caracas.
jose.monente@fundacionlasalle.org.ve
María Alejandra
MORENO-PIZANI
Dr. en Ingeniería, Mención Ingeniería de Sistemas Agrícolas (Universidad de São
Paulo). Interés: manejo de los recursos hídricos, evaluación de sistemas de riego,
eficiencia del uso del agua en la agricultura. Departamento de Ingeniería
Agrícola. Facultad de Agronomía. Universidad Central de Venezuela. Maracay,
Aragua. Venezuela. morenom76@gmail.com.
4
Liliana
NIETO CAICEDO
Franklin
PAREDES-TREJO
Belkys
PÉREZ GARCÍA
Heberto
PRIETO
Luis
RENGÉL AVILÉS
José Elí
RINCÓN RAMÍREZ
Pedro
RODRÍGUEZ BUENO
Douglas
RODRÍGUEZ-OLARTE
Sinatra K.
SALAZAR
William
SENIOR
Vincenzo
STORACI KOSCHELOW
Lic. en Química (Universidad de Carabobo). Interés: ecología de comunidades de
macroinvertebrados bentónicos, calidad fisicoquímica de las aguas corrientes.
Centro de Estudios en Zoología Aplicada. Facultad Experimental de Ciencias y
Tecnología. Universidad de Carabobo. Valencia, Carabobo. Venezuela.
linieto78@gmail.com
Dr. en Ingeniería, Mención Ambiente (Universidad de Carabobo, Venezuela).
Interés: valoración de sequías en macroescalas con sensores remotos. Departamento de Ingeniería Civil. Universidad Nacional de Los Llanos Occidentales
‘Ezequiel Zamora’. San Carlos, Cojedes, Venezuela.
franklinparedes75@gmail.com
Dr. en Ciencias, Mención Entomología (Universidad Central de Venezuela).
Interés: ecología de comunidades de macroinvertebrados bentónicos, taxonomía
de Ephemeroptera, calidad biológica de las aguas corrientes. Centro de Estudios
en Zoología Aplicada. Facultad Experimental de Ciencias y Tecnología.
Universidad de Carabobo. Valencia, Carabobo. Venezuela.
belperezster@gmail.com
MSc. en Ciencias Biológicas, mención Ecología Acuática (Universidad del Zulia).
Interés: ecología del paisaje, conservación y manejo de ecosistemas acuáticos.
Programa de Formación de Grado en Gestión Ambiental, Universidad Bolivariana de Venezuela. hprieto@gmail.com
MSc. en Geografía (Ball State University). Interés: análisis de nomenclatura y
cartografía fisiográfica, índices geotécnicos en sedimentos. Programa de Ciencias
del Agro y del Mar. Vicerrectorado de Producción Agrícola. Universidad
Nacional Experimental de Los Llanos Occidentales Ezequiel Zamora. Guanare,
Portuguesa, Venezuela. luisrengelaviles@gmail.com
Dr. en Ciencias, Mención Ecología (Universidad Central de Venezuela). Interés:
ecología, procesamiento de materia orgánica fluvial, conservación e integridad
ecológica, macroinvertebrados bentónicos. Laboratorio de Contaminación Acuática y Ecología Fluvial. Departamento de Biología. Facultad Experimental de
Ciencias. Universidad del Zulia. Maracaibo, Zulia. Venezuela.
jerincon04@gmail.com
Ing. Agronómica (Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado). Interés: usos
de la tierra e impactos en las cuencas hidrográficas, impacto ambiental y recursos
hidrobiológicos. Postgrado en Ciencias Ambientales. Universidad Yacambú,
Barquisimeto. Lara, Venezuela. pedroarodriguezb@hotmail.com
Dr. en Biología de la Conservación (Universidad Complutense de Madrid).
Interés: biogeografía, integridad y conservación de la ictiofauna y los recursos
hidrobiológicos continentales. Colección Regional de Peces. Museo de Ciencias
Naturales. Departamento de Ciencias Biológicas. Decanato de Agronomía.
Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado (UCLA). Barquisimeto, Lara.
Venezuela. douglasrodriguez@ucla.edu.ve
Dr. en Ciencias Marinas (Universidad de Oriente). Intereses: biología evolutiva,
genética de poblaciones, biodiversidad, especies invasoras. Instituto Oceanográfico de Venezuela. Departamento de Biología Marina. Laboratorio de Genética.
Universidad de Oriente (UDO). Cumaná, Sucre. Venezuela. ssalazar@udo.edu.ve
Dr. en Química Marina (Universidad de Bretaña Occidentale). Interés: contaminación de ecosistemas costeros, estudios ambientales. Departamento de Oceanografía. Instituto Oceanográfico de Venezuela, Departamento de Oceanografía.
Núcleo Sucre. Universidad de Oriente (UDO). Venezuela.
senior.william@gmail.com
MSc. en Ingeniería Ambiental (Universidad de Carabobo). Interés: ecología y
biodiversidad de hifomicetos acuáticos, calidad microbiológica de las aguas
corrientes. Centro de Biotecnología Aplicada. Facultad Experimental de Ciencias
y Tecnología. Universidad de Carabobo. Valencia, Carabobo. Venezuela.
vincenzostoraci@gmail.com
5
Donald
C. TAPHORN
Ph.D en Zoología (Universidad de Florida).Intereses: taxonomía y ecología de
peces continentales, conservación de recursos hidrobiológicos. Programa de
Ciencias del Agro y del Mar. Vicerrectorado de Producción Agrícola. Universidad
Nacional Experimental de Los Llanos Occidentales Ezequiel Zamora. Guanare,
Portuguesa, Venezuela. taphorn@gmail.com
Luis
TROCCOLI
Dr. en Ciencias, Mención Ciencias Marinas (Cinvestav-IPN). Intereses: ecología
marina y del plancton. Instituto de Investigaciones Científicas Universidad de
Oriente (UDO) Venezuela y Facultad de Ciencias del Mar, Universidad Estatal
Península de Santa Elena. Ecuador. luis.troccoli@gmail.com
Instituciones
U ive sidad Ce t o ide tal
Lisa d o Alva ado
Museo de Cie ias Natu ales
UCLA
U ive sidad Na io al E pe i e tal
de los Lla os Eze uiel Za o a
U ive sidad del Zulia
Fu da ió La Salle
de Cie ias Natu ales
U ive sidad de Ca a o o
U ive sidad de O ie te
I stituto Ve ezola o de
I vestiga io es Cie tífi as
U ive sidad Boliva ia a
de Ve ezuela
U ive sidad Ce t al de Ve ezuela
I stituto O ea og áfi o
de Ve ezuela
Ce t o de I vestiga io es
E ológi as Gua a á
U ive sidade Fede al
de Alagoas. B asil
U ive sidad Estatal Pe í sula
de Sa ta Ele a. E uado
Red i e oa e i a a pa a la
apli a ió de p oto olos de evalua ió
del estado e ológi o, a ejo
estau a ió de íos
U ive sidad Ya a
6
ú
Equipo de evaluación y asesoría
En la serie Ríos en Riesgo de Venezuela las diferencias entre las ciencias y disciplinas abarcadas en cada
capítulo han sugerido y convenido el empleo de un lenguaje técnico, que es propio de una especialidad
académica pero que se expresa en un vocabulario concreto y cercano a la experiencia del lector promedio
de una obra de consulta; esto a diferencia del lenguaje científico, que es más específico y abstracto. Los
capítulos han sido evaluados mediante un arbitraje por comunes, el cual fue desarrollado por un equipo
de evaluación que ha colaborado en gran medida para mejorar y refinar los contenidos. Además, se
recibió el apoyo para las revisiones de estilo. El editor, los colaboradores y los autores de este volumen
agradecen sobremanera la disposición para la cooperación y el extenso trabajo desarrollado por parte del
equipo de evaluación y asesoría.
Abrahan Mora. Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey. México
Alfred Zinck. University of Twente Enschede. Países Bajos
Alcides Mondragón Izquierdo. Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado. Venezuela
Aristide Márquez. Universidad de Oriente. Venezuela
Belkys Pérez. Universidad de Carabobo. Venezuela
Blanca Ríos Touma. Universidad de Las Américas, Ecuador
Carlos Méndez. Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas. Venezuela
Críspulo J. Marrero. Universidad Experimental de los Llanos Occidentales Ezequiel Zamora. Venezuela
Donald C. Taphorn. Universidad Experimental de los Llanos Occidentales Ezequiel Zamora. Venezuela
Franco Teixeira de Mello. Universidad de la República. Uruguay
Franklin Paredes Trejo. Universidad Experimental de los Llanos Occidentales Ezequiel Zamora. Venezuela
Giuseppe Colonnello. Fundación La Salle de Ciencias Naturales. Venezuela
Jairo Mojica. Universidad Nacional de Colombia. Colombia
José Iván Mojica. Universidad Nacional de Colombia. Colombia
José Antonio Monente. Fundación La Salle de Ciencias Naturales. Venezuela
José Vicente Montoya. Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas. Venezuela
José Elí Rincón. Universidad del Zulia. Venezuela
Lué Merú Marcó. Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado. Venezuela
Margenny Barrios Gómez. Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado. Venezuela
Pedro Jiménez Prado. Pontificia Universidad Católica del Ecuador Sede Esmeraldas. Ecuador
Roberto Hidalgo. Ministerio del Poder Popular para Educación Universitaria, Ciencia y Tecnología. Venezuela
Sergio Foghin-Pillin. Universidad Politécnica Experimental Libertador. Venezuela
Teresa Elena Vegas. Universidad de Barcelona. España
Tula Inés Denis. Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado. Venezuela
7
Agradecimientos
La serie editorial RÍOS EN RIESGO DE VENEZUELA es dedicada a quienes divulgan sobre el
reconocimiento, valoración, conservación y resguardo de los recursos naturales patrimoniales.
Agradecemos a los autores, por su disposición a generar y reunir un cuerpo de datos e información
actualizada que ahora se presenta en el segundo volumen de los Ríos en Riesgo de Venezuela.
La COLECCIÓN RECURSOS HIDROBIOLÓGICOS DE VENEZUELA y su serie editorial RÍOS EN RIESGO
DE VENEZUELA son iniciativas y proyectos de divulgación de la Colección Regional de Peces del Museo
de Ciencias Naturales de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado (UCLA) con base en la línea
de investigación sobre la biogeografía, integridad y conservación de la ictiofauna continental. Las bases
históricas de estas iniciativas provienen en gran medida de los proyectos subvencionados por el Consejo
de Desarrollo Científico, Humanístico y Tecnológico (CDCHT-UCLA) y el Fondo Nacional de Ciencia,
Tecnología e Innovación (FONACIT). Agradecemos la representación institucional por parte del
Departamento de Ciencias Biológicas del Decanato de Agronomía en la Universidad Centroccidental
Lisandro Alvarado.
Los tiempos convulsos e impredecibles en los que transcurre el desarrollo de este proyecto común han
transfigurado sus alcances iniciales. Hoy tenemos un compromiso vital, una misión personal y dilatada
que apuesta en sobrellevar los desconsuelos. Por eso, la verdad, el bien común y la academia han signado
y encauzado esa apuesta, pero también el bastión de los amigos y la familia, donde la ventura de
Sebastián Tomás se entrevera conmigo para conocer y dibujar montañas, ríos y peces; para trazar
destinos por la naturaleza y caminos para la humanidad en un país que es suyo -y nuestro- para siempre.
8
Introducción
Los ríos son el patrimonio vital
…pero sé lo que dicen
todos los ríos.
Tienen el mismo idioma que yo tengo.
En las tierras salvajes
el Orinoco me habla
y entiendo, entiendo
historias que no puedo repetir.
muchos otros cordones mineros como este, a menudo con mayor extensión. Al inspeccionar la región se
notará también que los típicos ríos de “aguas negras”
(naturalmente muy oscuras y con una carga muy baja
de sedimentos) a menudo se convierten o confluyen
con conspicuos ríos de “aguas blancas”, son los ríos
del Antropoceno asociados con la minería. En estos
nuevos ríos lodosos la pérdida del hábitat por la
sedimentación es seguida por la desaparición generalizada de la biota acuática; ahí persiste sólo una
fracción de la extraordinaria riqueza de especies
regionales, en su mayoría endémicas. Lo anterior es
el escenario habitual en los afluentes de los grandes
ríos al sur, como el Caura, el Ventuari o el Caroní,
este último encierra un caso paradójico: en su cuenca, protegida parcialmente por el Parque Nacional
Canaima, nacen los ríos que sustentan un sistema de
represas que genera cerca del 70% de la electricidad
que consume Venezuela. La minera dentro y fuera
del área protegida elimina los suelos y luego los
sedimentos son transportados por los ríos; de esta
manera se colmatan los embalses y erosionan las
turbinas. Además, esos ríos llevan una carga de
mercurio que se bioacumula en los peces y enferma,
sin distinción política ni económica, a los pueblos
originarios y criollos.
No se conoce el número y extensión de esos
cordones mineros, pero una inspección rápida sobre
las coberturas de bosques y el color de las aguas
fluviales aporta una idea sobre la extensión de esta
tragedia ambiental. Ahora, las minerías artesanales de
oro se extienden solapadas al norte del Orinoco y ya
se advierten en las planicies de los ríos Buría y
Chirgua, entre otros. De usual, estas minerías, incluyendo las de gravas, no cuentan con el aval de
estudios adecuados de impacto ambiental, requeridos
según la Constitución Nacional. Acaso tampoco se
dispone de una ordenación territorial que aplique
controles apropiados y programas de biomonitoreo y
restauración para los hábitats fluviales y ribereños.
El Río. Pablo Neruda
1. LOS RÍOS Y EL ORO
Sobre las ya certificadas y portentosas reservas de
petróleo que tiene Venezuela se añaden las del oro y
los diamantes con un valor inusitado, pero sospechado tiempo atrás. La minería de oro y diamantes
tiene una larga y terrible historia sobre los recursos
hidrobiológicos del país. Los ríos que drenan el sur,
unos al río Orinoco (ej. Caroní y Caura) y otros al río
Esequibo, están siendo progresivamente transformados por la minería legal e ilegal, donde se elimina
totalmente la cobertura natural de bosques y se
generan enormes volúmenes de sedimentos que van
a parar a los cauces La paradoja del multimillonario
negocio de la minería es que a su vera se crean
asentamientos humanos precarios y que son más
conocidos por la injusticia, la pobreza y el contrabando que por los avances tecnológicos en la
extracción, el control de fiebres palúdicas o la
retribución de los servicios ecosistémicos.
Cualquier visualizador geográfico disponible en
internet puede dar cuenta de los más recónditos
lugares del país, sus relieves y sus ríos, pero también
de los impactos humanos; todo esto desde la aséptica
comodidad de una computadora. Pruebe, podrá
observar y estimar el insolente efecto de la minería
de oro y diamantes en el Escudo de Guayana, donde
nacen los mayores ríos de Venezuela. Por ejemplo, al
examinar el lugar dado por las coordenadas 4°50'48''
N y 62°23'52'' O, destacarán mancha claras en la
enorme cubierta boscosa a los pies del Macizo de
Chimantá: son campos mineros instalados en las
márgenes del río Caroní y que han devastado todo en
su predio. La ribera derecha del río está dentro del
Parque Nacional Canaima. En 2012 esta área de
destrucción tenía un poco más de 800.000 m2. Hay
2. LOS RÍOS Y LAS AGUAS
Imagine que frente a usted pasan “cada segundo”
unos 1.000 camiones cisternas y que cada uno
contiene unos 35 metros cúbicos de agua dulce. Ese
9
portento es -más o menos- el promedio de agua
dulce que genera Venezuela: 35.000.000 litros por
segundo. Casi todo ese caudal corresponde al río
Orinoco, mientas que unos 1.300 m3/s son aportados por el Lago de Maracaibo. A menor escala las
cifras son de interés: la ciudad de Caracas, con cerca
de 5.000.000 de habitantes, es cruzada y drenada por
el río Guaire. Este río tiene sus aguas condenadas
por la contaminación y estas luego condenan todo a
su paso, pues el Guaire afluye al río Tuy y este
último desemboca al Mar Caribe unos 70 m3/s de
agua dulce, degradada y nociva.
Es difícil imaginar un río urbano que se escape a
esta crisis ambiental. Mientras tanto, municipios
enteros, urbanizaciones y barrios en las ciudades
tienen un servicio eventual de agua, a menudo en
deshoras o por medio de cisternas y con una
potabilidad cuestionada. Este es un mal arraigado en
varios países a lo largo de América. Así, mientras
unas sociedades trazan los rumbos de su desarrollo
administrando sus aguas patrimoniales con criterio
de escasez, salubridad y justicia, otras desestiman la
conservación de sus recursos hidrobiológicos, los
sobreexplotan, los contaminan y los extenúan para
luego medrar según avatares climáticos o deidades
ancestrales.
periodo de sequía y cuando la madurez gonadal es
máxima, previa a la reproducción. Acaso el conjunto
de todo lo anterior explica por qué varias especies
tienen poblaciones escasas y otras (antes desdeñadas
por la menor calidad de su carne) han emergido
circunstancialmente en la oferta pesquera. Mientras
tanto, la promoción de buenas alternativas piscícolas
aún es limitada por la carencia de recursos para la
investigación o la consolidación de sistemas de
producción, por ejemplo, pero también por el
manejo inadecuado de organismos, propiciando su
introducción en los ambientes naturales y generando
efectos negativos sobre las biotas locales.
4. LOS RÍOS EN RIESGO, NUEVAMENTE
En este segundo volumen de los Ríos en Riesgo se
presentan diez capítulos, donde concurren autores de
diferentes instituciones académicas, agencias gubernamentales y grupos organizados. En la Sección I
(Coberturas regionales y casos especiales) el Capítulo
1 describe los ríos de Venezuela y las relaciones de
sus cuencas y cauces como consecuencia del relieve
terrestre y los paleoclimas. En el Capítulo 2 se caracterizan los ríos en la costa oriental del Lago de
Maracaibo, una región en donde más de un siglo de
minería petrolera y expansión agrícola han legado
impactos sobre los ríos. Una pormenorizada descripción de la condición ecológica del río Capaz, en los
Andes de Venezuela, es presentada en el Capítulo 3,
donde los gradientes ambientales y antrópicos son
manifiestos. En los siguientes capítulos se incluyen
los ríos al norte del país, desde la caracterización de
cuencas y la valoración del estado de conservación
de ríos que drenan al Golfo de Venezuela y Mar
Caribe occidental (Capítulo 4), pasando por una
evaluación del estado de los ríos que corren al
depauperado Lago de Valencia (Capítulo 5), hasta la
descripción minuciosa del río Manzanares al oriente
del país (Capítulo 6). En la Sección II (Valor de
patrimonio y eventos transversales), cuatro aportes
dan cuenta de fenómenos comunes a la mayoría de
los ríos. En los Capítulos 7 y 8 se caracterizan las
diferentes plumas fluviales al Mar Caribe, así como la
del enorme río Orinoco; en el Capítulo 9 se describe
plenamente la influencia de las sequías sobre el régimen hídrico de los mayores ríos del país, mientras
que en el Capítulo 10 se valoran los cambios en las
coberturas y usos de la tierra y su relación con la
morfología de las desembocaduras fluviales en el
Lago de Maracaibo y el Mar Caribe.
3. LOS RÍOS Y LOS PECES
En Venezuela muchas de especies de peces continentales son comercializadas y más de cien tienen
interés como alimento. En la dieta nacional se han
ganado un espacio los grandes bagres, las cachamas,
los bocachicos y hasta las guabinas y corronchos. En
este siglo la flota artesanal continental se ha incrementado en gran medida, al igual que el volumen de
peces capturados. Sin embargo, la demanda y
verdadero consumo nacional no parece tener un
crecimiento tal que justifique la intensidad actual de
explotación. Se esgrimen consideraciones variadas:
acaso no todos los registros pesqueros se adecúan al
análisis, puede que la distribución del pescado es
limitada e irregular o quizá las cosechas de las aguas
cruzan fronteras hacia mercados más rentables.
Por otro lado, las tallas mínimas de captura son
transgredidas en todas las instancias, desde los pescadores hasta los consumidores; esto es, se venden los
peces juveniles que no han podido reproducirse por
lo menos una vez. A esto se suman los preceptos
religiosos y las propagandas gubernamentales que,
desdeñando los tiempos de veda, promueven el
consumo masivo de pescado (fresco o salado) en el
momento más delicado del ciclo vital: al final del
Continúan en riesgo los ríos de Venezuela.
Douglas Rodríguez Olarte
10
HOYA DEL GOLFO DE MARACAIBO.
El lago de Maracaibo tiene
leguas de circunferencia, calculando solamente sus
ensenadas principales y
si estas se excluyen ocupa una superficie de
l. c. En
el gran valle cuyo centro ocupa se recogen las aguas que caen de las serranías de
Ocaña y Perijá por la parte occidental de Mérida y Trujillo por la del sur, de Jirajara
y Empalado por la del este. Estos terrenos pertenecientes a la provincia de Pamplona
en la Nueva-Granada, de Mérida, Trujillo y Maracaibo en Venezuela, están circuidos
de montañas que les dan la forma de una herradura.
Tres declives bien pronunciados del oeste, sur y este envían por medio de
ríos
y
riachuelos, todas las aguas de una extensión de .
l. c. de Venezuela y de
de la Nueva-Granada. Si a estas se reúnen las que descargan sobre el mismo
lago, se tendrá que las aguas que caen en una superficie igual a .
l. c. desembocan al golfo de Maracaibo. Efectuase este desagüe por tres bocas dos pequeñas, que
son los caños de Paijana y Olibor, y otra grande de dos millas de anchura situada,
entre Zapara y la isla de San Carlos.
Los principales tributarios del lago son el Catatumbo, que lleva las aguas de una
extensión de
l. c, el Zulia de
, el Matatan de
y el Escalante de
. Caen
además en el golfo, que es el extremo septentrional de esta hoya, las aguas de una
superficie de
l. c. de la península Goajira y las de
l. c. de la provincia de
Coro lo que hace ascender todos los terrenos que vierten en la hoya a .
l. c.
Debe tenerse presente que en las tierras más meridionales caen anualmente
/
pulgadas de agua, y en las del septentrión
, y como estas son menores que
aquellas, se pueden calcular
pulgadas por término medio, que es tres veces más
de lo que llueve en España.
Agustín Codazzi. Resumen de la geografía de Venezuela,
vocablos actualizados, excepto los nombres geográficos
Capítulo 1
El relieve terrestre y la historia
paleoclimática en la hidrografía fluvial
de Venezuela
Luís RENGEL-AVILÉS
Museo de Ciencias Naturales Guanare. Universidad Nacional Experimental de los Llanos Occidentales
Ezequiel Zamora, UNELLEZ. Guanare, estado Portuguesa, Venezuela. lrengel@hotmail.com
Venezuela presenta una variada historia geológica y climática evidente en sus regiones fisiográficas,
lo que se expresa en el relieve terrestre como marco de sus cuencas fluviales. En este capítulo se
describen las regiones fisiográficas del Escudo Guayanés, las cordilleras Cenozoicas y coberteras
sedimentarias; igualmente, se reconocen relaciones funcionales entre las mismas y sus ejes fluviales.
Se agruparon 48 cuencas fluviales mayores en siete conjuntos según la vecindad fisiográfica
considerando: a) Escudo Guayanés; b) Hoya de Maracaibo y Golfo de Venezuela; c) subregión
Lara-Falcón al Caribe; d) Cordillera Central de la Costa Caribe; e) Cordillera Oriental a la Costa
Caribe y Golfo de Paria; f) Llanos Meridionales y cuenca del Apure; g) Llanura Central-Oriental
de afluentes del Orinoco y cuenca del Unare. Mediante índices se expresó una gradación de cuencas
considerando la influencia de su superficie y la longitud del canal principal con relación al caudal.
Para detectar herencias paleoclimáticas en las cuencas se calcularon los índices: Relación Superficie
Cuenca sobre caudal (Sup.Cc/caudal) y relación Longitud Canal Principal sobre caudal
(Long.Fl/caudal). Los conjuntos de cuenca con vecindad fisiográfica mostraron ser independientes
de factores determinantes en el conjunto fisiográfico. Diez cuencas tendieron a mostrar en su
desarrollo una mayor influencia de las condiciones de humedad actuales y en las cuencas restantes
se proponen diversos grados de influencia paleoclimática predominante. Así, las herencias de
paleoclimas tienen influencia en la conformación actual de la red hidrográfica continental.
Palabras Clave: regiones fisiográficas, ejes fluviales, paleoclimas, cuencas de Venezuela
© D. Rodríguez-Olarte (ed.), Ríos en Riesgo de Venezuela. Volumen II, 2018
Colección Recursos Hidrobiológicos de Venezuela
ISBN Obra completa: 978-980-12-9274-6
RENGEL-AVILÉS
1. INTRODUCCIÓN
Los ejes de agua dulce aportan el recurso principal
para el desarrollo de los países, ya sea para usos
urbanos o agrícolas, el potencial energético para la
hidroelectricidad o fuentes de alimento, entre otros.
El aprovechamiento de las redes fluviales depende de
las condiciones de sus cuencas, tanto de su extensión
como también de las características existentes en su
superficie de acopio. De ahí viene la necesidad de
caracterizar y evaluar los ríos y sus áreas de drenaje e
influencia.
Los ríos expresan caracteres particulares según las
regiones fisiográficas, extensas superficies de afloramiento de la estructura profunda de la corteza
terrestre que a su vez contienen paisajes donde
destacan las cuencas hidrográficas. Estas regiones y
sus paisajes son producto de una serie de antiguos
procesos genéticos, tanto de orden geodinámico
interno, explicados por la tectónica de placas y
evolución de los sistemas de fallas, como de orden
geodinámico externo, explicados por los paleoclimas
y sus acciones erosivas conexas. Estos paleoclimas
son un conjunto de condiciones climáticas pasadas
(radiación, temperatura, precipitación, presión, masas
de aire, etc.) que actuaron sobre una región específica
y que reflejan condiciones ambientales particulares no
existentes actualmente; por ejemplo, los periodos
glaciares e interglaciares constituyeron variaciones
paleoclimáticas muy influentes sobre el relieve actual.
Se entiende entonces que una cuenca hidrográfica es
producto de diferentes eventos asociados con una
estructura del subsuelo bajo condiciones hidroclimáticas específicas, tanto pasadas como presentes;
de ahí que la superficie de una cuenca será más amplia
en la medida que haya existido una acción hidráulica
más prolongada en el tiempo (Richards 1982), según
el material litológico ahí predominante y las
estructuras geológicas presentes. La longitud del canal
fluvial principal también puede indicar un largo
trabajo fluvial. Los ejes fluviales tienen un comportamiento específico de acuerdo a su ubicación en
diferentes sectores continentales y sus cuencas
asociadas.
La conformación de las cuencas fluviales se asocia
con fenómenos geológicos que afectaron a la
superficie de la corteza terrestre, por lo que su hidrografía continental se expresa en grandes regiones
fisiográficas diferenciadas y según la morfogénesis
que explica la diversidad de paisajes fisiográficos y
relieves. Aquí se presenta una revisión y actualización
de información sobre los procesos terrestres asociados a las principales cuencas y ríos del país, con el
interés de aportar una explicación complementaria al
comportamiento de las aguas en movimiento.
2. MÉTODOS
Se seleccionaron cuencas fluviales según su representatividad regional y magnitud. De cada cuenca se
registraron la superficie, altitud y toponimia, así como
la longitud y caudales de los principales ríos (Marrero
1978, MARNR 2001, 2006). Se utilizó como índice el
coeficiente de correlación (r de Pearson) para reconocer las relaciones funcionales entre estas variables
(Navidi 2006) y como elementos explicativos del
relieve terrestre sobre la dinámica fluvial. Para esto se
consideró el caudal de cada río (Ci) como variable
dependiente y como variables independientes a la
Longitud del canal principal (Li) y a la Superficie de la
cuenca (Si). Por otro lado, en cada cuenca se procedió
a calcular los índices empíricos: La relación superficie
respecto al caudal (Sup.Cc/caudali) y la relación
longitud de canal principal respecto al caudal
(Long.Fl/caudali). Ambos índices calculados para cada
una de las 48 cuencas fueron analizados dentro de sus
respectivos siete conjuntos de vecindad fisiográfica,
aplicando el test X2 a objeto de reconocer sí dentro de
cada conjunto fisiográfico existió algún factor de
influencia determinante sobre estos índices. Así, de
apreciarse diferencias significativas los índices pueden
considerarse independientes de factores determinantes en su respectivo conjunto regional. Finalmente se
asumió como índices “patrones de referencia” a
ambas relaciones calculadas para toda la Cuenca del
Orinoco.
Estos dos patrones de referencia se contrastaron
con cada uno de los índices individuales de las 48
cuencas. Con esto se pudo apreciar en cada una de las
cuencas el grado de influencia relativa de las
condiciones climáticas que determinaron su caudal
actual sobre el desarrollo aproximado de las superficies de cada cuenca y desarrollo de longitudes de sus
canales principales. Mientras mayor es el índice en
cada cuenca se puede afirmar que las condiciones
hidroclimáticas actuales tienen menor influencia en la
ampliación de su superficie y desarrollo de su canal
principal, lo que factiblemente puede responder a
condiciones previas de mayor humedad (paleoclimas).
Mientras estos índices son menores en cada cuenca,
tienden a señalar que las condiciones actuales de
humedad expresadas en el caudal tienen una mayor
influencia en el desarrollo de éstas cuencas que las
condiciones pasadas.
3. RESULTADOS
3.1. LAS REGIONES FISIOGRÁFICAS
En Venezuela se detectan tres grandes regiones: el
Escudo Guayanés, las cordilleras de ascenso Cenozoico y las coberteras sedimentarias (Rengel-Avilés
2005). Dentro de cada una de estas regiones los paisa-
14
Capítulo 1: Relieve, paleoclimas y ríos de Venezuela
Figura 1. Regiones Fisiográficas de Venezuela. Modificado de MARNR (2001).
3.1.1. El Escudo Guayanés: Un escudo es conformado por cuerpos rocosos con más antigüedad (sobre
todo metamórficos) que el resto circundante; estos
son derivados de antiguos continentes (Pangea,
Rondinia) y de donde provinieron los primeros
volúmenes de sedimentación para el relleno de las
coberteras sedimentarias. El Escudo Guayanés se
ubica entre el sur y sureste de país y ocupa unos
433.400 km2. Venezuela comparte el escudo con
Brasil, Guyana, Colombia y Surinam, incluyendo la
provincia francesa de Guayana (Marrero 1978). Aquí
el relieve es muy variado, siendo una inmensa estructura de rocas muy deformadas con edad precámbrica,
unos ~3.400 millones de años (Ma), expuestas principalmente como penillanuras y cerros testigos (viejos
afloramientos de rocas plutónicas y volcánicas) y
formas metasedimentarias muy antiguas (paisaje de
tepuyes), afectadas ancestralmente por compresión
tectónica (Schubert y Briceño 1987). Estas acciones
tectónicas no son tan intensas en el presente, así que
las penillanuras se muestran como extensas superficies de litología antigua muy erosionada y bajo
jes fisiográficos enmarcan las cuencas fluviales (Figura
1). En la conformación de las cuencas fluviales
actuales fueron relevantes las fluctuaciones paleoclimáticas del Pleistoceno, entre 2.500.000 y 10.000 años
antes del presente (AP). Al final de esta época y en el
último período glaciar la temperatura general disminuyó entre 3-7 °C, lo que en las zonas de baja altitud se
expresó en cambios progresivos, como los procesos
de desertización que implicaron la erosión hídrica
torrencial y eólica, generando grandes abanicos de
explayamiento en las salidas fluviales a las planicies y
dunas en los llanos centrales y meridionales del país.
A la par, hubo procesos de endorreísmo fluvial en
el centro del Escudo Guayanés y, posteriormente,
durante los períodos interglaciares y finalmente en el
inicio del Holoceno (últimos 10.000 años) el clima
tropical húmedo propició el desarrollo de vegetación
densa (bosques), elevados caudales fluviales y los
niveles marinos sobrepasaron del actual nivel oceánico (Van Der Hamen 1974, cit. por González de
Juana et al. 1980, Schubert y Briceño 1987, Schubert
1988, Rull 2000).
15
RENGEL-AVILÉS
Tabla 1. Principales ríos del Escudo Guayanés, Hoya de
Maracaibo, Golfo de Venezuela, drenajes al Caribe (subregión Falcón-Lara, cordilleras Central y Oriental) y Golfo
de Paria (Marrero 1978, MARNR 2006).
relativa estabilidad estructural. Sus elevaciones varían
desde los mayores altiplanos, al sureste entre 2.300 y
3.200 msnm hasta los terrenos más bajos de las
penillanuras al norte y noroeste entre 100 y 200
msnm.
Las rocas plutónicas (granito de Parguaza, San
Pedro y Santa Rosalía) son el basamento cristalino
que, junto a antiguas rocas metamórficas (formación
Cinaruco), conforman el complejo basal, solidificado
a varios kilómetros de profundidad (González de
Juana et al. 1980). En el cauce del río Orinoco afloran
estas rocas graníticas (islas e islotes) sobre todo en los
raudales (Rengel-Avilés 1996). Este complejo basal se
prolonga hacia el norte y noroeste debajo de las capas
de las coberteras sedimentarias de los llanos (Zinck
1980) y formó parte del gran supercontinente
Proterozoico de Rondinia (750 Ma), donde el Escudo
Guayanés estaba unido al Escudo Canadiense (Grande et al. 2007) y posteriormente sería parte del
supercontinente Pangea a inicios de la Era Mesozoica
(200 Ma) y luego del continente de Gondwana (170
Ma), con los escudos Africano, Amazónico y Patagón
(González de Juana et al. 1980).
Cuenca Longitud
(km²)
(km)
Caudal
(m³/s)
Escudo Guayanés
Caroní
Caura
Ventuari
Aro
Cuchivero
Suapure
Sipapo
Atabapo
Cuyuní
Brazo Casiquiare
94.000
45.000
43.100
14.700
11.700
8.590
11.360
8.860
38.100
38.400
850
770
510
280
280
90
220
260
240
326
2.487
2.818
2.085
207
710
251
159
700
483
1.864
Hoya de Maracaibo
Catatumbo
Limón
Palmar
Santa Ana
Escalante
Chama
Motatán
24.416
5.310
2.830
5.560
4.440
3.520
5.600
450
200
150
180
170
190
130
633
85
28
306
100
49
33
Golfo de Venezuela
Mitare
4.360
120
8
Lara-Falcón al Caribe
17.650
Tocuyo
Aroa
2.150
Yaracuy
1.800
370
110
100
58
12
15
Cordillera Central al Caribe
6.750
Tuy
Aragua
490
Turmero
240
240
50
30
11
3
2
Cordillera Oriental al Caribe
5.120
Neverí
Manzanares
1.066
100
90
37
10
Golfo de Paria
San Juan
170
73
Ríos
3.1.2. Las cordilleras de ascenso Cenozoico: Una
cordillera Cenozoica es un sistema montañoso que
inició su ascenso a partir de coberteras sedimentarias
durante la era Cenozoica (Rengel-Avilés 2005). En
Venezuela estas cordilleras están conformadas por
bloques anticlinorios todavía en ascenso. En el país
cubren unos 89.180 km² de superficie continental y
3.910 km² de superficie insular. Estas cordilleras
conforman una zona en la cual hubo previamente
coberteras sedimentarias que fueron intensamente
deformadas por orogénesis, con metamorfismo y
penetración magmática. Los plegamientos y fracturas
existentes se aprecian como depresiones tectónicas en
valles profundos de alta montaña (Zinck 1980). El
ascenso fue y es causado por el roce cortical entre
placas de la litósfera, que es origen de sistemas de
fallas activas de los sistemas de Boconó, San Sebastián
(Morón) y El Pilar, los cuales marcan zonas de
máxima actividad sísmica con amplias depresiones
estructurales que determinan la ubicación de algunas
cuencas fluviales.
Estas cordilleras son frontera entre las placas del
Caribe y de Sudamérica (Schubert 1982, Schubert y
Vivas 1993, Audemar 1996). Este cinturón tectónico
está integrado por tres grandes subregiones fisiográficas, como son las cordilleras de Los Andes y de la
Costa Central y la Serranía del Interior en la cordillera
de la Costa Oriental. Estas cordilleras tienen alturas
desde los 150 msnm en los piedemontes hasta cerca
de 5.000 msnm en la Cordillera de Mérida.
8.200
El sistema montañoso de las Cordilleras de la
Costa Central y Oriental, junto con las penínsulas de
Paraguaná, la Guajira y las islas del Caribe, inició su
ascenso con la orogénesis Laramidiana de Norte
América (65 Ma) a finales del Cretáceo (González de
Juana et al. 1980). La presión de la placa del Caribe
influyó en la conformación del norte de América del
Sur (Pindell y Tabbutt 1995). El roce entre estas placas
16
Capítulo 1: Relieve, paleoclimas y ríos de Venezuela
hacia el Paleoceno-Eoceno (55 Ma) inició el arco
insular antillano, el ascenso del macizo de Santa Marta
y finalmente las cordilleras de la costa. La conformación orográfica definitiva de la cordillera Caribe se
dio en el Mioceno superior, hace unos 14 Ma (Pindell
et al. 1998).
El ascenso de la gran cordillera de los Andes
sudamericanos al este y, posteriormente, de las cordilleras andinas del noreste (cordilleras Oriental de
Colombia, de Mérida y Perijá) dividieron y enrumbaron los ejes fluviales. El paleo-Orinoco durante el
Mioceno temprano (24 Ma) se dirigía entonces hacia
un gran delta septentrional que desembocaba en el
Mar Caribe y que recibía los drenajes de las vertientes
orientales de los Andes de Colombia y las occidentales
del Escudo Guayanés, pero el último ascenso andino
(cordilleras de Mérida y Perijá) en el Mioceno tardío
(15 Ma) definió su tendencia actual, donde el Amazonas estableció su desembocadura en el Atlántico,
cerrando la conexión con el paleo-Orinoco. Los
remanentes de una antigua sedimentación deltaica del
Plioceno al Pleistoceno (últimos 2.000.000 años) se
ven en el paisaje de las Mesas (Hoorn et al. 1995,
Potter 1997).
El levantamiento de los Andes en Venezuela en el
Mioceno (entre 20 y 15 Ma) fue posterior al de la
cordilleras Caribes. La cuenca fluvio-lacustre de Maracaibo quedó aislada de las cuencas vecinas desde el
Mioceno tardío (16 Ma), conformándose a medida
que las cordilleras vecinas continuaban su ascenso por
rotación de la microplaca de Maracaibo (Guzmán y
Fisher 2006). El sistema de colinas de Falcón-Lara,
una cobertera sedimentaria afectada por intenso
plegamiento, sufrió inversión estructural entre el
Mioceno y Plioceno (Kiser 1992). En el Pleistoceno,
últimos dos millones de años, las fluctuaciones
paleoclimáticas generaron típicas formas cordilleranas, como las terrazas aluviales, en cuyo modelado
actuaron alternancia de fases de acumulación sedimentaria y de entalle fluvial (Zinck 1980), así como de
realce tectónico (Tricart y Millies-Lacroix 1962). Las
pendientes pronunciadas, acciones hidroclimáticas
inesperadas, variedad litológica e intensa sismicidad
han generado procesos de vertiente violentos en los
valles fluviales. Existe gran interés para evaluar estos
fenómenos y determinar sistemas de alerta dentro de
los planes de ordenación territorial (Briceño et al.
2007, Dugarte y Ferrer 2007, Laffaille et al. 2007;
Morales et al. 2007; Rengel-Avilés 2007).
viales. Su parte superior está cubierta por sedimentos
sueltos, presentando conformación de planicie (llanuras) y su parte interna está hundida por el peso de
acopio de sedimentos y metasedimentos; así, representan el subsuelo regional de las planicies aluviales
(Murphy 1968, cit. por Strahler 1977, Rengel-Avilés
2005). En Venezuela las superficies de exposición
continental de estas coberteras son los llanos, que
cubren unos 248.000 km², luego la planicie fluviolacustre de Maracaibo (29.460 km²) y finalmente las
llanuras costeras con unos 117.360 km² de extensión
en Venezuela. Son áreas de sinclinorios profundos,
cubiertos por capas sedimentarias pleistocenas y holocenas. Son menos estables estructuralmente que los
mismos escudos, ya que desde su inicio sufrieron
plegamiento de subsidencia por acción de compensación tectónica durante la era Cenozoica entre las
cordilleras en ascenso occidental y septentrional y el
Escudo Guayanés, conformando así un inmenso
tazón de hundimiento estructural hacia el cual
drenaron los ejes sedimentarios provenientes del viejo
macizo y de las cordilleras en ascenso, junto a los
aportes de mares epicontinentales.
Estas inmensas depresiones se comunican hasta la
cuenca del Amazonas, a través de los llanos del Guaviare y Caquetá. Las capas sedimentarias superficiales
horizontales están conformadas por grandes extensiones de sedimentos sueltos y no consolidados de
origen aluvial y eólico sobre cuerpos rocosos de
consolidación progresiva en el subsuelo (RengelAvilés 1986).
Las coberteras sedimentarias se muestran como un
amplio paisaje de ríos circulantes dentro de un relieve
monótono. Sus nacientes están en sectores cordilleranos, excepto el Unare, el Capanaparo y las pequeñas
cuencas de los llanos centrales y orientales. Durante la
última glaciación pleistocena (entre los 100.000 y los
10.000 años AP) el nivel oceánico descendió respecto
del nivel actual (regresión), permitiendo profundizar
por erosión vertical sus fondos de valle sobre espacios
actualmente sumergidos. Durante el periodo interglaciar previo (entre 375.000 y 100.000 años) el nivel
del mar ascendió (transgresión) por encima del nivel
actual y cubrió estos espacios de planicie con rellenos
sedimentarios (Pestman 1993). Estos fenómenos debieron afectar la actual estructura fluvial.
3.2. LAS CUENCAS FLUVIALES
De manera general, la correlación entre las cuencas
consideradas (48) reportó una correlación moderada a
alta entre la longitud del canal principal y caudal fluvial
(r[L-C]= 0,626) y entre la superficie de la cuenca y
caudal fluvial (r[S-C]= 0,635). Así, las cuencas tienen
una conformación considerada como normal para una
3.1.3. Las coberteras sedimentarias: Las coberteras
sedimentarias son grandes depresiones en la zona
continental de la corteza terrestre y que tienen un
relleno continuo de sedimentos, principalmente alu-
17
RENGEL-AVILÉS
Tabla 2. Ríos de los llanos meridionales, cuenca del
Apure, llanuras centrales y orientales, afluentes del Orinoco (Marrero 1978 y MARNR 2006).
región intertropical; esto es, a mayor longitud del
canal es mayor la capacidad de drenar grandes
volúmenes hídricos; igualmente, a mayor superficie de
una cuenca es mayor la capacidad de captación de
grandes volúmenes hídricos. Aunque se detectó la
influencia del relieve sobre la dinámica fluvial actual,
la heterogeneidad de los datos (ej. desviaciones mayores que las medias) sugiere que las correlaciones no
permiten sustentar ecuaciones de regresión con fines
predictivos y su uso debe ser considerado solamente
referencial.
En la evaluación de cada cuenca dentro de sus
respectivas regiones se consideraron y calcularon los
índices (Sup.Cc/caudal, Long.Fl/caudal) para cada cuenca (Tabla 2). Con fines de comparación se calcularon
los índices como “patrón de referencia” a partir de los
datos de la cuenca del Río Orinoco, que drena paisajes
ubicados en todas las regiones del país. Esta cuenca
cubre 644.000 km² del territorio venezolano y 348.000
km² de Colombia (total= 992.000 km²), la longitud de
su eje fluvial es de 2.140 km y reporta un caudal en su
boca de salida de 37.384 m³/s (Marrero 1978). Esa
extensa superficie tiene una gran diversidad de condiciones de acopio hídrico, con mayores aportes
provenientes de la Cordillera Oriental de Colombia a
través de los ríos en los Llanos Orientales (Meta,
Inírida, Guaviare y Vichada). Así, para la cuenca del
Orinoco se obtuvieron los índices de Sup.Cc/caudal =
26,5 y Long.Fl/caudal = 0,06. Una prueba de X² sugirió
diferencias significativas entre el índice de patrón de
referencia y los índices de cuencas individuales; esto
es, mientras sea mayor alguno de estos índices de
cuencas individuales respecto al índice de patrón de
referencia se espera que sea menor la influencia de la
superficie y dimensión del río con el caudal actual.
Lo anterior sugiere que la extensión de una cuenca
dada es producto más de condiciones previas de
mayor humedad que de las condiciones actuales; esto
refiere a cuencas desarrolladas y heredadas de paleoclimas ahora no existentes en la región. Por el contrario, un índice de similar o un menor valor respecto al
patrón de referencia sugiere que el caudal actual está
en proceso de definir como área de drenaje (área de
acopio) a la superficie actual de la cuenca y como eje
principal a su canal mayor (río principal) según una
condición climática actual. Así, una cuenca en desarrollo tendría un índice Sup.Cc/caudal para el caudal del
Orinoco igual o mayor que un índice Sup.Cc/caudali
para el caudal de un río en particular. Por el contrario,
una cuenca heredada con acción paleoclimática tendría un índice Sup.Cc/caudal para el caudal del Orinoco
menor al índice Sup.Cc/caudali para el caudal de un río.
Un esquema similar de comparación puede aplicarse
a los índices Long.Fli respecto al caudal de cada cuenca
Ríos
Cuenca Longitud
(km²)
(km)
Llanos Meridionales y Cuenca del Apure
Meta
93.800
1.000
Apure
134.400
1.095
Arauca
8.000
830
Portuguesa
60.000
500
Uribante
7.600
310
Guanare
16.700
420
Santo Domingo
3.030
230
Sarare
800
90
Caparo
17.000
350
Pagüey
2.890
210
Masparro
2.790
190
Canaguá
2.290
190
Guárico-Guariquito
31.600
630
Caudal
(m³/s)
13.647
2.370
485
495
257
211
159
149
92
88
61
49
99
Llanura Central-Oriental, afluentes del Orinoco y
Caribe
Manapire
8.760
260
Zuata
5.150
170
Pao
3.740
150
Limo
1.780
60
Cabrutica
1.700
100
Mapire
1.130
90
Guanipa
10.100
310
Unare
21.500
240
al
25
16
12
2
6
9
54
46
respecto del índice del Orinoco. A continuación se
analizan las cuencas según las principales unidades
evaluadas:
3.2.1. Cuencas en el Escudo Guayanés: En el
Escudo Guayanés la condición de clima tropical de
sabana en áreas septentrionales va cambiando a clima
tropical de selva húmeda en áreas centrales y meridionales. Sobre el escudo están las cuencas fluviales
que drenan hacia el eje del Río Orinoco en su vertiente
oriental, además de las del Cuyuní y del Casiquiare que
se integran a otras cuencas (Figura 2). Los elevados
caudales fluviales de la región son dependientes de los
volúmenes de precipitación anual, los mayores en el
territorio nacional (Tabla 1). A continuación las características particulares de sus cuencas:
1. Pequeñas cuencas de Guayana hacia el Delta del
Orinoco (20.800 km²): Corren al Delta del Orinoco sin integrarse. Provienen de la zona en reclamación o de altiplanicie de Nuria y Serranía de Imataca (altitud >500 msnm), drenan hacia el noroeste.
18
Capítulo 1: Relieve, paleoclimas y ríos de Venezuela
Figura 2. Cuencas fluviales sobre el Escudo Guayanés. Modificado de MARNR (2001).
>2.000 msnm), sierras de Aro y del Catire al oeste
(altitud >1.000 msnm). Son dos ejes principales, el
Caroní y el Paragua, que convergen en el embalse
de Gurí. Los principales aportes vienen de la Gran
Sabana, en medio de la región de tepuyes. Debido
a las grandes diferencias topográficas entre altiplanos y a la alta precipitación en la zona se
generan grandes cataratas, como el Salto Ángel
(Kerepakupai Vená, con cerca 979 m) y Cuquenán
(674 m). En la cuenca baja del Caroní se ubica la
represa del Gurí, dentro de un amplio valle, con un
embalse de 6.400 km² de espejo de agua y con una
cota variable de 240 a 272 msnm (Marrero 1978).
El embalse del Guri se asienta sobre un sustrato
litológico del basamento ígneo-metamórfico que
ha permitido soportar grandes obras de infraes-
2. Pequeñas cuencas del norte, noroeste y oeste de
Guayana (41.600 km²): Nacen en serranías bajas y
llanuras de erosión (altitud <500 msnm), se dirigen poco integradas al eje del Orinoco. El Atabapo
es el río más relevante.
3. Cuenca del Río Cuyuní (38.100 km²): Ubicada
entre las serranías de Imataca y de Nuria al norte
(altitud >500 msnm) y la Sierra de Lema al sur
(altitud >1.000 msnm). Drena en dirección sureste
para integrarse en la cuenca del Esequibo, dentro
de la zona en reclamación con Guyana.
4. Cuenca del Río Caroní (94.000 km²): Drena en
dirección norte al Orinoco. Tiene sus nacientes en
las sierras de Pacaraima, Uainama y Aribana hacia
el sur (altitud >1.000 msnm), las sierras de Lema y
Rinocote y el Monte Roraima al este (altitud
19
RENGEL-AVILÉS
tructura para generar energía hidroeléctrica. Se
considera esta represa aporta un poco más del 70%
de la energía requerida por el país. Un problema en
su manejo es la variación de caudal del río de
acuerdo a su estacionalidad.
5. Cuenca del Río Aro (14.700 km²): Drena en
dirección norte al Orinoco y es ubicada entre las
serranías de Aro al sur, de El Catire al este y de
Turagua y Cerro Negro al oeste (altitud >500
msnm).
6. Cuenca del Río Caura (45.000 km²): Drena en
dirección norte hacia el Orinoco. Ubicada entre la
Sierra de Aribana al sur, serranías de Turagua, Aro
y Cerro Urbani al este y la Sierra de Maigualida,
serranías de Chivapura, Mato y Monte Oscuro al
oeste (altitud >1.000 msnm).
7. Cuenca del Río Cuchivero (11.700 km²): Drena en
dirección norte al Orinoco. Ubicada entre las
sierras de Maigualida y de Guamapi al sur, serranías de Chivapura, Mato y Monte oscuro al este y
la serranía de Turiba al oeste (altitud >1.000
msnm).
8. Cuenca del Río Suapure (8.590 km²): Drena en
dirección noroeste hacia el Orinoco. Ubicada entre
Serranía de Inapu y Cerro Guanay al sur, Serranía
de Turiba al noreste y Serranía Los Pijigüaos al
suroeste (altitud >1.000 msnm).
9. Cuenca del Río Ventuari (43.100 km²): Drena en
dirección suroeste al Orinoco. Está ubicada entre
la Sierra de Maigualida al norte y al noreste, las
serranías de Inapu, Vadipo y Guanapi al norte, las
serranías de Guayapu, Mapichi y Cerro Ovana al
oeste (altitud >1.000 msnm).
10. Cuenca del Río Sipapo (11.360 km²): Drena en
dirección oeste al Orinoco. Sus nacientes están en
las serranías de Mapichi, Guayapu y Cerro Ovana
al este (altitud >1.000 msnm).
11. Cuenca del Alto Orinoco (67.200 km²): El área de
nacimiento está enmarcada entre la Sierra de Parima al este y noreste, donde está la fuente principal
en los cerros Delgado Chalbaud, Huamachari y
Marahuaca al norte (altitud >1.000 msnm), Sierra
de Unturan al sureste y penillanura del Brazo Casiquiare al sur (altitud <500 msnm).
12. Penillanura del Brazo Casiquiare (38.400 km²):
Brazo Casiquiare es efluente del Orinoco, drena en
dirección suroeste hacia el Río Negro, a su vez
afluente del Río Amazonas. Ubicado entre el eje
del Orinoco al norte y noreste, Sierra de Unturan
al este, Sierra de Tapirapeco al sureste y Sierra de
La Neblina al sur (altitud >500 msnm). El caso de
efluencia del Brazo Casiquiare define un fenómeno de derrame o vertimiento parcial sobre fondo
granítico, acompañado por realce de cauce por
depósitos arenosos. El sustrato rocoso no ha
permitido profundización del canal. El Brazo
Casiquiare es de menor caudal y menor profundidad que el Orinoco. Este es un caso de divergencia pero sin captura definitiva (Yánez 1992).
Los índices (Sup.Cc/caudal, Long.Fl/caudal) en las
cuencas del Escudo Guayanés (Tabla 3) al compararlos con el índice patrón de referencia muestran,
respecto a la superficie de las cuencas, valores un tanto
mayores en las cuenca del Cuyuní, Sipapo y Aro, lo
cual se destaca al comparar con el índice de longitud.
Los principales aportes de humedad actual se dan bajo
clima de sabana tropical, pero seguramente su
desarrollo inicial como cuencas se dio bajo condiciones climáticas previas más húmedas. Las otras
cuencas de la región, como las del Caroní, Caura,
Ventuari y Alto Orinoco, están todavía en proceso de
desarrollo. Las mayores cuencas fluviales al norte del
río Orinoco, excepto la del Unare, nacen en cordilleras de ascenso Cenozoico y se distribuyen en tres
regiones cuencas occidentales, cuencas centrales y
cuencas orientales (Figura 3).
3.2.2. Cuencas fluviales del occidente Caribe de
Venezuela: Nacen en zonas de montaña y sus
desembocaduras son al Lago de Maracaibo o directamente al Mar Caribe. La longitud de algunos ríos
permiten conectarlos con nacientes más húmedas,
generando mayor caudal en sectores bajos donde
existe un clima más seco (Tabla 2). Las principales
cuencas son:
1. Hoya del Lago de Maracaibo (60.800 km²): En esta
cuenca el clima varía de alta humedad meridional
a marcada sequía septentrional. En las vertientes
bajas de la Sierra de Perijá y vertiente baja de la
Cordillera de Mérida predomina humedad elevada
propia de las selvas. En las nacientes de los ríos
Chama y Motatán el clima es de montaña alta,
mientras que en la salida del río Chama a la llanura
fluvio-lacustre el clima tiende a ser lluvioso de
sabana. En las costas norte del lago y serranías
circundantes el clima es semiárido. Las nacientes
abarcan toda la región: al este en la Serranía de
Ciruma (altitud >1.000 msnm), al sureste en la
Sierra de La Culata de la Cordillera de Mérida
(altitud >4.500 msnm), por el sur en el páramo de
La Negra y Sierra de Tovar de la Cordillera de
Mérida y la Depresión del Táchira (altitud >1.000
msnm), al suroeste en las vertientes montañosas de
Colombia y al oeste en la Sierra de Perijá (altitud
>2.000 msnm). Los principales afluentes son ríos
grandes: Motatán, Chama, Escalante, Catatumbo,
Santa Ana y Palmar. En las vertientes altas de las
20
Capítulo 1: Relieve, paleoclimas y ríos de Venezuela
Figura 3. Cuencas fluviales del norte del Orinoco. Modificado de MARNR (2001).
montañas de Mérida y Perijá se localizan paleoformas de la última glaciación (75.000 y 10.000
años AP) (Schubert 1988, Schubert y Vivas 1993).
En las vertientes medias es activa la torrencialidad
por flujos de detritos (Dugarte y Ferrer 2007). La
planicie fluvio-lacustre de Maracaibo viene a ser el
sector bajo de la Hoya de Maracaibo (altitud <100
msnm). La transición conforma un ligero piedemonte de terrazas, colinas y abanicos aluviales
(altitud entre 100 y 500 msnm). En el relleno de
esta cuenca participaron transgresiones marinas.
Durante el último ciclo glaciar su nivel hídrico bajó
por acción paleoclimática y el lago se transformó
en pantanos fragmentados (Graf 1969).
Rodeando la gran mancha del lago (~14.000
km²) la hoya se expresa en tres grandes sectores.
El primero al noreste conformado por colinas muy
bajas en transición a la región Falcón-Lara, y con
muy ligera red fluvial estacional. El segundo sector
está al noroeste y es caracterizado por una red
fluvial más integrada que cae de las vertientes
abruptas de la Sierra de Perijá. Ambos sectores van
cambiando en sus sistemas de drenaje a medida
que se avanza hacia el tercer gran sector meridional.
Pasando el Apón al oeste y el Motatán al este,
los ríos siguen un caudal mejor definido. Finalmente los ejes principales (Santa Ana, Catatumbo
y Escalante) desembocan al lago en medio de un
paisaje deltaico, con formación de pantanos
(Pouyllau 1985). Ahí se ubica el Parque Nacional
Ciénagas de Juan Manuel de Aguas Claras y Aguas
Negras (Navarro et al. 2007). Aquí el clima es
húmedo a subhúmedo, causado por el encuentro
de masas tropicales húmedas en zona de baja
presión y alta evaporación, además de la baja pendiente, lo que explica el suelo anegado permanente. Esta condición meteorológica es también
un factor explicativo del fenómeno conocido
como el “Relámpago del Catatumbo”.
La comparación de los índices patrón con los
índices Sup.Cc y Long.Fl (Tabla 3) muestran como las
cuencas del Catatumbo, Escalante y Santa Ana están
en proceso de desarrollo bajo las condiciones climáticas actuales, mientras que la cuenca del río Chama y,
más aún, la del río Motatán, son herencias de antiguas
condiciones climáticas con mayor humedad.
2. Pequeñas cuencas al Golfo de Venezuela (20.800
km²): en estas cuencas predomina el clima
semiárido. Se incluyen las vertientes montañosas,
exceptuando aquellas en la Península de Paraguaná. Los afluentes del sector occidental tienen sus
nacientes en el norte de la Sierra de Perijá y Montes
de Oca, como la pequeña cuenca del río Limón,
que drena en dirección este. Los afluentes del
sector oriental tienen sus nacientes en la Sierra de
San Luis y colinas del noroeste de Falcón (altitud
<1.000 msnm), entre los que están los ríos Palmar
y Mitare, drenando en dirección noroeste y norte.
En el Golfete de Coro el delta del río Mitare y
litoral vecino son fuente de captación de arena
suelta por deflación eólica para formar dunas tipo
nebkhas (Suárez et al. 1999), que cubren el istmo
de los médanos y otros sectores de llanura costera.
21
RENGEL-AVILÉS
Tabla 3. Índices calculados de cada cuenca fluvial
individual.
La mayoría de los ríos son de corriente intermitente (quebradas) entre colinas, existiendo
también vallecitos sin ríos circulantes (Zinck
1980).
Ríos
La comparación de los índices patrón de referencia
con los índices de las cuencas de los ríos Limón,
Palmar y Mitare (Tabla 3) muestran su origen paleoclimático, sobre todo la cuenca del río Mitare, cuyo
desarrollo fue bajo condiciones de un clima más
húmedo y muy diferente al actual, que es semiárido.
3. Cuencas de Falcón-Lara hacia el Caribe (30.400
km²): Aquí el clima varía, en la cuenca alta del río
Aroa es tropical de altura, mientras que en su
desembocadura en el Golfo Triste es tropical de
sabana, mientras que en la depresión de Barquisimeto y Carora, el clima es semiárido. Las cuencas
de los ríos Tocuyo, Aroa y Yaracuy drenan en
dirección este hacia el Mar Caribe. El río Tocuyo
cruza la Depresión de Carora desde sus nacientes
en la Sierra de Baragua al noroeste, en la Sierra de
Churuguara al norte (altitud >1.000 msnm), y en
las sierras del Rosario y de los Humocaros al sur
(altitud >2.000 msnm). Es el río Tocuyo el sistema
fluvial más importante de la región. El río Aroa se
inicia en la Sierra de Aroa al suroeste (altitud
>2.000 msnm). El río Yaracuy nace en las sierras
de Aroa al noroeste y de Nirgua al sureste. Otras
pequeñas cuencas tiene sus nacientes en la Sierra
de San Luis al noroeste y en la Sierra de
Churuguara al sur (altitud >1.000 msnm). Ríos
como el Turbio y el Yacambú se originan en la
Sierra de Portuguesa (altitud >2.000 msnm) donde
existe mayor humedad. Aunque son ríos de
montaña y de bajo caudal, su mayor extensión está
en sectores de clima semiárido (Tabla 3).
La comparación de los índices patrón de referencia
con los índices de las cuencas de los ríos Tocuyo, Aroa
y Yaracuy (Tabla 3), sugiere que sus cuencas mayores
son herencias paleoclimáticas, desarrolladas bajo previas condiciones de mayor humedad.
Sup.Cc/caudal
Long.Fl/caudal
Escudo Guayanés
Caroní
Caura
Ventuari
Aro
Cuchivero
Suapure
Sipapo
Atabapo
Cuyuní
Brazo Casiquiare
37,80
15,97
20,67
71,01
16,48
34,22
71,45
12,66
78,88
20,60
0,3418
0,2732
0,2446
1,3527
0,3944
0,3586
1,3836
0,3714
0,4969
0,1749
Hoya de Maracaibo
Catatumbo
Santa Ana
Escalante
Chama
Motatán
38,57
18,17
44,40
71,84
169,70
0,7109
0,5882
1,7000
3,8776
3,9394
Golfo de Venezuela
Mitare
Palmar
Limón
545,00
101,07
62,47
15,0000
5,3571
2,3529
Falcón-Lara al Caribe
Tocuyo
Aroa
Yaracuy
304,31
179,17
120,00
6,3793
9,1667
6,6667
Cordillera central al Caribe
Tuy
613,64
Aragua
163,33
Turmero
120,00
21,8182
16,6667
15,0000
del Valle de Caracas y la depresión de Barlovento, con
espesa acumulación sedimentaria pleistocena (González de Juana et al. 1980) y donde circula el río Tuy. En
uno de los vallecitos internos ocurrió el desastre por
flujo de detritos del Río Limón en el año 1987
(Briceño et al. 2007), esto eventos tienen recurrencia
histórica. El Macizo de Nirgua está separado de la
Serranía del Litoral por un abra; en esta serranía se
ubican las mayores altitudes (>2.500 msnm). Las
sierras menores de Hilaria, Rancho Grande, Ávila y
Miranda, caen en forma abrupta sobre el litoral como
filas paralelas entre escarpes de falla, lo que favorece
el desarrollo de torrentes. Separada de ésta por
grandes depresiones hacia el sur se alinea la Serranía
del Interior, de relieve más bajo y su transición hacia
los llanos occidentales y centrales está marcada por
3.2.3. Cuencas fluviales del centro Caribe de
Venezuela: Son ubicadas en la Cordillera de la Costa
Central (Marrero 1978). Su relieve montañoso más
septentrional sigue una dirección oeste-este, que es
paralelo al litoral central. El sistema se inicia en la
depresión del río Yaracuy y finaliza en la depresión del
río Unare al oriente (Figura 3). El sistema de fallas de
San Sebastián determina la ubicación de vastas
depresiones (Schubert 1982), como las fosas tectónicas de la cuenca endorreica del Lago de Valencia, la
22
Capítulo 1: Relieve, paleoclimas y ríos de Venezuela
Tabla 3. Continuación. Índices calculados de cada
cuenca fluvial individual.
Ríos
Sup.Cc/caudal
Long.Fl/caudal
Cordillera oriental al Caribe
Neverí
138,38
Manzanares
106,60
2,7027
9,0000
Golfo de Paria
San Juan
2,3288
112,33
Llanos meridionales y cuenca del Apure
Meta
6,87
Apure
56,71
Arauca
16,49
Portuguesa
121,21
Uribante
29,57
Guanare
79,15
Santo Domingo
19,06
Sarare
5,37
Caparo
184,78
Pagüey
32,84
Masparro
45,74
Canaguá
46,73
Guárico-Guariquito
319,19
del interior y en la Sierra de Ocumare al sur (altitud
>2.000 msnm). El eje fluvial cruza la Depresión de
Barlovento y drena en dirección este hacia la
llanura baja y cenagosa de Barlovento, generada
por aportes aluviales de varios ríos. El bajo caudal
actual en esta cuenca puede estar influido por el
intenso desarrollo urbano en el Valle de Caracas.
3. Microcuencas del Litoral Central (8.000 km²):
Predomina el clima semiárido. Son ligeros riachuelos que drenan en dirección norte hacia el Mar
Caribe, entre el Golfo Triste y Cabo Codera.
Tienen sus nacientes en la Cadena del Litoral de la
Cordillera de La Costa (altitud >2.000 msnm).
Desde la boca del río Yaracuy hasta el Cabo
Codera, la costa sigue casi un alineamiento oesteeste paralelo a la cadena montañosa, de la cual
recibe aportes sedimentarios aluviales, siendo los
mayores de la Serranía del Ávila (González de
Juana et al. 1980).
Las amplias terrazas pleistocenas, aluviales y
marinas (altitud < 250 msnm), han permitido el
desarrollo de infraestructuras de transporte aéreo
y uso portuario, así como centros urbanos densamente poblados. Este sector ha sido muy afectado
por desastres (inundaciones y aludes torrenciales),
ocurridos en 1798, 1951 y finalmente en 1999
(Revet 2009). En diciembre de 1999 por intensas
lluvias extraordinarias se activaron los cauces de
quebradas (en pendientes superiores al 50%), con
crecida torrencial violenta de flujos de lodo y
arrastre de rocas (de diámetros superiores a los 10
m.) sobre el litoral, cuyo impacto desastroso hubiese sido menor sí hubiese existido un correcto
plan de urbanismo (Altez 2007).
0,0733
0,4620
1,7113
1,0101
1,2062
1,9905
1,4465
0,6040
3,8043
2,3864
3,1148
3,8776
6,3636
Llanura Central - Oriental, afluentes del Orinoco
y al Caribe
Manapire
350,40
10,4000
Zuata
321,88
10,6250
Pao
311,67
12,5000
Limón
890,00
30,0000
Cabrutica
283,33
16,6667
Mapire
125,56
10,0000
Guanipa
187,04
5,7407
Unare
467,39
5,2174
La comparación de los índices patrón de referencia
con los índices de las cuencas de los ríos Tuy, Aragua
y Turmero (Tabla 3) permite definirlas como herencias paleoclimáticas desarrolladas bajo condiciones de
mayor humedad.
diversas abras de origen tectónico, por donde discurren los ejes de los ríos Cojedes, San Carlos, Tiznados,
Guárico y Orituco. Las principales cuencas son:
1. Cuenca endorreica Lago de Valencia (2.800 km²):
Predomina el clima tropical de altura. Es una
cuenca pequeña y cerrada en medio de una
depresión ubicada en la Cordillera de la Costa
Central (entre 250 y 500 msnm). Colinda con la
cadena del litoral por el norte y con la cadena del
interior por el sur. Se nutre de ríos cortos de
montaña, como el Aragua y el Turmero (Tabla 2).
2. Cuenca del Río Tuy (6.750 km²): Varía de clima
tropical de altura, en las vertientes medias y altas
de la cordillera, hasta clima tropical lluvioso de
selva en su desembocadura. Sus nacientes están en
los Altos de Pipe al noroeste, en la cadena del
litoral de la Cordillera de la Costa al N, en la cadena
3.2.4. Cuencas fluviales del oriente Caribe de
Venezuela: Ubicadas en la Cordillera de la Costa
Oriental. Su presente fisiografía a partir de la Depresión de Unare al oeste continúa la alineación
montañosa paralela al litoral y la Península de Paria, y
en el interior, al suroeste. El tramo litoral es más bajo
y abrupto, mientras que el tramo interior es de mayor
amplitud y altitud (sobre los 2.500 msnm).
Aquí la zona de fallas de El Pilar se manifiesta por
la presencia de estrechos surcos tectónicos visibles en
la alineación de los valles fluviales, como él del
Manzanares en dirección norte y el del Neverí en
dirección oeste (Zinck 1980). Este sistema de fallas
pasa por la Península de Paria y sigue hasta Trinidad.
23
RENGEL-AVILÉS
La Serranía de Turimiquire es transición a los
llanos orientales (Figura 3). Las cuencas de esta región
son:
1. Cuenca del Río Unare (22.400 km²): en su cuenca
media y alta el clima es tropical lluvioso de sabana
y en su desembocadura es semiárido. Drena en
dirección norte hacia el Mar Caribe en la Fosa de
Cariaco y define la Depresión de Unare como
continuación de la planicie de erosión de los llanos
centrales y marca la separación con la cuenca del
Orinoco con las mesas Guanipa y Hamaca al sureste (altitud <250 msnm). Es la cuenca más
extensa que sale al Mar Caribe después de la Hoya
de Maracaibo.
2. Pequeñas cuencas a la Fosa de Cariaco (9.600
km²): predomina el clima tropical lluvioso de
sabana. Las principales cuencas son: Neverí y
Manzanares al oriente de la depresión de Unare;
estas drenan en dirección este y sus nacientes son
en la Serranía de Turimiquire en la Cordillera de la
Costa Oriental al sur y sureste (altitud >2.000
msnm). Las planicies aluviales como la del río
Manzanares son de pequeña extensión. Son ríos de
pequeño caudal que nacen en montañas y luego
discurren en llanuras (Tabla 2).
3. Cuencas al Golfo de Paria (18.300 km²): el clima
semiárido es usual. Drenan en dirección noreste y
desembocan en el Océano Atlántico. Las cuencas
septentrionales nacen en la Serranía de Turimiquire al noroeste. Las cuencas meridionales son del
Río San Juan, cuyas nacientes están en esta
serranía, y Río Guanipa con nacientes en las mesas
Mondongo y Santa Bárbara al oeste. (altitud <500
msnm). El río San Juan fue formado como estuario por submersión de valle fluvial en llanura
costera durante la transgresión holocena, actualmente es considerado un caño de marea (Marcucci
2000).
4. Microcuencas de Araya y Paria (4.800 km²): Predomina el clima semiárido. Son arroyos pequeños,
intermitentes y no integrados que drenan hacia el
norte al Mar Caribe y hacia el Golfo de Cariaco.
Las vertientes de la Cordillera Oriental caen
directamente sobre el litoral (altitud <1.000
msnm), con pequeñas terrazas marinas y ríos de
corto recorrido.
5. Por último, destacan las pequeñas cuencas insulares (4.790 km²), que tienen condición climática
semiárida a desértica. Tienen ejes fluviales cortos e
inactivos la mayor parte del año. La Península de
Paraguaná, surgida como isla separada del continente durante el Paleoceno-Eoceno, se conectó a
fines del Pleistoceno por el cordón sedimentario
de los médanos. El relieve es bajo y ondulado
(altitud <500 msnm). El clima semiárido ha
sufrido cambios hacia una extrema desertización
temporal, como en 1912, cuando obligó a la
población a emigrar (Revet 2009). La Isla de
Margarita se encuentra bajo un clima semiárido y
está conformada por dos sectores montañosos,
unidos por un cordón litoral con la albufera de La
Restinga. En el sector oriental circula irregularmente el río San Juan (18 km). Las otras islas
son de núcleos rocosos ígneo-metamórficos, recubiertos por terrazas marinas bajo clima desértico
(Santamaría y Schubert 1974).
La comparación de los índices patrón de referencia
con los índices de las cuencas de los ríos Unare,
Neverí, Manzanares y San Juan (Tabla 3) permite
definirlas como herencias paleoclimáticas desarrolladas bajo condiciones de mayor humedad, sobre
todo la cuenca del Unare, que fue posiblemente
desarrollada desde un clima tropical de selva húmeda.
3.2.4. Cuencas fluviales al norte y oeste del eje del
Orinoco: Son cuencas que se integran a la gran
cuenca del Orinoco en su vertiente septentrional. Las
de mayor caudal nacen de las cordilleras Cenozoicas y
las de menor caudal sobre la planicie de los llanos
centrales y occidentales. Las principales cuencas son:
1. Cuencas de los llanos meridionales (57.600 km²):
hacia el oeste la selva de San Camilo existe un
clima tropical lluvioso de selva, pero en la mayor
parte de esta subregión el clima es tropical lluvioso
de sabana. Sus ejes fluviales principales son el Meta
y el Arauca, que nacen en vertientes de la
Cordillera Oriental de Colombia, mientras que el
Capanaparo y el Cinaruco nacen en la planicie
aluvial. Todos estos ríos, incluyendo al mismo
Apure, discurren en dirección oeste a este, como
afluentes directos del Orinoco en cuencas paralelas. Son paisaje de bajo llano (altitud <100
msnm), por zona de subsidencia tectónica (González de Juana et al. 1980), y el carácter difluente
de los ríos se ve en la aparición de gran variedad
de canales transitorios (caños) desbordables y de
lecho cambiante. Los amplios esteros y ciénagas
alternan sobre todo al sur del Arauca con la vasta
presencia de dunas, desarrolladas inicialmente por
acción eólica durante los periodos de aridez
pleistocenos (Roa 1979), se reactivan actualmente
durante la estación seca. La desembocadura del
Apure y el Arauca forma un sistema fluviodeltaico, por baja pendiente y la contrafuerza del
caudal del Orinoco (Pouyllau 1985). Los depósitos
aluviales característicos son: de fondo de canal
(bancos), de desborde por exceso de carga (albar-
24
Capítulo 1: Relieve, paleoclimas y ríos de Venezuela
dones de orilla, orillares) o por desborde lateral
(napas, cubetas de desborde), y por decantación
(cubetas de decantación) (Schargel 2005). Entre
los ríos Capanaparo y Cinaruco, las Galeras del
Cinaruco constituyen un resalte estructural del
complejo basal del escudo en medio de la planicie
aluvial. Son caudales muy variables y dependientes
de la condición climática de sus nacientes en
sectores montañosos (Tabla 2).
2. Cuenca del Río Apure (134.400 km²): alcanza altas
montañas (altitud >3.000 msnm) con clima tropical de altura, que va cambiando hasta llegar a las
llanuras al este con clima tropical de sabana y en la
zona al norte de los llanos centrales (Calabozo),
con clima semiárido. Esta cuenca incluye vertientes montañosas drenadas por varios ejes de
importancia y cubre los llanos de Barinas y Portuguesa, ubicados al sureste de la Cordillera de
Mérida, al sur de la Cordillera Caribe Central y al
norte del eje del río Apure. También drena los
llanos occidentales y centrales, al norte de los
llanos meridionales, en dirección sureste y sur
hacia el Orinoco. Sus subcuencas principales son
las del río Portuguesa y Guárico, separadas por las
colinas del Arco del Baúl.
Sus afluentes nacen en la amplia faja que abarca
desde el oeste hasta el noroeste la Cordillera de
Mérida (páramo El batallón, Cerro El Cobre,
Serranía de Cimarronera y las sierras Nevada, Santo Domingo y Portuguesa) y por el norte en la
Cordillera de La Costa (sierras de Nirgua y Tinaco,
Cadena del Interior y Sierra de Ocumare). Sus
principales afluentes son los ríos Apure, Sarare,
Torbes, Uribante, Caparo, Canaguá, Pagüey, Santo
Domingo, Masparro, Boconó, Guanare, Portuguesa, Cojedes, San Carlos y Guárico. Casi todos
estos ríos corren en dirección sureste y sur. El
Santo Domingo tiene sus nacientes de altas montañas (altitud >4.000 msnm) con paisajes de formas
postglaciares (Schubert y Vivas 1993), drenando
luego con fuerte pendiente hacia la baja montaña.
Los piedemontes (entre unos 250 y 500 msnm)
marcan una ligera transición hacia la planicie
aluvial de los llanos occidentales al sureste. Aquí
los ejes fluviales desembocan en medio de terrazas
pleistocenas y colinas miopliocenas, iniciando una
dinámica hidráulica de meandros. Su salida a la
planicie define el paisaje de llanos altos (altitud
>100 msnm), discurriendo sobre previos abanicos
de explayamiento, a los que incorporan nuevos
sedimentos en formas de orillares.
A partir del inicio de los llanos bajos, de usual
bajo los 100 msnm, la dinámica fluvial pasa a ser
difluente y el paisaje es caracterizado por amplios
sectores de inundación (ciénagas y esteros), definiendo una condición de endorreísmo húmedo
por muy baja pendiente, que es inferior al 1%
(Rengel-Avilés 2000). La dinámica fluvial en la
planicie aluvial ha sido caracterizada por riadas
periódicas (avenidas de agua), fenómenos que
afectan la estabilidad de los asentamientos humanos ribereños (Altez 2009). Al este del afloramiento de las Lomas del Baúl, entre las estribaciones
bajas de la Serranía del Interior Central y los ejes
del Apure y el Orinoco drena la subcuenca del
Guárico-Guariquito, con evolución progresiva del
paisaje: en el sector septentrional se muestra como
una vasta llanura de erosión con afloramiento
rocoso cenozoico, pero va cambiando a planicie
aluvial de llano bajo a medida que se avanza hacia
el sur por la subsidencia tectónica meridional,
donde se ubican campos de dunas de origen pleistoceno y el Estero de Camaguán.
La comparación de los índices de patrón de
referencia con los índices de las cuencas de los llanos
meridionales y occidentales (Tabla 3), muestran una
notable variación geográfica: las cuencas meridionales
(Meta, Arauca, Uribante, Santo Domingo, Pagüey,
Sarare, Canaguá, Masparro y Apure, en general) están
en proceso de desarrollo, mientras la cuenca más
septentrional y central del Guárico-Guariquito se
estima iniciada bajo condiciones paleoclimáticas de
selva tropical húmeda, pero ahora el clima actual en
sus nacientes es de condición semiárida y de sabana
tropical lluviosa. Las cuencas de los ríos Caparo,
Portuguesa y Guanare se muestran bajo valores medios a mayores en sus índices, identificándolas como
cuencas con ligera influencia paleoclimática.
3. Pequeñas cuencas de los llanos centrales y orientales (48.000 km²): predomina el clima tropical
lluvioso de sabana. Caen directamente en dirección sur y son poco integradas al eje del Río
Orinoco. En los Llanos Centrales están los ríos
Manapire, Zuata, Mapire y Río Claro (nacen en la
divisoria de aguas con la Cuenca del Unare,
inferior a 150 msnm). En los Llanos Orientales
están los ríos Cabrutica, Pao, Limo y Caris, que
nacen en las mesas de Guanipa y del Tigre. Los
caudales bajos de estos ríos responden a la poca
superficie de extensión de sus cuencas, todas de
planicie, y a la condición climática de sabana tropical a semiárida en sus nacientes (Tabla 3).
4. Cuencas de los llanos orientales hacia el Delta del
Orinoco (19.200 km²): cambia desde Maturín con
clima tropical de sabana, hasta el sector de las
mesas, ahí con clima semiárido. Drenan en direc-
25
RENGEL-AVILÉS
ción este desde los llanos de oriente hacia el Delta
del Orinoco. Sus nacientes están al oeste en las
mesas El Tigre, Morichal Largo y Pelona (altitud
<500 msnm). Las mesas son el paisaje dominante
en la región entre el tramo interior de la Cordillera
Oriental y el Escudo de Guayana, representadas
como amplios altiplanos bajos entallados por los
ríos Tigre, Tiznados, Guarapiche y Zuata. Son
formas delimitadas por farallones de varios metros
de trazado rectilíneo por influencia tectónica
(Zinck 1980). Su material litológico de arenisca
cuarzosa y conglomerados ferruginosos fue depositado durante el Plioceno - Pleistoceno por el
paleo-Orinoco en forma de abanicos aluviales;
posteriormente, estos fueron afectados por realce,
entalle fluvial y cementación pedogenética (González de Juana et al. 1980).
como se puede apreciar en los marcados cambios
morfográficos dentro del paisaje relevante de los
tepuyes. Pero en las otras regiones y subregiones las
variaciones fisiográficas tiene una causalidad más
compleja, como se ha podido apreciar en la diversidad
litológica de los cinturones montañosos cenozoicos y
su tectónica activa, lo cual a su vez genera un marcado
control estructural por fallas activas sobre los ejes
fluviales discurrentes, más relevante que el que se da
en otras áreas nacionales. En las planicies aluviales por
otro lado, la diferenciación en llanos altos y bajos en
las cuenca del Portuguesa y del Apure, y las
variaciones morfográficas que se dan entre la llanura
de erosión de Calabozo y el Estero de Camaguán,
todo esto es producto de la subsidencia tectónica
regional.
Los índices aplicados a las 48 cuencas distribuidas
por regiones aportaron una aproximación explicativa
sobre la evolución de las mismas. Es evidente que la
transición del Pleistoceno al Holoceno, finalizando la
última glaciación (inicio de los últimos 10.000 años
AP), fueron de muy alta humedad, incluyendo voluminosas precipitaciones y altos volúmenes de caudal,
muy superiores a los actuales, lo cual permitió la
conformación de amplias cuencas en la parte central y
septentrional del país, hoy día cuencas heredadas. En
la región de los llanos occidentales y meridionales los
valores actuales de caudal dependen más de la precipitación en sus nacientes de alta montaña que de su
largo recorrido y extensión en la planicie aluvial, pero
bajo un marco de estructura fluvial ya definido, sobre
todo en sus cuencas heredadas. Su evaluación
utilizando otras variables (variación de altura, precipitación estacional, grados de infiltración en suelo y
subsuelo, entre otras) y a escala más local –y en lugares
que dispongan de registros con menor variabilidadpodría aportar nuevos elementos explicativos del
relieve sobre la dinámica fluvial. En todo caso, se debe
aceptar que la distribución de las cuencas fluviales
responde a la evolución del relieve continental, con
sus variados factores litológicos y estructurales, así
como por la acción de los diversos agentes erosivos
en los últimos miles de años. El subsuelo condiciona
a las acciones de la geología ambiental y la dinámica
fluvial, aunque no las determina.
Como se expuso, las condiciones fisiográficas
regionales que caracterizan la difluencia del Brazo
Casiquiare o la actividad del Relámpago del Catatumbo, por ejemplo, son un factor adicional a otros,
que como la dinámica sedimentaria en el primer caso
y el movimiento de las masas atmosféricas en el
segundo caso, tienen una mayor influencia en su
desarrollo. Con todo esto, la identificación de cuencas
y sobre todo microcuencas desarrolladas como heren-
La comparación de los índices de patrón de
referencia con los índices de las cuencas de los ríos
Mapire y Guanipa los identifica bajo una ligera
influencia paleoclimática. Las de los ríos Manapire,
Zuata, Pao y Cabrutica muestran una mayor influencia
paleoclimática. La cuenca del río Limón acaso tiene la
mayor influencia paleoclimática en el país (Tabla 3),
muy posiblemente generada bajo clima de selva
tropical húmeda, muy diferente a los climas actuales
de sabana tropical lluvioso y semiárido.
5. Delta del Orinoco (19.400 km²): en todo el delta
predomina el clima tropical lluvioso de sabana. La
salida al Océano Atlántico se realiza en una
secuencia de caños entre Caño Mánamo al norte y
Boca Grande del Orinoco al sur. No es una cuenca
sino área bajo acumulación sedimentaria, una
planicie cenagosa conformada por deposición
fluvial y la acción de contracorriente de las mareas
y la Corriente (marina) Ecuatorial del Norte, que
arrastra sedimentos del Amazonas y del Esequibo.
Inicialmente fue un gran golfo y luego se rellenó
en los últimos 125.000 años (Méndez-Baamonde
2007). El estuario de la Boca Grande es canal
donde el río expulsa unos 400.000 m³/año en
sedimentos hacia el Océano Atlántico (Marcucci
2000).
5. CONSIDERACIONES FINALES
La caracterización del relieve de Venezuela y del
marco referencial de sus cuencas fluviales es una labor
todavía en proceso. La acción de los ríos sobre el
paisaje intertropical continúa. En el Escudo Guayanés
es la variada resistencia a la erosión que ofrece el
sustrato litológico junto con su marco estructural lo
que sigue definiendo las diferencias fisiográficas,
26
Capítulo 1: Relieve, paleoclimas y ríos de Venezuela
cias de condiciones paleoclimáticas, es una parte muy
importante del diagnóstico fluvial. Pues en la medida
que son herencias, son las más propensas a sufrir
reactivación en caso de aportes extraordinarios de
humedad, donde la cuenca de acopio ya está previamente definida para captar volúmenes inesperados de
precipitación, mayores a los actuales. Se sugiere la
aplicación de los índices aquí expuestos en diagnósticos en escalas locales, sobre todo para prevención de desastres en cuencas de alta pendiente.
La dinámica hidrológica general actual se aprecia
como índice en los caudales fluviales, donde los
superiores a 10.000 m³/s sólo ocurren en la cuenca
del Meta, luego los caudales superiores a 1.000 m³/s
se reconocen en algunas cuencas de Guayana y en la
del Apure, todos cuales responden a las altas precipitaciones en sus nacientes. Es muy factible que los
comportamientos fluviales locales presenten notables
diferencias aunque puedan mostrar similar caudal,
porque son diferentes a la influencia de los factores de
sus paisajes según la región. Así, en una torrentera o
en un flujo de detritos de vertiente montañosa en la
Cordillera de los Andes el factor más importante es la
velocidad causada por la alta pendiente, mientras que
en una riada en una planicie aluvial de los llanos bajos
de Barinas, por ejemplo, su factor de caudal más
importante es el volumen hídrico, lo que genera
menor acción destructiva y una acumulación
sedimentaria más amplia sobre el lecho fluvial.
Se debe profundizar investigaciones en el ámbito
geomorfológico e hidrológico. Cada región tiene sus
particularidades específicas a ser analizadas, y las
expresiones fluviales presentan diferente comportamiento de acuerdo a la región y a sus paisajes:
Guayana ofrece un ámbito de territorio con inmensas
potencialidades mineras y gran estabilidad tectónica,
pero se debe tener en consideración que ahí están
también las principales reservas de agua dulce y de
potencial hidroeléctrico del país, que deben ser
manejadas de forma adecuada; específicamente considerando el actual proyecto de explotación del Arco
Minero, el cual ocupa parte de las cuencas de los ríos
Cuyuní, Caroní, Aro, Caura, Cuchivero y Ventuari. La
opinión pública y grupos organizados nacional deben
exigir una exhaustiva evaluación y monitoreo del
impacto ambiental de la actividad minera sobre la
región y sus políticas de prevención y corrección. Las
Cordilleras Cenozoicas ofrecen diversidad climática
para una amplia variedad de actividades económicas
locales (turismo, artesanía y horticultura), siempre y
cuando se ubiquen con claridad los sitios de mayor
estabilidad en medio de su condición de activa
sismicidad y acciones hidroclimáticas sorpresivas,
además de un racional control de la contaminación
fluvial. Las planicies continentales y costeras, con su
amplia variedad de formas generadas por deposición
fluvial y marina, se aprecian como inmensas superficies de potencial agroindustrial y silvestre, donde las
áreas de explotación se deben desarrollar bajo
criterios técnicos adecuados y legales vigentes. Los
vertidos industriales y urbanos (minería, fábricas, etc.)
deben ser severamente vigilados en su composición,
tratamiento y destino, principalmente los vertidos de
hidrocarburos en las cuencas de Apure y Unare, así
como en las pequeñas cuencas al eje del Orinoco y al
Delta.
La prospección en las cuencas fluviales debe
tender hacia la ubicación y definición de trazados en
fallas activas y su influencia en la dinámica fluvial, la
prevención de desastres tanto de origen sísmico como
de acción hídrica, la determinación de áreas idóneas
para el desarrollo urbano, industrial o turístico y
donde la dinámica fluvial torrencial sea menos agresiva. Es de importancia la investigación y conservación de los humedales, aclarando la influencia de
factores tectónicos y paleoclimáticos en su origen y en
el de formas de relieve depositadas, así como la
identificación más precisa de los factores que caracterizan el comportamiento hídrico en las cuencas, en
especial la definición cronológica de los eventos
geohistóricos, los cuales -siendo responsables de la
disposición actual en las cuencas fluviales- pueden
aportar nuevas ideas para el manejo regional de éstas.
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29
Capítulo 2
Los ríos en riesgo en la costa oriental
del Lago de Maracaibo
Margenny BARRIOS GÓMEZ1,2,4, Douglas RODRÍGUEZ-OLARTE1,4
y Pedro RODRÍGUEZ BUENO1,3
1. Colección Regional de Peces. Museo de Ciencias Naturales. Decanato de Agronomía. Universidad
Centroccidental Lisandro Alvarado, UCLA. Barquisimeto, estado Lara, Venezuela.
Margenny.barrios@ucla.edu.ve; douglasrodriguez@ucla.edu.ve
2. Postgrado de Ecología. Laboratorio de Ecología Acuática. Centro de Ecología. Instituto Venezolano de
Investigaciones Científicas, IVIC, Altos de Pipe, estado Miranda, Venezuela
3. Postgrado en Ciencias Ambientales. Universidad de Yacambú. pedroarodriguezb@hotmail.com
4. Red Iberoamericana para la formulación y aplicación de protocolos de evaluación del
estado ecológico, manejo y restauración de ríos (IBEPECOR)
El incremento de las actividades antrópicas en la costa oriental del Lago de Maracaibo (COLM),
ha propiciado la destrucción de los ecosistemas fluviales. Esto se expresa en la pérdida del
hábitat acuático y ribereño, su diversidad biológica y, por ende, en la pérdida de la oferta de
servicios ecosistémicos para el desarrollo de la región. Se presenta una revisión sobre la situación
ambiental de los principales ríos que integran la COLM, donde se incluyen las intervenciones
pasadas y actuales, las características de los hábitats acuáticos y ribereños, así como también la
diversidad faunística (insectos acuáticos y peces). Se analizaron los cambios en las coberturas del
paisaje y uso de la tierra por medio de imágenes satelitales. Los ríos han sido sometidos durante
muchos años a fuertes perturbaciones, entre ellas, la expansión de la frontera agropecuaria, el
incremento de las actividades mineras (explotación petrolera y otros minerales no metálicos) e
industriales, el dragado, represamiento y desviación de los cauces y el aumento de las
conurbaciones. Estas perturbaciones han ocasionado un incremento en la sedimentación y
colmatación de los cauces, así como la contaminación y eutrofización de las aguas, lo que se
expresa en una pérdida de hábitats acuáticos y bosques ribereños, así como la simplificación de
las comunidades de peces e insectos acuáticos. El estado de conservación promedio de los ríos
de la COLM es crítico y se requiere de programas urgentes de manejo, sobre todo en las cuencas
altas y medias con el fin de garantizar la conservación de los recursos hidrobiológicos de la
región.
Palabras claves: extracción de hidrocarburos, frontera agropecuaria, fragmentación de hábitats,
diversidad biológica, recursos hidrobiológicos.
© D. Rodríguez-Olarte (ed.), Ríos en Riesgo de Venezuela. Volumen II, 2018
Colección Recursos Hidrobiológicos de Venezuela
ISBN Obra completa: 978-980-12-9274-6
BARRIOS, RODRÍGUEZ-OLARTE y RODRÍGUEZ
1. INTRODUCCIÓN
En Venezuela una proporción elevada de los ríos se
encuentran intervenidos como consecuencia del
crecimiento desordenado y diversificación de las
actividades antrópicas. Esta situación ha generado la
transformación del paisaje natural de las cuencas
(Rodríguez-Olarte 2017). Esto se evidencia en la
fragmentación de los bosques, destrucción de los
hábitats, disminución de la diversidad biológica y,
por ende, en la pérdida de la integridad biótica y la
disminución en la oferta de servicios ambientales
(agua, alimento, recursos forestales, entre otros); sin
embargo, es poca la información disponible sobre el
estado actual de la mayoría de los ecosistemas
fluviales en Venezuela. Los ríos con drenajes a la
costa oriental del Lago de Maracaibo (COLM) no
escapan de esta situación, ya que las actividades
características de la región, como la explotación
minera (hidrocarburos y minerales no metálicos), la
producción agropecuaria y las industrias, entre otros,
han provocado la depauperación e incluso la
desaparición de varios afluentes que drenan la
región. La información disponible sobre el estatus de
estos ríos es puntual y poco conocida (Colonnello y
Lasso-Alcalá, 2011; Barrios et al. 2015a).
La pérdida de diversidad biológica y la situación
de amenaza de numerosas especies vegetales y
faunísticas, sobre todo las que están asociadas a los
ecosistemas acuáticos, han sido motivo de preocupación en los ámbitos científicos, sociales y económicos a nivel mundial (Covich 2006). En la COLM,
esta situación no es muy diferente, pues en el Libro
Rojo de la Fauna venezolana se registran un poco
más de veinte especies de peces en situación de
riesgo producto del incremento de las perturbaciones
antrópicas, la sobreexplotación de las poblaciones
con fines de comerciales, y la destrucción de los
hábitats acuáticos y bosques ribereños (BlancoLibreros et al. 2015, Rodríguez et al. 2015), esto sin
contar las especies de aves, reptiles y mamíferos que
se encuentran amenazados por las mismas causas.
La pérdida de la diversidad biológica no solo
representa un riesgo para la integridad y funcionamiento de los ecosistemas, sino que también ocasiona el detrimento de las poblaciones humanas en las
cuencas que hacen uso y dependen de los diversos
servicios ambientales que estos ecosistemas ofrecen.
Esto sugiere la necesidad de generar información
adecuada que permita conocer el estatus de
conservación de los ríos con drenaje a la COLM; así
como también es necesario conocer la situación de
las especies asociadas con el fin de garantizar un
manejo y conservación de los recursos hidrobiológicos continentales.
2. MÉTODOS
En este capítulo se realizó un compendio de datos
propios y de colecciones científicas (Colección
Regional de Peces, Museo de Ciencias Naturales,
UCLA), literatura científica, informes técnicos y tesis
de grado, sobre las características del hábitat fluvial y
ribereño, sus biotas (peces y entomofauna acuática) y
su estado de conservación; así como también de las
principales fuentes de perturbación a nivel general y
local en la COLM. Se estimaron los tipos de
coberturas y el uso de la tierra por medio del uso de
cartas topográficas pertenecientes a la Dirección
Nacional de Cartografía (DNC 1975) e imágenes
satelitales de los años 2000 y 2015 pertenecientes al
satélite Landsat 7 y 8 con resolución espacial de 15 y
30 m por pixel (USGS 2015), las cuales fueron
procesadas mediante el programa gvSIG versión 2.1
(gvSIG Association 2014).
Se utilizaron técnicas de interpretación visual de
las imágenes satelitales siguiendo la metodología
presentada por Molina y Albarrán (2013) con el fin
de definir los tipos de cobertura y usos de la tierra,
entre ellas: área de cuenca, bosques, ecosistemas
loticos, ecosistemas lenticos (embalses), matorrales,
herbazales, extensiones agropecuarias, urbanas, actividades industriales, mineras (no metálicas: gravas),
actividades petroleras (extracción y procesamiento).
Con la ayuda de Carnegie Landsat Analysis Systemlite (CLASlite-Team, 2013), se determinaron las
variaciones temporales de las coberturas vegetales
fotosintéticamente activas en los años 2000 y 2015.
CLASlite utiliza un análisis de mezcla espectral para
detectar los cambios mínimos en la cobertura
boscosa (cambios < 1% de los pixeles de las imágenes Landsat o cerca de 10 m2). Este proceso
permite distinguir a escalas de alta resolución las
perturbaciones en comparación con el uso de
métodos tradicionales de sensores remotos (CLASlite-Team. 2013).
3. LA COSTA ORIENTAL DEL LAGO DE
MARACAIBO
3.1. Geomorfología y relieve
La mayor parte de los drenajes que conforman la
COLM pertenecen al estado Zulia, ubicado al
noroccidente de Venezuela (Figura 1). Estos drenajes
se ubican dentro de una gran depresión de llanuras
sedimentarias de origen cuaternario rodeadas al este
por las estribaciones occidentales de la serranía de
Jirajara, Ziruma o Empalado (Cordillera de Los
Andes), con elevación de 1.990 msnm (Cerro El
Cerrón), mientras que al noroeste las tierras
descienden en una llanura fluviomarina circunvalada
por las estribaciones de la serranía de Falcón a la par
32
Capítulo 2: Ríos en la costa oriental del Lago de Maracaibo
Figura 1. Costa oriental del lago de Maracaibo. Cuencas: 1 Cocuiza, 2 Palmar, 3 Aurare, 4 Mene, 5 Ulé, 6 Tamare, 7
Pueblo Viejo, 8 Machango, 9 Misoa, 10 Motatán de Los Negros. Humedales: a. Ciénaga de San Pedro, b. Ciénaga El
Ancón, c. Ciénaga El Coquito, d. Ciénaga El Mene, e. Ciénaga La Telefónica, f. Ciénaga Las Palmitas y g. Ciénaga de
Los Olivitos. A Embalse Pueblo Viejo, B Embalse Machango.
costeras al norte, el relieve está constituido por valles
fluviomarinos de los ríos Tamare, Palmar y Cocuiza.
La topografía es irregular y varía desde zonas con
planicies seguidas de terrenos ondulados en el
piedemonte hasta accidentada en las partes más altas,
de manera que se presenta un gradiente de condiciones que va desde áreas cenagosas y zonas planas
hasta el relieve montañoso (Strauss et al. 2000).
que todo el eje oeste es bordeado por el Lago de
Maracaibo (COPLANARH 1974; Strauss et al. 2000)
La formación de los suelos es producto del clima
particular de la zona y de las características topográficas, donde se puede encontrar una gran variedad
de materiales litológicos texturales y perfiles muy
meteorizados, con excepción de los aluviones
recientes (OEA 1975). En el caso de las llanuras
33
BARRIOS, RODRÍGUEZ-OLARTE y RODRÍGUEZ
3.2. Hidrografía en la Costa Oriental del Lago de
Maracaibo
Los patrones de drenaje de la COLM están conformados por cauces de tipo dendrítico en el piedemonte y algunos ríos con patrones anastomosados
o difusos en sectores de las planicies (MARNR
1986). Las cuencas que conforman la COLM, de
norte a sur, son: Cocuiza, Palmar, Aurare, Mene, Ulé,
Tamare, Pueblo Viejo, Machango, Misoa y Motatán
de los Negros (Figura 1). Debido a las condiciones
de aridez y la alta evaporación (2.100 mm al año),
sobre todo en zona más al norte de la COLM, estos
ríos mantienen un régimen de caudal muy bajo o
tienden a fragmentarse o secarse totalmente en el
periodo de sequía. No obstante, los ríos tienden a
aumentar sus caudales en el periodo de lluvias y solo
algunos ríos, como el río Pueblo Viejo mantiene un
pequeño caudal durante la temporada seca (OEA
1975, Espinoza 1987). De manera general en toda la
cuenca del Lago de Maracaibo, los ríos suelen transportar una elevada cantidad de sedimentos en sus
aguas, debido a la intensificación en la deforestación
en las cabeceras de los ríos (Segnini y Chacón 2017).
Esta situación conlleva a un proceso continuo de
relleno en las desembocaduras al lago y el escaso
declive de las planicies da lugar a la formación de
ciénagas y lagunas (Strauss et al. 2000). A continuación, se realiza una breve descripción de las
principales características hidrológicas y ambientales
de los ríos de la COLM:
de Pesca. Esta área protegida fue nombrada como un
sitio RAMSAR N° 859 en 1996 debido a que cubre
un área protectora de aproximadamente 26.000 ha
que consisten en una mezcla de ecosistemas de aguas
marinas del Golfo de Venezuela, aguas estuarinas de
la Bahía El Tablazo, aguas hipersalinas y aguas dulces
que llegan de forma intermitente de los ríos Cocuiza
y Palmar. Su extenso manglar (comprendido por
Rhizophora mangle, Avicennia nitida, Conocarpus erectus y
Laguncularia racemosa), es de importancia para varias
especies, ya sea como hábitat para el desove y cría de
peces y crustáceos de interés comercial, así como
también para refugio de 75 especies de aves, de las
cuales 35 son migratorias. Entre ellas cabe destacar el
flamenco Phoenicopterus ruber debido a que utiliza este
humedal como sitio de anidación. También es el
hábitat de otros vertebrados que se encuentran en
situación de riesgo, como es el caso del manatí
(Trichechus manatus), el caimán de la costa (Crocodylus
acutus) y las tortugas marinas (Ramsar Information
Sheets (RISs) 1996). No obstante, este refugio está
sometido a las variadas perturbaciones antrópicas, en
donde la cacería, la extracción de sal, las camaroneras, la pesca y la deforestación han ocasionado la
pérdida de los manglares y con ello, la disminución
de la fauna silvestre y acuática. Aunado a esto, la
ciénaga también se encuentra sometida a los contaminantes residuales de las actividades mineras e
industriales, en este caso por el Complejo Petroquímico El Tablazo (Strauss et al. 2000, Casler y
Castellano 2008), el cual compromete la integridad
de este ecosistema complejo y frágil.
3.2.1. Río Cocuiza (Cuenca: 939,69 km2. Longitud
del cauce: 106,19 km): Este río representa el límite
septentrional entre el estado Zulia y Falcón. Sus
nacientes se encuentran en las montañas de Santa
Elena de la Serranía de Ziruma, vertiente occidental
del Cerro Socopo, y desemboca en la Bahía El Tablazo, luego de verter sus aguas en la Ciénaga Los
Olivitos (Espinosa 1987). En la parte alta se
encuentra la zona protectora de los ríos Matícora
(cuenca del golfo de Venezuela) y Cocuiza (Decreto
N° 105, publicado en la Gaceta Oficial de la República de Venezuela Nº 1665, 1974), la cual abarca una
superficie de 206.354 ha (Strauss et al. 2000). Debido
a la alta degradación de los ríos y disminución del
caudal, esta zona fue decretada como Área Bajo
Régimen de Administración Especial (ABRAE) con
el propósito de proteger las fuentes hidrológicas que
surten a las poblaciones aledañas.
La ciénaga de Los Olivitos (Figura 1), en el Municipio Miranda, fue decretada como Refugio de Fauna
Silvestre (Decreto Nº 1.363, Gaceta Oficial Nº 3.934,
1986; Strauss et al. 2000) y en 1991, su superficie se
extendió hacia el sur con el fin de incluir la Reserva
3.2.2. Río Palmar (Cuenca: 805,02 km2. Longitud
del cauce: 62 km): El cauce principal y la red de
drenajes de este río dan lugar a la quebrada Guaruguaro, que presenta un régimen estacional (Espinoza
1987). Las planicies de explayamiento que recorren el
río Palmar junto con el río Cocuiza, alimentan la
ciénaga de Los Olivitos (Medina y Barboza 2006).
Actualmente el río Palmar, al igual que el Cocuiza, se
encuentran altamente intervenidos debido al crecimiento de las actividades antrópicas, donde grandes
extensiones de terreno son destinadas a la ganadería,
la industria (Complejo Petroquímico El Tablazo), las
salineras y la explotación petrolera (Casler y Castellano 2008).
3.2.3. Ríos Aurare (Cuenca: 680,65 km2. Longitud
del cauce: 48,56 km) y Mene u Olaya (Cuenca:
530,31 km2. Longitud del cauce: 44,95 km): Ambos
ríos se originan en los alrededores del poblado El
Consejo y desembocan en la ciénaga Las Palmitas y
al norte de Cabimas, respectivamente (Espinoza
34
Capítulo 2: Ríos en la costa oriental del Lago de Maracaibo
pecuarias y numerosos centros poblados de importancia como Ciudad Ojeda, Lagunillas y Campo Lara
(Strauss et al. 2000).
1987). Estos ríos además de estar fuertemente
intervenidos, presentan cauces prácticamente secos y
con corrientes de agua de forma intermitente, que en
el caso del río Aurare, representa una perturbación
importante al no surtir los humedales de la ciénaga
Las Palmitas (Medina y Barboza 2006).
Por otra parte, el río Mene presenta un escurrimiento difuso en las laderas, lo que trae como
consecuencia la formación de cárcavas, mientras que
en las áreas con relieves más planos la concentración
del escurrimiento da lugar a zonas anegadas, dando
origen a la ciénaga La Tigra (Espinoza 1987, INE
2007). La ciénaga Las Palmitas e Isla Los Pájaros
fueron declaradas como Reserva de Fauna Silvestre
(Decreto N° 730 Gaceta Oficial República Bolivariana de Venezuela, 2000) y posee una superficie de
2.525,85 ha que abarcan un sistema de manglares
costeros, áreas pantanosas, lagunas abiertas y
humedales estuarinos que conforman un área de
transición entre la zona de explayamiento del río
Aurare y el Lago de Maracaibo (Vera et al. 2010).
Esta ciénaga es de gran importancia ecológica por ser
hábitat de numerosas especies de aves y peces,
incluyendo especies de valor comercial (SVIDB
2016).
3.2.6. Río Pueblo Viejo (Cuenca: 1.294,04 km2.
Longitud del cauce: 128,06 km): Este río se ubica
entre los municipios Valmore Rodríguez y Lagunillas, y su cauce está conformado principalmente
por la unión de río Chiquito (39,05 km) y río Grande
(36,4 km) los cuales se originan en las inmediaciones
del Cerro Socopo (Serranía de Ziruma). En las zonas
más elevadas se encuentran numerosos cauces que
conforman las cabeceras de estos dos ríos: la
quebrada La Resbalosa y el río Chiquito de las Pinas,
cuyo punto de unión forman el río Chiquito. Este
último recibe numerosos aportes de quebradas por
su margen derecha en sus tramos medios y finales,
mientras que por su margen izquierda, el aporte es
mucho menor.
El río Grande recibe por su margen izquierda el
aporte de doce quebradas que nacen en el límite de la
cuenca, mientras que por su margen derecha recibe
numerosas quebradas de menor desarrollo (OEA
1975; Espinosa 1987). Los ríos Chiquito y Grande
alimentan el embalse de Pueblo Viejo o Burro Negro
(1958) con una superficie de 1.000 ha y una
capacidad de almacenamiento de 76 millones de
metros cúbicos. Este embalse surte a una planta
potabilizadora que abastece de agua potable a los
municipios Santa Rita, Cabimas, Simón Bolívar y
Lagunillas. La condición de este embalse es crítica
debido a los intensos procesos erosivos y consecuentemente a la alta sedimentación producto de las
extensas deforestaciones en la cuenca alta. A lo
anterior se suman los problemas el mantenimiento
inadecuado de la infraestructura, lo que ha comprometido el abastecimiento de agua para la región
(López y Mengual 2006).
3.2.4. Río Ulé (Cuenca: 333,28 m2. Longitud del
cauce: 29,23 km): Las corrientes de esta subcuenca
suelen ser poco caudalosas y solo son activas en
periodos de lluvia. Antiguamente el área de la cuenca
estaba rodeada por depresiones que eran sitios de
antiguas lagunas, pero hoy en día estas han sido
drenadas y rellenadas con fines urbanos. Aunado a
esto, en el área de la subcuenca se han establecido
amplios pastizales con fines ganaderos y sus bosques
naturales han desaparecido totalmente. Además, la
actividad petrolera es dominante en la zona y se
desarrolla el complejo criogénico de Occidente el
cual suple de gas al 90% de la población del
occidente de Venezuela (Strauss et al. 2000).
3.2.7. Río Machango (Cuenca: 1.126,81 km2. Longitud del cauce: 109,84 km): Su naciente se ubica en
el cerro Las Piñas de la Serranía de Ziruma y sigue su
recorrido sinuoso por las llanuras de Sabana de Machango (Figura 2). Sus aguas surten la Ciénega El
Coquito antes de desembocar al Lago de Maracaibo
y abarca una amplia zona pantanosa del litoral
lacustre (Espinosa 1987, Strauss et al. 2000). Desde
sus nacientes y en todo su recorrido, el río recibe por
su margen derecha numerosos afluentes de menor
orden y de corta longitud. La mayoría de ellos
presentan un régimen esporádico. Por el margen
izquierdo, recibe las aguas de los ríos Chiquito,
Blanco, Negro, y las quebradas El Caballo, Palo
Negro, El Salto y Agua Negra (Espinosa 1987). La
3.2.5. Río Tamare (Cuenca: 572,98 km2. Longitud
del cauce: 57,01 km): Este río recorre el extremo
suroriental de las llanuras costeras y se forma al sur
del poblado El Consejo por la unión de las quebradas La Guacamaya, Las Negras, Picapica y otras más
que se reúnen en las inmediaciones del caserío Palito
Blanco, sitio a partir del cual recibe el nombre de río
Tamare. Por su vertiente sur, el río recibe las aguas
de la quebrada Chocolate y otras de menor extensión
al igual que por la vertiente norte (Espinosa 1987).
El área de la cuenca se encuentra altamente
intervenida y la principal actividad está relacionada
con la producción petrolera, las actividades agro-
35
BARRIOS, RODRÍGUEZ-OLARTE y RODRÍGUEZ
cuenca se encuentra en una zona altamente intervenida, en donde la extracción petrolera representa la
principal actividad económica. Adicionalmente, debido a que la zona tiene suelos bastante fértiles, la
mayoría de los bosques han sido eliminados con
fines de desarrollo agrícola y a menor escala, de
actividad pecuaria (Strauss et al. 2000).
El embalse Machango (construido en el año
1988), es surtido con las aguas de este río y representa uno de los mayores reservorios de agua dulce
en la COLM, con una capacidad de almacenamiento
de 109,3 millones de metros cúbicos en 1.180 ha de
superficie (López y Mengual 2006). Sin embargo, y al
igual que el embalse Pueblo Viejo, su condición es
crítica y las tasas de sedimentación en los últimos
años se han incrementado. Dentro de la cuenca de
este río, se encuentra la Zona Protectora de Cordillera de Los Andes y la cuenca alta y media del río
Machango (Decreto Nº 1.169, Gaceta Oficial Nº
34.604, 1990), la cual cubre 113.000 ha de terreno.
Esta zona protectora se erigió en un principio con el
fin de conservar los afluentes que alberga; así como
también, de garantizar la vida útil del embalse
Machango y asegurar las principales fuentes de
abastecimiento de agua para las ciudades ubicadas en
la costa oriental del Lago de Maracaibo (INE 2011,
Rodríguez, et al. 2010); no obstante, en la actualidad
no existe ningún plan de manejo o de conservación
de estas áreas.
mencionados anteriormente, el río Misoa drena
zonas muy intervenidas donde predominan grandes
extensiones de terreno ocupadas por las actividades
agrícolas, pecuarias y petroleras; así como también
por centros urbanos y caseríos (Strauss et al. 2000).
No obstante, dentro la zona de la cuenca se encuentra la Zona Protectora del piedemonte norte de la
cordillera Andina y serranía de Misoa (Decreto N°
105, Gaceta Oficial de la República de Venezuela Nº
1655, 1974) con una superficie de 318.727 ha que
abarca parte del sistema de Colinas Lara-Falcón. Esta
zona protectora fue creada para proteger la cuenca
alta del río Misoa y asegurar el recurso hídrico para
los principales centros poblados de la COLM; sin
embargo, las perturbaciones son extensas en la cuenca, así como en las otras cuencas dentro de las zonas
protectoras.
3.2.9. Río Motatán de los Negros (Cuenca:
1098,07 km2. Longitud del cauce: 61,14 km): Este río
conforma la línea divisoria entre la costa oriental y la
costa sur del Lago de Maracaibo. Sus aguas drenan
las serranías de Ziruma y el Paují.
3.3. Clima y Vegetación en la Costa Oriental del
Lago de Maracaibo
El relieve accidentado que rodea las planicies del
sistema hidrográfico del Lago de Maracaibo funciona
como una barrera natural. Esta orografía y relieve
reorienta el desplazamiento de los vientos alisios que
mantienen una circulación ciclónica dentro del perímetro de toda la cuenca y son determinantes en el
gradiente pluviométrico de la zona (Espinoza 1987).
El clima presenta características propias de las
zonas de vida de bosque seco tropical, clima de
sabana y bosque húmedo tropical, con escasa variación térmica anual (entre 27 y 28ºC). El sector norte
de la cuenca del Lago de Maracaibo se caracteriza
por ser desde árido a semiárido, con solo dos meses
de precipitación al año y con valores de precipitación
media anual cercanos o menores a los 700 mm
(Espinoza 1987). La zona media de la cuenca presenta un clima tropical subhúmedo con patrones de
lluvias bimodales y con una precipitación media
anual que varía entre 1.200 y 1.800 mm (COPLANARH 1974; Espinoza 1987; Pietrangeli et al. 2011).
Al norte de la costa oriental del lago las lluvias
son poco frecuentes y escasas, mientras que los
suelos arenosos y muy permeables crean las condiciones que favorecen el desarrollo de vegetación
xerofítica y áreas de suelo desnudo, donde destacan
formaciones vegetales de monte espinoso tropical y
tropical y bosque muy seco tropical. No obstante, las
zonas costeras se encuentran bordeadas por una es-
3.2.8. Río Misoa (Cuenca: 964,80 km2. Longitud del
cauce: 128,22 km): El río Misoa se ubica en el municipio Baralt y drena las serranías de Ziruma y el
Paují. Su planicie aluvial limita al norte con los
aluviones del río Pueblo Viejo y al sur, con el área de
transición cenagosa que se asocia con las planicies
aluviales del río Motatán (Figura 2). Su cauce está
constituido por numerosas quebradas y ríos, principalmente por el río Claro o Agua Linda, el río Sicare
y sus afluentes, la quebrada El Pozón, El Caraca,
Caño La Victoria, El Silencio, Los Araguatos, y El
Totuche. Estos cursos de agua confluyen en las
inmediaciones de la población de Palmarito para formar el río Misoa, el cual desemboca en el lago al
norte de la ciudad de San Timoteo. Como eje colector principal, recibe por el norte las quebradas de El
Solito, El Corito, El Anegado, San Rafael, Ucrania,
El Cedro y Bolívar, que son en su mayoría drenajes
intramontanos desde Palmarito hasta las cercanías de
Mene Grande. Por el sur recibe las quebradas de La
Laja, Río Dulce, Las Monas, Las Brisas, Riecito, La
Lluviosa, Los Caobas y La Arenosa. Al igual al norte,
estos cursos son mayormente intramontanos (Espinoza 1987). Al igual que los otros cuerpos de agua
36
Capítulo 2: Ríos en la costa oriental del Lago de Maracaibo
A
B
C
D
E
F
Figura 2. Algunos ríos en la costa oriental del Lago de Maracaibo. A) Río Chiquito (cuenca alta del río Machango),
B) Quebrada El Venado (cuenca media del río Machango). C) río Sicare con cobertura de bosque y D) río Sicare
altamente intervenido por actividades agropecuarias (Cuenca alta del río Misoa), E) cuenca media del río Misoa con
alta intervención por actividades agropecuarias, F) desembocadura del río Misoa.
trecha franja de vegetación halófila, donde abundan
los manglares, cocoteros y el uvero de playa, seguido
de suelos pobres con poca cobertura donde predominan árboles de porte bajo (cujíes). En la zona
media de la COLM y Mene Grande, el aumento
gradual de las precipitaciones da como consecuencia
una transición entre bosques secos y sabanas con
bosques de galerías que bordean los ríos. Estos
bosques secos se encuentran muy intervenidos por el
aumento de las actividades antrópicas. En las zonas
más elevadas de la sierra de Ziruma existe una
pequeña extensión de selvas higrófitas (o selvas
nubladas) con bosque húmedo premontano y bosque
muy húmedo montano bajo (Strauss et al. 2000).
3.4. Intervenciones históricas y recientes
Desde los comienzos del periodo precolombino, los
ríos del Lago de Maracaibo han sido sometidos a
37
BARRIOS, RODRÍGUEZ-OLARTE y RODRÍGUEZ
diversas presiones producto del crecimiento demográfico (Casler y Castellano 2008). En esta época, los
asentamientos humanos estaban distribuidos principalmente en el eje costero del lago, donde imperaba
la construcción de palafitos y las actividades económicas estaban relacionadas con las salineras y la
pesca, mientras que en el interior de la cuenca, ya
existían técnicas avanzadas en obras hidráulicas
como embalses y canales artificiales de irrigación
(MARNR 1986). Con la llegada de la época colonial
(siglo XVI-XVIII), se incrementó las actividades de
deforestación asociada con la expansión de la frontera agropecuaria y la extracción de derivados del
petróleo se realizaba con fines comerciales (MARNR
1986, Medina y Barboza 2006, Casler y Castellano
2008). Posteriormente, en el siglo XIX hubo un
incremento acelerado de la deforestación para la
introducción de pastizales y ganado bovino; así
como también, algunos cultivos como yuca, maíz y
plátanos distribuidos en la serranía de Ziruma.
Aunado a esto, surge la especialización de cultivos de
caña de azúcar, café, algodón, maíz y tubérculos en el
resto de la región. Para finales del siglo XIX, se
realizó la primera exploración de los recursos
carboníferos, depósitos de petróleo, betunes y otros
hidrocarburos, donde se determinó el potencial
petrolífero y carbonífero de la COLM, cuya explotación se concretó a principios del siglo XX
(MARNR 1986).
Hoy en día las actividades petroleras han generado un gran impacto sobre las condiciones naturales
de la zona debido a la intensidad en la extracción y el
procesamiento del recurso; así como también por la
gran extensión del área que abarca (Colonnello y
Lasso-Alcalá 2011). Actualmente la COLM hay
numerosas empresas, como la planta de fraccionamiento de gas licuado Ulé, el complejo petroquímico
El Tablazo y empresas que prestan servicios portuarios para buques tanqueros (Tachack-García et al.
2010). No se disponen de evidencias sobre el control
efectivo del impacto que ocasionan este tipo de
actividades sobre el ecosistema acuático. La falta de
mantenimiento de las instalaciones y el aumento en
las emisiones de gases y efluentes contaminantes que
van directo a los cuerpos de agua, contribuyen al
deterioro de la cuenca y el lago.
Por otro lado, las tasas de deforestación han sido
elevadas en la cuenca del Lago de Maracaibo en los
últimos treinta años, sobre todo en las cuencas altas
y medias de sus afluentes (Pietrangeli et al. 2011). La
pérdida de la cobertura boscosa junto con los efectos
eólicos y de precipitación, han ocasionado la erosión
y la sedimentación de los cauces y consecuentemente
la colmatación de los embalses. Según los registros
de Global Forest Watch (2002), la pérdida de bosques en el estado Zulia durante el periodo de 1982 a
1995 fue de 2.244.565 ha, lo que representó una
pérdida neta de 172.658,9 ha por año (Casler y Castellano, 2008; Pietrangeli et al. 2011). Recientemente
estas pérdidas superaron las 134.110 ha entre los
años 2001 y 2014 (Global Forest Watch 2016).
Según el Libro Rojo de Ecosistemas Terrestres de
Venezuela (Rodríguez et al. 2010), en la COLM se
registran los ambientes naturales más degradados del
hidrosistema Lago de Maracaibo, donde los bosques
ribereños son clasificados en la categoría de
Eliminado (E) en algunos sectores, y en Peligro
Crítico (CR) en las cuencas bajas (Tachack-García et
al. 2010).
La geomorfología y calidad de las aguas de los
ríos en sus planicies y desembocaduras, presentan
una alta degradación debido al dragado o canalízación de sus cauces durante más de 40 años. Las
actividades de dragado y transporte sobre todo en
áreas aledañas a las industrias petroleras, han promovido la remoción y suspensión de sedimentos finos
con cargas negativas depositados en el fondo del
cauce, como limo y arcilla. Estos sedimentos tienden
a absorber los contaminantes (trazas de metales
pesados y agrotóxicos) y a alterar las características
fisicoquímicas y biológicas del agua como la turbidez, el pH, la temperatura, la productividad primaria,
entre otras (Colonnello y Lasso-Alcalá 2011, Landaeta 2012). El dragado y transporte de sustancias
contaminantes en los cauces han generado condiciones poco adecuadas para los organismos acuáticos.
Esto puede expresarse en alteraciones en los patrones naturales de migración de peces, recolonización
de las áreas afectadas por especies oportunistas con
mayor tolerancia a las perturbaciones, disminución
de la biomasa fitoplanctónica e interferencia en los
procesos respiratorios de la biota acuática en general
por efecto de la turbidez, disminución de los niveles
de oxígeno e ingestión y acumulación de contaminantes como pesticidas y metales pesados en los
tejidos de los organismos acuáticos.
La creciente necesidad de agua para el uso industrial, agropecuario y humano, conllevó a la realización de grandes obras hidráulicas con el fin de
garantizar la extracción continua de este recurso.
Actualmente en la COLM se encuentran activos los
embalses de Pueblo Viejo o Burro Negro (río Pueblo
Viejo) y Machango (río Machango), los cuales fueron
construidos con el fin de extraer agua para el uso
industrial, humano y agropecuario. La velocidad del
crecimiento demográfico y la expansión de la
frontera agrícola desde el año 1950 en zonas con
elevaciones medias (Palmarito y El Venado) y plani-
38
Capítulo 2: Ríos en la costa oriental del Lago de Maracaibo
cies (Bachaquero, Pueblo Nuevo, y San Timoteo),
han contribuido de manera alarmante con la incorporación de efluentes urbanos, residuos de agrotóxicos y desechos sólidos en los cuerpos de agua
dulce, y por último, a la acidificación y eutrofización
de las aguas en el lago (Colonnello y Lasso-Alcalá,
2011). Estudios realizados a finales del siglo pasado
señalan que el aumento de la contaminación de las
aguas y la eutrofización de los ríos, embalses y el
lago, son producto del enriquecimiento de nutrientes, principalmente por nitratos y fosfatos, los cuales
son originados por fuentes puntuales, como la
explotación agrícola y pecuaria, y no puntuales como
las descargas de efluentes urbanos e industriales.
En los mayores ríos de la COLM, como Misoa,
Machango y Pueblo Viejo, se han reportado valores
de nitrógeno de 0,68; 1,55 y 1,64mg/l y fósforo de
1,48; 1,08 y 0,84mg/l, respectivamente; estos últimos
superan entre 296 y 168 veces los límites de fósforo
total establecidos para aguas no contaminadas, lo que
favorece el desarrollo de macrófitas invasoras y con
ello se promueve el proceso de eutrofización (Rivas
et al. 2009). La alta concentración de metales pesados en las aguas, como cadmio, plomo y vanadio,
son consecuencia del lavado y escorrentía que han
promovido el arrastre de estos hacia los ríos y el
lago. De manera similar, en zonas con mayor actividad minera, persisten otros metales pesados como el
arsénico, cobre, mercurio, plata, y zinc que también
han sido reportado en estos cuerpos de agua (Ávila
et al. 2010). La carencia de plantas de tratamientos de
las aguas servidas y el aumento acelerado de la
frontera agropecuaria, el incremento de los asentamientos urbanos y las actividades mineras (sobre
todo por la extracción de petróleo) e industriales,
sugieren que los niveles de contaminación por untrientes y metales pesados serán mucho mayores a
futuro y es posible que los daños ambientales tengan
consecuencias irreversibles.
actividades agropecuarias (10,95%). La cuenca del río
Pueblo Viejo tiene la mayor cobertura boscosa en
comparación con las cuencas en COLM (43,47% del
área boscosa), la cual tuvo una relación importante
con la expansión de la frontera antrópica en cuanto a
la agricultura y urbanismo, y registraron un aumento
de un 25,95 y 18,57% respectivamente. Otras cuencas demostraron una pérdida importante de esas
coberturas: como en la del río Palmar, donde la
pérdida fue casi total (97% de pérdida del área
boscosa estimada para el año 2015), seguido de las
cuencas de los ríos Tamare (71,6%) y Mene
(55,94%), Aurare (49,8%), mientras que en el río Ulé
la cobertura boscosa fue nula. En los ríos Misoa,
Machango y Motatán de los Negros, los matorrales
se incrementaron en áreas que anteriormente estaban
ocupadas por bosques.
La cobertura de actividades agropecuarias fue la
más representativa en toda la cuenca (Tabla 1) y para
el año 2015 llegó a ocupar más del 34,8% del área
total de toda la COLM, siendo mayor en la cuenca
de los ríos Ulé (aumento de 48,97%), Tamare
(65,68%), Cocuiza (28,37%), Pueblo Viejo (25,95%),
Mene (22.03%), Palmar (15,6%) y Aurare (1,83%),
quienes tuvieron un mayor incremento de esta
cobertura. Así mismo, la extensión de las conurbaciones se incrementó en el período evaluado, con un
aumento de 23,21% para toda la COLM, siendo
mayor en el río Tamare (incremento de 49% del área
para el 2015. Las coberturas relacionadas con las
actividades de extracción de petróleo e industrias
petroquímicas, fueron bajas y dispersas para todas las
cuencas.
La minería no petrolera, como la de gravas, solo
tuvieron lugar en la cuenca de los ríos Misoa y
Motatán de los Negros; donde el aumento de coberturas en conjunto para las dos cuencas fue 17,5%
(0,41 km2) con respecto al periodo evaluado. La
acuicultura relacionada principalmente con la pesquería de camarones, fue importante en las cuencas
ubicadas en la zona más nororiental de la COLM,
como son las cuencas de los ríos Cocuiza y Palmar
(aumento de 55 y 20% respectivamente), donde llegó
a ocupar 45,1 km2 para el año 2015. A pesar de que
durante el período transcurrido entre el año 2000 y
2015 las pérdidas en las coberturas naturales fueron
importantes, no fueron tan elevadas con respecto a
las cifras reportadas para años anteriores, pues las
mayores pérdidas de bosques ocurrieron entre los
años 1950 y 1960 con el desarrollo de las actividades
agropecuarias, conurbaciones y la explotación petrolera (Portillo-Quintero et al. 2013). Por otro lado,
estudios realizados con imágenes satelitales en el
período 1985 y 2000, revelaron cambios importantes
3.5. Cambios en la cobertura y uso de la tierra
La interpretación visual de las imágenes satelitales de
los años 2000 y 2015 (Figura 3) sugiere cambios
importantes en algunas coberturas naturales. En
general, las coberturas de bosques y matorrales tuvieron un descenso de un 18,5 y 5,97% de sus áreas
respectivamente (representando un descenso de
230,59 y 193,77 km2 para cada tipo de cobertura) en
el transcurso de quince años, (Tabla 1), lo que estuvo
relacionado con el incremento de las áreas destinadas
a la acuicultura (aumento de 26,3% con respecto al
área total de cada tipo de cobertura), urbanismo
(23,21%), actividades relacionadas con la extracción
de petróleo (2,44%), minería no metálica (17,75%) y
39
BARRIOS, RODRÍGUEZ-OLARTE y RODRÍGUEZ
Tabla 1. Cambios en las Coberturas naturales y uso de la tierra (en km2) en el año 2015 (primera columna) y % de
pérdida o ganancia de área de la cobertura para 2015 (segunda columna) en las cuencas que forman cuenca de la
costa oriental del lago de Maracaibo. BQ: Bosque; MT: Matorral, HB: Herbazal; SD: Suelo desnudo, EL:
Ecosistemas lénticos (embalses y humedales), AP: Actividades agropecuarias; UB: urbanismo; IN: Áreas
industriales; MNM: Áreas mineras no metálicas (areneras y extracción de granzón), EPR: Extracción de petróleo y
refinerías (Petroleo) y AC: Acuicultura. * Motatán de los Negros.
Cuencas
Cocuiza
Palmar
Aurare
Mene
Ulé
Tamare
Pueblo Viejo
Machango
Misoa
Motatán *
km2
BQ
2,8
1.3
15.1
4.9
0.0
12.2
476.4
141.9
186.8
176.3
Cuencas
Cocuiza
Palmar
Aurare
Mene
Ulé
Tamare
Pueblo Viejo
Machango
Misoa
Motatán *
MT
%
km2
2.1
-97.1
-49.8
-55.9
0.0
-71.6
-14.9
-1.6
-10.4
-13.5
391,6
165.2
0
109.8
86.9
226.9
324.1
584.5
600.2
405.9
km2
5.4
9.3
61.5
40.8
37.4
66.8
9.6
17.1
11.0
22.3
UB
%
km2
-16.0
-10.9
0
-34.8
-26.7
-15.4
2.3
2.1
-1.9
9.4
10,8
1.3
0
4.3
0
5.5
13.8
46.8
58.2
47.3
%
km2
54.2
10.9
6.1
20.9
9.7
48.9
18.6
85.6
16.3
18.2
0
0
9.3
0
6.4
6.8
0
15.3
0.6
1.1
IN
HB
SD
%
km2
-28.3
-88.0
0
-31.2
0
-74.7
-16.3
127.6
153.8
56.3
110,1
83.9
0
0.6
1.6
0
0
0
0
0
%
km2
-6.1
0
0
-73.7
-79.3
0
0
0
0
0
%
MNM
km2
%
km2
0
0
0
0
0.9
-1.5
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
1.9
0.9
0
0
0
4.7
79.9
83.3
98.5
64.7
1.87
21.9
0
0
0
0
0
0
0
0
27.2
1.2
EL
AP
%
km2
44,9
17.6
4.3
1.7
0
0.2
11.9
15.9
0
5.8
0
0
0
31.1
0
0
0
-21.7
0
0
363,6
491.8
590.5
363.5
121.1
171.2
359.8
240.7
104.3
416.5
%
km2
0
0
0
-49.9
3.2
7.2
3.7
1.8
26.9
0
10.5
34.6
0
0
0
0
0
0
0
0
AP
AC
%
28.4
15.6
1.8
22.1
48.9
65.7
25.9
-18.5
-4.1
-6.2
%
54.9
19.5
0
0
0
0
0
0
0
0
disminución de los caudales de los ríos y por ende,
pérdida de la diversidad biológica y servicios ecosistémicos.
en las coberturas boscosas con una tasa de deforestación promedio de 0,56 % anual para toda la cuenca
del Lago de Maracaibo. En la cuenca oriental hubo
una tasa de deforestación intermedia y alta (aproximadamente 2,5 %/año), sobre todo en las zonas
limítrofes entre la COLM y el río Motatán (costa sur
del Lago de Maracaibo) (Portillo-Quintero et al.
2013). Para el año 2015, los bosques se mostraron
como parches dispersos y la desprotección de las
cuencas por cobertura boscosa se asocia con la
pérdida de cauces, aumento de los procesos erosivos,
arrastre de sedimentos y por ende pérdida de
integridad de los ríos. Se espera que con la continuidad de las deforestaciones y aumento de las
actividades antrópicas, ocurran cambios importantes
en todas las cuencas, como el aumento de la
temperatura del agua por el aumento en la entrada de
radiación solar en áreas de las cuenca que presentaban alta cobertura de sombra por bosques, la
3.6. Alteraciones sobre el hábitat fluvial y
ribereño: casos de estudio
Caracterización fisicoquímica del agua. En los
estudios de García et al. (2016) se señala que los ríos
Machango y Misoa las aguas presentan una variación
de los parámetros fisicoquímicos a lo largo de sus
cauces, lo cual corresponde a las condiciones naturales que se presentan en el gradiente de elevación de
la cuenca (Tabla 2). En la cuenca media y baja las
aguas tienden a tener valores de pH ligeramente
alcalinos (8,2-8,9), las temperaturas son elevadas
(28,4-31,3°C), así como también la concentración de
los sólidos disueltos (371-593,6 ppm) y la conductividad (622,7-1.610 µs/cm). Al contrario, en sectores
de la cuenca alta o del piedemonte (>330 msnm), las
40
Capítulo 2: Ríos en la costa oriental del Lago de Maracaibo
Figura 1. Coberturas del uso del suelo en la costa oriental del lago de Maracaibo. Se muestran los principales
cambios temporales en los tipos de cobertura en los años 2000 (izquierda) y 2015 (derecha).
las aguas suelen tener valores de pH menores (6,97,16) y hay un descenso en los valores de temperatura (24,2-27 °C), en la cantidad de sólidos
disueltos (52,4-130,5 ppm) y en la conductividad
(101,2-300 µs/cm) (García et al. 2016). En las
cuencas Machango y Misoa también existe un gradiente en las condiciones del hábitat acuático y
ribereño (García et al. 2016). Este gradiente se manifiesta en la frecuencia de rápidos, remansos y pozos
y en la composición de coberturas del sustrato del
cauce, donde predominan condiciones homogéneas
y sustratos de menor dimensión con acumulación de
sedimento conforme disminuye la altura y aumenta la
extensión de las actividades humanas, sobre todo la
minería y los urbanismos. Así mismo, la sombra
aportada por los bosques ribereños es mayor en
zonas de la cuenca alta, aunque igual presenta una
alta frecuencia de claros producto de la extracción
local de madera por parte de las comunidades rurales
(Barrios et al. 2015a, García et al. 2016). Sobre este
gradiente de condiciones en el hábitat acuático y
ribereño se pueden estimar el estado de conservación
de los hábitats (García et al. 2016).
De usual, los hábitats homogéneos, como los
descritos para las cuencas medias y bajas, son clasifi-
cados con un estado de conservación bajo o muy
bajo, asociado mayormente al incremento de las
actividades antrópicas ya descritas. Contrariamente,
los ríos de la cuenca alta poseen un estado de
conservación alto, descrito por las condiciones heterogéneas del hábitat. No obstante, esta última
condición puede ser inestable en el tiempo, pues el
incremento de las perturbaciones y los efectos del
cambio climático pueden contribuir con la depauperación de los ecosistemas (Rodríguez-Olarte 2017).
Se estima que las condiciones de hábitats homogéneos y perturbados sean una condición común en
los demás ríos de la COLM, ya que se encuentran
sometidos por actividades agropecuarias, urbanas y
mineras.
4. Diversidad biológica acuática y ribereña
4.1. Entomofauna acuática: Sólo se dispone de
información para las cuencas de los ríos Machango y
Misoa (Barrios et al. 2015a), donde se registran hasta
47 familias, repartidas en doce órdenes. En estos
grupos destacan Diptera, Coleoptera, Trichoptera y
Ephemeroptera con más de cinco familias por orden,
mientras que con muy baja representatividad figuran
Lepidoptera, Plecoptera y Megaloptera con una sola
41
BARRIOS, RODRÍGUEZ-OLARTE y RODRÍGUEZ
familia por orden. En cuanto al número de individuos por familias, las más abundantes en las dos
cuencas (>5% abundancia relativa) son Chironomidae, Baetidae, Leptohyphidae, Leptophlebiidae,
Hydropsychidae y Elmidae, mientras que Staphylinidae, Hebridae, Ephydridae, Dolichopodidae, Crambidae y Platystidae son las menos abundantes y se
reporta su presencia en el río Misoa. Con mayor
frecuencia, Chironomidae está presente a lo largo de
las dos cuencas y su abundancia en todo el gradiente
es elevada; sin embargo, es necesaria la identificación
taxonómica a nivel de género debido a su distribución irregular en ambientes perturbados, y a las
diferencias en los grados de tolerancia a las condiciones de enriquecimiento orgánico.
Otras familias también estuvieron reportadas a lo
largo del gradiente en la cuenca del río Misoa y
Machango, como Elmidae, Baetidae, Leptohyphidae,
Leptophlebiidae e Hydropsychidae debido a que sus
especies posiblemente también presentan un alto
nivel de tolerancia a las perturbaciones. Por otra
lado, Glossossomatidae, Odontoceridae, Hydroptilidae, Helicopsychidae y Coenagrionidae se encuentran reportadas solo en sectores más elevados y
conservados de la cuenca de Misoa (> 330 msnm), lo
cual pueda deberse a que la mayoría de ellos tienen
selectividad a las condiciones del hábitat debido a la
baja capacidad de adaptación y poca tolerancia para
soportar altas perturbaciones.
La presencia de grupos sensibles a las perturbaciones (algunas familias de Ephemeroptera, Trichoptera y Plecoptera), los Simuliidae, entre otros, fueron
documentados en sectores de las cuenca alta del río
Misoa, donde la mayoría de los cauces tienen menor
intervención y aún persisten cordones de bosques
ribereños, los taludes son más protegidos y hay mayor heterogeneidad en los elementos del sustrato.
Estas condiciones se expresan en una mayor riqueza
y diversidad de especies así como también, de biotas
más especializadas y complejas. En sectores de la
cuenca media y baja la situación es diferente, ya que
el predominio de las actividades agropecuarias, el
incremento de la densidad de población (pueblos y
caseríos) y la actividad minera, contribuyen de
manera considerable a elevar los niveles de perturbación de los hábitats y, por ende, en generar biotas
más simplificadas y tolerantes (Barrios et al. 2015a).
expresan por un gradiente latitudinal: los ríos al sur
tienen una riqueza y endemismo mucho mayor que
los ríos al norte (Rodríguez-Olarte et al 2009, 2011a).
Los Characiformes agrupan unas 25 especies, principalmente con la familia Characidae (15 spp), mientras que en los Siluriformes (28 spp) destacan los
Loricariidae (15 spp), así como los Heptapteridae y
Pimelodidae. En las desembocaduras son comunes
los taxa estuarinos y marinos y su número podría
haberse incrementado por el dragado y la consecuente salinización del lago, que puede propiciar la
dispersión de estas especies (Lasso-Alcalá et al.
2012). La pesca de subsistencia es habitual en los ríos
de la COLM, en donde son usuales las especies
Astyanax spp, Hoplias teres, Hypostomus spp, Rhamdia
guatemalensis, Pimelodus spp y Caquetaia kraussii. No
obstante, otras especies se pescan también con fines
comerciales, como es el caso de Prochilodus reticulatus,
Potamorhina laticeps y Cynoscion acoupa.
El pavón (Cichla spp) que tiene una distribución
natural en la cuenca del río Orinoco, fue introducido
en los embalses de Pueblo Viejo y Machango y
actualmente se encuentran en las desembocaduras de
algunos ríos del sur del lago donde es aprovechado
comercialmente (Lasso et al. 2016). La raya de río
Potamotrygon yepezi es consumida eventualmente como
alimento pero también se reporta en el comercio de
peces ornamentales (Lasso-Alcalá et al. 2014). Los
métodos de pescan varían a lo largo de la cuenca
donde es frecuente la pesca con arpones artesanales,
cordel con anzuelo; así como mascaras de buceo de
manufactura artesanal. Entre las especies introducidas se destaca el pavón del Orinoco Cichla spp en
los embalses Burro Negro (Pueblo Viejo) y Machango (Pérez y Taphorn 2009), y la introducción de la
tilapia Oreochromis sp. en el sistema del Lago de Maracaibo. A pesar de que ambas especies representan un
recurso pesquero para la población, ya sea para la
pesca deportiva o consumo local, la introducción de
las mismas representa un problema ambiental debido
a sus características biológicas. Por ejemplo, la tilapia
además de comportarse como depredador, también
posee adaptabilidad ecológica, etológica, alta eficiencia reproductiva, capacidad de hibridación y
plasticidad fenotípica, las cuales le han permitido
competir exitosamente con otras especies, hasta el
punto de llegar a desplazarlas (Pérez et al. 1997).
Varias especies de peces en los ríos de la COLM
que se encuentran amenazadas y registradas en el
libro rojo de la fauna venezolana (Rodríguez et al.
2015). En categoría de En Peligro, están el bocachico
de Maracaibo Prochilodus reticulatus (Rodríguez-Olarte
et al. 2015), la laucha del Chama y Mocoties Trichomycterus enmanueli (Péfaur y Ulloa 2015a), la laucha de
4.1. Ictiofauna: En los ríos de la COLM habitan
cerca de 70 especies de peces, agrupadas en siete
órdenes y 26 familias. Aún cuando en la cuenca del
Lago de Maracaibo la riqueza y endemismo de peces
es muy elevado, la COLM es menos representativa
de la biodiversidad íctica de todo el hidrosistema y se
42
Capítulo 2: Ríos en la costa oriental del Lago de Maracaibo
Tabla 2. Estados de conservación y variables fisicoquímicas del agua de las cuencas Machango y Misoa durante el
periodo de sequía. Se presenta el promedio, valores mínimos y máximos de las variables durante el periodo de
lluvias (Septiembre-Octubre 2012) y sequía (Noviembre 2012, Febrero y Marzo 2013) (Tomado de Barrios et al.
2015a). Se presenta la Altitud en metros sobre el nivel del mar (msnm), el estado de conservación según la
aplicación de índices ambientales aplicados por García et al. (2016). Sólidos disueltos totales (TDS).
Localidades
Cuenca Machango
Sipayare
Río Chiquito
Las Vegas
Finca Las Rosas
Cuenca Misoa
Sicare cuenca alta
Sicare cuenca media
Sicare cuenca baja
Río Dulce 1
Río Dulce 2
Misoa cuenca alta
Misoa cuenca media
Misoa cuenca media
Misoa cuenca media
Misoa cuenca baja
Misoa cuenca baja
Misoa desembocadura
Variables fisicoquímicas del agua
TDS Conductividad Temperatura
(ppm)
(uS/cm)
(°C)
Altitud
(msnm)
Estado de
conservación
pH
162
137
113
130
Moderado
Bajo
Bajo
Moderado
7,2
7,2
6,9
8,3
206
169
146
720,5
443
340
308
1460,5
31
26,1
28,4
28,1
624
530
470
420
330
324
120
92
100
40
6
1
Bueno
Moderado
Bajo
Bueno
Bueno
Bajo
Moderado
Moderado
Bajo
Muy bajo
Muy bajo
Muy bajo
6,9
7,1
8,3
7.2
7,8
8,3
8,4
7,9
8,3
7,1
8,5
8,8
52,4
101,4
593,6
64
130,5
863,6
371,8
299,6
274,8
197
365
382
101,2
208
1023
134
300
1610
899,3
766
622,7
402
749
794
24,2
26,3
30
24.8
27
31,8
31,8
30,7
31,3
28,8
29,5
39,4
Mérida Trichomycterus meridae (Péfaur y Ulloa, 2015b) y
la laucha de Motatán Trichomycterus motatanensis (Péfaur 2015a); así como también, el bagre cinchado de
los Andes Cetopsorhamdia picklei (Abarca-Medina y
Péfaur 2015), la aguja de Maracaibo Farlowella taphorni
(Taphorn y Rodríguez-Olarte 2015a) y la aguja de los
Andes Farlowella curtirostra (Péfaur 2015b).
En la condición de Amenazado se encuentran la
manamana Potamorhina laticeps (Barrios et al. 2015b),
el bagre paletón del Lago de Maracaibo Sorubim cuspicaudus (Campo 2015a) y el malarmo Platysilurus malarmo (Campo 2015b). Por otro lado, sobre la raya
Potamotrygon yepezi no se dispone de datos sobre su
estatus en Venezuela, pero en Colombia se encuentra
catalogada como Vulnerable (Mojica et al. 2012). Al
norte de la COLM el pez anual Rachovia hummelincki
es considerado en la categoría de Vulnerable (Taphorn y Rodríguez-Olarte 2015b). En la mayoría de
los casos, la situación en riesgo de estas especies está
asociada a la depauperación de los ecosistemas
acuáticos, donde la deforestación, la disminución de
los cauces, la contaminación y la explotación pesquera en las cuencas bajas, tienen un efecto perjudicial
en la diversidad de la ictiofauna. La concentración de
mercurio en los tejidos de los peces presenta un
problema serio desde el punto de vista ecológico y
de salud en todo el sistema Lago de Maracaibo, ya
que la detección de este elemento altamente tóxico,
sugiere la perturbación de las poblaciones de peces y
gremios tróficos, lo que afecta la salud de los
consumidores humanos (Colina y Romero 1992). Es
previsible que con el aumento de las perturbaciones
aumente la fragmentación y pérdida del hábitat
acuático y ribereño, y finalmente la extinción local de
especies intolerantes.
5. Valoración general sobre el estado de
conservación
Los ríos de la COLM se encuentran en riesgo, algunos se encuentran represados (ríos Pueblo Viejo,
Machango), otros canalizados y varios de ellos han
perdido gran parte de sus cauces y caudales (ríos
Cocuiza, Palmar, Ulé, Aurare, Mene) y todos se
encuentran sometidos a perturbaciones importantes
producto del aumento de las actividades antrópicas.
Esto sugiere que, de manera general, los ríos de la
COLM presentan un estado de conservación bajo.
Los ríos con caudales más o menos constantes
durante todo el año (ej. Pueblo Viejo), se encuentran
sometidos a perturbaciones intensas en su cuenca
43
BARRIOS, RODRÍGUEZ-OLARTE y RODRÍGUEZ
alta y es previsible que con un manejo inadecuado de
los recursos hidrobiológicos y los efectos del cambio
climático, estos ríos lleguen a presentar también
caudales intermitentes.
Es prioritario generar un plan de manejo para
estos ríos, ya sea por su importancia como fuente de
abastecimiento de agua a las ciudades y centros
poblados aledaños, o desde el punto de vista de
conservación de sus hábitats y sus biotas. Se requieren de programas urgentes de manejo, sobre todo en
la cuenca media y alta que involucren la restauración
y conservación de los bosques ribereños con el fin de
garantizar una elevada cobertura vegetal y con ello,
amortiguar el ingreso de sedimentos a los cauces,
además de propiciar la diversificación de hábitat
acuático con la incorporación de material alóctono y
la conservación de la estructura tridimensional y
heterogénea del sustrato.
La conservación de estos ríos y sus caudales
también son prioritarios para mantener el funcionamiento de los humedales costeros, los cuales son de
gran interés ya sea como proveedores de servicios
ecosistémicos para las poblaciones locales por su
efecto en la purificación de aguas residuales y
protección de las costas, o por su papel ecológico en
la conservación de especies de animales que habitan
en estos ecosistemas. También es necesario crear
tramos y áreas específicas para la conservación,
donde exista una mínima intervención humana. Esto
es posible aplicarlo en la cuenca alta de los ríos
Pueblo Viejo y Machango, con el fin de conservar
los caudales y disminuir el arrastre de sedimentos
que comprometa más aún la vida útil de los embalses.
Es necesario realizar programas de educación
ambiental dirigidos a los usuarios locales para
propiciar la autogestión de los ríos, así como también
se requiere del monitoreo continuo de las biotas y los
componentes físico-químicos del agua con el fin de
detectar el incremento de nutrientes y compuestos
tóxicos que atente contra la integridad del hábitat y la
biótica acuática y los seres humanos. Por último, se
sugiere el uso de tecnologías como los sistemas de
información geográficos (SIG) que permitan el
análisis, monitoreo y vigilancia periódica de los
cambios en las coberturas naturales, principalmente
de las fronteras agropecuarias y las actividades
mineras e industriales.
Peces) y el CDCHT-UCLA (proyectos 041-AG-2009
y 574-FAG-2012) de la Universidad Centroccidental
Lisandro Alvarado. Agradecemos las observaciones
de José Vicente Montoya y los árbitros anónimos.
6. LITERATURA CITADA
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García-Rawlins, A. y Rojas-Suárez, F. (Eds.) Libro Rojo de
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Empresas Polar. Caracas: Venezuela.
Blanco-Libreros, J. F., Arroyave-Rincón, A., Giraldo, L. y
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(Eds.) 2015. XII. Cuencas pericontinentales de Colombia,
Ecuador, Perú y Venezuela: tipología, biodiversidad, servicios
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Investigación de Recursos Biológicos Alexander von
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Campo, M. 2015a. Bagre paletón del Lago de Maracaibo.
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Colonnello, G. y Lasso-Alcalá, O. 2011. Diagnóstico
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Agradecimientos
Este trabajo es resultado parcial de publicaciones e
información generada en el proyecto de investigación
PEI-FONACIT (201100582). Agradecemos al Museo de Ciencias Naturales (Colección Regional de
44
Capítulo 2: Ríos en la costa oriental del Lago de Maracaibo
Rafael Urdaneta. Maracaibo, Edo. Zulia.
MARNR. 1986. Sistemas Ambientales Venezolanos. Región
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Capítulo 3
Condición ecológica de los ecosistemas
fluviales en la cuenca del Río Capaz,
Sierra de la Culata, Andes de Venezuela
José Elí RINCÓN, Leyda MEJÍA y Heberto PRIETO
Laboratorio de Contaminación Acuática y Ecología Fluvial, Departamento de Biología. Facultad
Experimental de Ciencias, Bloque A-2, Apartado 4011. Universidad del Zulia, Maracaibo, estado Zulia.
jerincon04@gmail.com; leydamejia06@gmail.com; hprieto@gmail.com
Las cuencas que irrigan la vertiente norte de la Sierra de la Culata en los Andes venezolanos
han estado sometidas durante largo tiempo a diferentes formas y magnitudes de impactos
antrópicos, provocando el deterioro progresivo de los ecosistemas fluviales e influenciando la zona litoral sur del Lago de Maracaibo sobre el cual vierten sus aguas. Estos
ecosistemas no solo mantienen una gran cantidad de servicios ambientales para las
poblaciones humanas, además representan un componente importante para el mantenimiento de la biodiversidad y de las funciones ecosistémicas. El estado de conservación así
como el conocimiento estructural y funcional de los tributarios de esta extensa red fluvial
son poco conocidos. En la cuenca del Río Capaz se caracterizaron segmentos de 27
tributarios distribuidos según su altitud desde los 50 hasta los 2.200 msnm. En estas
localidades se recolectaron muestras de macroinvertebrados bentónicos y se determinaron
variables hidromorfológicas del cauce y físico-químicas del agua. Se utilizaron índices
bióticos (BMWP e IBF), hidromorfológicos (IHF) y de la calidad de la vegetación de ribera
(QBR) para estimar el estado de conservación e integridad ecológica de las localidades
estudiadas. Se emplearon métodos multivariados para explorar la influencia de las variables
ambientales y de las variables biológicas dentro del gradiente altitudinal. El análisis
multivariado de las variables ambientales resultó en la agrupación de las localidades de
acuerdo al piso altitudinal al cual pertenecían e indicando gradientes determinados principalmente por variables indicadoras de la calidad físico-química e hidromorfológica del
hábitat fluvial y de la cubierta de ribera (conductividad, oxígeno disuelto, IHF, QBR). Los
índices BMWP e IBF clasificaron a la mayoría de las localidades estudiadas del piso
Montano Alto y Montano Bajo con una intervención grave y calidad escasa, mientras que
las del Piedemonte resultaron con intervenciones moderadas a mínimas y con una calidad
media. El estado de conservación de la red hidrográfica de la cuenca del Río Capaz se
presenta como un mosaico con áreas de elevada, moderada y baja intervención y
degradación. Las actividades ganaderas han promovido gran parte de esta intervención,
transformando la cobertura de vegetación natural en pastizales, alterando seriamente el
hábitat fluvial y la integridad ecológica particularmente en zonas de elevaciones inter medias y altas.
Palabras Clave: Andes venezolanos, vegetación de ribera, índices bióticos, condición
ecológica, hábitat fluvial
© D. Rodríguez-Olarte (ed.), Ríos en Riesgo de Venezuela. Volumen II, 2018
Colección Recursos Hidrobiológicos de Venezuela
ISBN Obra completa: 978-980-12-9274-6
RINCÓN, MEJÍA y PRIETO
1. INTRODUCCIÓN
La región Andina de Venezuela representa un
complejo mosaico de paisajes montañosos que
incluyen de forma amplia a la Cordillera de Mérida, la Sierra de Perijá y el Macizo del Tamá.
Distinto a lo que se pudiera suponer, la región
muestra una gran heterogeneidad climática y geomorfológica que da lugar a muy diferentes unidades ecológicas (Ataroff y Sarmiento 2004). Esta
elevada variabilidad ambiental es representada en
el ramal norte de la Cordillera de Mérida y la
Sierra de La Culata, donde una heterogeneidad
geomorfológica y climatológica da lugar a diferentes pisos ecológicos y unidades de vegetación
(Ataroff y Sarmiento 2004). La vertiente norte de
la Sierra de la Culata es una extensa unidad
hidrográfica cuyos cursos de aguas principales
descargan en la porción litoral sur del Lago de
Maracaibo. En la vertiente norte se localizan
varias cuencas hidrográficas, donde destacan los
ríos Motatán, Tucaní, Capaz y Mucujepe, todos
con nacientes en el Parque Nacional Sierra de La
Culata (MARNR 1991).
La Cordillera de Mérida está conformada por
la Sierra Nevada y la Sierra de la Culata, separadas
por una fosa tectónica configurada por el sistema
de fallas Boconó (Cárdenas et al. 2000). A gran
escala, los escurrimientos de la vertiente norte de
la Serranía de la Culata tienen un gran significado
bioecológico para el complejo hidrográfico de la
cuenca del Lago de Maracaibo. A escalas menores, los sistemas hidrográficos de esta vertiente,
mantienen una gran variedad de servicios ambientales para las poblaciones humanas asentadas
en sus cuencas y además representan un componente importante para el mantenimiento de la
biodiversidad y de las funciones ecosistémicas.
El estado de conservación así como el conocimiento estructural y funcional de los ecosistemas
lóticos de esta extensa red fluvial aún permanecen
poco conocidos y, en muchos casos, completamente desconocidos. Muchos de esos ríos han
estado sometidos a diferentes grados de degradación ecológica desde hace varias décadas,
fundamentalmente debido a distintas formas de
uso de la tierra y aprovechamiento de los recursos
hídricos, tal es el caso de las cuencas de los ríos:
Frío, Playa Grande, Tucaní y Torondoy (Duque
1995, Aldana y Bosque 2008).
La cuenca hidrográfica del Río Capaz nace
hacia la porción izquierda de la Sierra de la Culata
y desemboca directamente en forma de abanicos
fluviales al Lago de Maracaibo (Figura 1). La gran
diversidad de unidades ecológicas en su trayecto,
desde las cumbres de la cordillera hasta el piedemonte andino-lacustre, hace de este sistema
hidrográfico un excelente marco de referencia
para el estudio de sus condiciones ecológicas. En
esta cuenca más de la mitad de la superficie
potencial de las selvas fue deforestada y transformada a áreas dedicadas al desarrollo de actividades agrícolas, encontrándose que cerca del 33%
de la cuenca fue transformada de selvas a pastizales (Rodríguez et al. 2009). Esto también fue
reportado para la cuenca cercana del Río Chama,
donde la cobertura de bosques en la cuenca media
ha sido disminuida cerca de un 50% y donde la
agricultura, la deforestación, la extracción excesiva de agua, el uso de biocidas y el cambio
climático son identificados como los factores de
mayor impacto sobre los ríos de esta cuenca
andina (Segnini y Chacón 2017).
Es muy probable que esta situación de deterioro ambiental sea similar en otras subcuencas de
la vertiente norte de la Sierra de la Culata que
forman parte de la cuenca hidrográfica del Lago
de Maracaibo. Uno de los sistemas hidrográficos
que ha recibido mayor atención es la cuenca del
Río Motatán, sobre todo debido a su importancia
como fuente de abastecimiento de agua para la
población del estado Trujillo. Los estudios han
destacado el elevado grado de intervención antrópica de esta cuenca, que incluye una elevada
deforestación y aportes de diversos contaminantes urbanos e industriales (Roa 2004, Pelayo y
Soriano 2010, Goldstein et al. 2012). A pesar de
la anterior situación y de los inminentes efectos
negativos del cambio climático sobre los ecosistemas fluviales de esta región, aun no se conocen
estudios previos que hayan abordado la problematica de los ecosistemas lóticos de esta importante cuenca de los Andes venezolanos y que
tiene alta incidencia sobre parte de la zona sur del
Lago de Maracaibo. La cuenca del Río Capaz
tiene una importancia destacada, ya que dentro de
ella se encuentran importantes recursos naturales
como aguas, bosques, suelos y fauna que están
protegidos por varias figuras jurídicas como son
la de Zona Protectora de la cuenca Alta y Media
del Río Capaz, la de Parque Nacional Sierra de La
Culata y la Ley de Aguas (Duque 1995, Gaceta
Oficial 2002, 2007).
En el presente capítulo se presenta una caracterización y valoración del estado de conservación y riesgos potenciales en el cual se encuentra
la cuenca hidrográfica del Río Capaz; asimismo,
se presentan algunos resultados de la condición
ecológica de la cuenca. La caracterización se hizo
48
Capítulo 3: Condición ecológica de ríos en la cuenca andina Capaz
Figura 1. Cuenca del Río Capaz y localización de los sitios de muestreo en los diferentes tributarios a lo largo del
gradiente altitudinal. La desembocadura del río al Lago de Maracaibo se ubica en la porción norte de la cuenca.
2. ÁREA DE ESTUDIO
La cuenca del Río Capaz se encuentra ubicada en el
Estado Mérida, en los Andes de Venezuela, formando
parte de los Municipios Campo Elías, Andrés Bello y
Obispo Ramos de Lora (Feo, 1982; Duque, 1995).
Está asentada en la Cordillera Nororiental de los
Andes venezolanos, entre los 8°48’12’’ y 8°36’24’’ de
latitud norte y entre los 71°27’12’’ y 71°13’38’’ de
longitud oeste, en la vertiente norte de la Sierra de La
Culata del estado Mérida (Figura 1) y cubre un área
aproximada de 1.000 km2. La Zona Protectora de la
Cuenca Hidrográfica del Río Capaz fue declarada
mediante la recopilación de diferentes fuentes de
información bibliográfica disponible y mediante
el análisis de la información obtenida sobre 29
localidades distribuidas en diferentes tributarios
del gradiente alto-térmico (Figura 1) y evaluadas
durante cuatro campañas de muestreo (diciembre
2012, abril 2013, julio 2013 y enero 2014). El
análisis incluyó la composición de las comunidades de macroinvertebrados acuáticos y la
hidromorfología de los cauces, así como las
principales características físicas y químicas del
hábitat acuático.
49
RINCÓN, MEJÍA y PRIETO
como Área Bajo Régimen de Administración Especial
(ABRAE) según decreto N° 175 publicado en gaceta
oficial N° 34.219 de fecha 15 de mayo de 1989. Su
importancia radica en el interés de proteger la segunda
cuenca en producción de agua del estado Mérida, así
como la variedad ecosistémica y diversidad biológica
que esta zona posee. Esta cuenca produce gran
cantidad de agua que satisface la demanda existente en
los municipios asentados dentro de este territorio.
La cuenca del Río Capaz tiene como cauce
principal el río del mismo nombre y es uno de los
principales ríos del estado Mérida. Tiene su origen en
el Páramo Los Conejos a los 4200 msnm, corre en una
dirección paralela a la divisoria de aguas de ambas
vertientes de la Sierra La Culata, pero debido a la
presencia de trazas de fallas, origina la variación de su
dirección (75°) a partir de la confluencia con la
quebrada San Eusebio, donde toma una dirección
noreste-suroeste, para formar parte de la cuenca
hidrográfica del Lago de Maracaibo, desembocando
en la zona sur de la bolsa del Lago. El rio tiene un
recorrido longitudinal de 41,3 km, al cual confluyen
varios ríos y quebradas de régimen permanente y
torrencial, los cuales tiene sus nacientes en los flancos
montañosos de la cuenca. Entre los afluentes se
encuentran los ríos Ron, Blanco y Negro que vierten
primero al río Macho y el río Limones; entre las
principales quebradas se encuentran Santa Lucia,
Campanario, El Molino, Monte Frío, El Diablo, La
Azulita, Seca, El Bao, Trigal, El Panfil, La Bajita,
Lucateva, Monte Frío, Santa Ana, entre otras que
descargan al Río Capaz directamente (Vivas 1970, Feo
1982, Osorio y Andrade 1984). Durante su recorrido
existe un estrecho y profundo fondo de valle encajonado que da origen a la división de las vertientes,
presentando un patrón de drenaje de tipo dendrítico
característico de la litología presente, que es propensa
a procesos erosivos. En la Figura 2 se muestran
fotografías de varios tributarios que denotan parte de
la gran diversidad de ambientes fluviales de esta
cuenca. Las actividades económicas en la cuenca del
Río Capaz son predominantemente agrícolas, destacando entre los cultivos el cacao por debajo de los 800
msnm de altitud, el café entre los 200 y 1700 msnm,
pastizales para el desarrollo de la actividad ganadera
en toda la extensión de la cuenca, pero en mayor
proporción entre 800 hasta 3.000 msnm, y sobre los
3.000 msnm el páramo es utilizado para el pastoreo de
ganado durante el período de sequía. Entre estas
actividades, las dos más importantes son los cultivos
de café y pastos para la actividad ganadera (Duque
1995, Rodríguez 2005). Es importante subrayar la
pérdida constante de la vegetación original en las
cuencas altas debido principalmente a la acción
antrópica asociada a la extracción ilegal de madera o
la expansión de la frontera agrícola, lo que ha generado la disminución de los caudales de agua y la
contaminación de las mismas (Corpoandes 2010,
Aldana y Bosque 2008, Rodríguez et al. 2009).
3. MÉTODOS
Para la caracterización y análisis de la información se
emplearon dos procedimientos. El primero consistió
en una exhaustiva revisión documental mediante
motores de búsquedas de internet (ej. Google Académico) y en informes técnicos y cartográficos, tesis
de grado y artículos científicos depositados en
instituciones regionales. Gran parte de esta información permitió la descripción geomorfológica,
climática, geológica y diversos aspectos geográficos,
estado de conservación, biodiversidad y datos socioambientales de la unidad territorial que conforma la
cuenca del Río Capaz.
Un segundo procedimiento para el levantamiento
de información ecológica consistió en el análisis de
datos biológicos, físicos y químicos de diferentes
tributarios del gradiente alto-térmico de la cuenca
cedidos por el Laboratorio de Contaminación Acuática y Ecología Fluvial de la Universidad del Zulia
(datos no publicados). La información limnológica
utilizada proviene de cuatro campañas de muestreo
(diciembre 2012, abril 2013, julio 2013 y enero 2014)
y un total de 29 sitios de muestreo, que abarcaron el
gradiente alto-térmico entre los 50 y los 2.200 msnm
(Piedemonte, Montano Bajo y Montano Alto) de la
cuenca del Río Capaz. Estos sitios incluyeron un
amplio intervalo de condiciones ambientales y de esta
forma incorporaron gran parte de la variabilidad
ambiental presente en toda el área de estudio. Los
sitios por encima de los 3.000 msnm (páramos) no
fueron incluidos en el estudio.
En cada sitio se delimitó un tramo a lo a largo del
cauce de aproximadamente 90 metros para el muestreo de la fauna bentónica y la evaluación de las
variables ambientales. En cada sitio se registraron las
coordenadas geográficas y midió la altitud mediante
un equipo de posicionamiento global (GPS). Entre las
variables ambientales figuran: la temperatura, el oxígeno disuelto, la conductividad y el pH, los cuales se
determinaron en el campo con sondas portátiles.
También, en cada sitio se tomaron muestras de agua
en envases de polietileno de un litro para determinar
nutrientes (N-NO3, N-NO2, N-NH4 y P-PO4), alcalinidad, dureza total, calcio y sulfatos. Las muestras de
agua fueron trasladadas bajo refrigeración al laboratorio y analizadas mediante los métodos estandarizados
de la American Public Health Association (APHA,
1992).
50
Capítulo 3: Condición ecológica de ríos en la cuenca andina Capaz
Figura 2. A) Río Gavilanes (54 msnm), Piedemonte andino; B) Río Limones (260 msnm), Piedemonte; C) Quebrada
Las Adjuntas 1 (1364 msnm), piso Montano Bajo; D) Quebrada Anacaos (1398), piso Montano Bajo; E) Quebrada
El Quebradón (1265 msnm), piso Montano Bajo; F) Quebrada La Carbonera (2087 msnm), piso Montano Alto; G)
Río Ron (2070 msnm), piso Montano Alto; H) Zona alta del Río Capaz (2054 msnm), piso Montano Alto. Fotografías
de José E. Rincón.
51
RINCÓN, MEJÍA y PRIETO
Se obtuvieron medidas de la materia orgánica bentónica (MOB), materia orgánica transportada (MOT) y
materia orgánica suspendida (MOS) utilizando los
procedimientos descritos en Hauer y Lamberti (1996).
En cuanto a las variables hidromorfológicas se registraron el ancho del cauce, la profundidad media del
agua y la velocidad de la corriente.
La calidad del hábitat fluvial se evaluó a partir del
índice de hábitat fluvial IHF (Pardo et al. 2002). Los
valores del IHF por debajo de 40 indican serias
limitaciones de calidad de hábitat para el desarrollo de
una comunidad bentónica diversa, siendo el óptimo
superior a 75 (Pardo et al. 2002). Así, las categorías de
calidad de hábitat fluvial de acuerdo al valor del índice
fueron: Óptima (IHF ≥ 75), Buena (IHF=41-75) y
Mala (≤ 40). La evaluación de la vegetación de ribera
andina se realizó mediante una observación como
máximo en 100 metros lineales del río. En dicho
segmento se aplicó una adaptación del índice de
calidad de vegetación de ribera, el QBR-And, adaptado a las condiciones andinas (Acosta et al. 2009),
que en su forma más completa incluye cuatro
apartados: 1) Grado de Cubierta de la Ribera, 2)
Estructura de la Cubierta, 3) Calidad de la Cubierta y
4) Grado de Naturalidad del Canal Fluvial. El valor
resultante de la sumatoria de los valores obtenidos en
los apartados individuales es comparado con una tabla
de calidad de la manera siguiente: a) ≥ 95 puntos
indican bosques de ribera sin alteraciones, en estado
natural; b) entre 75 y 90 puntos indica un bosque de
ribera ligeramente perturbado; c) entre 55 y 70 puntos
indican inicio de alteración importante; d) 30-50
puntos indican alteración fuerte y e) valores ≤ 25
puntos indican una degradación extrema del bosque
de ribera. En cada sitio de muestreo se tomaron tres
muestras integradas de las zonas de rápidos para
colectar los macroinvertebrados bentónicos. Cada
muestra estuvo conformada por cuatro submuestras
que se tomaron en sentido aguas arriba con el uso de
una red de Surber (0,1 m2) y una red de pateo tipo D,
con un tamaño de poro de aproximadamente 300 μm.
Las muestras fueron preservadas en una solución de
alcohol etílico al 80%. Una vez finalizada la extracción
de macroinvertebrados en el campo se colocó el resto
del material de la bandeja en bolsas plásticas con
formalina al 10% y se trasladaron al laboratorio para
una ulterior búsqueda bajo el estereoscopio. En el
laboratorio se realizó la separación, clasificación e
identificación de los macroinvertebrados. La identificación se realizó al nivel taxonómico más bajo
posible (familia o género) con ayuda de claves
especializadas.
Para la valoración de la calidad del agua mediante
el uso de los macroinvertebrados bentónicos como
bioindicadores se aplicaron los índices BMWPChama (Segnini et al. 2009) y el índice biológico de
familias de Hilsenhoff o IBF (Hilsenhoff 1988). Los
límites de cada categoría de calidad del agua se
obtuvieron en términos de valores absolutos de cada
índice mediante la obtención del percentil 95% desde
el valor del índice del sitio de referencia, o lo que es lo
mismo, el sitio con el mayor valor del índice. A partir
de este valor (percentil 95), se calcularon los intervalos
de calidad subsiguientes: percentil 80, percentil 60 y
percentil 30. Con estos percentiles se obtuvieron los
intervalos de valores para asignar cualquier río a cada
una de las siguientes categorías: calidad alta, intervención mínima (≥ 95%); calidad buena, intervención
leve (80-95%); calidad media, intervención importante (60-80%; calidad escasa, intervención grave (3060%) y calidad mala, intervención muy grave (≤ 30%).
Para clasificar y cuantificar los diferentes usos y
cobertura de la tierra de las subcuencas de las localidades seleccionadas se utilizaron imágenes satelitales
multiespectrales SPOT5 (2009), LANDSAT5 (2001 y
2011), LANSAT7 (2003) y LANDSAT8 (2014). Se
utilizó el software ENVI 5.1 para realizar las clasificaciones de las imágenes. Se empleó el método de
clasificación supervisada de máxima probabilidad
(maximun likelihood) y la mayoría de los resultados
fueron verificados en campo. Se utilizaron imágenes
de 2001 y 2003 porque para las zonas no se contó con
imágenes recientes de buena calidad, por lo que los
resultados no recogen los cambios producidos en la
última década. La resolución de las imágenes SPOT5
es de 10 metros y la de LANDSAT es 30 metros. Para
la delimitación de subcuencas se utilizó un modelo
digital de elevación del terreno con 30 metros de resolución (ASTER-GDEM) disponible en www.jspacesystems.or.jp/ersdac/GDEM/E. La delimitación de
las subcuencas se realizó con el software ArcGIS 10.1
(ESRI), usando el módulo Hydrology dentro de
“Spatial Analist”. Los procesos relacionados con la
determinación de uso y cobertura de la tierra (UCT) y
la determinación de los parámetros morfométricos de
las subcuencas, se hicieron con el mismo software. Se
definieron seis clases de UCT: bosque, pastizal, cultivo, urbano, páramo y nubes. Gran parte de la
información obtenida fue analizada con ayuda de
procedimientos estadísticos descriptivos y multivariados.
4. RESULTADOS Y DISCUSIÓN
4.1. Clima
En la cuenca se presenta una precipitación que va de
moderada a baja, entre los 2.000 mm en su zona baja
hasta 800 mm anuales para la zona alta. Las lluvias se
presentan con un régimen bimodal, característico de
52
Capítulo 3: Condición ecológica de ríos en la cuenca andina Capaz
la cuenca del Lago de Maracaibo y de toda la región
noroccidental del país, con dos máximos de precipitación al año entre los meses de abril-mayo y
septiembre-octubre, y un período seco entre los meses
de diciembre a marzo y un periodo seco más corto
entre junio y julio (Figura 3A). Comparando los
valores de precipitación con los de evapotranspiración
se encuentra que en las estaciones meteorológicas de
Capazones (115 msnm), La Azulita (1.000 msnm) y La
Cuchilla (2.270 msnm), el balance hídrico es positivo
a través del año, por lo cual el clima de la cuenca es
clasificado como húmedo mesotérmico (Rivas y
Delgado 1980). Este patrón de distribución de la
precipitación lo define Vivas (1992) dentro del tipo
climático ¨andino lacustre¨. La cercanía del área al
Lago de Maracaibo, es determinante en la distribución
espacial y temporal de la precipitación. Como
consecuencia de esto, la precipitación disminuye en
sentido norte-sur, determinando así una mayor
precipitación en la planicie aluvial y piedemonte y
menor en la zona de montaña, lo cual se debe a la
diferencia de presión que se crea en la planicie aluvial
en relación con el lago.
La distribución de la precipitación, también se ve
afectada por el movimiento estacional del cinturón de
convergencia intertropical y el efecto orográfico. El
caudal responde a las variaciones estacionales de la
precipitación siguiendo el mismo patrón de variación
mensual con un ligero retraso con respecto a las
precipitaciones (Figura 3B). Las variaciones de
temperatura, como en toda la región andina, están
condicionadas por el relieve, presentándose un
gradiente alto-térmico de aproximadamente 0,6 ºC
por cada 100 m de altitud (MARNR 1991). Como
resultado existen diferentes pisos climáticos. La
temperatura media anual en la cuenca va desde los
25,5º C a 200 metros de altitud hasta los - 0,6ºC, para
su zona más alta, a los 4.200 metros de altitud. En una
estación cercana a la población de La Azulita la
temperatura media anual registrada es 22 ºC y para la
estación La Cuchilla es 14,9 ºC (Delgado 1980).
Figura 3. A) Patrón de distribución de la precipitación
durante los meses del año obtenido a partir de promedios
mensuales (1963-2005) en la estaciones La Cuchilla (2.280
msnm), La Azulita (1.000 msnm) y Capazones (115 msnm)
de la cuenca del Río Capaz (Fuente INAMEH 2008). B)
Variación mensual del gasto medio (m3/s) medido en la
estación Puente El Diablo (1939 msnm) en el cauce principal del Río Capaz. Los datos son promedios de datos
mensuales tomados entre 1965 y 1977 (Fuente: INAMEH
2008).
abundante combinada con algunas actividades agrícolas ubicadas en los fondos de valle y en algunos
depósitos cuaternarios y c) por último, la unidad de
montaña comprendida entre los 800 msnm y los 4.000
msnm Hacia la parte alta de esta unidad la vegetación
se hace menos exuberante y las actividades agrícolas
son más restringidas por las fuertes pendientes.
En cuanto a los aspectos geológicos se resaltan
eventos orogénicos típicos de la cordillera de los
Andes de Venezuela, donde en su mayoría las
formaciones allí presentes son el resultado de las
transgresiones y regresiones marinas del periodo
cretácico que se produjeron como efecto tardío de la
separación del gran continente de Pangea durante el
jurásico (González 1980). Estos avances y retrocesos
de las aguas marinas ocasionaron cambios en los
ambientes y la modificación en la naturaleza de los
4.2. Geomorfología y Geología
De acuerdo a Gutiérrez (1983) en la cuenca se presentan tres tipos de unidades geomorfológicas bien
definidas: a) la llanura aluvial que va desde la ribera del
Lago de Maracaibo, hasta los 80 msnm, aproximadamente. Esta unidad presenta una relativa
horizontalidad y es dedicada preferentemente a las
labores agropecuarias y ocasionalmente presenta
problemas de inundación, b) la unidad de piedemonte,
que va desde los 80 msnm hasta los 800 msnm,
aproximadamente, y se caracteriza por un sistema de
colinas terciarias, presentándose una vegetación muy
53
RINCÓN, MEJÍA y PRIETO
depósitos, generando la gran complejidad geológica
existente. Como resultado se presentan varias formaciones ordenadas desde las más antiguas hasta las
más recientes geológicamente hablando, son las
formaciones Iglesias, Río Negro, Apón, Aguardiente,
Capacho, La Luna, Colón, Mirador, Carbonera, León,
Isnotú, Palmar y Betijoque. A partir del Cuaternario el
territorio está constituido en su mayor parte por
terrazas, coladas, conos y abanicos aluviales. El
material que los conforma generalmente es mal estratificado y seleccionado. Todos estos depósitos están
conformados por fragmentos de rocas de las
formaciones que afloran en el curso de los ríos y/o
torrentes, siendo bastante heterogénea su litología
(granito, gneis, cuarcitas, esquistos, arenisca) (Rivas y
Delgado 1980).
40 % del total de especies de este grupo para el país
(Rengifo et al. 2005). Sin embargo, muchas de estas
aves son muy apreciadas como mascotas, convirtiéndose en un grupo con altos requerimientos de
conservación. Los reptiles también están muy bien
representados en la cuenca. Otro importante grupo
con representación importante es el de los mamíferos.
A pesar de ser éstos uno de los grupos zoológicos más
importantes desde el punto de vista bioecológico y
cultural, han tenido poca atención de estudio, por lo
que el nivel de conocimiento disponible sobre muchas
especies es básico o inexistente (Corpoandes 2010).
4.4. Características físicas y químicas del hábitat
acuático
4.4.1. Caracterización físico-química de los tributarios estudiados: El análisis de componentes principales (ACP), realizado con los promedios de los
datos obtenidos en las campañas de muestreo indica
que la varianza explicada en los dos primeros ejes
principales fue del 84,71% (71,52% en el eje 1 y
13,19% en el eje 2) (Figura 4). El primer eje de ordenación mostró un gradiente relacionado positivamente con la conductividad del agua (r = 0,99),
mientras que el segundo eje se asoció positivamente al
caudal (r = 0,74) y negativamente la materia orgánica
suspendida (MOS) (r = -0,82). La Figura 4 muestra la
ordenación de las diferentes localidades de muestreo
básicamente de acuerdo al gradiente establecido por
las variables correlacionadas con el eje 1 (fundamentalmente la conductividad del agua). Un grupo de
localidades, en su mayoría pertenecientes al piso
Montano Bajo (MB), se localizaron en el lado derecho
del plano de ordenación, estas son caracterizadas por
valores de conductividad medios a altos. Por el
contrario, la mayoría de las localidades del piso
altitudinal Montano Alto (MA) se localizó en el lado
izquierdo del diagrama donde las localidades presentaron valores medios a bajos de conductividad del
agua. Las localidades del piso Piedemonte (PM)
fueron ordenadas muy cerca del centro del plano de
ordenación; las mismas. Se caracterizan, de manera
general, por presentar valores medios de conductividad. Con respecto al eje 2 se observó poca dispersión de los sitios de muestreo, con excepción de dos
estaciones: las Quebradas Lucateva y Guerrero, pertenecientes al piso Montano Bajo, las cuales resultaron
con una posición distinta al resto de las estaciones,
ubicándose en el cuadrante superior izquierdo y
caracterizándose por valores bajos y medios de caudal,
altos y medios valores de materia orgánica suspendida
y valores bajos y medios de conductividad.
En base a los resultados del ACP para las
campañas de diciembre 2012, abril 2013 y julio 2013
4.3. Vegetación y Fauna
En la cuenca del Río Capaz, así como en toda la
Cordillera de Mérida, se diferencian varias unidades
ecológicas, como consecuencia de la combinación del
amplio gradiente altotérmico con una marcada
variación de las precipitaciones. Cada unidad ecológica tiene asociada un tipo particular de vegetación,
diferenciándose sobre la superficie de la cuenca del
Río Capaz seis unidades de vegetación, predominantemente boscosas (Ataroff y Sarmiento 2004), las
cuales son: selva húmeda tropical (SHT) entre los 0 y
200 m de elevación, selva húmeda submontana
(SHM) entre los 200 y 800 m de altitud, selva semicaducifolia montana (SSM) localizada entre los 800 y
los 1.700 metros de altitud, selva nublada montana
baja (SNMB) entre los 1.700 y los 2.200 m, selva
nublada montana alta (SNMA) ubicada entre los 2.200
y 3.000 m y páramo andino (PA) sobre los 3.000
metros de altitud (Ataroff y Sarmiento 2004, Rodríguez et al. 2009). Los sistemas fluviales se localizan en
tres pisos del gradiente alto-térmico 1) Piso Piedemonte (50-300 msnm), donde predominan las unidades ecológicas selva húmeda tropical; 2) Piso
Montano Bajo (700-1.600 msnm) caracterizado por
vegetación selva semicaducifolia montana, y 3) Piso
Montano Alto (1.700-2.200 msnm) con una cobertura
del tipo selva nublada montana baja.
La cuenca del Río Capaz presenta distintos ecosistemas dispuestos a lo largo del gradiente de elevación,
que va desde las cálidas selvas submontanas hasta los
fríos páramos ya descritos. Todo ello ha favorecido el
desarrollo de una gran riqueza faunística. Esto se
evidencia de manera muy especial en lo que se refiere
a la avifauna, pues la zona exhibe una de las mayores
diversidades de aves (456 especies) para Venezuela
(Rengifo et al. 2005). La familia Psittacidae (loros,
pericos, cotorras y guacamayas), representan más del
54
Capítulo 3: Condición ecológica de ríos en la cuenca andina Capaz
0,4
MA
MA
0,3
Factor 2: 13,19%
MOS (mg/L)
0,5
MA
0,2
PM
0,1
0,0
MB
MA
PM
PM
MB
PM
-0,1
MA PM
-0,2
MB
MB
MB
MB
MB
MB
Conductividad (µS/cm)
PM
MBPM
MB
MA = Montano Alto
MB = Montano Bajo
PM = Piedemonte
Flujo (m3/s)
-0,3
-0,4
-0,5
-1,2
PM
MA
PMMA
MA
MA
-1,0
-0,8
-0,6
-0,4
-0,2
0,0
0,2
0,4
0,6
0,8
1,0
Factor 1: 71,52%
Figura 4. Diagrama de ordenación obtenido a partir del Análisis de Componentes Principales practicado sobre las
variables físicas y químicas registradas como promedios de los muestreos de Diciembre 2012, Abril 2013, Julio 2013
y Enero 2014 en 28 tributarios en los pisos altitudinales Montano Alto (MA), Montano Bajo (MB) y Piedemonte (PM)
de la cuenca del Río Capaz.
2010). Los altos valores de calcio encontrados en los
tributarios ubicados en el piso Montano Bajo, al
encontrarse en la zona de los yacimientos de calizas,
pueden ayudar a explicar este comportamiento. El
encalado de los suelos es un práctica común en
muchas zonas agrícolas de los andes venezolanos que
presentan suelos ácidos (Ochoa et al. 2004). Esta
acidez en los suelos es reflejo de la composición
litológica, acentuada con la altitud, por la acción
acidificante de la materia orgánica, principalmente en
los horizontes superficiales (Ochoa et al. 2004,
Corpoandes 2010).
se decidió agrupar las localidades de acuerdo al piso
altitudinal a la cual pertenecían. Los grupos formados
fueron Montano Alto (MA), Montano Bajo (MB) y
Piedemonte (PM) y algunas características físicoquímicas resaltantes de las localidades asignadas a
cada grupo se presentan en la Tabla 1. Los resultados
de la regresión múltiple en el procedimiento paso a
paso muestran que, de los iones analizados en las
muestras de agua (Ca, Na, Mg, K, SO4, PO4, NO3 y
NO2), solo los iones calcio (β = 0,75, p < 0.000001),
magnesio (β = 0,31, p < 0,000001) y fosfatos (β =
0,14, p < 0,01) predijeron mejor y significativamente
(R2adj = 0,9657; F(3,24) = 254,68; p<0,000001) las
variaciones en la conductividad del agua.
En la Figura 5 la relación entre la conductividad y
el contenido de calcio en las aguas de los tributarios
estudiados en la cuenca, encontrándose los más altos
valores de calcio en los ríos ubicados en la zona
Montana Baja (ver también Tabla 1). En la vertiente
izquierda del Río Capaz, específicamente en las aldeas
Bachaquero y La Uva del Municipio Andrés Bello, se
encuentran dos yacimientos de calizas pertenecientes
a la formación Capacho, la cual es explotada comercialmente para la producción de cal agrícola, uso en la
construcción e industria azucarera (Corpoandes
4.4.2. Dinámica de la materia orgánica: Se observan patrones generales en los valores de la materia
orgánica bentónica (MOB), transportada (MOT) y
suspendida (MOS) a lo largo del gradiente altitudinal
en la cuenca del Río Capaz (Figuras 6A, 6B y 6C).
Estos patrones fueron obtenidos a partir de los registros de los datos en cuatro campañas realizadas en
diciembre 2012, abril 2013, julio 2013 y enero 2014.
La materia orgánica bentónica representa una principal fuente de energía para la producción secundaria
en los ecosistemas lóticos (Minshall 1967, Benke et al.
1984).
55
RINCÓN, MEJÍA y PRIETO
Tabla 1. Valores promedios de algunas variables físico-químicas de los tributarios en los pisos altitudinales
Montano Alto, Montano Bajo y Piedemonte de la cuenca del Río Capaz. Los promedios resultaron de las
campañas de muestreo enero 2012, abril 2013, julio 2013 y enero 2014. El número de tributarios estudiados
en cada piso es mostrado entre paréntesis.
Parámetro
Montano Alto
(n = 9)
Montano Bajo
(n = 10)
Piedemonte
(n = 9)
2065,3
0,65
75,6
7,79
14,2
1,83
33,3
5,39
1,23
7,43
1332,7
0,13
209,4
8,02
19,3
1,86
107,8
21,92
1,36
7,48
174,9
0,42
101
8,08
25,2
2,14
113,2
6,98
1,44
7,51
Altitud (msnm)
Caudal (m3/s)
Conductividad (µS/cm)
Oxígeno Disuelto (mg/l)
Temperatura del agua (°C)
Materia Orgánica Suspendida (mg/l)
P - Ortofosfatos (µg/l)
Calcio (mg/l)
Magnesio (mg/l)
pH
pierden sus hojas en época seca y puede prolongarse
entre uno y tres meses y de allí su nombre de
caducifolia (Ataroff y Sarmiento 2004). Esta condición de la vegetación terrestre circundante al río
puede explicar el aumento de material orgánico en
este piso altitudinal. En las zonas de la selva nublada
un factor que podría prevenir altas acumulaciones de
materia orgánica son las elevadas pendientes, lo que
promueve el lavado de la materia orgánica por las altas
velocidades del flujo de agua.
Por su parte, en el Piedemonte se registra la mayor
cantidad de precipitación, lo que produce frecuentes
crecidas de los ríos y con ello un gran efecto de lavado
de la MOB. Adicionalmente, las altas temperaturas
Estos depósitos orgánicos también ejercen influencia
sobre el ciclo de nutrientes y afectan la exportación de
materia orgánica disuelta y particulada (Smock et al.
1989). En el Río Capaz los valores de MOB fueron
mayores en los tributarios del piso Montano Bajo
(15,2 g/m2) comparados con las corrientes en los
pisos Montano Alto (9,0 g/m2) y Piedemonte (8,5
g/m2), cuyos valores promedios no fueron significativamente diferentes entre sí (p = 0,776) (Figura
6A). A escala de la cuenca del Río Capaz se obtuvo un
patrón espacial diferente a lo reportado para corrientes templadas, donde se ha reportado que a la escala
del río completo la MOB tiende a decrecer en
dirección río abajo a medida que el canal del río se
hace mayor y disminuye la influencia de la vegetación
ribereña (Naiman y Sedell 1979, Minshall et al. 1983,
Conners y Naiman 1984, Naiman et al. 1987).
Las unidades ecológicas que caracterizan cada piso
altitudinal pueden ayudar a explicar el patrón observado en la cuenca del Río Capaz. De acuerdo a Ataroff y Sarmiento (2004) en las vertientes húmedas del
sur del Lago de Maracaibo el piso basal está ocupado
en mayor parte por la selva húmeda submontana,
unidad que se encuentra desde los 150 a los 800
msnm, seguida de la selva semicaducifolia montana
que llega hasta los 1.700 msnm. El piso andino
inferior está cubierto por dos tipos de selvas nubladas,
la selva nublada montana baja que abarca desde los
1.700 a los 2.200 msnm y la selva nublada montana
alta que se extiende hasta los 3000 m. Los mayores
depósitos de materia orgánica bentónica se observan
en el piso altitudinal que va entre los 800 y los 1700 m
(Montano Bajo) ocupado en gran parte por la selva
semicaducifolia, aunque con un importante grado de
sustitución por pastizales para usos agropecuarios.
Las especies de árboles dominantes de esta selva
Y = 0.8514*X + 1.193
Figura 5. Regresión lineal simple entre la concentración
de Calcio (mg/l) y la Conductividad del agua (µS/cm) en
28 tributarios de la cuenca del Río Capaz. Las variables
fueron transformadas por medio de la función Log10 para
cumplir con los supuestos de normalidad y heterocedasticidad del modelo de regresión lineal.
56
Capítulo 3: Condición ecológica de ríos en la cuenca andina Capaz
estudiados en su mayoría pertenecen a los órdenes 1 a
3, es decir son corrientes pequeñas en la mayoría de
los casos. El patrón espacial observado en la MOB es
obtenido cuando se condensa la información promediando los datos provenientes de los distintos
segmentos estudiados en tributarios de cada piso
altitudinal. Sin embargo, cuando se analiza el comportamiento individual de cada localidad no se logra
evidenciar ninguna tendencia particular (Figura 7A).
Es probable que factores individuales estén operando
en el comportamiento de la materia orgánica bentónica cuando se analizan a escalas pequeñas de los
segmentos o tramos de los ríos.
Los valores de la materia orgánica bentónica
presentaron una alta variabilidad, tanto temporal como especial, y oscilaron entre 1,73 g/m2 y 20,53 g/m2.
Estos valores concuerdan con los reportados para ríos
altoandinos de Bolivia (<2-40 g/m2) (Wasson y Marin
1988) y Ecuador (3-25 g/m2) (Bojsen y Jacobsen
2003). Valores tres órdenes de magnitud mayor han
sido reportados para un amplio intervalo de tipos de
ríos de los Estados Unidos (20-35.000 g/m2) (Jones
1997), con un 62% de estos valores representado por
la fracción aportada por la madera. Esta fracción no
fue considerada en los valores de materia orgánica de
este estudio. Otra explicación a los bajos valores reportados en los depósitos de materia orgánica bentónica puede obedecer a uno o varios factores
combinados: elevadas tasas de descomposición, fenología de aportes provenientes de la vegetación
ribereña, régimen hidrológico y baja capacidad de
retención de los tramos estudiados. Un aspecto que
hay que destacar es la ausencia de datos de la producción de hojarasca en cada localidad estudiada. Esta
información ayudaría a esclarecer los patrones de la
dinámica de materia orgánica en esta cuenca.
El transporte de materia orgánica particulada (MOT)
proviene del procesamiento físico y biológico de las
hojas y la madera que ha ingresado al cauce desde la
zona ribereña, de la erosión de materia orgánica del
suelo del ecosistema terrestre adyacente, de la
floculación de materia orgánica disuelta y del
desprendimiento del perifiton. El transporte de la
materia orgánica (MOT) conecta tróficamente las
comunidades de las zonas río arriba con las zonas río
abajo, permitiendo la integración estructural y funcional del ecosistema lótico (Golladay 1997). El patrón
espacial de MOT observado en el Río Capaz, en
términos del material orgánico transportado (g.m-2.d1) o concentración de materia orgánica suspendida
(mg/l) (Figuras 6B y 6C), es contrario a lo reportado
para los ríos de zonas templadas. Los patrones descritos para ríos de corrientes de zonas templadas observados para la materia orgánica transportada (con-
Figura 6. Patrones de variación a lo largo de los pisos
altitudinales de: A) Materia orgánica bentónica (MOB), B)
Materia orgánica transportada (MOT) y C) Materia
orgánica suspendida (MOS) en la cuenca del Río Capaz,
estado Mérida.
promueven mayores velocidades de descomposición
de la hojarasca y por tanto una disminución del
tamaño de la partícula, lo que facilita su transporte en
la corriente (Jones 1997). A la escala de segmentos
individuales del río, las variaciones locales en las
características de la vegetación ribereña, el tamaño del
plano de inundación, las estructuras de retención en el
río (presencia de pozos, rocas, troncos, etc.), la
pendiente del canal, entre otros factores, también
influyen en el almacenamiento de la materia orgánica
bentónica (Gurtz et al. 1988, Smock 1990). Los ríos
57
RINCÓN, MEJÍA y PRIETO
g.m-2.d-1) (Figura 6B). Estos valores son considerablemente más elevados que los reportados por Golladay
(1967) para ríos de los Estados Unidos. Varios
factores pueden explicar el patrón observado en la
cuenca del Río Capaz. Un factor de orden métodológico debido a que los tributarios seleccionados en
este estudio eran de orden 1-3 en todos los pisos
altitudinales, lo que no permitió la comparación en
términos del tamaño u orden del río. Adicionalmente, las características de la vegetación ribereña y el
gradiente o pendiente de las corrientes pueden ayudar
a explicar el patrón observado en las concentraciones
de MOT en el Río Capaz. Las concentraciones de
MOT (g/l) en el Piedemonte oscilaron entre 4,51 g/l
en caño Carbón y 81,25 g/l en caño Tigre. Las
subcuencas de estas corrientes presentaron, respectivamente, los más bajos (35%) y más altos (81%)
porcentajes de bosque en el Piedemonte. Asimismo,
los ríos del Piedemonte presentaron las menores
pendientes en contraposición al piso Montano Alto,
donde los tributarios estudiados presentaron mayores
gradientes. De manera similar estos factores también
influenciaron las concentraciones de MOT en ríos de
diferentes regiones de los Estados Unidos (Golladay
1997).
Los valores de MOT también mostraron una gran
variación temporal en cada uno de los tributarios
estudiados, lo que da cuenta de la influencia de las
variaciones temporales en el flujo sobre las concentraciones de materia orgánica transportada (Figura
7B). En los muestreos de diciembre 2012, abril 2013
y julio 2013 se presenta un patrón similar de incremento de la MOT desde las zonas de cabeceras hacia
las partes bajas de la cuenca. Este patrón es modificado en el muestreo de enero 2014, donde la MOT
disminuye tanto en el piso montano bajo como en el
piedemonte. En el Piedemonte las variaciones mensuales están relacionadas con el incremento de las
precipitaciones durante el período de muestreo, lo que
ocasiona el aumento de los caudales y por consiguiente el transporte de las partículas orgánicas. En
el piso Montano Bajo las concentraciones de MOT se
mantienen con pocas variaciones entre los períodos
muestreados, con excepción de un incremento en el
mes de diciembre 2012. Es importante resaltar las
modificaciones antrópicas de los caudales observados
en los ríos del piso Montano Bajo debido a las
numerosas extracciones de agua directamente desde
las quebradas y la construcción de azudes que represan a pequeña escala las corrientes y modifican sus
características hidrológicas y geomorfológicas. Esto es
particularmente evidente en los meses secos donde
debido a esta intervención los cursos de agua se secan
transformándose en corrientes de carácter intermi-
Figura 7. A) Dispersión altitudinal de los valores de la
materia orgánica bentónica (MOB) en 28 tributarios en la
cuenca del Río Capaz, Estado Mérida. Los valores son
promedios de los muestreos de MOB en diciembre 2012,
abril 2013 y julio 2014. B) Variación temporal y altitudinal
de la materia orgánica transportada (MOT) en la cuenca
del Río Capaz. Los valores corresponden a los promedios
de los datos registrados en 28 tributarios de los pisos
altitudinales Montano Alto, Montano Bajo y Piedemonte.
centración y exportación) son muy débiles debido la
variabilidad que presentan los valores debido a los
cambios hidrológicos durante los muestreos (Golladay 1997). Pese a esto se espera que las concentraciones de MOT debe declinar desde los tramos de
cabecera hacia los tramos río abajo (Webster y Meyer
1997, Tank et al. 2010). El patrón observado de MOT
en el Río Capaz no sigue esta tendencia general.
Contrariamente, las concentraciones más altas de
MOT se obtuvieron en las zonas de Piedemonte (promedio de 35,90 g/l), mientras que las zonas Montana
Alta (10,87 g/l) y Montana Baja (18,42 g/l) mostraron
bajos valores de este material. En términos del
transporte del material orgánico particulado los
valores más altos se obtuvieron en el Piedemonte
(368,6 g.m-2.d-1), seguidos de los valores del piso
Montano Alto (87,5 g.m-2.d-1) y Montano Bajo (55,7
58
Capítulo 3: Condición ecológica de ríos en la cuenca andina Capaz
tente. En el piso Montano Alto el patrón temporal es
inverso al observado en el Piedemonte, mayor
transporte de material orgánico en los meses secos
(diciembre 2012 y enero 2014) y menor transporte en
los períodos de lluvia (abril 2013 y julio 2013). Al
parecer al disminuir las precipitaciones en el piso
Montano Alto se produce una mayor acumulación de
material orgánico que entra de forma alóctona desde
las riberas y por tanto se presenta una mayor
probabilidad de arrastre de partículas orgánicas.
Durante los períodos de lluvia, debido a las elevadas
pendientes y los caudales torrenciales se produce poca
acumulación de material orgánico particulado en la
corriente de manera que poco material entra en
suspensión.
Figura 8. Diagrama de ordenación obtenido a partir del
análisis de escalamiento multidimensional no métrico
(NMDS) practicado sobre la abundancia de géneros de
macroinvertebrados bentónicos en tributarios de los pisos
altitudinales Montano Alto (●), Montano Bajo ( ) y Piedemonte (○) en la cuenca del Río Capaz. Los datos de
abundancia de los géneros de macroinvertebrados fueron
transformados mediante la función Log10 (X+1) para
compensar los extremos en la abundancia de los géneros
en la representación multivariada.
4.5. Estructura y diversidad de los
macroinvertebrados bentónicos
Los resultados de los muestreos de diciembre 2012 y
abril 2013 arrojaron un total de 7.618 invertebrados
colectados, distribuidos en 13 órdenes y 50 familias
para los tributarios estudiados en la cuenca del Río
Capaz. Según la abundancia relativa dominó el orden
Diptera (37,9%), seguido de Trichoptera (24,7%) y
Ephemeroptera (22,3%). Los sitios de muestreo que
resultaron con la mayor densidad de invertebrados
considerando el promedio de campañas de diciembre
2012 y abril 2013 (no fueron incluidos los datos de
las campañas de julio 2013 y enero 2014 debido a que
no ha sido culminado el proceso de identificación de
los invertebrados), fueron Río Gavilanes (399
ind/m2), Quebrada Azul (337 ind/m2) y Río Ron
(329 ind/m2); mientras que con menor abundancia
promedio resultaron las quebradas La Azulita (43
ind/m2), Carbonera (59 ind/m2) y Zerpa (58
ind/m2). Respecto al número de familias por orden
destacaron los órdenes Trichoptera (12) y Diptera
(10). En términos generales, la composición taxonómica a nivel de género difirió significativamente
(ANOSIM, Rglobal = 0,36; p < 0,1%) entre las
localidades de diferentes pisos altitudinales. Específicamente, la composición de macroinvertebrados de
la zona Montano Alta (MA) difirió significativamente
respecto de la zona del Piedemonte (PM) (R = 0,588;
p = 0,001) y de la zona Montana Baja (MB) (R =
0,289; p = 0,005); pero no se encontró diferencia
significativa en la composición de macroinvertebrados entre los ríos del Piedemonte y de la zona
Montano Baja (R = 0,189; p = 0,022). La ordenación
de las localidades mediante el MDS confirmó este
resultado (Figura 8). Las muestras pertenecientes a
los tributarios del piso altitudinal Montano Alto se
encuentran ubicadas hacia el lado derecho del plano
de ordenación. Mientras que las muestras de los tri-
butarios del piso Montano Bajo y Piedemonte quedaron ubicadas en su mayoría hacia el lado izquierdo
del plano de ordenación.
Según al análisis SIMPER, los invertebrados que
contribuyen con un mayor porcentaje a la disimilaridad entre los pisos Montano Alto (MA) y
Montano Bajo (MB) fueron Simulium (15,89%),
Atanatolica (8,98%) y Baetodes (8,52%). Entre los pisos
Montano Alto (MA) y Piedemonte (PM) fueron
Simulium (14,25%)), Atanatolica (11,47%) y Leptohyphes
(7,84%), mientras que entre los pisos Montano Bajo
y Piedemonte quienes contribuyeron más a la disimilaridad fueron Leptohyphes (11,34%), Atanatolica
(6,04%) y la familia Chironomidae (5,87%).
Los resultados de las curvas de acumulación de
las familias de invertebrados bentónicos muestran
que después de una intensidad de muestreo en dos
campañas y en los tres pisos altitudinales (Montano
Alto, Montano Bajo y Piedemonte) no se llegó a
alcanzar la asíntota (Figura 9). La diversidad en términos de número de familias observados y estimados
por el índice Chao1 resultó mayor en el piso Montano Bajo (45), seguido del Montano Alto (44) y con
la menor riqueza resultó el Piedemonte (34). Por su
parte, los índices de diversidad Shannon (H´),
Inverso de Simpson y Fisher resultaron con valores
más elevados en la zona Montana Baja (H´ = 2,51;
1/Simpson = 8,18; Fisher = 7,21), intermedios en el
Piedemonte (H´ = 2,34; 1/Simpson = 7,27; Fisher =
5,59) y menores en la zona Montana Alta (H´ = 2,23;
1/Simpson = 6,13; Fisher = 5,95).
59
RINCÓN, MEJÍA y PRIETO
4.7. Usos y tipos de cobertura de la tierra
El valor promedio de la cobertura de bosques
obtenido a partir de los valores individuales de cada
subcuenca en cada piso altitudinal fue de alrededor
de 54 %, tanto en el piso altitudinal Montano Alto
como en el Piedemonte, y 29 % en el piso Montano
Bajo. El promedio del porcentaje de áreas intervenidas es complementario con el de la cobertura de
bosques, por ello en las zonas Piedemonte y en la
Montano Alta es de 45 % y en la zona Montana Baja
es de 71%. Las subcuencas con mayor cantidad de
bosques fueron: Eusebio 1 (87,48%) y Caño Tigre
(80,57%). Sólo se cuantificó cobertura de páramo en
las subcuencas de la zona Montana Alta (Blanco,
Macho, Capaz y Ron).
Uniendo los usos de pastizales, cultivo y urbano
se obtuvo el área de la cobertura intervenida, que en
la Figura 10 se contrasta con la cobertura de bosque
en cada subcuenca, observándose que los bosques
predominan en las subcuencas de los tributarios del
piso altitudinal Montano Alto (Eusebio, Blanco,
Macho, Capaz y Ron) por lo que se puede calificar
estas subcuencas como poco intervenidas y en un
estado de conservación de regular a bueno. La
cobertura intervenida ocupa mayor porcentaje en el
piso altitudinal Montano Bajo (Quebradón, Azulita,
Quebrada Azul, Las Adjuntas y Anacaos) con un
estado de conservación de regular a malo; y en el
Piedemonte (Gavilanes, Perdido, Tigre, Carbón y
Moro) se presentan tres subcuencas con coberturas
boscosas por encima del 60% y dos subcuencas
presentan una intervención importante, llegando a
ocupar el 70% de las coberturas de estas subcuencas,
por lo que las subcuencas de los tributarios estudiados en el Piedemonte pueden ubicarse en un
estado de conservación intermedio al compararlas
con las subcuencas de los tributarios de los pisos
montano alto y montano bajo.
Figura 9. Curvas de acumulación de familias (Mao Tau)
obtenidas de los muestreos de diciembre 2012 y abril 2013
en diferentes tributarios de los pisos Montano Alto,
Montano Bajo y Piedemonte en la cuenca del Río Capaz,
estado Mérida.
4.6. Índices bióticos de los tributarios de la
cuenca del Río Capaz
En el piso altitudinal montano alto se presentaron
una mayor cantidad de localidades en condiciones de
intervención importante, grave y muy grave de
acuerdo al valor del índice BMWP-Chama. Solo la
quebrada San Eusebio 1 mostró una intervención
mínima y una alta calidad biológica de acuerdo al
índice (Tabla 2). Las localidades del piso altitudinal
Montano Bajo también mostraron valores bajos del
índice indicando una intervención importante; sin
embargo, en este piso altitudinal no se registraron
localidades con condiciones de intervención muy
grave según los valores del índice BMWP-Chama y
presentó dos localidades con una alta calidad y baja
intervención (Quebradas Azul y Anacaos). Contrario
a lo esperado, el piso del piedemonte resultó con el
menor grado de intervención y la mejor calidad de las
localidades estudiadas en este piso.
La mayoría de las localidades presentó una mínima o leve intervención, y solo dos (caño Tigre y Río
Perdido) resultaron con intervenciones importantes
y una calidad biológica media. Con la aplicación del
IBF los resultados fueron similares a los arrojados
por el índice BMWP (Tabla 3). Destaca el hecho de
que nuevamente el piso altitudinal Montano Alto
muestra un mayor porcentaje (57%) de localidades
con intervención grave y calidad escasa, luego de
manera similar el piso Montano Bajo muestra un
porcentaje relativamente alto (42%) de localidades
con intervención grave. Mientras que en el Piedemonte resultó con intervenciones desde moderadas a
mínimas evidenciando las mejores condiciones
biológicas de las localidades estudiadas en la cuenca.
4.8. Evaluación del hábitat fluvial (IHF) y la
vegetación de ribera (QBR)
En general, las localidades estudiadas en el Piedemonte y en el piso Montano Bajo mostraron una
calidad de hábitat fluvial (IHF) buena, con indicios
de cierta alteración (Tabla 4); mientras que en su
mayoría las estaciones de la zona Montano Alta
mostraron una calidad de hábitat fluvial óptima. Los
valores del IHF para los diferentes tributarios de la
zona del Piedemonte por lo general incrementaron
en el muestreo de abril 2013 con respecto al
muestreo de diciembre 2012. Los valores fluctuaron
entre un mínimo de 48 puntos en el río Gavilanes
(diciembre 2012 y abril 2013) y un máximo de 86
puntos en los ríos Tigre y Perdido ambos obtenidos
60
Capítulo 3: Condición ecológica de ríos en la cuenca andina Capaz
Tabla 2. Calidad biológica obtenida mediante el Índice BMWP-Segnini en 27 tributarios
a lo largo de un gradiente altitudinal en la cuenca del Río Capaz. PA: pisos altitudinales.
Intervención: muy grave (MG), grave (G), importante (I), leve (L), mínima (M).
Montano Alto
(1.700-2.200 msnm)
Montano Bajo
(800-1.600 msnm)
Piedemonte
(50-300 msnm)
PA
Nombre de la Estación
Río Tigre
Río Limones
Caño Moro 1
Caño Moro 2
Gavilanes
Caño Carbón
Qda. Pozo Azul
Río Perdido
Qda. Perdido
Qda. Azul
Las Adjuntas1
Las Adjuntas 2
Qda. La Azulita
Río Quebradon
Qda. Anacaos
Qda. Diablo
Caño Guayabo
Qda. Zerpa
La Carbonera
Qda los Pinos
Qda. Puente Diablo
Río Blanco
San Eusebio 1
San Eusebio 2
Río Macho
Río Ron
Río Capaz
para el muestreo del mes de abril 2013. (Tabla 4). En
la zona Montano Baja los valores del IHF mostraron
pocas variaciones temporales. Se observó un valor
mínimo de 45 puntos en el río Quebradón en el
muestreo de abril 2013 y un máximo de 92 puntos en
la Quebrada Anacaos en ambos muestreos. Los
valores del IHF son ligeramente mayores a los
mostrados por las localidades del Piedemonte. En el
piso Montano Alto también se observan importantes
diferencias temporales en los valores del IHF.
Encontramos un valor mínimo del IHF de 58 puntos
en la Quebrada Los Pinos en el muestreo del mes de
diciembre 2012, mientras que el valor máximo de 91
puntos se observó para el Río Macho durante el
BMWP
Intervención
Calidad
72
104
110
80
95,5
68
81
79
45
130
60
72,5
54
88,5
102,5
76,5
90
30
39
66
72
75
66,5
100,5
43,5
85,5
74,5
I
L
M
I
L
I
I
I
G
M
G
G
G
I
I
G
I
MG
G
I
I
I
I
M
G
L
I
Media
Buena
Alta
Media
Buena
Media
Media
Media
Escasa
Alta
Escasa
Escasa
Escasa
Media
Media
Escasa
Media
Mala
Escasa
Media
Media
Media
Media
Alta
Escasa
Buena
Media
muestreo de abril 2013. En general, los puntajes del
IHF son más altos en el piso Montano Alto al
compararlos con los puntajes del IHF obtenidos para
los tributarios de los pisos Montano Bajo y
Piedemonte. Los valores el índice de cubierta de
ribera (QBR) muestran poca variación temporal
(Tabla 4). Los valores mínimos (0-5) de la calidad de
la cubierta del bosque de ribera (QBR) son obtenidos
en la localidad Las Adjuntas 1 correspondiente al
piso Montano Bajo. Esta localidad muestra evidencias de una gran perturbación antrópica (ver Figura
2C) producto de la canalización de un amplio segmento del río y eliminación de la cubierta de ribera.
De igual modo, el río Gavilanes en el Piedemonte
61
RINCÓN, MEJÍA y PRIETO
Figura 10. Porcentaje de cobertura de bosques ( ) y zonas intervenidas ( ) determinado para 15
tributarios distribuidos por altitud en los pisos Montano Alto, Montano Bajo y Piedemonte. Los
porcentajes del área intervenida incluyen las áreas de pastizales, cultivos agrícolas y áreas urbanas.
Tabla 3. Calidad biológica de los tributarios según el Índice Biótico de Familias (1/IBF). Intervención: muy grave
(MG), grave (G), importante (I), leve (L), mínima (M). Valores más altos del índice denotan mayor calidad biológica.
Montano Alto
(1.700-2.200 msnm)
Montano Bajo
(800-1.600 msnm)
Piedemonte
(50-300 msnm)
Piso Altitudinal
Altitud (msnm)
54
80
84
118
157
160
260
304
357
708
1078
1265
1334
1364
1375
1398
1627
1680
1931
1939
1972
1994
2054
2070
2087
2256
2285
Nombre de la Estación
Río Gavilanes
Caño Carbón
Caño Moro 2
Rio Tigre
Caño Moro 1
Qda. Pozo Azul
Río Limones
Qda. Perdido
Río Perdido
Caño Guayabo
Qda. Diablo
Río Quebradon
Qda. Azul
Las Adjuntas1
Las Adjuntas 2
Qda. Anacaos
Qda La Azulita
Qda. Zerpa
Qda. Los Pinos
Qda. Pte Diablo
Río Macho
Río Blanco
Río Capaz
Río Ron
La Carbonera
Qda. San Eusebio 2
Qda. San Eusebio 1
62
1/IBF
Intervención
Calidad
0,217
0,417
0,323
0,225
0,267
0,313
0,370
0,323
0,357
0,313
0,217
0,290
0,328
0,198
0,220
0,351
0,204
0,200
0,230
0,177
0,192
0,146
0,250
0,435
0,345
0,345
0,238
G
M
I
G
I
I
L
I
L
L
I
L
L
G
I
M
I
G
G
G
G
G
G
M
I
I
G
Escasa
Alta
Media
Escasa
Media
Media
Buena
Media
Buena
Buena
Media
Buena
Buena
Escasa
Media
Alta
Media
Escasa
Escasa
Escasa
Escasa
Escasa
Escasa
Alta
Media
Media
Escasa
Capítulo 3: Condición ecológica de ríos en la cuenca andina Capaz
obtuvo una bajo puntaje (15) del QBR con una
situación similar en cuanto a la canalización del cauce
del río y eliminación de la cubierta de ribera en un
tramo importante del río. Se obtuvieron valores
máximos (100 puntos) en el QBR en los tres pisos
altitudinales, pero la mayoría en el mes de abril 2013,
mientras que el piso Montano Alto registró intervalos
más altos del QBR, con un puntaje mínimo de 60 y
valores máximos de 100 puntos. El análisis de
regresión múltiple indicó que de seis variables
independientes seleccionadas solo la conductividad
predijo mejor las variaciones en el índice IHF (R2adj
= 0,255; F(3, 23) = 3,9721, p < 0,02035). De manera
similar, la cobertura porcentual de pastizales (R2adj =
0,162; F(2, 24) = 3,518; p < 0,0457) predijo mejor las
variaciones del índice QBR.
funcionar como filtros naturales capaces de disminuir el ingreso de sedimentos y nutrientes al
ecosistema fluvial (Allan y Castillo 2007). Estos resultados concuerdan con lo encontrado por Segnini y
Chacón (2005, 2017) para corrientes que drenan la
cuenca del Río Chama en el estado Mérida.
La dinámica de la materia orgánica está vinculada
a procesos físicos, químicos y biológicos que tienen
lugar en el ecosistema fluvial. Es por ello que
cualquier alteración de la dinámica de este componente (entradas, descomposición y transporte) ha
sido vinculada con los efectos del uso del suelo, la
contaminación, el cambio climático o la regulación
de los caudales (Elosegi y Pozo 2016). En la cuenca
del Río Capaz se presenta una dinámica altamente
variable del almacenamiento y transporte de la materia orgánica. Las variaciones se producen tanto
espacial como temporalmente, permitiendo pocas
generalizaciones y dificultando la elaboración de un
patrón general claro. Múltiples factores parecen estar
interactuando a una escala espacial de tramos o
segmentos individuales, mientras que las variaciones
que se producen a una escala mayor se complica
debido al gradiente altitudinal, a la intervención
antrópica y al carácter interconectado y jerárquico de
la red fluvial. Un factor que debe tener una gran
influencia en las entradas de materia orgánica es la
eliminación de la vegetación de ribera y su conversión a pastizales. Esto no solo modifica la cantidad
sino también la calidad del material orgánico que
ingresa al ecosistema acuático. Con consecuencias
importantes para la biota y el funcionamiento del
ecosistema como un todo.
En términos de abundancia, la clase Insecta
dominó la fauna de macroinvertebrados en la cuenca
del Río Capaz. La composición de los órdenes más
abundantes de insectos para la cuenca del Río Capaz
siguió el orden Diptera > Trichoptera > Ephemeroptera. Estos tres órdenes aparecen comúnmente
como los mayores representantes en la composición
de macroinvertebrados de los ríos tropicales (Jacobsen et al. 2008). Sin embargo, como estos mismos
autores han reseñado, existe una alta variación entre
ríos y regiones con respecto a la composición de
órdenes que dominan los ensambles de macroinvertebrados. Esta variación en los grupos
dominantes es el resultado de condiciones ambientales, geológicas, geomorfológicas y climáticas de los
ríos tropicales. La composición y el orden de
abundancia de estos órdenes varían dependiendo del
piso altitudinal y de las condiciones ambientales de
cada curso de agua. Cressa (2000) también encontró
variaciones en los órdenes dominantes de insectos
acuáticos en varios ríos de Venezuela. Aquí, la domi-
5. CONSIDERACIONES FINALES
5.1. Caracterización físico-química: La interacción entre el gradiente alto-térmico, la heterogeneidad en la composición litológica, hidrológica y
geomorfológica, los cambios en las unidades ecológicas de vegetación y diferentes grados de intervención antrópica parecen dirigir las condiciones físicas
y químicas de las distintas corrientes que irrigan la
cuenca del Río Capaz. El patrón comúnmente
encontrado de iones disueltos en las aguas corrientes
montañosas se presenta con un aumento de la
mineralización de las aguas desde las zonas altas a las
zonas bajas (Allan y Castillo 2007, Jacobsen 2008).
Este patrón no fue observado en este estudio. Los
valores de conductividad del agua evidencian una
mayor mineralización de las corrientes en el piso
Montano Bajo y no en el Piedemonte como era de
esperarse. Esto puede obedecer a dos factores
fundamentales: a) una mayor introducción de elementos químicos debido al uso del suelo para las
actividades agropecuarias y urbanas y b) una predominancia de suelos calcáreos sedimentarios en esta
región de la cuenca que ha sido reportado por
Gutiérrez (1983).
Los resultados sugieren que la actividad ganadera
en el piso Montano Bajo promueve un incremento
de la mineralización de las aguas de los ríos. Lo
anterior es adicionalmente sustentado por un
incremento de los iones sulfatos, nitratos, fosfatos,
calcio y potasio en este piso altitudinal (ver Tabla 1).
Adicionalmente, en el piso Montano Bajo también se
evidenció la presencia de una mayor concentración
urbana lo que, aunado al uso agropecuario, provoca
un incremento de la entrada de sedimentos y
sustancias químicas a las aguas (Allan et al. 1997). El
uso agropecuario de los suelos ocasiona una pérdida
importante de la vegetación de ribera que podría
63
RINCÓN, MEJÍA y PRIETO
Tabla 4. Valores de los índices de hábitat fluvial (IHF) y cubierta de ribera (QBR) obtenidos en los muestreos de
diciembre 2012 y abril 2013. Se muestran los puntajes obtenidos para cada tributario en cada piso altitudinal. PA: Piso
Altitudinal; (-) indica que no se evaluó la localidad.
Piedemonte
Montano Bajo
Montano Alto
PA
Altitud
(m)
Tributario
IHF
QBR
Dic_2012
Abr_2013
Dic_2012
Abr_2013
Río Gavilanes
Caño Carbón
Caño Moro 2
Rio Tigre
Caño Moro 1
Qda. Pozo Azul
Río Limones
Qda. Perdido
Río Perdido
Caño Guayabo
Qda. Diablo
Río Quebradon
Qda. Azul
Las Adjuntas1
Las Adjuntas 2
Qda. Anacaos
Qda La Azulita
Qda. Zerpa
Qda. Los Pinos
Qda. Pte Diablo
Río Macho
Río Blanco
Río Capaz
Río Ron
La Carbonera
Qda. San Eusebio 2
48
59
60
76
58
62
76
75
57
62
48
55
92
82
58
82
71
62
67
73
70
48
72
67
86
65
74
74
74
86
80
88
45
61
49
61
92
81
76
66
75
91
82
81
88
63
90
15
80
60
100
55
70
100
95
10
65
5
95
100
95
60
75
70
65
60
70
100
15
85
65
85
75
95
100
45
100
60
100
50
60
0
60
100
100
100
85
90
100
70
65
100
50
100
2285 Qda. San Eusebio 1
80
93
100
100
54
80
84
118
157
160
260
304
357
708
1078
1265
1334
1364
1375
1398
1627
1680
1931
1939
1972
1994
2054
2070
2087
2256
nancia de los órdenes Efemeroptera, Tricoptera y
Diptera mostró variaciones temporales y espaciales al
considerar los tributarios por separado o agrupados
en los pisos altitudinales, por lo que es probable que
las condiciones ambientales locales impongan filtros
ecológicos para ciertas taxa (Allan y Castillo 2007).
En el piso Montano Alto el orden detectado fue
Diptera > Tricoptera > Efemeroptera, mientras que
este orden cambió en el piso Montano Bajo a
Tricóptera > Diptera > Efemeróptera, y nuevamente cambió en el Piedemonte a Efemeróptera >
Tricóptera > Díptera. En este caso, las condiciones
ambientales impuestas por la altitud promueven
cambios en la composición de organismos aten-
diendo a las tolerancias ecológicas de los taxa
individualmente. Es así que cualquier generalización
en relación a los patrones de composición de los
grupos taxonómicos de las macroinvertebrados se
dificulta debido a la extraordinaria variabilidad de las
condiciones de los ríos tropicales. La abundancia de
los macroinvertebrados en los distintos tributarios
estudiados en la cuenca del Río Capaz también fue
muy variable. Los mayores valores no fueron restringidos a un solo piso altitudinal, sino que por el
contrario fueron repartidos entre estos. En general,
los valores de las densidades de invertebrados pueden ser considerados bajos (40-400 ind/m2) si se
comparan con corrientes de las zonas templadas. Sin
64
Capítulo 3: Condición ecológica de ríos en la cuenca andina Capaz
embargo, estos valores se encuentran dentro de los
reportados para otros ríos tropicales de Suramérica
(Cressa 2000, Studholme 2014, Graça et al. 2015).
Estas bajas abundancias pueden obedecer a condiciones ambientales adversas e impredecibles (por
ejemplo, aumentos o disminuciones drásticas del
flujo de agua), mala calidad del hábitat fluvial o
cobertura de ribera por efectos antrópicos o escasos
recursos energéticos.
Los análisis multivariados mostraron la influencia
del factor altitudinal en la composición de los ensambles de macroinvertebrados en la cuenca del Río
Capaz. La composición de macroinvertebrados en el
piso altitudinal Montano Alto difirió claramente del
Montano Bajo y Piedemonte. Las diferencias entre
estos dos últimos no resultaron tan notorias, por lo
que se infiere que la mayoría de los taxa que
componen estas comunidades presentan adaptaciones que les permiten una mayor distribución en el
espectro altitudinal desde el piedemonte hasta el piso
Montano Bajo. Este resultado coincide con lo
reportado por Jacobsen (2004).
Las curvas de acumulación de taxa (número de
familias) indican varios aspectos a resaltar. En primer
término, que las curvas no alcanzan la asíntota, lo que
sugiere que una mayor intensidad de muestreo
posibilita la obtención de un mayor número de
familias, géneros y especies como predice el estimador Chao-1. Al realizar las curvas de acumulación de
taxa con una resolución taxonómica a nivel de
familia, obtenemos una mayor probabilidad de
acierto en la identificación taxonómica; sin embargo,
incrementa la incertidumbre en cuanto a la riqueza de
taxa para resoluciones taxonómicas mayores (géneros o especies). En segundo lugar, se observa el
efecto que ejerce el gradiente altitudinal sobre los
diferentes componentes de la diversidad (riqueza y
equidad). De acuerdo a los resultados, el Piso
Montano Bajo presenta los mayores valores de
riqueza y de los índices de Shannon, Inverso de
Simpson y Fisher. Los patrones de diversidad con la
altitud han mostrado ser muy variables entre los
diferentes estudios publicados para las regiones
tropicales (Jacobsen 2008). No obstante, estos
cambios altitudinales de la riqueza pueden variar de
acuerdo al nivel de resolución taxonómica del
estudio. Aunque algunas familias puedan tener una
amplia distribución en el gradiente altitudinal, muy
probablemente los requerimientos de géneros y
especies muestren una distribución más estrecha en
este gradiente. Se ha reportado un patrón de riqueza
de familias de invertebrados en ríos de montaña en el
Ecuador que está inversamente relacionado con la
altitud (Jacobsen 2004). Nuestro estudio no con-
cuerda con este patrón probablemente debido al
efecto de intervención antrópica local sobre el
hábitat fluvial y sobre la cobertura de ribera.
Al evaluar la condición biológica mediante la
aplicación de los índices unimétricos BMWP-Chama
e IBF se observó que la mayoría de las localidades
estudiadas en los pisos Montano Alto y Montano
Bajo presentaron una intervención grave y calidad
escasa. Contrario a lo esperado, la calidad de gran
parte de las localidades del piso del Piedemonte
presentó intervenciones moderadas a mínimas y
mejores condiciones biológicas. Es importante
subrayar que ambos índices bióticos integran los
conceptos de saprobidad y el de diversidad pero
tomando en cuenta la composición y adaptabilidad
de los taxa, los cuales son consideradas al determinar
la tolerancia de los diferentes grupos de organismos
a los factores de perturbación. La presencia, o
ausencia, de un taxón y/o su abundancia se pondera
de acuerdo a la sensibilidad que presenta al factor de
perturbación que se quiera valorar. El índice de
Hilsenhoff (IBF) difiere del BMWP debido a que
utiliza un promedio ponderado entre la abundancia
del taxón y su valor de tolerancia. El índice BMWP
ha probado ser más efectivo para la evaluación de
ríos contaminados con materia orgánica dado que los
puntajes de los valores de tolerancia de los taxa han
sido desarrollados frente a esta fuente de contaminación. Tanto el BMWP como el IBF fueron
inicialmente desarrollados para la evaluación de polución orgánica en los ríos (Johnson et al. 1993),
aunque actualmente su uso se ha expandido para
incluir otros tipos de contaminantes. Estos resultados de evaluación de la calidad ecológica deben ser
examinados con cautela debido a que los valores de
tolerancia de los taxa utilizados en el desarrollo de los
índices fueron adaptados de la experiencia de otros
autores, mientras que los organismos que habitan en
la cuenca del Río Capaz, por tener un contexto
evolutivo y ecológico distinto, podría arrojar valores
de tolerancia diferentes a los utilizados. Otros
aspectos que pueden influenciar el desempeño de los
índices tienen que ver con la eficiencia del muestreo
en recolectar una buena representación de la
comunidad bentónica y con el uso de tolerancias
frente a contaminantes orgánicos, mientras que al
parecer el proceso de eutrofización y alteración de
hábitats puede tener mayor importancia a las entradas orgánicas o tener un efecto multifactorial.
El tipo de uso y cobertura de la tierra que
predominó en los pisos Montano Alto y Montano
Bajo difirió en relación al de Piedemonte. En las
zonas Montana Alta y Montana Baja predominan las
actividades ganaderas, por lo que una superficie
65
RINCÓN, MEJÍA y PRIETO
importante de la cobertura de bosques originales ha
sido convertida en pastizales, alterando seriamente el
hábitat fluvial y la cobertura del bosque de ribera. En
el Piedemonte predomina la actividad agrícola (en su
mayoría cultivos de cacao), por lo que la disminución
de la cobertura vegetal ha sido menor y ha tenido un
menor impacto sobre los bosques de ribera y la
calidad del hábitat lótico. Estos resultados son
soportados por los indicadores del hábitat fluvial
(IHF) y cobertura del bosque de ribera (QBR) cuyo
uso ha sido satisfactorio, lo que concuerda con su
aplicación en otras regiones del país (García et al.
2016). Las variaciones de estos índices se relacionan
negativamente con el porcentaje de pastizales de la
cuenca. De igual forma, el análisis espacial del uso y
cobertura de la tierra coinciden con estos resultados
e indican un menor porcentaje de bosques y una
mayor porcentaje de área intervenida en la zona
Montana Baja. La presencia del principal centro
poblado del municipio (La Azulita) y la extensa red
de carreteras ubicadas en la zona media de la cuenca
(1.000 msnm) denotan la presión antrópica sobre las
áreas de vegetación natural y su transformación a
zonas productivas, tanto en forma de cultivos como
de pastizales. Probablemente la presencia de este
centro urbano en este piso altitudinal promueve una
mayor actividad ganadera y un mayor impacto sobre
los bosques de ribera afectando la calidad del hábitat
fluvial y por tanto la calidad biológica de estos
ecosistemas andinos.
De acuerdo a los resultados de este estudio el
estado de conservación de la red hidrográfica de la
cuenca del Río Capaz se presenta como un mosaico
con áreas de elevada, moderada y baja intervención y
degradación. Las actividades ganaderas han promovido gran parte de esta intervención, transformando
la cobertura de vegetación natural en pastizales,
alterando seriamente el hábitat fluvial y la integridad
ecológica particularmente en zonas de elevaciones
intermedias y altas. Es reconocido que la agricultura
y ganadería son los sistemas de producción predominantes en la región (Aldana y Bosque 2008,
Rodríguez et al. 2009). Las zonas del Piedemonte,
aunque localmente han producido una gran degradación de algunos tributarios, en general los tributarios
muestran mejor estado de conservación de la
vegetación de ribera y del hábitat fluvial. En esta zona
el crecimiento urbano, las actividades agrícolas y la
densidad de las vías de comunicación constituyen
una amenaza importante para las redes fluviales. La
extracción de agua directamente de los ríos y la
construcción de diques para el mismo fin, constituyen una amenaza importante para la conservación del
flujo de agua en las tres zonas altitudinales estu-
diadas. En la zona Montana Baja esta situación
provoca el cese del flujo de algunas quebradas
durante el periodo de sequía, lo que a mediano plazo
puede conducir a una seria limitación de este recurso
para las poblaciones que habitan en la zona. Recientemente se ha reportado que pequeñas modificaciones al régimen histórico natural del flujo de la
corriente tiene importantes consecuencias para la
estructura y composición de la red de plantas ribereñas que están adaptadas evolutivamente a los
cambios naturales del flujo (Tonkin et al. 2017).
Unido a lo anterior, el cambio climático y la eliminación de la cubierta vegetal hacen particularmente
vulnerable este recurso.
Los resultados del estudio en la cuenca del Río
Capaz pueden ser tomados conservadoramente
como representativos de los ríos del sur del Lago de
Maracaibo (Eje Panamericano); es decir, las variadas
corrientes que provienen de la vertiente norte de la
cordillera de los Andes (Sierra de La Culata) y
desembocan en la cubeta lacustre. Entre estos se
puede mencionar los ríos Río Mucujepe, Río Perdido, Guachizón, Río Frío, Chimomó, Tucaní, Aguas
Calientes, San Pedro, Torondoy, Chirurí y Pocó,
entre otros. Estos cursos de agua, si bien pueden
presentar características relativamente distintas, pueden ser bastantes similares en cuanto a sus orígenes,
gradiente climático, unidades ecológicas, y comparten una historia de uso de suelos e intervención
antrópica similares. Por lo que las consideraciones
realizadas sobre las amenazas, manejo y conservación
de la cuenca del Río Capaz pueden ser extrapoladas
a estas cuencas.
Como síntesis se señalan entre las primeras causas
de degradación de los ríos y la biota acuática de esta
región las siguientes: a) transformación de la vegetación de ribera natural en pastizales debido a la
extensión de la actividad ganadera sobre todo en los
pisos montano bajo y montano alto, b) extracción de
agua de los cauces naturales lo que conlleva alteraciones en el comportamiento hidrológico de los ríos
y quebradas, c) descargas de aguas residuales de usos
urbanos y agropecuarios a los cursos de agua alterando su calidad, d) deforestación a nivel de las
subcuencas y cuencas lo que afecta los procesos
hidrológicos que traen como consecuencias secado
de los cauces durante las épocas de extrema sequía y
aumentos drásticos de los caudales durante los
períodos de lluvia implicando riesgos de inundación
en las zonas bajas, e) canalización, remoción y
extracción de materiales pétreos del lecho fluvial,
alterando seriamente la granulometría, la carga
hidráulica y los procesos geomorfológicos de los ríos
y quebradas.
66
Capítulo 3: Condición ecológica de ríos en la cuenca andina Capaz
El control de las actividades ganaderas y agrícolas,
así como la puesta en marcha de programas de
reforestación de las cuencas y de los corredores
ribereños son medidas necesarias de implementar
para mejorar la conservación y el aprovechamiento
sustentable de los recursos hídricos de esta región. La
cobertura vegetal natural es un elemento de suma
importancia a considerar en el manejo hidrológico de
las cuencas. La regulación hidrológica de las corrientes de agua depende en gran medida del
mantenimiento de los bosques en sus cuencas. Su
eliminación y conversión en pastizales ha puesto en
riesgo la calidad y cantidad del recurso para las
poblaciones humanas y constituye una amenaza
durante los períodos de lluvias al incrementar de
manera inusual los caudales de los ríos. Por otro lado,
prolongadas sequías y los efectos de los eventos
climáticos globales, como El Niño, provocan una
disminución y escasez de este recurso, tanto para el
mantenimiento de la función ecológica de los
ecosistemas fluviales como para el suministro a las
poblaciones humanas que lo demandan.
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Agradecimientos
El presente estudio formó parte de un proyecto PEI2011001266 financiado por el Ministerio de Ciencia,
Tecnología e Innovación de Venezuela. Agradecemos las facilidades de transporte aportado por la
División de Investigación de la Facultad Experimental de Ciencias de la Universidad del Zulia,
asimismo agradecemos el desempeño en las labores
de campo y laboratorio a Patricia Ortega, Paola
Ortega, María Leal y Luis Sibira.
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69
Capítulo 4
Ríos en riesgo al Mar Caribe
y al Golfo de Venezuela
Douglas RODRÍGUEZ-OLARTE1,4, Críspulo J. MARRERO2,4
y Donald C. TAPHORN3
1. Colección Regional de Peces. Museo de Ciencias Naturales. Decanato de Agronomía. Universidad
Centroccidental Lisandro Alvarado, UCLA. Barquisimeto, estado Lara, Venezuela.
douglasrodriguez@ucla.edu.ve
2. Museo de Ciencias Naturales Guanare. Universidad Nacional Experimental de los
Llanos Occidentales Ezequiel Zamora, UNELLEZ. Guanare, estado Portuguesa, Venezuela.
krispulom@gmail.com
3. 1822 North Charles Street, Belleville, Illinois, 62221, USA.
taphorn@gmail.com
4. Red Iberoamericana para la formulación y aplicación de protocolos de evaluación
del estado ecológico, manejo y restauración de ríos (IBEPECOR)
Los ríos en las vertientes al Golfo de Venezuela y al Mar Caribe Occidental y Central del país
(~60.000 km2) drenan tierras con una enorme población humana, que se emplaza y crece en sus
riberas, depauperando sus recursos hidrobiológicos. Para inferir sobre el estado de 65 ríos se valoró
su geografía, clima, vegetación, aguas, biotas, coberturas boscosas y estado de conservación, este
último mediante un índice de cobertura natural modificado. Según los registros, estas vertientes
generaban unos 239 m3/s de aguas dulces, con un poco más del 50% aportados por los ríos Tocuyo
y Tuy; pero se estima que estos caudales han disminuido. Alrededor de un tercio de los ríos tienen
34 embalses mayores, canalizaciones y/o desvío de sus cauces, mientras en casi todos se vierten
efluentes urbanos. El endemismo de la ictiofauna es importante (32% en 102 especies) pero
restringido y muchas especies están amenazadas, así como otros vertebrados acuáticos. Las áreas
protegidas tienen efecto positivo pero limitado para la conservación estricta de los ríos. De la
población total (7.217.558 personas) el 65% se registra en dos cuencas. Los principales impactos
sobre los ríos son 1) contaminación por efluentes antropogénicos en su mayoría no tratados
adecuadamente, 2) extracción de agua de los cauces, 3) deforestación de cuencas altas y bosques
ribereños, 4) transformación del hábitat fluvial y 4) minería no metálica. De usual, la pérdida de
coberturas naturales se asocia con las perturbaciones anteriores: más de 75% de las cuencas tiene
cobertura pobre o muy pobre y menos del 1% tiene una cobertura elevada. Estas vertientes
contienen los ríos más contaminados de Venezuela pero también con una diversidad biológica
importante. Es de prioridad la restauración y conservación de los ríos y se prevé que en el corto
plazo se apliquen protocolos adaptados para el biomonitoreo, restauración y conservación de los
ríos costeros.
Palabras Clave: Ríos en riesgo de Venezuela, Mar Caribe, recursos hidrobiológicos, cuencas
hidrográficas, ecosistemas fluviales
© D. Rodríguez-Olarte (ed.), Ríos en Riesgo de Venezuela. Volumen II, 2018
Colección Recursos Hidrobiológicos de Venezuela
ISBN Obra completa: 978-980-12-9274-6
RODRÍGUEZ-OLARTE, MARRERO y TAPHORN
1. INTRODUCCIÓN
Venezuela es el país con mayor extensión continental
costera en el Mar Caribe y le aporta un volumen
importante de agua dulce a través de unas 130
desembocaduras de ríos y lagos. Estos drenajes
costeros acumulan un caudal de 1.687 m3/s (MINAMB 2010), representando un poco menos del 5%
del caudal promedio del Orinoco, pero una importancia fundamental para la región caribeña del país,
pues millones de personas, emporios industriales y
agrícolas subsisten gracias a los mismos y a sus recursos hidrobiológicos, económicos y culturales. Estos
ríos varían en gran medida a lo largo de la geografía
costera, pues su tipo y distribución, así como sus
aguas, biotas y gentes, son respuesta a una notable
variedad de paisajes y ecosistemas.
La vertiente Caribe de Venezuela abarca desde la
Península de la Guajira (Laguna de Cocinetas) hasta la
Península de Paria (Promontorio de Paria) y, de
manera general, por el occidente incluye drenajes de
la Península de la Guajira y el flanco interno y norte
de la Cordillera de los Andes de Venezuela, expresados por varias sierras (Mérida, Culata, Portuguesa),
le siguen el Sistema Coriano y la Cordillera de la Costa,
esta última es dividida (Cordillera del Interior) e
interrumpida al oriente, donde reaparece y conforma
sendas penínsulas. La historia de la vertiente Caribe
de Venezuela se asocia con la relación de un río
ancestral y la tectónica de las cordilleras al norte de
Suramérica. Un río ancestral (llamado aquí protoOrinoco) desembocaba en lo que hoy son los drenajes
costeros del noroccidente de Venezuela (MaracaiboFalcón) y gracias a la orogénesis andina su curso sería
desviado progresivamente al este geográfico, hasta su
actual ubicación bordeando el Macizo Guayanés
(Rodríguez-Olarte et al. 2009). A partir de una nueva
divisoria de aguas se conformarían las cuencas pericontinentales del país, algunas con drenajes andinos
(Maracaibo, Tocuyo), otras asociadas con orografías
costeras (Aroa, Tuy) o con los llanos orientales
(Unare), por ejemplo. La denudación en unión con
climas variados, desde muy húmedos (sur de
Maracaibo, Barlovento) hasta muy secos (Paraguaná,
Araya), permitiría a los ríos locales modelar planicies
en las depresiones y conos explayados en las taludes
profundos del mar. De igual manera, la flora y fauna
en esos drenajes al mar mostraría rasgos distintivos
entre las grandes cuencas gracias al aislamiento
geográfico prolongado, pero también a los eventos de
transgresión y regresión marina y a los rigores del
clima (Rodríguez-Olarte et al. 2011a).
La mayoría de los ríos al Mar Caribe drenan
cuencas bajo fuertes impactos que tienen por lo
regular varios siglos de recurrencia y magnificación
progresiva. A los ríos costeros ingresan las aguas
residuales de grandes ciudades y centros industriales y
agrícolas (Zinck 1977, Rodríguez-Olarte et al. 2015a)
y a esto se suma la deforestación extensiva en toda la
región (Madi et al. 2011), lo que ha disminuido el
potencial de los ríos como fuente de servicios ecosistémicos, eso sin considerar su extraordinario ecológico valor como ecosistema y el de su diversidad
biológica asociada.
En este siglo se han incrementado en gran medida
las evaluaciones ambientales en los ríos costeros del
país, principalmente en los drenajes occidentales y
centrales al Mar Caribe. En la mayoría de los casos no
se han aplicado protocolos estandarizados para el
monitoreo de los ríos y/o para determinar los estados
de conservación. Así, para los ríos al Mar Caribe es
usual que los reportes tengan énfasis sobre las variables de las aguas para estimar su calidad con fines de
consumo humano y, eventualmente, agrícola; de resto
existe una notable vacío de información sobre el
estado de conservación los ríos (ej. tipo y conformación del sustratos, comunidades biológicas) y sus
riberas (ej. coberturas de bosques ribereños, erosión
de taludes).
El estado de conservación es conocido solamente
para algunos ríos en la región centro occidental (ej.
Aroa, Tocuyo; Rodríguez-Olarte et al. 2006, 2007),
pero también se han aplicado valoraciones generales
en escalas mayores en los drenajes al Mar Caribe:
Rodríguez-Olarte et al. (2015b) actualizaron datos e
información sobre los ríos en el occidente (Mitare,
Coro, Ricoa, Hueque, Tucurere, Tocuyo, Aroa,
Yaracuy y Urama), mientras que González-Oropeza
et al. (2015) y Lasso et al. (2015) lo hicieron para la
cuenca del Tuy y los pequeños drenajes del litoral
central del país, respectivamente.
No se dispone aún de la integración de la
información generada sobre los ríos del país, de
manera que puedan reconocerse clases o magnitudes
de conservación. Se entiende entonces que la reunión
de datos e información sobre las principales características de los ríos costeros de Venezuela puede servir
de base para inferir sobre su estado; más aún: puede
servir para crear y actualizar bases de datos con
utilidad para los previsibles estudios sobre la integridad de comunidades y ecosistemas, así como la
aplicación de programas de monitoreo en diferentes
escalas espaciales y temporales. En este capítulo se
presenta una caracterización de los principales ríos
que drenan las vertientes al Golfo de Venezuela, así
como al Mar Caribe occidental y central de Venezuela,
abarcando aspectos sobre su geografía, clima,
vegetación, fauna acuática, demografía, intervención y
estados de conservación.
72
Capítulo 4: Ríos en riesgo al Caribe y Golfo de Venezuela
Amparo) en la Península de Paraguaná hasta el río
2. MÉTODOS
Sanchón, en la vertiente occidental de la Fila Los
Se han agrupado las cuencas costeras (periconCajeros de la Cordillera de la Costa.
tinentales) en vertientes hidrográficas, acorde con sus
similitudes geográficas, climáticas y biológicas. De IV. Vertiente al Mar Caribe central. Desde el río
Aguas Calientes, en la vertiente oriental de la Fila
manera general, la vertiente Caribe de Venezuela se
Los Cajeros, hasta el río Uchire en la Fila Maestra
divide en cinco grupos de drenajes con características
de la Cordillera del Interior.
particulares (Figura 1):
I. Vertiente al Golfo de Venezuela. Incluye los ríos V. Vertiente al Mar Caribe oriental. Desde la Fila
Maestra de la Cordillera del Interior hasta el
que desembocan entre Castilletes (Península de la
extremo norte de la Península de Paria (promonGuajira) hasta el Cabo San Román (Península de
torio de Paria).
Paraguaná). Los drenajes en la costa occidental del
golfo (Ia) van desde la Laguna de Cocinetas hasta
Para las vertientes I, III y IV se recopilaron y
el caño Pararú (Sagua), al norte del pueblo de
actualizaron datos e información sobre 65 ríos consiParaguaipoa. Los drenajes en la costa oriental del
derando la geografía, superficies y drenajes, clima,
golfo (Ib) incluyen desde el río Matícora hasta la
vegetación y usos de la tierra, demografía y contamiquebrada Macama (Punta Macama), al este el Cabo
nación, entre otros. Se emplearon datos geoespaciales
San Román, en la Península de Paraguaná. En
(cartas, mapas, archivos de capas digitales e imágenes
medio de estos drenajes desemboca el Lago de
satelitales, entre otros) obtenidos principalmente de
Maracaibo.
las siguientes fuentes: 1) ediciones de los Sistemas
II. Cuenca del Lago de Maracaibo. Incluye a todos
ambientales venezolanos (proyecto VEN/79/001) y
los ríos que desembocan en el lago y en el Estrecho
de la Comisión de Plan Nacional de Aprovechade Maracaibo. El río Limón desemboca en el
miento de los Recursos Hidráulicos (COPLANARH),
estrecho y además conforma un humedal
2) capas digitalizadas y mapas topográficos del
(complejo lagunar Sinamaica-El Eneal) que se
Instituto Geográfico de Venezuela Simón Bolívar
extiende a largo de la costa. Igual ocurre con el río
(IGVSB) en sus portales sobre los sistemas de InforCocuiza, en la costa oriental del lago, donde
mación para la Gestión y Ordenación del Territorio
conforma el complejo lagunar de la ciénaga de Los
(SIGOT, http://www.igvsb.gob.ve/sigot.geoportalOlivitos.
sb.gob.ve) y para la Gestión Integral de las Aguas
III. Vertiente al Mar Caribe occidental. Desde el
(SIGIA, siga.geoportalsb.gob. ve), 3) datos del censo
Cabo San Román (quebradas Santa Cruz - El
Figura 1. Drenajes al Golfo de Venezuela y al Mar Caribe. Vertiente occidental (Ia) y oriental (Ib) al Golfo de
Venezuela y cuenca del Lago de Maracaibo (II). Vertientes al Caribe occidental (III), central (IV) y oriental (V). En
este trabajo se incluyen solo las vertientes I (Ia y Ib) y III.
73
RODRÍGUEZ-OLARTE, MARRERO y TAPHORN
c) Aguas: se consideraron los datos reportados y
propios sobre caudales y variables físico-químicas,
usualmente pH, conductividad, sólidos totales
disueltos, etc. Los registros sobre los caudales son
en la mayoría de los casos, poco accesibles y desactualizados, por lo que los valores utilizados no son
necesariamente representativos de las condiciones
actuales.
d) Fauna acuática, usos y amenazas: se resumen
los principales aspectos sobre la ictiofauna local.
Eventualmente se incluyen datos sobre otros grupos de vertebrados según su relevancia o situación
de amenaza. Se consideraron las versiones actualizadas de libros rojos (Rodríguez et al. 2015),
publicaciones, reportes regionales y datos de
colecciones biológicas. Además, se incluye información sobre usos típicos para las especies y
registros sobre especies introducidas.
e) Áreas protegidas: se identificaron, ubicaron y
cuantificaron las principales áreas protegidas:
parques nacionales, monumentos, naturales, zonas
protectoras, etc.
f) Usos de la tierra: se identificaron y ubicaron los
principales usos de la tierra (deforestación, agricultura) y su relación con los cursos fluviales
mediante imágenes satelitales y visitas de campo
eventuales.
g) Demografía: Se dispuso de registros del censo
nacional (2011) para estimar la población y su
densidad por cada cuenca hidrográfica. Se emplearon capas digitalizadas en la superposición de
municipios y parroquias por cada cuenca.
h) Alteración de cauces: Se revisaron mapas cartográficos e imágenes satelitales para revisar los
cauces en el área de estudio. Se cuantificaron los
cauces con intervenciones mayores (canalizaciones
y desvíos). Se ubicaron los embalses mayores por
cada cuenca, considerando sus superficies y
ubicación, mediante revisión bibliográfica, capas
digitalizadas e imágenes satelitales.
i) Estado de conservación: Los bosques, principalmente los bosques ribereños, amortiguan el
ingreso de sedimentos a los cauces, favorecen el
flujo hídrico y contribuyen con la diversificación
de los hábitats acuáticos y la diversidad biológica
asociada (Rodríguez-Olarte et al. 2006b). Esto
indica que las coberturas y usos de la tierra
predicen el estado de conservación de los ríos. Con
base en lo anterior y para valorar el estado de
conservación aparente de las cuencas y sus ríos se
exploraron y relacionaron imágenes satelitales, las
capas digitales de áreas protegidas de Venezuela
(sigot.geoportalsb.gob.ve), datos del Libro Rojo de
los Ecosistemas de Venezuela (Rodríguez et al.
nacional 2011 (Instituto Nacional de Estadística, INE;
www.ine.gov.ve), 4) la red virtual de datos ecológicos
geolocalizados (Ecosig; www.ecosig.org.ve; Rodríguez et al. 2014), 5) hydrobasins (www.hydrosheds.org; Lehner y Grill 2013), 6) Libro Rojo de la
Fauna venezolana (animalesamenazados.provita.org.
ve; Rodríguez et al. 2015), 7) Libro Rojo de los
Ecosistemas de Venezuela (www.provita.org.ve;
Rodríguez et al. 2010) y 8) mapa digital del relieve de
Venezuela (pubs.usgs.gov/of/ 2004/1322; Garrity et
al. 2010). De igual manera, se accedió a las bases de
datos de colecciones biológicas (Colección Regional
de Peces, CPUCLA; Museo de Ciencias Naturales
Guanare, MCNG).
Mediante un sistema de información geográfica
(QGIS 2.16.2) se reconocieron y delimitaron las
cuencas, sus áreas y ríos mediante las capas digitalizadas obtenidas en las fuentes indicadas. Mediante
un visualizador geográfico (Google Earth Pro, 2015)
se examinaron imágenes satelitales actualizadas sobre
los drenajes costeros de Venezuela, para reconocer,
delimitar y cuantificar aspectos geográficos y usos de
la tierra, principalmente las intervenciones asociadas
con los ríos: centros urbanos, industrias, canalizaciones y desvíos de cauces, embalses y minerías,
entre otras.
En las vertientes I, III y IV se evaluaron 65 ríos en
sentido oeste-este. Algunos ríos no fueron considerados por su cuenca muy pequeña (<15 km2),
corriente eventual o intermitente y/o por carencia de
información sobre los mismos. Los ríos mayores
fueron valorados individualmente (ej. Paraguachón,
Mitare, Tocuyo, Tuy) y los otros ríos menores se
agruparon según accidentes geográficos. La información ordenada sobre los ríos se presentó en varias
secciones.
a) El Paisaje, relieve e hidrografía: trata sobre la
ubicación de la red hidrográfica local en el ámbito
del paisaje y el relieve, considerando su relación
con las orografías, alturas y superficies. Las unidades y regiones del paisaje se tomaron de Huber y
Oliveira-Miranda (2010). Aquí se indican aspectos
sobre el tipo de drenaje, longitud, rumbo, tributarios y desembocadura. Los nombres empleados
(accidentes geográficos, hitos, ríos, ciénagas,
pueblos, etc.) son los correspondientes a los mapas
topográficos (escala 1:100.000) de la Dirección de
Cartografía Nacional del antiguo Ministerio de
Obras Públicas de Venezuela.
b) Clima y vegetación: se incluyen aspectos básicos
y registros -cuando disponibles- sobre la precipitación y temperaturas locales o regionales, así como
los principales tipos de vegetación en la cuenca, de
usual formaciones vegetales.
74
Capítulo 4: Ríos en riesgo al Caribe y Golfo de Venezuela
2010) y el mapa de grados de intervención (GDI)
de formaciones vegetales de Venezuela; en este
último se asigna un grado de conservación
expresado por un índice básico de coberturas y
clases de conservación (Madi et al. 2011). Aquí, los
estados se reconocieron en cuatro clases de conservación (CC). La clase 1 (CC1) fue de conservación buena, lo que equivale al predominio de
coberturas naturales en la superficie de la cuenca
(ej. cuencas pequeñas cubiertas por parques nacionales o monumentos naturales), clase 2 (CC2:
conservación regular), clase 3 (CC3: conservación
pobre) y clase 4 (CC4: conservación muy pobre);
esta última clase se caracteriza por la eliminación
de gran parte de la cobertura natural, usualmente
predominan áreas agropecuarias y urbanas. Para
complementar esta información se incluyeron
consideraciones generales de los ríos con base en
las secciones previas sobre el estado de conservación de los ríos y grupos de ríos.
especies leñosas tienen importancia como madera
para la construcción y leña. La vegetación está muy
intervenida en toda la cuenca y sólo persisten
sectores con bosques en la cuenca alta. En la zona
de montaña la deforestación es limitada a la
vertiente norte, mientras que en las planicies y por
encima de los 40 msnm predominan los potreros
para la ganadería extensiva y en menor cuantía las
áreas de cultivos, ambos sistemas de producción
extraen agua directamente de los cauces (Corpoguajira 2007). Los bosques ribereños tienen
coberturas amplias en las cabeceras y en las
planicies a mayor altura, pero en la cuenca baja son
escasos gracias a las perturbaciones humanas.
c) Aguas: Predominan los cauces con corrientes
intermitentes, principalmente en la cuenca baja.
Cuando el río Carraipía ingresa a las planicies un
volumen importante de su caudal es desviado a un
acueducto que provee de agua potable a la ciudad
de Maicao (~100.000 habitantes). En la frontera el
río es intermitente y el caudal medio registrado es
de 0,8 m3/s (Tabla 1). En pocos meses el río se
seca (febrero y marzo) mientras que en diciembre
se registran los valores máximos, con 2,7 m3/s,
medidos en la frontera (Corpoguajira 2007). En
Paraguachón (frontera) el agua del río ha presentado concentraciones elevadas de coliformes y
elevada demanda bioquímica de oxígeno (Corpoguajira 2007) sugiriendo fuentes de contaminación
por aguas negras y residuos sólidos aguas arriba.
d) Fauna acuática, usos y amenazas: En los pocos
ríos que drenan al occidente del Golfo de
Venezuela (Guajira y río Limón) se han registrado
un poco más de 60 especies de peces, con el
predominio de las familias Loricariidae (11 especies), Characidae (nueve especies) y Rivulidae
(siete especies). La mayoría de estas especies son
endémicas para la provincia biogeográfica Maracaibo (Rodríguez-Olarte et al. 2011a). En la región
de la Guajira su distribución es consecuencia de la
intensidad más de los periodos de sequía que de
los periodos de lluvias. Varios de estas peces son
consideradas en situación de amenaza, como es el
caso del pez anual de la Guajira (Austrofundulus
guajira), que vive en pozos aislados en los desiertos
y es considerado como vulnerable (Taphorn y
Rodríguez-Olarte 2015a), y la rachovia de la
Guajira (Rachovia brevis), la cual si está en categoría
de peligro crítico (Taphorn y Rodríguez-Olarte
2015a, 2015b). Esta especie de pez anual es
simpátrica con Austrofundulus guajira y Rachovia
hummelincki, las cuales son -como la mayoría de los
Rivulidae dulceacuícolas locales- incluidas en las
listas rojas de Venezuela. Todas estas especies de
3. RESULTADOS
3.1. Vertiente al Golfo de Venezuela: Costa
Occidental (Ia)
3.1.1. Río Paraguachón (Carraipía-Paraguachón)
a) Paisaje, relieve e hidrografía: Unidades del
paisaje: Región A (subregión A.2 Continental
costera) y Región D (subregión D.1. Serranía de
Perijá). El río Paraguachón (Carraipía en Colombia) drena una pequeña cuenca que nace en la
Sierra de Montes de Oca (806 msnm), con 314 km2
de su territorio en Colombia (municipio Maicao,
departamento Guajira) y con 240 km2 en el
municipio Guajira del estado Zulia de Venezuela
(Figura 2, Tabla 1). El cauce principal tiene una
dirección inicial de sur a norte y luego, en las
planicies, cambia hacia el noreste. Aguas abajo de
la frontera el cauce se anastomosa y conforma la
Ciénaga de Irurpana; luego, los cauces se dirigen al
caño Guarúrtain para desembocar finalmente en el
Golfo de Venezuela. La cuenca tiene dos unidades
generales divididas por la Falla de Oca: la zona de
montaña baja con colinas al sur y las planicies
aluviales y fluvio-marinas, que abarcan la mayor
superficie en la cuenca. En las planicies el cauce
principal es excavado y con curso meándrico,
destacando la erosión de taludes en las zonas bajas.
b) Clima y vegetación: En la cuenca alta la
precipitación y temperatura promedio anual alcanza 1.154 mm (500 msnm) y cerca de los 25°C,
mientras que en las planicies es de 673 mm y cerca
de 28°C. Los bosques ralos predominan en la
cuenca baja y en las cercanías al mar predominan
los matorrales y el suelo desnudo. Casi todas las
75
RODRÍGUEZ-OLARTE, MARRERO y TAPHORN
Figura 2. Vertiente occidental (Ia) del Golfo de Venezuela y sus principales ríos y lagunas. Se muestran las principales
divisorias de aguas (líneas finas). Los centros poblados y designaciones geográficas están en cursiva. Las mayores
ciudades son Paraguaipoa, Paraguachón y Maicao (Colombia).
área protegida en la cuenca alta y la presencia de
bosques ribereños sugieren la conservación potencial del cauce y las aguas en algunos sectores.
f) Usos de la tierra: La erosión es muy activa en la
cuenca -salvo los cerros- y es asociada con la
expansión de la frontera agrícola; no obstante, la
revisión de imágenes histórica no indica cambios
importantes en la ya escasa cobertura vegetal en las
cuencas al norte (Cocinetas, Pololima). Más al sur
(Paraguachón, Pararú) la vegetación natural (bosques bajos y matorrales compactos) tienen una
deforestación importante en las planicies. En toda
esta vertiente predomina la ganadería caprina.
g) Demografía: el principal centro poblado en la
cuenca es Paraguachón y es limítrofe, pero con
mayor desarrollo en Colombia. En las divisoras al
sureste de la cuenca Paraguachón y existe un
cordón urbano (Guareo, Arepeta, Moina) que se
asocia con las carreteras principales y se extiende
hasta Paraguaipoa. Se estima que en la toda la vertiente occidental habitan unas 184.990 personas;
sin embargo, alrededor de 160.000 habitan en el
lado colombiano (Maicao), en la cuenca del río
peces anuales en la región están en situación de
riesgo, el cual se ha incrementado notablemente en
este siglo.
En la provincia Maracaibo el nivel de endemismo es muy elevado, por lo que frente a las
previsiones del cambio climático y la expansión de
la frontera agrícola y urbana se predice, por
ejemplo, una reducción importante de los hábitats
acuáticos y por consecuencia de las poblaciones de
peces, lo cual puede afectar su sobrevivencia en el
plazo mediano. En los ríos locales algunas especies
tienen tamaño moderado e interés en la pesca de
subsistencia (Prochilodus reticulatus, Schizodon corti,
Caquetaia kraussii, Geophagus steindachneri, Rhamdia
quelen, Hypostomus sp., Pimelodus coprophagus). Igualmente, tienen interés para el consumo las especies
asociadas a las desembocaduras, como Cathorops
spixii, Centropomus sp., Eugerres plumieri y Mugil
curema, por ejemplo.
e) Áreas protegidas: En las cabeceras (Colombia) la
reserva forestal protectora Montes de Oca ocupa
12.294 ha; de resto, no hay parques nacionales u
otras figuras de conservación importantes. Esta
76
Capítulo 4: Ríos en riesgo al Caribe y Golfo de Venezuela
Tabla 1. Principales ríos en las vertientes al Golfo de Venezuela (VGV este y oeste) y al Mar Caribe Occidental
(VCO). El origen y tratamiento de los datos es indicado en los métodos. En la Corriente se indica su tipo (T): eventual
(e), intermitente (i), permanente (p) y el caudal (m3/s). La Población humana es basada en el censo nacional de 2011.
En Perturbaciones están: Embalses en número (N°) y superficie del espejo de agua (ha), la canalización y desvío (CD)
de cauces principales (c) y tributarios (t), y los efluentes (E), que son urbanos (u) e industriales (i). La mayoría de los
ríos reciben efluentes agropecuarios. Las clases de conservación (CC) son: buena (1), regular (2), pobre (3) y muy
pobre (4). En los Ríos se indica: entre paréntesis para el número de áreas protegidas (parques nacionales y monumentos
naturales) en su cuenca; en (a) sólo la superficie dentro de Venezuela. En Población humana (b) incluye principalmente
la población de Colombia dentro de la cuenca de Maicao (b).
Ríos
Golfo de Venezuela oeste a
Polólima
Neima
Paraguachón
Pararú-Sagua
Otros
Cuenca
(km2)
Corriente
T
23
93
240
141
224
e
e
i
i
i
Golfo de Venezuela este
Matícora
Borojó
Capatárida
Zazárida
Urumaco
Mitare (1)
Paraguaná oeste (1)
Otros
2.713
526
608
925
447
4.597
1.760
3.391
Vertiente Caribe Occidental
Paraguaná este (1)
Coro (2)
Ricoa (1)
Hueque (1)
El Cristo
Tucurere
Tocuyo (4)
Aroa (1)
Yaracuy (2)
Urama
Morón
Sanchón (1)
Otros
930
689
813
4.217
131
684
17.722
2.463
2.481
590
147
102
697
(m3/s)
Población
humana
Perturbaciones
Embalses
CD
N°
ha
0,1
0,8
0,1
4.100
160.000 b
4.000
15.000
1.800
1
p
i
i
i
i
i
i
i
9,9
0,9
0,6
1,3
0,1
14,8
0,5
1,0
16.107
23.000
8.052
5.457
6.033
31.000
281.023
26.500
1
2.966
1
234
1
1
1.215
31,6
41
i
i
p
p
p
p
p
p
p
p
p
p
0,5
0,9
1,6
4,0
0,5
0,7
48,4
6,0
16,0
2,2
1,0
0,4
2,0
54.230
180.812
11.830
23.660
3.341
19.045
490.833
83.635
497.555
69.236
60.588
2
2
1
1
1
21,8
1.903
620
586
207
7
5.428
2
1
1
875
534
6,8
17.500
0,61
ct
2,2
790
c
c
ct
ct
ct
ct
c
c
E
CC
u
ui
ui
u
3
3
4
4
3
ui
u
u
ui
u
ui
ui
4
3
3
3
3
3
3
3
ui
ui
ui
ui
u
u
ui
ui
ui
ui
ui
u
4
3
4
3
4
4
4
3
4
4
2
1
3
(Figura 2). Luego de Paraguachón el cauce corre
paralelo a la frontera unos 6,6 km con dirección
nornordeste, desemboca en otro cauce (también
canalizado) con orientación sureste, cruza la frontera y retorna hasta la Ciénaga de Irurpana.
i) Estado de conservación: En las cuencas al norte
predominó la clase de conservación 3 (CC3). Ahí
la cobertura natural es dominada por el suelo
Neima (Tabla 1). La densidad de población entre
las cuencas tiene extremos importantes: al norte es
muy baja, menor a 10 ind/ km2, mientras que en la
cuencas binacionales de Neima y Pararú-Sagua es
de 99 y 106 ind/km2, respectivamente.
h) Alteración de cauces: el cauce del río ha sido
desviado y canalizado a partir del pueblo de Paraguachón y al margen de la frontera internacional
77
RODRÍGUEZ-OLARTE, MARRERO y TAPHORN
desnudo y la intervención humana es escasa. Al
sur, las cuencas son reconocidas como CC4; ahí la
cobertura natural en tierras medias es de bosque
ralos bajo severa intervención. El río Paraguachón
tiene importancia por su condición binacional, ya
que los eventos en su cuenca alta tienen efecto
sobre las áreas bajas en Venezuela.
La información disponible sugiere que este río
tiene comprometida su conservación porque: (a)
un volumen importante del agua del río es
dedicada para suplir las necesidades de los centros
poblados (principalmente Maicao, Carraipía y
Paraguachón) y áreas de producción agropecuaria,
(b) al río ingresan aguas servidas no tratadas y
residuos sólidos de varios centros urbanos, (c) la
canalización y desvío de cauces y (d) efectos del
cambio climático, lo cual es aplicable en todas las
cuencas costeras y áridas de Venezuela.
zamiento de la línea fronteriza. Al sur, el límite de los
drenajes orientales al golfo está en el caño PararúSagua, este nace en las planicies asociadas con la
ciénaga (laguna) de los Pájaros y desemboca cerca del
pueblo de Güichepe.
El complejo lagunar Sinamaica-El Eneal debe su
espejo de agua permanente gracias a su conexión con
el estuario del Río Limón en la Bahía de Urubá; ahí se
desprende el caño Paijana que, con dirección norte,
atraviesa la península de San Carlos y tiene su
desembocadura directamente en el Golfo de Venezuela; esta condición ha consolidado el nombre de Isla
de San Carlos para esa península. Este caño tuvo un
régimen permanente hasta mediados del siglo pasado
(Medina y Barboza 2006).
3.2. Vertiente al Golfo de Venezuela: Costa
Oriental (Ib)
3.2.1. Ríos Matícora, Borojó, Capatárida y
Zazárida
a) Paisaje, relieve e hidrografía: Unidades del paisaje: Región A (subregión A.2 Continental costera)
y Región C (subregión C.1. Sistema de colinas y
sierras bajas Lara-Falcón). El río Matícora (2713
km2, longitud 151 km) tiene sus nacientes en el
Cerro Madre de Agua (960 msnm) y con tributarios que se desprenden de las serranías Los
Cerrones, Las Copas y Lomo de Caballo). Más al
este, los ríos Borojó (1.135 msnm; 526 km2),
Catapárida (1.393 msnm; 608 km2) y Zazárida
(1.234 msnm; 925 km2; longitud 60 km) nacen en
las serranías cercanas de Las Copas, Avaria y Las
Palomas. Todas estas serranías están separadas del
macizo de la Sierra de San Luis por la depresión
central de Falcón (Figura 2, Tabla 1). En general,
estos ríos tienen orientación sur-norte, drenajes
dendríticos, caudales intermitentes (excepto Matícora en tiempos pretéritos) y grandes cargas de
sedimentos.
En las tierras bajas el relieve es de una llanura
costera con lomeríos ondulados, con alturas hasta
unos 150 msnm y pendientes usualmente bajas,
asociada con un cordón de piedemonte a lo largo
de montañas que raramente sobrepasan los 1.000
msnm (Matteucci et al. 1979), salvo las cabeceras
del río Matícora, por encima de los 1.800 msnm.
En toda la región existe un relieve muy heterogéneo. Los ríos tienen meandros estables en las
planicies, donde los cauces son muy excavados.
Algunos ríos pequeños y drenajes huérfanos se
derraman -cuando tienen caudal- en las planicies,
conformando ciénagas temporales; otros cauces se
han desarrollado en las planicies a pesar de un
recorrido muy corto.
3.1.2. Otros ríos en la costa occidental del Golfo
de Venezuela
Unidades del paisaje: Región A (subregión A.2 Continental costera). Al norte y contiguo al río CarraipíaParaguachón está el caño Neima o Kijotchom (1.603
km2; 93 km2 en Venezuela. Figura 2, Tabla 1), con
drenajes que se originan principalmente en las planicies. Las corrientes locales son de carácter eventual
o esporádico, pero este río tiene corrientes intermitentes atribuibles a los drenajes urbanos de la
ciudad de Maicao, a pesar que al norte de esta ciudad
existe una laguna de tratamiento de aguas servidas.
Se ha evidenciado que las aguas residuales se orientan a los cauces naturales que finalmente se dirigen al
caño Neima y de ahí al Golfo de Venezuela, lo que
debe tener un efecto negativo sobre los centros
poblados de la etnia Wayúu y sistemas de producción
agrícola, pero también perjudica a los ecosistemas
fluviales y marinos en general. Lo anterior coloca al
caño Neima en situación de riesgo y demuestra un
pasivo ambiental con prioridad de resolución. Más al
norte -donde el clima es más severo- está el caño
Polólima que nace en la Serranía de Simaraua y cubre
436 km2; de esta superficie unos 23 km2 corresponden
a Venezuela en su tramo final, donde desemboca en
la zona de Cojoro.
La Laguna de Cocinetas es el extremo limítrofe de
Venezuela con Colombia (Castilletes) y la misma es
contenida totalmente en el territorio venezolano, pero
no así desde su litoral este (Morro de las Calaveras
norte) hasta el litoral norte (Hoja 5.951 Castilletes,
Dirección de Cartografía Nacional, 1962). En esta
laguna desemboca el caño Parsua (373 km2. Figura 2)
que sugiere un aporte eventual de sedimentos a la
laguna pero importante porque implica el despla-
78
Capítulo 4: Ríos en riesgo al Caribe y Golfo de Venezuela
b) Clima y vegetación: En la franja costera de estos
ríos la precipitación se ubica entre 364 y 500 mm
anuales (periodo de sequía entre diciembre y
septiembre) y las temperaturas alrededor de los
29,4 °C. Al oeste y al sur, en el río Matícora, ya en
el piedemonte y montañas, los valores aumentan a
500 mm y 757 mm, respectivamente, pero al suroeste -igualmente en la cuenca alta del río
Matícora- los valores son mucho mayores, con
1.089 mm y 29,3 °C (Matteucci et al. 1979). En las
planicies la vegetación está conformada por pocas
especies leñosas y cardonales en manchones y
franjas, así como matorrales con coberturas ralas.
Una franja importante del litoral marino es
expuesta como suelo desnudo con muy pocas
plantas (vegetación seca y semidesértica); luego, en
las planicies la vegetación es escasa y de bajo porte.
Ya en tierras elevadas y montañas hay bosques
densos y deciduos en una matriz de conucos y
rastrojos (Matteucci et al. 1999). El uso histórico
de estas tierras es para la cría extensiva de cabras;
eventualmente, en algunas zonas con mayor
humedad se crían bovinos. En las zonas altas
existen parches agropecuarios en las laderas. Para
Oliveira-Miranda et al. (2010) los arbustales espinosos tienen grandes coberturas en esas cuencas
pero la cobertura ha demostrado una reducción
importante en el estado Falcón: de 10.071 km2 en
1988 a 8.422 km2 en 2010, sugiriendo su vulnerabilidad frente a las amenazas de extracción de
madera para leña o artesanía, desarrollos urbanos
e incendios de vegetación, entre otras.
c) Aguas: Hace décadas el río Matícora presentó un
caudal permanente cerca del pueblo de Mene de
Mauroa: 8,2 m3/s (COPLANARH 1969), pero el
resto de los ríos tienen caudales mucho menores y
de usual intermitentes. En la cuenca media del río
Zazárida se han registrado 1,3 m3/s (Tabla 1), pero
estos valores fueron publicados hace más de tres
décadas (MARNR 1983). El arrastre de sedimentos es notorio en todos estos ríos y estos
mantiene deltas pequeños en su desembocadura el
mar (Zazárida) gracias a la protección por el
Golfete de Coro. Son varios los pueblos y caseríos
asociados a los ríos (ej. Borojó, Dabajuro, Zazárida, Urumaco).
d) Fauna acuática, usos y amenazas: La fauna de
aguas dulces es empobrecida en los ríos del litoral
costero del estado Falcón. Pocas especies (invertebrados acuáticos y peces) sobreviven al clima
severo y la escasez regional de agua dulce. La
ictiofauna fluvial es relacionada con la provincia
zoogeográfica de Maracaibo (Rodríguez-Olarte et
al. 2009), predominando los peces tolerantes, de
tamaño pequeño y moderado, principalmente de la
familia Characidae, como Astyanax viejita, Creagrutus hildebrandi, Gephyrocharax melanocheir o Hyphessobrycon sovichthys. Algunos especies tienen
historias de vida adaptadas al clima, como los
peces anuales (Austrofundulus limnaeus, Rachovia hummelincki), que habitan los pozos aislados y temporales en las planicies. Pocas especies de agua dulce
tiene importancia en la pesca de subsistencia: picos
de frasco Caquetaia kraussii (Cichlidae) y bagres
Pimelodus navarroi (Pimelodidae). En el embalse
Matícora se ha introducido el pavón (Cichla). Es
previsible que la cachama (Colossoma macropomum)
sea criada en lagunas; además, la acuicultura
(camaronicultura y piscicultura) es promoción
intensa por parte de las dependencias gubernamentales. Las sequías prolongadas en medio de
una situación de demanda elevada por el agua
sugieren que las poblaciones remanentes de las
faunas fluviales locales están en situación de
riesgo, principalmente en las planicies.
e) Áreas protegidas: Destaca la zona protectora y
de reserva hidráulica del Río Pedregal (195.900 ha.
1976) que abarca los ríos Tubere y Pedregal. No
existen parques nacionales ni monumentos naturales en estas cuencas.
f) Usos de la tierra: La agricultura está común,
principalmente en las tierras elevadas (ausente en
las planicies bajas cercanas al mar); siendo usual
que se desarrolle al margen de cauces y embalses,
así como a costa de las formaciones boscosas. La
deforestación es extensa pero dispersa, observándose parches boscosos en varias serranías. En
estas cuencas la baja densidad poblacional en
combinación con el clima agreste ha promovido a
la cría extensiva de ganado caprino como el
principal sistema de producción. En las planicies
elevadas y piedemontes de estos ríos existen por lo
menos alrededor de 200 lagunas artificiales. Caso
de interés son las lagunas para la acuicultura: para
el siglo pasado entre las desembocaduras al mar del
río Matícora y la quebrada La Enramada la superficie de las lagunas construidas para la acuicultura
era de unas 550 ha y en los primeros años del siglo
XX se añadieron 120 ha. Actualmente esta superficie se ha cuadruplicado, con por lo menos unas
2.727 ha. Con crecimiento similar están las lagunas
en las desembocaduras del río Cauca (74 ha) y en
las puntas de Maragüey (231 ha) y Caimán (254
ha), ambas asociadas a los ríos Arajó y Mitare,
respectivamente. La expansión de la acuicultura es
evento común para varios estuarios a lo largo de la
vertiente Caribe de Venezuela, principalmente en
las costas de los estados Anzoátegui y Falcón,
79
RODRÍGUEZ-OLARTE, MARRERO y TAPHORN
donde la pérdida de manglares es importante. Se
desconoce el efecto de los efluentes de estas
lagunas sobre el medio natural.
g) Demografía: Cerca de 60.000 personas habitan
los pueblos de las planicies elevadas y piedemontes, principalmente Mene de Mauroa, Dabajuro y
Urumaco, pero un número importante de caseríos
se reparten a lo largo de todas las cuencas. La
densidad de población es baja para estas cuencas,
con promedio de 16 ind/km2 (máxima en Borojó:
44 ind/km2).
h) Alteración de cauces: Sobre el río Matícora
existe un embalse que para su creación en 1978
tenía 2.966 ha de espejo de agua. Las imágenes
satelitales demuestran que la superficie del embalse
ha disminuido a 1737 ha en el año 2012 y 1.046 ha
en el año 2016; esta última variación indica una
merma del 65% del área original. Desde el embalse
parte un acueducto hacia la Península de Paraguaná, pero nunca ha funcionado debido a
sedimentación. En el tributario Agua Viva (Capatárida) se construyó un embalse de 234 ha en 1978.
No se disponen evidencias sobre el tratamiento
adecuado de los residuos y efluentes urbanos y
agropecuarios antes de ser vertidos en el ambiente.
i) Estado de conservación: En las planicies bajas y
desembocaduras de estas cuencas predomina el
suelo desnudo de manera natural, pero en las
zonas medias, piedemontes y montañas la intervención es importante, por lo que se consideran
CC3 (Tabla 1). En la cuenca del río Matícora (CC4)
la intervención es más extendida y con mayor
incidencia en el cauce principal en las planicies
aguas abajo del embalse. Alrededor de Urumaco, y
en varias cuencas del sistema Coriano, existen los
yacimientos de vertebrados fósiles más diversos e
importantes de Venezuela, estos dan cuenta de los
grandes ríos y sus faunas ancestrales. La extracción
masiva del agua de los ríos y pozos, así como la
transformación de sus cauces (embalses y lagunas,
complejos piscícolas) en asociación con el incremento poblacional y el régimen climático predice
un empeoramiento en las condiciones de estos ríos
en futuro.
zuela. Drena diferentes sistemas montañosos
(Sierras de Buena Vista, San Luis y Churuguara) y
tiene sus cabeceras en las estribaciones al sur y
oeste de la Sierra de San Luis, corre en dirección
oeste para recibir a su tributario Pedregal (2.164
km2) en la depresión central de Falcón.
Cuando el Mitare ingresa en las planicies
costeras, su cauce tiene pocos meandros y mantiene una orientación noreste hasta desembocar en el
Golfete de Coro, creando un delta de tamaño
importante. En las tierras bajas el relieve es similar
al de cuencas vecinas ya descritas, pero más arriba
es complejo y accidentado, como lo es todo el
anticlinorio de Falcón. El valle central (depresión
de Falcón) y los valles intramontanos se extienden
entre las serranías principalmente con orientación
este-oeste. El drenaje es dendrítico y los cauces
corren paralelos a las serranías y filas para luego
torcer rumbo al norte. En las planicies el cauce
tiene poco desarrollo de meandros. En la desembocadura y gracias a las corrientes del Golfete
de Coro se ha formado un delta que evidencia el
aporte inusual de sedimentos de este río al mar.
b) Clima y vegetación: Para Matteucci et al. (1979)
en las planicies de la cuenca baja las lluvias se
concentran de septiembre a noviembre, con precipitación media anual entre 406 y 480 mm y
temperatura de 29,5° C. En el piedemonte costero,
hasta los 500 msnm, los valores son un tanto
mayores: 411-596 mm y las temperaturas son un
tanto menores 28,7° C. En los valles intramontanos la precipitación y temperaturas varían: entre
590 y 1.084 mm y 24,2 y 28,7° C, respectivamente.
En las montañas la precipitación va de 422 a 948
mm y la temperatura de 21,6 a 23,7° C. Es de notar
que hay bolsones sécos y áreas húmedas. Ya en las
altas vertientes de la Sierra de San Luis la
precipitación puede alcanzar los 1.621 mm y la
temperatura disminuye hasta 21° C. Las laderas
expuestas al noreste son más húmedas. En la
cuenca baja predomina la vegetación herbácea y
los arbustales desérticos (Prosopis), más arriba la
vegetación se presenta como matorrales ralos a
densos y a mayores alturas con bosques densos
deciduos; estos bosques se mezclan con matorrales
y bosques ralos según la orientación de las
montañas Matteucci et al. (1979). Ya en las
montañas con alta pendiente se asientan bosques
nublados.
c) Aguas: COPLANARH (1969) presentó datos
sobre volúmenes escurridos anuales para los
principales ríos de Venezuela; con base en esos
datos el caudal del río Mitare en su desembocadura
al mar fue de 11,8 m3/s, mientras que para su
Río Mitare
a) Paisaje, relieve e hidrografía: Unidades del
paisaje: Región A (subregión A.2 Continental
costera), Región C (subregión C.1. Sistema de
colinas y sierras bajas Lara-Falcón) y Región D.
(subregión D.3. Sierra de San Luis y Cerro Santa
Ana). El río Mitare (800 msnm; 4.866 km2;
longitud 112 km. Figura 2, Tabla 1) es el mayor de
los ríos con desembocadura al Golfo de Vene-
80
Capítulo 4: Ríos en riesgo al Caribe y Golfo de Venezuela
tributario Pedregal fue de 5,8 m3/s. Ahora, casi 50
años después, el río Mitare se fragmenta durante
los períodos de sequía -así como la mayoría de sus
tributarios- incluso en su cuenca media. Es muy
poca la información disponible sobre análisis de
aguas en los ríos de la región. En la cuenca media
del río Mitare y durante el periodo de sequía la
conductividad ha sido relativamente baja (350
μs/cm), el pH ha estado en el intervalo ligeramente alcalino, mientras que la concentración de
sólidos disueltos totales ha sido baja (RodríguezOlarte et al. 2015a). Se estima que los mayores
aportes de sedimentos en la cuenca son aportados
por el río Pedregal, dada la poca cobertura vegetal
en su cuenca. Es previsible que en la cuenca baja
los sedimentos alcances valores muy elevados.
d) Fauna acuática, usos y amenazas: El río Mitare
presenta la mayor riqueza de especies (28) de peces
entre los ríos de la provincia Maracaibo que drenan
al golfo. Se dispone información previa sobre las
ictiofaunas del río Mitare, su estatus y aspectos
sobre su conservación (ver Taphorn et al. 2010,
Rodríguez-Olarte et al. 2011a, 2011b). Una especie
endémica (Ancistrus falconensis, Loricariidae) habita
en las cuencas que drenan la Sierra de San Luis
pero aún no se confirma su presencia en el río
Mitare. Las especies que tienen interés en el
consumo son las habituales de los ríos costeros
regionales (Hoplias, Rhamdia, Pimelodella y Caquetaia,
entre otras). Las ictiofaunas locales son relictuales
y se consideran en riesgo debido a fragmentación
y pérdida del hábitat acuático en combinación con
el clima severo.
e) Áreas protegidas: Las cabeceras de los ríos en la
Sierra de San Luis son protegidas por el parque
nacional Juan Crisóstomo Falcón (20.000 ha.
1987). Además, existen las zonas protectora de la
Sierra de San Luis (86.000 ha. 1987) y la reserva
nacional hidráulica Cuenca Hidrográfica del Río
Pedregal (195.900 ha. 1976). Prácticamente todos
los parques nacionales asociados a los ríos costeros
de Venezuela tienen un efecto limitado para la
conservación, ya que por estar en las montañas
elevadas no resguardan la mayor parte de las biotas
acuáticas (Rodríguez-Olarte et al. 2011b); no obstante, estos parques protegen las fuentes de agua,
lo cual es un éxito para el sistema nacional de
parques de Venezuela. En general, fuera del
parque nacional, el río Mitare y sus tributarios
están sujetos a una intensa extracción de agua, ya
sea para el consumo humano o para los sistemas
de producción agropecuaria
f) Usos de la tierra: La deforestación es notable en
toda la cuenca. La cría de cabras es extensiva en
toda la cuenca, pero también existe la agricultura
de subsistencia y áreas con desarrollos particulares
para la siembra de Agave (cocuy) y Aloe. A lo largo
de las riberas de los principales ríos (Mitare,
Pedregal) se presentan parches agrícolas activos.
En las vertientes húmedas (Sierra de San Luis) la
agricultura se diversifica en gran medida.
g) Demografía: En la cuenca se estima que hay
31.000 habitantes, que equivale a unos 7 ind/km2
(Tabla 1) repartidos principalmente en los centros
urbanos de San Luis, Pedregal, La Cruz de Taratara, Pecaya y Sabaneta, además de numerosos
caseríos, estos últimos son numerosos en Sierra de
San Luis.
h) Alteración de cauces: En el río El Pedregal se
construyó el embalse Camare (1.215 ha. 1978),
pero este fue colmatado con sedimentos. Actualmente su dique está destruido parcialmente. Las
lagunas artificiales son numerosas a lo largo de la
cuenca media y baja; además, los cauces en las
montañas son objeto de interés para los acueductos de varios pueblos de la sierra.
i) Estado de conservación: La cuenca del río
Mitare tiene una clase CC3. El examen de las
riberas y zonas aledañas a los cauces en la cuenca
media demuestra una erosión muy importante en
tramos extensos, principalmente en aquellos sectores con actividad agropecuaria. Esto sugiere un
posible incremento en el aporte de sedimentos a
los ríos locales, ya de por sí muy elevado. Las
perturbaciones indicadas, asociadas con la deforestación de bosques ribereños y vertientes, la
demanda creciente de agua y las previsiones del
cambio climático sugieren que el río Mitare está en
situación de riesgo.
Ríos en la Península de Paraguaná
a) Paisaje, relieve e hidrografía: Unidades del
paisaje: Región A (subregión A.2 Continental
costera), Región C (subregión C.1. Sistema de
colinas y sierras bajas Lara-Falcón) y Región D.
(subregión D.3. Sierra de San Luis y Cerro Santa
Ana). La península (2.492 km2) ha evolucionado
como isla y es recientemente -en el Holoceno- que
se ha conectado con el continente gracias al Istmo
de Los Médanos. En la misma predominan las
bajas pendientes y las alturas menores a los 100
msnm, salvo el Cerro Santa Ana (830 msnm) y la
Mesa de Cocodite (Fila de Monte Cano, 230
msnm). En la península los ríos son usualmente
eventuales y se detectan cauces relictuales. Desde
el cerro Santa Ana corre hacia el sur la quebrada El
Cayude (146 km2), con destino al drenaje del Golfo
de Venezuela. Desde el mismo cerro pero con ruta
81
RODRÍGUEZ-OLARTE, MARRERO y TAPHORN
b)
c)
d)
e)
a la vertiente Caribe occidental drena la quebrada
Tura (149 km2) y desemboca en la ciénaga del
mismo nombre. Desde la Mesa de Cocodite se
desprende la Quebrada El Amparo (embalse: 2,1
ha), bordea por el sur a la ciudad de Pueblo Nuevo
y desemboca en terrenos cenagosos al sur del
pueblo de Adícora.
El resto de quebradas de la península nacen de
su parte central. La quebrada Macama (112 km2)
corre con dirección norte para desembocar en
Punta Macama, la misma representa el río -con
referencia geográfica- más septentrional de Venezuela. Con igual nacimiento, las Tres Marías (322
km2) es una quebrada que corre dirección oeste y
desemboca en la Boca de Jacuque. Ambas quebradas tienen corrientes eventuales y drenan áreas con
la menor densidad poblacional en la península. Por
el contrario, la quebrada Guaranao corre en
dirección suroeste y, atravesando la ciudad de
Punto Fijo, llega a las salinas de Guaranao; de ahí
al mar.
Clima y vegetación: Predomina un clima árido.
La precipitación es estacional y se acumula entre
octubre y diciembre; esta varía entre los 176 y 504
mm, mientras que la temperatura está alrededor de
los 28,6° C (Matteucci et al. 1999). Las comunidades vegetales mayor representadas en la península
son los matorrales y los cardonales. En la península predomina la zona de vida de monte espinoso
tropical, con predominio de matorrales espinosos.
En las cumbres del Cerro Santa Ana existen
bosques nublados.
Aguas: En la quebrada Guaranao, y antes de su
desembocadura al mar. Rojas et al. (2003) registraron el pH en 5,8 y la concentración de oxígeno
disuelto en 7,0 mg/l; además, también notaron
contaminación antrópica y una cantidad elevada de
nutrientes.
Fauna acuática, usos y amenazas: Las especies
de peces dulceacuícolas en la península debieron
ser tolerantes a la salinidad y climas severos. En
colecciones con unos 25 años de antigüedad se
registraron muy pocas especies (Poecilia reticulata,
Poecilia koperi, Rachovia hummelincki, Caquetaia kraussii, Cyprinodon dearborni). Las sequías históricas en
la península, y en la mayor parte de la costa Caribe
de Venezuela, han representado una fuerza
climática que ha limitado la permanencia y distribución de las biotas acuáticas.
Áreas protegidas: El Monumento Natural Cerro
Santa Ana (1.900 ha, 1972. Figura 2) se asocia con
la protección de la mayoría de quebradas y los
acuíferos de la península. Hay otras figuras de
protección en la península pero con alcance más
f)
g)
h)
i)
82
restringido para la conservación de los ríos y sus
biotas, como el refugio de fauna silvestre y reserva
de pesca Laguna de Boca de Caño (453 ha. 1989)
y el santuario de fauna silvestre Cuevas de Paraguaná (35,2 ha. 2008).
Usos de la tierra: La intervención agropecuaria
ocupa gran parte de la península, además de los
asentamientos urbanos y la industria petrolera;
salvando sectores al norte y noroeste, donde las
condiciones climáticas son más adversas. Los
pocos cauces con agua -usualmente con carácter
intermitente o eventual- se restringen a las áreas
elevadas del monumento natural. Al suroeste la
quebrada Guaranao recibe efluentes no tratados y
residuos sólidos en casi todo su curso. No se
conocen medidas para la conservación de los
escasos ríos en la península, mientras que la
intervención desmedida los ha situado en colapso
y riesgo extraordinario, comprometiendo su
permanencia en el futuro cercano.
Demografía: La península tiene una densidad de
población más elevada (Tabla 1) y se concentra
principalmente en los drenajes al Golfo de Venezuela, en las ciudades de Punto Fijo y Pueblo
Nuevo (Figura 2); pero los pequeños pueblos y
caseríos se diseminan en la mayor parte de la
península. En los drenajes al Golfo de Venezuela
la densidad alcanza 132 ind/km2, mientras que al
este es de 58 ind/km2.
Alteración de cauces: Los mayores embalses
están en las quebradas El Cayude (0,43 km2) y Tura
(embalse: 0,2 km2), estos han tenido una reducción
muy grande o pérdida total (Tura) de su espejo de
agua en los últimos años, según el examen de
imágenes satelitales.
Estado de conservación: Los drenajes al oeste de
la península se estimaron en CC3, mientras que al
este fueron CC4 (Tabla 1). Sin embargo, la
situación de los ríos en la península es de riesgo
extremo y colapso generalizado y es previsible que
bajo todas las presiones humanas y los riesgos
climáticos estos ecosistemas sean extirpados en el
futuro. En toda la Península de Paraguaná -en
general, casi todo el litoral marino del occidente
del país- es muy susceptible a los efectos del
cambio climático, principalmente por la ocurrencia de sequías fuertes. Estos eventos tienen
ocurrencia periódica y se extienden también al
norte costero de Venezuela. Por ejemplo, refiere
Foghin-Pillin (2015) un recuento de las varias
sequías extraordinarias que asolaron al país, como
la del año de la humareda en 1869, acompañada de
incendios en extensas superficies de las vertientes
costeras del país, o la de 1911-1912, que produjo
Capítulo 4: Ríos en riesgo al Caribe y Golfo de Venezuela
hambruna y migraciones en la península. En este
siglo las sequías extraordinarias y las humaredas
son eventos recurrentes.
1.621 mm Matteucci et al. (1979). En la desembocadura del Hueque la precipitación se ha registrado
en 778 mm y la temperatura alrededor de los 27°
C (Cartaya et al. 2005). A menores alturas en la
sierra predominan los bosques y matorrales ralos,
pero a medida que se asciende se tornan densos y
ya en las máximas alturas se desarrollan bosques
nublados. Allende al parque nacional la deforestación es generalizada, donde se mezclan los
cultivares; ya en las áreas bajas la cría de cabras
predomina (Matteucci et al. 1999), pero en las
planicies del Hueque persisten grandes fragmentos
de bosques deciduos, acaso los más importantes
en la región.
c) Aguas: Estos ríos son de corrientes permanentes
en las montañas, pero luego de las mismas se
fragmentan durante los periodos de sequía. El
caudal del río Hueque se estimó en 3,6 m3/s en las
estribaciones de las montañas (COPLANARH
1969), los caudales de los otros ríos son mucho
menores. Estos ríos tienen aguas similares y
muestran gradientes según la altura. El pH varía
entre 6,7 y 8,1. Los sólidos totales disueltos usualmente son menores a 20 mg/l en las montañas,
pero el río Hueque ya en su discurrir por las
planicies onduladas alcanza los 274 mg/l; similar
tendencia ocurre con la conductividad en la misma
condición: 790 μs/cm (Rodríguez-Olarte et al.
2015). Los cursos al oeste y noreste de la sierra
tienen mayores arrastres de sedimentos.
d) Fauna, usos y amenazas. La fauna de peces
locales es transicional entre los dominios Magdalénico y Caribe (Rodríguez-Olarte et al. 2009). Los
peces de estas cuencas son similares a los
registrados en cuencas vecinas (Mitare). En las
montañas y piedemontes se registran 26 especies
de peces (Rodríguez-Olarte et al. 2011b) y el único
pez endémico en las cuencas de Ricoa y Hueque,
el Ancistrus de Falcón (Ancistrus falconensis,
Loricariidae). Esta especie, una vez descrito, ha
sido considerada en riesgo (Taphorn et al. 2010),
principalmente por su área de distribución muy
restringida. En los acuíferos kársticos en la sierra
se registran peces troglobios (Trichomycteridae).
Áreas protegidas: En la Sierra de San Luis está el
Parque Nacional Juan Crisóstomo Falcón, mientras que en las planicies costeras se extiende el
parque nacional Médanos de Coro (195.900 ha.
1976) y es atravesado por río Coro (Figura 3).
Además, existen otras áreas de interés, como la
zona protectora Sierra de San Luis (86.000 ha.
1987). En la desembocadura del río Hueque y las
Salinas de Sauca existe desde 2005 la reserva de
fauna silvestre Hueque-Sauca (37.150 ha).
3.3. Vertiente Caribe Occidental (III)
Ríos de la Sierra de San Luis
a) Paisaje, relieve e hidrografía: Unidades del
paisaje: Región A (subregión A.2 Continental
costera), Región C (subregión C.1. Sistema de
colinas y sierras bajas Lara-Falcón) y Región D.
(subregión D.3. Sierra de San Luis y Cerro Santa
Ana). Además del río Mitare, los ríos Coro, Ricoa
y Hueque nacen en la Sierra de San Luis. El río
Coro o río Seco (742 km2, longitud 45 km) es el de
menor recorrido (Figura 3, Tabla 1), nace al oeste
de la Sierra de San Luis (Urucure, ~1.000 msnm) y
en el piedemonte recibe su principal tributario
(Meachiche) que nace en el noroeste de la sierra.
Al salir de las montañas el río transcurre entre
pequeñas elevaciones y, por un abra entre el Cerro
Caujarao y la Fila El Malecón, alcanza luego las
planicies fluviomarinas, luego bordea la ciudad de
Coro y desemboca al oeste del pueblo de La Vela
de Coro. El río Ricoa (765 km2, longitud 60 km)
drena las vertientes este y sureste de la sierra. Las
cabeceras del río Ricoa discurren entre filas
paralelas dentro de la sierra, confluyen en Dos
Bocas, de ahí el río atraviesa lomeríos bajos y llega
las ciénagas litorales (Estero de Ricoa y Ciénaga del
Padre).
El río Hueque (4.080 km2, longitud 115 km)
tiene un nacimiento más diversificado: drena la
vertiente sur de la Sierra de San Luis, tiene un
tributario (río Remedios) que drena un vasto
sector norte de la Sierra de Churuguara. El Hueque
atraviesa con un cauce encajonado y poco
meándrico una extensa planicie aluvial salpicada de
terrenos cenagosos (ej. ciénaga Quererepa). La
vasta planicie es surcada además por varios tributarios. El río Remedios se asocia también con
ciénagas (Los Calzones, La Josca, Grande, Agua
María), luego se denomina río Upipe y en una
breve anastomosis se une al río Hueque, al igual
que el río Guamure, que nace en el cerro Jácura y
se pierde en la ciénaga de Tacarigua. De ahí el
cauce recibe la quebrada Machiconga (con nacientes en la Fila de la Tocineta) y arriba al humedal
(estuario) del Hueque, donde también desemboca
el río Curarí.
b) Clima y vegetación: La humedad varía en el eje
de las cumbres de la Sierra de San Luis: al noreste
las laderas son más húmedas, le siguen las laderas
al norte y luego al sur; esto se expresa en medias
anuales entre los intervalos de 29,2-21° C y 474-
83
RODRÍGUEZ-OLARTE, MARRERO y TAPHORN
Figura 3. Principales ríos, lagunas y embalses en la Vertiente oriental (Ib) del Golfo de Venezuela y norte de la Vertiente Caribe Occidental (III). Se muestran las principales divisorias de aguas (líneas finas claras). Los centros poblados
y designaciones geográficas están en cursiva. Las mayores ciudades son Coro, Punto Fijo y Churuguara. Los principales
embalses son: 1) Matícora, 2) Dabajuro, 3) Pedregal (inactivo), 4) Cayude, 5) Pueblo Nuevo, 6) Tura, 7) El Isiro, 8)
Ricoa, 9) Hueque, 10) El Cristo. Por condiciones de espacio la imagen ha sido rotada (15°).
e) Usos de la tierra: Predomina la producción
agropecuaria. En las zonas elevadas de la sierra los
cultivos son variados (café, hortalizas) mientras
que en las vertientes secas al norte y oeste (Coro)
prima la ganadería caprina y cultivos específicos
(Agave, Aloe). En las vertientes húmedas al sur y al
este la agricultura es más diversificada. En las
planicies de las cuencas Ricoa y Hueque es común
la ganadería vacuna extensiva y acuicultura en las
desembocaduras.
f) Demografía: Mientras que en las cuencas de los
ríos Ricoa y Hueque la densidad humana es menos
de 15 ind/km2, en la cuenca del río Coro alcanza
los 262 ind/km2 (Tabla 1); esta densidad es dada
principalmente en las planicies donde está la capital del estado, pues en el resto de la cuenca es
sensiblemente menor. La cuenca del río Hueque
tiene una población muy baja en comparación con
su tamaño.
g) Alteración de cauces: La primera presa de Venezuela fue construida sobre el río Coro (Dique El
Malecón o Caujarao. 1866), esta fue averiada por
una crecida en 1885 y refaccionada en 1913; ahora
es un monumento histórico nacional. El río Meachiche nutre al embalse El Isiro (1.900 ha. 1963,
Figura 3, Tabla 2) y luego desemboca en el río
Coro, que tiene su curso canalizado parcialmente
cuando bordea la ciudad homónima, la cual aporta
un nivel de contaminación importante a sus aguas.
Es de interés que desde la ciudad de Coro parte un
canal de desagüe -con rumbo noroeste- que lleva
aguas servidas hacia un sistema de lagunas de
tratamiento que se asocian con el parque nacional
Médanos de Coro, convirtiendo el área en un
extenso humedal, según la revisión de imágenes
satelitales.
En las tierras elevadas de la Sierra de San Luís
hay otros embalses: el río Macoruca, es represado
en Barrancas (621 ha. 1980) antes de caer al río
Ricoa (Figura 3). De igual manera, el río Hueque
está represado (586 ha. 1995). En las planicies de
la cuenca del río Hueque existen varias y extensas
lagunas artificiales. En las desembocaduras de varios ríos se asocian grandes complejos de lagunas
acuícolas, como en el Ricoa (1.138 ha), Hueque
(324 ha) y Sauca (1.092 ha). Se desconoce la
situación actual de estos sistemas de producción;
sin embargo, estos tienen efluentes directamente al
mar o a los cauces, además de modificar notablemente los hábitats fluviales y el paisaje local.
84
Capítulo 4: Ríos en riesgo al Caribe y Golfo de Venezuela
h) Estado de conservación: El río Coro (CC3) tiene
un cauce comprometido por represamiento doble,
canalización y recepción de efluentes urbanos, aun
cuando su cobertura natural es moderadamente
conservada en las cabeceras. Dada la antigua y
continua intervención de las planicies el río Coro
ha perdido sus biotas originales. La cuenca del río
Ricoa presenta una clase de conservación muy
pobre (CC4), mientras que la de Hueque alcanzó
una CC3.
Estas cuencas presentan en las planicies
algunas áreas con pérdida importante de la capa
vegetal (suelo desnudo) y que parece estar asociada
con las actividades agropecuarias y la susceptibilidad de los suelos. La extracción de agua a lo
largo de los cauces y la presencia de industrias
acuícolas tiene un efecto pernicioso sobre los
ciclos vitales de inundación y de las faunas
acuáticas.
Ríos en los cerros de Capadare y Jacura
a) Paisaje, relieve e hidrografía: Unidades del
paisaje: Región A (subregión A.2 Continental costera), Región C (subregión C.1. Sistema de colinas
y sierras bajas Lara-Falcón). Desde el extremo
oeste de los cerros Capadare (412 msnm) y
Mirimire (388 msnm) nace el río El Cristo (130
km2. Figura 3) tiene un recorrido corto entre
lomeríos bajos en dirección norte, para desembocar en el estuario de Boca El Ostión bajo el
resguardo de la Punta Agüide. Al norte del Cerro
Capadare nacen varios cursos que al final conforman caños y pequeños ríos (San Diego, Curamichate) que se asocian con ciénagas (Tacal) y salinas
(Obispo) en el litoral. Desde el cerro Jacura (602
msnm) se desprenden radialmente varios cursos de
agua: Jacura y Tono que van al Hueque, el Araurima hacia el Tocuyo, y el Caidié (277 km2) y el
Tucurere, con cursos directos al mar. El río Tucurere (683 km2. Figura 3) drena el flanco oriental del
Cerro Jacura (Cerro San Antonio) y a este se le
incorpora el río Capadare, que nace entre de los
cerros Capadare y Mirimire. El Tucurere tiene un
recorrido corto, conforma un humedal de tamaño
considerable y desemboca en Boca de Mangle
(Golfo Triste).
b) Clima y vegetación: Estos drenajes se ubican en
valles marítimos. En las planicies del Tucurere la
temperatura media es de 26,7° C y la precipitación
alcanza 945 mm, con el período de lluvias entre
septiembre y diciembre (Yánez y Gamboa 2001).
En la cuenca los bosques son deciduos, salvo en la
tierras elevadas. En las áreas bajas y desembocadura existen manchas de mangle herbazales costeros y arbustales xerófilos. En las planicies costeras
c)
d)
e)
f)
g)
85
los cocotales han suplantado la mayor parte de la
vegetación original.
Aguas: En la cuenca alta del río Capadare (65
msnm) los valores de conductividad han sido
registrados en 320-450 μs/cm, los sólidos disueltos totales de 10-15,5 mg/l y el pH de 7,5-7,7
(Rodríguez-Olarte et al. 2015).
Fauna, usos y amenazas: En el río Capadare se
registra una baja riqueza de peces dulceacuícolas
(13 spp) respecto a ríos vecinos de mayor tamaño.
Las especies comunes son Astyanax viejita, Gephyrocharax spp, Synbranchus marmoratus, Andinoacara
sp, Pimelodella odynea, Rhamdia cf quelen y Hyphessobrycon fernandezi. Se desconoce la riqueza de la ictiofauna en el humedal de Tucurere, pero se ha
detectado la pesca de subsistencia y eventualmente
comercial (Mugil, Tarpon, Elops, Centropomus, Cathorops, Bagre). El caimán de la costa (Crocodylus acutus,
Crocodylidae), una especie catalogada en peligro
(Seijas et al. 2015), ha sido registrado en los tramos
finales en estos ríos, pero su presencia es común
en los ríos al Golfo Triste (lo era en toda la costa
marina de Venezuela), con las mayores poblaciones en los tramos finales de los ríos Tocuyo
(embalses de Játira y Tacarigua) y Yaracuy,
ambientes que no cuentan con protección oficial.
Áreas protegidas: La cuenca Tucurere es objeto
de protección con el Área Boscosa Bajo Protección Río Tucurere (73.473 ha. 1998) y la
Reserva de Fauna Silvestre Tucurere (17.800 ha.
2001), que protege un extenso humedal en las
planicies cercanas al mar (Figura 3).
Usos de la tierra: La intervención es similar a la
registrada en la región, pero aquí predomina la cría
de ganado vacuno y a esta se suma en las planicies
cultivos variados, destacando los cocos en el litoral
marino. En todos estos ríos y en sus cuencas altas
persisten tramos de bosques ribereños, pero más
abajo son muy fragmentados y en algunos sectores
son inexistentes. La deforestación, los cultivos y
las áreas de producción bovina son extendidas en
las tierras bajas; más aún, varios ríos y tributarios
tienen pueblos que bordean sus cauces y dirigen
sus efluentes (Capadare Boca de Mangle en Tucurere, Mirimire en El Cristo).
Demografía: Los principales pueblos de estas
cuencas (Mirimire, Capadare, San Juan de los
Cayos y Boca de Mangle) y varios caseríos acumulan un poco más de 22.000 personas (Tabla 1).
La densidad en estas cuencas está alrededor de 27
ind/km2.
Alteración de cauces: El río El Cristo tiene un
embalse en el cauce principal (207 ha. 1987) y en
las planicies son muchas las lagunas artificiales.
RODRÍGUEZ-OLARTE, MARRERO y TAPHORN
Tabla 2. Características del río Tocuyo y algunos tributarios según un gradiente de altura. Las variables del agua fueron
medidas en el periodo de sequía (Cond: conductividad, SDT: sólidos disueltos totales). Los usos de la tierra se basan
en los registros de campo y valoración de imágenes satelitales. La intervención dentro de los parques nacionales de
usual se expresa en sus fronteras. El índice de conservación fluvial (ICF) se expresa en clases de conservación: muy
alta (ma), alta (a), moderada (m) y baja (b). Modificado de Rodríguez-Olarte et al. (2007).
Subcuenca
Río
Quebrada
Altura
(msnm)
Alto Tocuyo
Guarico
Guarico
Curarigua
Morere
Churuguara
Morere
Urama
Araurima
Bajo Tocuyo
Jabón
Guagó
Guarico
Curarigua
Villegas
El Toro
Quediches
Totoremo
Araurima
Boca al mar
2.000
1.343
1.100
772
690
520
504
140
79
3
pH
Cond. SDT
(µS/cm) (mg/l)
6.97
6.96
6.10
7.28
7.47
240
240
400
85
360
5.80
6.94
6
87
6.18
84
0.08
0.11
0.25
0.25
0.24
Usos de la tierra
Parque nacional, hortalizas, pecuario
Parque nacional, café
Café, hortalizas, urbano
Caña hortalizas, urbano
Pecuario, hortaliza
Parque nacional, Pecuario
0.06 Pecuario
0.36 Pecuario, cultivos anuales
Pecuario, cultivos anuales
0.62 Pecuario, cocotales, urbano
h) Estado de conservación: Estas cuencas tienen
una clase CC4, excepto Caidié (CC3, Figura 3) y
mantienen presiones humanas similares que las
cuencas vecinas al norte. Aun cuando el humedal
de Tucurere está protegido la frontera agrícola se
cierne sobre sus recursos. Es posible que el
crecimiento de los pueblos costeros de San Juan
de los Cayos y Boca de Mangle tenga un efecto
pernicioso sobre la circulación y mantenimiento
del humedal de Tucurere, además de aportar aguas
servidas y residuos a los cauces.
ICF
(clase)
ma
a
m
m
a
ma
m
a
a
b
drena desde las serranías de Barbacoas (sur),
Jirajara (oeste) y Lomo del Caballo (norte).
También está el río Baragua (2.058 km2), que drena
las serranías de Baragua, Matatere, Buena Vista,
Copeyal y el Buco. Ya en las planicies cercanas al
mar se incorpora el río Araurima (Sierra de Churuguara, 1.107 msnm, 452 km2), que proviene de la
Serranía de Churuguara. Por el margen derecho el
río Tocuyo recibe al río Urama (1.186 msnm, 2.588
km2) que drena la serranía de Bobare. De resto los
tributarios son de corrientes eventuales o esporádicas. El drenaje es dendrítico y con cauces bien
desarrollados -a menudo encajados- que atraviesan
los lomeríos y depresiones asociadas con el sistema
orográfico Coriano. Ya en las planicies, el río
Tocuyo es meándrico y tiene una desembocadura
con cauce único y poca acumulación de sedimentos.
b) Clima y vegetación: Para Carmona y Márquez
(2015) los registros históricos demuestran una
variación importante en la precipitación: En los
1.500 msnm de las montañas andinas (Jabón) la
precipitación anual es de 1184 mm, mientras que
al norte de la depresión de Carora (Baragua, 383
msnm), tienen una condición semiárida, con una
precipitación de 480 mm, y estos valores disminuyen más al sur de la depresión (Bobare, 650
msnm), con 372 mm anuales. Con los mismos
registros, la precipitación se incrementa a 1059
mm en la cuenca media (Moroturo, 190 msnm) y
a 1.358 mm en la cuenca baja (Araurima, 33
msnm), para luego descender a 887 mm cerca de
Ríos andinos: El Tocuyo
a) Paisaje, relieve e hidrografía: Unidades del
paisaje: Región A (subregión A.2 Continental costera), Región C (subregión C.1. Sistema de colinas
y sierras bajas Lara-Falcón), Región D (Subregión
D.2. Cordillera de los Andes. Subregión Cordillera de la Costa Central: sector D.4.1. Sierra de
Aroa). El Tocuyo (páramo del Cendé: 3585 msnm;
17.854 km2; longitud 440 km. Figura 3) es un río
alóctono con aportes principales de las vertientes
andinas de las sierras de Barbacoas y Portuguesa
que atraviesa depresiones semiáridas, discurre por
planicies aluviales húmedas y desemboca en el
litoral marítimo seco del Golfo Triste. Muy pocos
son los tributarios con caudales permanentes y/o
intermitentes, siendo principales por el margen
izquierdo: el río Curarigua (Páramo Los Nepes,
2.990 msnm, 610 km2), que nace también de los
páramos andinos, el río Morere (2.987 msnm,
4.613 km2), que cruza la depresión de Carora y
86
Capítulo 4: Ríos en riesgo al Caribe y Golfo de Venezuela
la desembocadura (Tocuyo de la Costa, 6 msnm).
En la mayor parte los registros climáticos se
evidencia una tendencia a la disminución de la
precipitación (Carmona y Márquez 2015). La vegetación varía aún más: en los páramos predomina la
vegetación de bajo porte (bosques bajos, herbazales, frailejones) y más abajo se desarrollan
bosques nublados. En las vertientes áridas, depresiones y toda la cuenca media predomina la
vegetación xerofítica, con bosques secos y deciduos, pero también los matorrales. En la cuenca
baja los bosques son densos. El suelo desnudo
tiene una cobertura grande en varios sectores de la
depresión de Carora y las montañas de Baragua.
c) Aguas: El río Tocuyo es el más caudaloso de la
región occidental, con caudales entre 55 m3/s
(COPLANARH 1969) y 59 m3/s (Fundambiente
2006), aun cuando una valoración de las principales características de los ríos en la cuenca es
aportada por Rodríguez-Olarte et al. (2007), quienes reconocen una gradiente en las características
físico-químicas, principalmente en el pH (5,2-7,9)
y la conductividad (18,8-480 μs/cm), así como en
aniones (18,2-787,3 mg/l) y cationes (10,9-301,1
mg/l), lo que también se evidencia en los sólidos
disueltos de las aguas (Tabla 2). El arrastre de
sedimentos en el río Tocuyo es muy elevado y su
pluma se detecta en gran parte del litoral marino
occidental, con un efecto negativo sobre los
corales del parque nacional Morrocoy, efecto
también compartido con los ríos Aroa y Yaracuy
(Bone et al. 1993). Las altas concentraciones de
NO3 en el tramo final y desembocadura de los ríos
Aroa, Tocuyo y Yaracuy sugieren un efecto
importante de la agricultura y las aguas residuales
(Barreto et al. 2007).
d) Fauna acuática, usos y amenazas: Un poco más
de 60 especies de peces dulceacuícolas habitan en
la cuenca, unas 130 considerando las especies
marinas y estuarinas que frecuentan el estuario de
la desembocadura y caños de marea. Este es el río
con mayor riqueza de especies en la vertiente
Caribe occidental y varias de ellas son endémicas:
el diente frío del Tocuyo (Creagrutus crenatus,
Characidae) habita la cuenca media del río Tocuyo
y es considerado vulnerable, pero de otras especies
endémicas, como Hyphessobrycon paucilepis (Characidae) o Hypostomus pagei (Loricariidae), por ejemplo,
se desconoce su estatus. En las cuencas altas el
nivel de endemismo se estima elevado pero no se
han descrito tales especies (Chaetostoma, Cetopsorhamdia, Trichomycterus).
e) La cuenca del río Tocuyo reúne la mayor cantidad
de especies de peces introducidas, tanto en sus ríos
como en embalses. Desde un gradiente de altitud
la trucha (Oncorhynchus mykiss, Salmonidae) habita
los ríos en las altas montañas del parque nacional
Dinira; más abajo, en la mayoría de los embalses y
lagunas han sido introducidas las cachamas (Colossoma macropomum, Characidae), los bagres Pimelodus
blochii y Pseudoplatystoma (Pimelodidae), tilapias
(Oreochromis niloticus) y pavones (Cichla, Cichlidae).
En los embalses Atarigua y Dos Cerritos existe
acaso el mayor número de especies introducidas.
Las tilapias y cachamas tienen una distribución
amplia en la cuenca por su introducción en
lagunas. Se desconoce el impacto que estas
especies han tenido sobre la ictiofauna local; no
obstante, participan activamente en la pesca de
subsistencia y deportiva, aun cuando eventualmente son comercializadas. De las especies que
frecuentan los estuarios un grupo notable es de
interés para la pesca de subsistencia y comercial
(Rodríguez-Olarte et al. 2015), entre ellas son
usuales los róbalos (Centropomus), sábalos y malachos (Megalops, Elops) y bagres (Sciades, Bagre).
f) Áreas protegidas: Varios parques nacionales se
incluyen parcial o totalmente en la cuenca. En la
vertiente andina están el Dinira (45.328 ha. 1988)
y Yacambú (29.580 ha. 1962), mientras que en la
cuenca media y semiárida se extiende Cerro
Saroche (32.294 ha, 1989) y en las cumbres de la
Sierra de Churuguara está Cueva de la Quebrada
del Toro (4.885 ha. 1969). Estas áreas protegidas
tienen pertinencia moderada para la conservación
de la ictiofauna continental (Rodríguez-Olarte et
al. 2011). También se reconocen zonas protectoras
en la cuenca alta del río Tocuyo: sectores
Curarigua (74.358 ha. 1992) y Dos Cerritos (71.940
ha. 1990), y en la Sierra de Bobare (101.000 ha.
1990). De la Reserva Forestal Río Tocuyo (47.640
ha. 1969), la cual es compartida con la cuenca del
río Aroa, solo quedan muy pequeños fragmentos
dispersos entre predios ganaderos. Aun cuando las
superficies dedicadas a la protección en la cuenca
son considerables, los problemas ambientales son,
también, considerables.
g) Usos de la tierra: La deforestación es generalizada y salvo las áreas protegidas, gran parte de la
cuenca ha perdido su cobertura boscosa, quedando los mayores fragmentos de bosques en las
vertientes aisladas, semiáridas y/o poco pobladas,
como es conocido en algunas serranías y filas (ej.
Andes, Curarigua, Baragua, Matatere, Araurima,
Parupano y Guaidima). Los bosques ribereños en
el cauce principal también han sufrido una
retracción notable en su cobertura -principalmente
en la cuenca baja- y los fragmentos más impor-
87
RODRÍGUEZ-OLARTE, MARRERO y TAPHORN
tantes se asocian con los tramos del río entre
montañas y lomeríos con muy pocas o ningunas
planicies asociadas. Este nivel de deforestación en
asociación con la presencia natural de suelo
desnudo incrementa las pérdidas de suelo, la
sedimentación de cauces e incluso, la colmatación
de embalses y lagunas.
La agricultura predomina en un gradiente de
altura y clima: en las altas montañas al sur los
cafetales ocupan las vertientes, pero también las
hortalizas. En las planicies húmedas el cultivo de
caña de azúcar ha sido preponderante, tanto que
existen varios ingenios azucareros en la cuenca, la
mayoría con efluentes no tratados de manera
adecuada. En las zonas áridas la cría de cabras es
usual pero es relevada por el ganado vacuno en la
cuenca baja.
h) Demografía: Cerca de medio millón de personas
habita en la cuenca, principalmente en las ciudades
de Carora, El Tocuyo, Quíbor y Siquisique, así
como centenares de pueblos. No obstante, la
densidad en la cuenca es de 28 ind/km2. La población se concentra en las estribaciones andinas,
excepto Carora y pueblos de las serranías al norte.
i) Alteración de cauces: Dos embalses se han
construido sobre el río Tocuyo: Dos Cerritos (917
ha. 1973) y Atarigua (2.025 ha. 1977), pero prácticamente todos los principales tributarios tienen
embalses: río Los Quediches (Los Quediches: 300
ha. 1979), río Diquiva (Ermitaño: 140 ha. 1988;
Puricaure: 404 ha, como suma de cuarto embalses
mayores), Río Baragua (Mapará, 226 ha. 1964),
quebrada Las Mulas (El Tacal 80 ha) y JátiraTacarigua (1.740 ha. 1971). El número de lagunas
de tamaño mediano a grande sobrepasa ampliamente el millar y su densidad es muy elevada en
zonas agrícolas y/o secas, como en las áreas planas
del valle de Quíbor (~250 km2), donde existen
alrededor de 300 lagunas.
Las mayores ciudades, así como muchos
pueblos y caseríos se expanden en las riberas del
cauce principal y/o sus tributarios. En la mayoría
los casos, las aguas servidas se encauzan hacia
sistemas de tratamiento ya colapsados o directamente en los cauces, lo que también ocurre en
varios centros agroindustriales y, al parecer, es un
mal regional. A la par, el cauce principal y prácticamente todos los tributarios son objeto de
extracción directa de agua; esto es especialmente
evidente en las cuencas altas y áreas agropecuarias,
donde incluso se desvían las aguas mediante
acequias para acueductos urbanos o cultivos. Se
estima que lo anterior representa las causas
principales para la reducción de los caudales. Era
tal magnitud el caudal del río Tocuyo que para el
siglo XIX el tramo final aún era navegable para
embarcaciones de tamaño mediano y en una
distancia considerable desde su desembocadura
(~220 km). Hubo planes fallidos para mejorar la
navegación al mar limpiando el cauce y
desviándolo en su tramo final hacia el Golfete de
Cuare (Mac-Pherson 1883).
j) Estado de conservación: La cuenca del río
Tocuyo tiene una clase CC4. El estado de conservación del cauce principal y algunos tributarios en
la cuenca ha sido valorado mediante índices
ambientales (Tabla 2), encontrándose que el mayor
estado de conservación ocurre en áreas protegidas,
vertientes andinas y cauces no represados. Lo
contrario ocurre en los ríos asociados con centros
poblados y sectores agrícolas. El estado de conservación ha sido moderado a elevado en los ríos de
piedemonte (Rodríguez-Olarte et al. 2007). Sin
embargo, recientes prospecciones de campo y la
revisión de imágenes satelitales indican que las
condiciones que han causado la depauperación en
los ríos en la cuenca no han cesado, sugiriendo un
empeoramiento de aquellos ríos que estaban en
situación de riesgo.
Ríos entre la Sierra de Bobare y la Cordillera de
la Costa
a) Paisaje, relieve e hidrografía: Unidades del
paisaje: Región A (subregión A.2 Continental
costera), Región C (subregión C.1. Sistema de
colinas y sierras bajas Lara-Falcón), Región D
(Subregión D.4. Cordillera de la Costa Central:
sectores D.4.1. Sierra de Aroa, D.4.3. Serranía del
Interior). La cuenca de Aroa (2.463 km2) cubre las
estribaciones de las sierras de Bobare al noroeste,
las estribaciones de Churuguara al norte y Aroa al
sur, donde están sus cabeceras (1.400 msnm),
mientras que la de Yaracuy (2.481 km2) tiene a
Sierra de Aroa en su flanco Norte y a la Cordillera
de la Costa (Macizo de Nirgua) entre el sur y el
este. La cuenca de Urama (440 km2) drena
completamente la Cordillera de la Costa, así como
la cuenca del río Sanchón (87 km2, 1769 msnm) y
la del río Morón (119 km2, 1.702 msnm).
Las cuencas Aroa y Yaracuy tienen una planicie
aluvial (fluvio-marina) común y sus cauces principales tienen meandros bien desarrollados en las
planicies (salvo las canalizaciones en el río
Yaracuy), así como áreas de muy baja pendiente;
esto no ocurre con los ríos menores, que tienen
poco desarrollo de sus cauces y sus planicies son
pequeñas. A unos 30 km antes de su desembocadura el río Yaracuy se asocia con terrenos inun-
88
Capítulo 4: Ríos en riesgo al Caribe y Golfo de Venezuela
dables, donde existen varios complejos de ciénagas
y lagunas, al norte del pueblo de Taría, en la
confluencia de los ríos Mayorica y El Salado, y a
partir de la confluencia con el río Taría, estas
últimas se extienden hasta la desembocadura del
río Yaracuy al mar y se entrelazan con las albuferas
y lagunas costeras. Varias de estas áreas de
inundación han sido desecadas y transformadas en
terrenos agrícolas o baldíos.
b) Clima y vegetación: El clima es macrotérmico y
estacional, con la mayor parte de las lluvias entre
julio-agosto y al final del año. En las planicies y
valles aluviales llueve menos (800 mm) que en las
montañas de Aroa (1.500 mm). Ya en las nacientes
occidentales de las cuencas de Aroa y Yaracuy la
precipitación es menor y el clima es transicional
hacia la condición semiárida. En la cuenca del río
Canoabo (Urama) la precipitación tiene un patrón
bimodal y varía entre 1.000-1.200 mm con menores valores en tierras medias, mientras que la
temperatura es de 16° C en las cumbres y 25,5° en
la confluencia del río Canoabo con el río Urama, a
unos 135 msnm (Sevilla et al. 2009).
Entre las cuencas de Aroa, Yaracuy y Urama la
vegetación es variada y de usual expresada por
bosques secos deciduos y semideciduos, pero en
las montañas existen selvas densas y nubladas. En
las planicies aluviales y los piedemontes se
identifican selvas veraneras, mientras que en el
cordón litoral la mayor parte de la vegetación
original ha sido sustituida por cocotales y
urbanismos, salvo en las ciénagas de Yaracuy y
algunos caños de marea, en estos últimos
predominan los manglares, de resto, la vegetación
es xerófita. Las cuencas de los ríos Sanchón y
Morón tiene una cobertura completa de bosques,
salvo las planicies, y en sus mayores elevaciones
existen bosques nublados.
c) Aguas: Los ríos en la zona de transición entre
piedemontes y planicies tienen aguas variables: la
conductividad ha sido 140-620 μs/cm, los sólidos
disueltos totales de 4,8-133,2 mg/l y el pH de 6,37,9 (Rodríguez-Olarte et al. 2015). A pesar de la
contaminación extrema del río Yaracuy los datos
sobre la misma son poco visibles; sin embargo, se
ha legislado de manera particular con las normas
para la clasificación y el control de la calidad de las
aguas de la cuenca del río Yaracuy (Decreto
nacional 2.181. 1998). Los caudales fueron moderados décadas atrás: 5,6 y 16,1 m3/s en las
desembocadura de los ríos Aroa y Yaracuy,
mientras que Urama fue de 4,2 m3/s (COPLANARH 1969) y su afluente Canoabo tiene 1,2
m3/s. En el río Sanchón el caudal ha sido medido
en 0,96 m3/s, pero en el periodo de sequía de 2016
fue menor a 0,1 m3/s.
d) Fauna, usos y amenazas: Las biotas en estos ríos
son de interés para la conservación. Se han registrado un poco más de 50 especies de peces y su
endemismo ronda el 20%, y alcanza el 30% en la
escala de provincia biogeográfica (RodríguezOlarte et al. 2006a, 2011a). Las especies endémicas
(Bryconamericus charalae, Creagrutus lassoi, Creagrutus
lepidus, Hyphessobrycon fernandezi, Chaetostoma yurubiense, Farlowella martini, Apteronotus ferrarisi, Austrofundulus leohoignei) se consideran en riesgo principalmente por lo reducido de su distribución (Aroa y
Yaracuy suman menos de 5.000 km2) y además,
por la depauperación importante del río Yaracuy
(Rodríguez-Olarte et al. 2011b, 2015). El río
Urama ha demostrado una inusitada riqueza de
especies de peces, lo contrario del río Sanchón,
con predominio de peces marinos o estuarinos
(Awaous, Gobiomorus, Microphis). A lo largo de estas
cuencas se han introducido varias especies de
peces, ya sea por el manejo piscícola inadecuado o
por la introducción deliberada en embalses. El
bocachico Prochilodus mariae y la cachama Colossoma
macropomun tienen distribución amplia en las
planicies bajas, la primera es usual en la pesca de
subsistencia en el propio río Aroa y la segunda es
acaso la especie con mayor importancia en la
piscicultura regional (Rodríguez-Olarte et al.
2005). En los embalses se identifican, además de
cachamas, los pavones (Cichla, Cichlidae).
e) Áreas protegidas: El parque nacional Yurubí
(23.670 ha. 1960) cubre las mayores alturas y los
tributarios más importantes para el río Aroa,
mientras que el monumento natural Cerro de
María Lionza (11.712 ha. 1960) cubre las fuentes
del río Yaracuy. El parque nacional Morrocoy
(32.090 ha. 1974) cubre principalmente ambientes
marino-costeros, pero también algunas pequeñas
quebradas y áreas de inundación con importancia
para las biotas de aguas dulces. Además, existen
otras áreas protegidas: zona protectora de la Sierra
de Aroa (114.103 ha. 1990), área de protección y
recuperación ambiental Valle del río Aroa (300.000
ha. 1980). Casi toda la cuenca del río Sanchón es
una reservas nacional hidráulica (8100 ha. 1976),
igual ocurre con la cuenca del río Morón.
f) Usos de la tierra: Salvo en áreas protegidas,
algunos predios privados y montañas apartadas
estas cuencas tienen una deforestación considerable, principalmente en las áreas bajas (valles y
planicies). El río Aroa mantiene algunos fragmentos de maporales -bosques de palmas- en la
cuenca baja (Colonnello et al. 2014) pero la gana-
89
RODRÍGUEZ-OLARTE, MARRERO y TAPHORN
dería y los cultivos (naranja, cocos) predominan en
las planicies. En el río Urama, aun cuando tiene un
embalse en sus montañas y la intervención humana en la cuenca alta es considerable, tiene una
mayor cobertura de bosques ribereños en la
cuenca alta y en parte del tramo final. No obstante,
antes de su desembocadura al mar el río recibe los
efluentes de lagunas de tratamiento del complejo
petroquímico de Morón.
g) Demografía: Ambas cuencas suman 581.190
habitantes, pero con el 86% en la cuenca del río
Yaracuy, lo que explica que en la cuenca del río
Aroa la densidad de población sea de 34 ind/km2
y en la de Yaracuy alcance 201 ind/km2. Las principales ciudades en Yaracuy (San Felipe, Chivacoa)
y Aroa (Aroa, Yumare) se asocian con las riberas
del cauce principal o de los tributarios. Las otras
cuencas mucho más pequeñas tienen densidades
elevadas (Tabla 1), como Urama (117 ind/km2) y
Morón (412 ind/km2), esta última la densidad más
elevada en la vertiente occidental. Como caso
único: la cuenca contigua del río Sanchón, al
parecer no tiene habitantes permanentes.
h) Alteración de cauces: En la cuenca de Yaracuy
están los embalses Cumaripa (851 ha. 1971, sobre
el mismo río) y Durute (23,5 ha. 1969), mientras
que sobre el río Urama se creó el embalse Canoabo
(534 ha. 1995) y en el río Morón existe un embalse
pequeño (7,5 ha). La extracción de agua directamente de los ríos es permanente, ya sea para
acueductos urbanos o actividades agropecuarias.
Varios tributarios son intermitentes y sugieren una
fragilidad importante de las cuencas altas frente a
la pérdida de cobertura vegetal, pues la acumulación de sedimentos en los cauces de tierras bajas
es enorme en la mayoría de los casos, esto es
patente en los ríos Urachiche, Cocuaima, Quebrada Grande (Yaracuy), Tupe, Cupa y San Antonio
(Aroa).
Otra perturbación de interés son las canalizaciones; estas han sido aplicadas en tramos de
cauces principales pero también en sus tributarios, tanto en Aroa (Agua Linda, Crucito) como
en Yaracuy (Macagua, Marcano). Sobre el río
Yaracuy existen canalizaciones previas. En años
reciente hubo una canalización importante, despejando el tramo final por decenas de kilómetros. El
río Urama desembocaba en el tramo final del río
Yaracuy (sector El Vegote); el cambio brusco en la
orientación del cauce del río Urama cuando
ingresa en las planicies (de norte a este) se asocia
con su canalización a principios del siglo pasado,
donde parte de su caudal sería desviado al río
Salado, ahora su principal tributario.
El río Yaracuy es acaso el más afectado por la
intervención humana en la región occidental, pues
recibe efluentes y residuos urbanos, agrícolas e
industriales, en la mayoría de los casos sin tratamiento adecuado de las aguas servidas. Ingenios
azucareros, fábricas de papel, destilerías, y grandes
monocultivos, por ejemplo, han contaminado el
cauce principal, tributarios y embalses (Cumaripa,
Durute) con efectos deletéreos sobre el río y sus
biotas, pero además sobre los habitantes locales, la
productividad agrícola e incluso sobre el turismo.
Esta situación ha sido reconocida hace décadas,
donde el río ha sido clasificado en una clase crítica
de atención inmediata (COPLANARH 1971) e
incluso se han generado leyes específicas. Cuando
el río Morón ingresa en las planicies de inmediato
es canalizado y embaulado (5 km), atraviesa la
ciudad de Morón y desemboca al mar, todo esto
en medio del aporte de efluentes urbanos e
industriales variados. El río Sanchón recorre una
planicie corta (~900 m) en medio de vegetación
secundaria en retracción; sin embargo, este río
tiene el cauce con mayor protección en la región.
i) Estado de conservación: Los ríos Yaracuy y
Urama tienen la peor clase de conservación (CC4),
le siguen los ríos Aroa (CC3), Morón (CC2) y
Sanchón (CC1). Algunos tributarios y/o tramos de
los ríos (Aroa, Yaracuy) han sido propuestos como
un área de protección dedicada (refugio, reserva o
santuario, por ejemplo); más aún, se ha planteado
extender algunas de las áreas protegidas regionales
para cubrir secciones de tributarios y así incrementar la efectividad para la conservación de la
ictiofauna (Rodríguez-Olarte et al. 2006a).
En la cuenca del río Yaracuy los tributarios
Guáquira y Guarataro (Figura 3) son de interés
para su conservación, pues estos mantienen caudales, hábitats acuáticos y poblaciones peces en
buen estado de conservación. En la cuenca del río
Aroa previamente se propuso al tributario Galápago (entre los pueblos de Socremo y Yumare)
con interés para su conservación, pero la intervención local ha aumentado. Actualmente, el río Agua
Linda reúne mejores coberturas de bosques ribereños, por lo que debe ser considerado en los
programas de conservación. Los ríos Morón y
Sanchón tienen una cobertura total de vegetación
(exceptuando las planicies) y es probable que sus
cuencas sean las más conservadas de la región, esto
obedece principalmente a los programas de manejo y de reforestación aplicados a esas cuencas; es
de notar que una parte considerable del agua de
estos ríos es empleada en la industria petrolera
(Refinería El Palito).
90
Capítulo 4: Ríos en riesgo al Caribe y Golfo de Venezuela
3.4. Vertiente Caribe Central (IV)
Ríos en la Cordillera de la Costa: Fila Los
Cajeros - Cabo Codera
a) Paisaje, relieve e hidrografía: Unidades del
paisaje: Región A (subregión A.2 Continental
costera), Región D (Subregión D.4. Cordillera de
la Costa Central: sectores D.4.2. Serranía del
Litoral, D.4.3. Serranía del Interior). Los ríos que
drenan la vertiente norte de la Cordillera de la
Costa en este tramo provienen de valles marítimos
en cuencas hidrográficas pequeñas (<200 km2),
alargadas, con pendientes muy elevadas (~25%).
Sus ríos tienen recorridos cortos (< 30 km) entre
montañas y vallecitos de piedemontes (Figura 4).
De usual las desembocaduras son asociadas con el
cambio abrupto de pendiente conformando abanicos que se encuentran en expansión periódica. Las
planicies aluviales de usual son pequeñas. Las
pendientes elevadas y las costas de acantilados se
asocian con una plataforma continental pequeña e
impiden una acumulación importante de sedimentos fluviales, siendo característicos los valles
inundados (rías), pero también hay estuarios de
cauces únicos y algunas ciénagas y lagunas. La
Cordillera de la Costa en este tramo se divide en
dos secciones, desde la Fila Cajeros hasta el abra
de Catia (oeste) y desde ahí hasta Cabo Codera
(este). Al este los ríos principales son Aguas
Calientes (181 km2), San Esteban (40 km2), Ocumare (140 km2), Cata, Cuyagua, Choroní, Chuao
(195 km2), Maya (121 km2, Pico El Cenizo: 2407
msnm), Limón, Chichiriviche, Uricao Petaquire
(137 km2) y, en abra de Catia, la Quebrada Tacagua
(104 km2). Al este, donde la orografía tiene menor
desarrollo horizontal pero mayores alturas y pendientes, destacan la quebrada San José de Galipán
(16 km2) y varios ríos: Piedra Azul (22 km2), Río
Grande (25 km2), Naiguatá (33 km2; Pico Naiguatá: 2.765 msnm), Camurí Grande (43 km2) y
Los Caracas (78 km2.). A partir de la Fila de San
Juan y hasta Cabo Codera las alturas disminuyen
drásticamente y se desarrolla un piedemonte que
por el norte es asociado con lomeríos bajos; ahí los
principales ríos son Caruao (68 km2), Chuspa (67
km2), Aricagua (83 km2) y Chirimena (Tabla 3).
b) Clima y vegetación: En las tierras bajas predomina el clima seco (semiárido) y, por contraste, es
húmedo en las montañas inmediatas; este
gradiente se expresa en un intervalo de precipitación entre los 500-600 a 800-1.200 mm desde las
tierras bajas hasta las cumbres, similar al de la
temperatura: 24-26° C a 10-14° C. Esta variación
ocurre en un intervalo de pocos kilómetros entre
el nivel del mar y las cumbres (5-16 km) y es expli-
Figura 4. Principales ríos, lagunas y embalses en la Vertiente Caribe Occidental (III). La sección norte de la vertiente
se indica en la Figura 3. Se muestran las principales divisorias de aguas (líneas finas claras). Los centros poblados y
designaciones geográficas están en cursiva. Las mayores ciudades dentro de la vertiente son Carora, Tocuyo, Quíbor y
San Felipe. Los principales embalses son: 1) El Ermitaño, 2) Los Quediches, 3) Dos Cerritos, 4) Atarigua, 5) Mapará,
6) El Tacal, 7) Játira-Tacarigua, 8) Cumaripa, 9) Cabuy, 10) Canoabo, 11) Morón. Por condiciones de espacio la imagen
ha sido rotada (20°).
91
RODRÍGUEZ-OLARTE, MARRERO y TAPHORN
acuícolas: Astyanax bimaculatus, A. fasciatus, Hoplias
malabaricus, Poecilia spp., Anablepsoides hartii, Andinoacara y Synbranchus marmoratus (Rodríguez-Olarte et
al. 2011b). Desde los extremos de la Vertiente
Caribe Central la riqueza disminuye a valores
mínimos en el centro, como en el río Caruao, con
cuatro especies, mientras que al este, en el río
Chuspa, se reconocen 16 especies (Lasso et al.
2015). Al oeste y en la frontera zoogeográfica, la
riqueza de peces dulceacuícolas es de 27 especies
(río Alpargatón, Urama). No se reconocen especies de peces endémicas para estos ríos. Es
previsible que algunas poblaciones se encuentren
en riesgo por la pérdida de hábitat en varios ríos
pequeños, la transformación de cauces o los
eventos climáticos, incluso la combinación de
todas estas causas. Esto se asociaría con los ríos
Aguas Calientes, San Esteban, Borburata, Ocumare, Choroní, Petaquire y Naiguatá. Alrededor de
21 especies de peces se incluyen en la pesca de
subsistencia, casi todas marinas y estuarinas (Elops,
Agonostomus, Centropomus, Awaous, Gobiomorus). El
consumo de camarones de río (Macrobrachium,
Atya), es usual en estos ríos costeros, incluso su
comercialización (Lasso et al. 2015).
e) Áreas protegidas: Tres parques nacionales resguardan varias cuencas en esta vertiente al mar:
San Esteban (43.500 ha. 1987), Henri Pittier
(107.800 ha. 1937) y Waraira Repano o El Ávila
(81.900 ha. 1958. Figura 4). La cobertura boscosa
natural en estos parques es elevada, salvando las
áreas bajas asociadas con las desembocaduras y
centros urbanos, pero existen áreas en las cuencas
elevadas con intervención importante (Galipán,
Piedra Azul). Igualmente, también destaca el
Monumento Natural Pico Codazzi (11.850 ha.
1991), con una intervención importante en su
superficie, expresada por una matriz agropecuaria.
f) Usos de la tierra: Los ríos que tienen una cobertura forestal completa en todo su cauce principal desde las montañas hasta la desembocadura- son
pocos y asociados con las áreas protegidas (Tabla
2). La intervención en esta sección de la vertiente
Caribe es diferencial y abrupta: existe un litoral
costero con intervención extrema por centros
urbanos, industriales y vías de comunicación, y
donde los ríos son muy degradados. Por otro lado,
existen áreas bajo protección oficial y/o con buen
estado de conservación donde los ríos tienen un
estado de conservación elevado.
La intervención se concentra e intensifica entre
las cuencas de Maya y San José de Galipán (Figura
4), donde las laderas de las montañas reflejan un
uso agrario notable y la franja costera con una muy
cada por el efecto de los vientos alisios, que
descargan su humedad en la vertiente norte de la
cordillera. La región costera central del país es
propensa a eventos extraordinarios de precipitación con efectos importantes en los ríos locales:
entre los días 14 y 16 de diciembre de 1999
llovieron entre 400 y 900 mm sobre las montañas
ya saturadas por lluvias previas, lo que propició
una gran cantidad de deslizamientos y derrumbes.
El material removido fue acarreado por ríos
torrenciales fue enorme y arrasó con las cuencas
bajas, ocasionando -además de pérdidas humanas
y materiales- una transfiguración de los ríos y el
paisaje litoral costero (López 2011). Desde el
litoral hasta las montañas se muestra un gradiente
notable en la vegetación.
En las cercanías al mar predominan los bosques xéricos y matorrales secos, incluso con
vegetación armada y suculenta. En alturas medias
la vegetación se expresa en bosques tropófilos
deciduos de porte bajo, pero a mayores alturas
existen bosques ombrófilos densos (selvas
nubladas) que de usual se asocian con nieblas
orográficas, estas proporcionan una cantidad
importante de agua a los ríos locales. Por encima
de los 2.200-2.500 msnm se desarrolla una vegetación de subpáramo, con predominio de plantas
de porte bajo.
c) Aguas: Para COPLANARH (1969) el escurrimiento anual para varios de estos ríos (Tabla 2)
indica que tienen caudales bajos: Morón (1,2
m3/s), San Esteban (0,6 m3/s), Ocumare (1,8
m3/s), Chuao (3,8 m3/s), Petaquire-Mamo (0,1
m3/s), Chuspa (1,0 m3/s). En el río Piedra Azul
(213 msnm) Barrientos et al. (2005) midieron la
conductividad específica en 306 µS/cm, los
sólidos totales disueltos en 301 ppm, el pH en 8,13
y el oxígeno disuelto en 1,6 mg/l. En los ríos con
intervención de las cuencas altas se evidencia una
concentración elevada de coliformes fecales,
usualmente por encima de la norma, como el río
Piedra Azul y la quebrada Osorio, ambas de
utilidad en acueductos locales (Barrientos et al.
2005). Es de prever que en todos los drenajes con
asentamientos humanos en la cuenca alta presenten coliformes en las aguas.
d) Fauna, usos y amenazas: Se reconocen 45
especies de peces en los ríos costeros, con un
predominio de grupos marinos y muy pocas
especies estrictas de aguas dulces. Las especies
representativas son marinas o estuarinas, destacando Mugil curema, Agonostomus monticola, Awaous
banana y Sicydium plumieri y en las colecciones
biológicas se han registrado 22 especies dulce-
92
Capítulo 4: Ríos en riesgo al Caribe y Golfo de Venezuela
Figura 5. Principales ríos, lagunas y embalses en la Vertiente Caribe Central (IV). Se muestran las principales divisorias
de aguas (líneas finas claras). Los centros poblados y designaciones geográficas están en cursiva. Las mayores ciudades
dentro de la vertiente son Caracas, La Guaira, Guatire e Higuerote. Los principales embalses son: 1) Petaquire, 2) Agua
Fría, 3) La Mariposa, 4) Ocumarito, 5) Lagartijo, 6) Taguaza, 7) Guapo.
triales antes de desembocar al mar. La canalización
(transformación de cauces, desvíos) ocurre en casi
todos los ríos de franja urbanizada en estas
vertientes.
h) Demografía: El litoral costero (~27 km) entre los
centros urbanos de El Palito y Gañango (incluyendo la ciudad de Puerto Cabello, Figura 4)
contiene unos 150.000 habitantes. Hacia el este,
una franja casi continua de centros urbanos -desde
Puerto Carayaca hasta Caraballeda- se extiende por
unos 38 km de la costa. Estos caseríos, pueblos,
ciudades y fábricas han sido creados y consolidados gracias a los ríos costeros, lo que se expresa
en el tramo final de los mismos, que es muy
afectado por efluentes, residuos y canalizaciones.
Además, la mayoría de estos ríos suplen de agua a
la población, que ahora puede alcanzar un poco
más de 241.000 habitantes (incluyendo las cuencas
altas). La densidad poblacional se dispara en la
franja costera, pero aun así tiene valores muy
elevados, los mayores entre todas las cuencas de
las vertientes estudiadas. La menor densidad se
ubica en las cuencas de los ríos Maya y Chuao, con
9 y 8 ind/km2, respectivamente. Una densidad de
población elevada pero menor a 100 ind/km2
ocurre en Aguas Calientes y el grupo de cuencas
Ocumare-Cuyagua, por ejemplo. Los valores se
incrementan mucho en las cuencas con ciudades
en su superficie, como San Esteban (ciudad de
elevada densidad de población. Por el oeste, el río
Aguas Calientes esta bordado por carreteras, autopistas, pueblos y fábricas. Estos usos de la tierra
cubren alrededor del 50% de la cuenca y, aun
cuando su flanco oriental es protegido por el
Parque Nacional San Esteban, los impactos sobre
el ecosistema fluvial son grandes y evidentes. La
mayor pérdida de cobertura boscosa se ha detectado en las cuencas contiguas de Tacagua y
Petaquire (Mamo en la cuenca baja). La quebrada
Tacagua drena un amplio sector del noroeste de la
ciudad de Caracas y, aun cuando tiene algunas
laderas de la cuenca media con cobertura vegetal
elevada, atraviesa la ciudad de Catia La Mar (Figura
4). La agricultura se desarrolla en las pequeñas
planicies de las cuencas bajas, donde el cacao es el
cultivo con mayor cobertura, le siguen cultivos
variados pero con poca extensión. En las zonas
intervenidas de las áreas protegidas (ej. Galipán) el
cultivo de flores y hortalizas es común.
g) Alteración de cauces: El cauce del río Sanchón
recibe los efluentes y residuos urbanos e industriales en todo su recorrido; además, ha sido
canalizado en algunos tramos y al final de su curso
está flanqueado por el pueblo de El Palito y una
refinería de petróleo. Fuera del Parque Nacional
San Esteban los ríos Goaigoaza y San Esteban
ingresan a la ciudad de Puerto Cabello, son
canalizados y reciben efluentes urbanos e indus93
RODRÍGUEZ-OLARTE, MARRERO y TAPHORN
Puerto Cabello) y Naiguatá, que alcanzan 687 y
542 ind/km2, respectivamente. Valores extraordinarios son ostentados por las cuencas de Tacagua
con 1.446 ind/km2, que drena una fracción de la
ciudad de Caracas y la ciudad de Catia La Mar (esta
densidad es superada por el tributario Guaire, que
drena la ciudad de Caracas en la cuenca del río
Tuy), San José de Galipán (1.252 ind/km2) y Piedra Azul (1218 ind/km2).
i) Estado de conservación: Las cuencas de los ríos
Petaquire, Tacagua y San José de Galipán tienen
clases CC4 y seis alcanzan la clase 3 (Tabla 2); aun
cuando estas cuencas tienen urbanismos extensos
(ej. San Esteban), una parte considerable de su
superficie tiene una cobertura de bosques, condición propiciada por las áreas protegidas. Las
cuencas de Naiguatá y Los Caracas tuvieron clases
CC2 y CC1, respectivamente. La mayoría de estos
ríos presentan una situación de conservación de
interés a resolver: en las montañas los cauces se
asocian con bosques ribereños que tienen de usual
muy baja intervención. En las planicies y desembocaduras sucede todo lo contrario: la deforestación
de riberas y la transformación de cauces es extendida. Las faunas (peces e invertebrados) en las
zonas medias y altas están afectadas por la disrupción en los ciclos hidrológicos y temporales,
principalmente aquellos grupos que tienen ciclos
de vida entre el río y el mar. El fenómeno anterior
debe tener una ocurrencia similar en el resto con
cuencas con una cobertura boscosa relevante pero
con desembocaduras asociadas a los centros
urbanos. La lista es larga, siendo más práctico
indicar aquellos ríos en donde existe la menor
urbanización: Turiamo, Chuao, Cepe, Tuja, Anare
y Los Caracas, entre algunas cuencas muy
pequeñas (<10 km2) que tienen muy baja o nula
intervención, acaso como respuesta a la ausencia
de ríos permanentes en las mismas. Los eventos de
precipitación extraordinarios de 1999 ocasionaron
la pérdida generalizada de los acueductos locales,
por lo que ocurrieron nuevas transformaciones de
cauces para suplir de agua a los centros urbanos;
esta situación, aunada al incremento de población
predice un aumento en la depauperación de estos
ríos costeros.
Litoral, D.4.3. Serranía del Interior). El río Tuy
nace en el Pico Codazzi (2.426 msnm) y drena
6.606 km2 las vertientes sur de la Cordillera de la
Costa y norte de la Cordillera del Interior. Desde
su nacimiento en la Colonia Tovar corre al sur
hasta la falla La Victoria (El Consejo); ahí tuerce al
este hasta la Fila Las Veras, donde coge rumbo al
sureste siguiendo el rumbo de la falla La Victoria,
hasta los Valles del Tuy, donde luego de recibir al
río Súcuta sigue al norte bordeando la Fila La
Pastora hasta el Topo Lele, donde toma rumbo
este, recibe al río Guaire, bordea por el sur a la Fila
Las Hermanitas y luego penetra la depresión de
Barlovento, luego de recibir a los ríos Taguaza y
Grande, donde bordeará por las planicies el flanco
norte de la Serranía del Interior. Luego de las
Sabanas de Rubio y antes del sector Madre Vieja el
río Tuy cambia abruptamente su curso al noroeste,
corre unos kilómetros y otra vez retoma su curso
previo y por un canal llega al mar. Así, el río Tuy
ha recorrido 269 km (Figura 4).
La cuenca del Tuy se puede dividir en cuenca
alta, desde las cabeceras hasta la Falla La Victoria
(Fila El Picacho), cuenca media (tramo El Picacho
– desembocadura del río Taguaza) y la cuenca baja,
de ahí hasta el mar. Los principales tributarios por
el norte son los ríos Guaire (1.185 km2), que atraviesa el Valle de Caracas pero antes recibe los ríos
El Valle (San Diego, 1.310 msnm, 79 km2), San
Pedro (Topo El Arado, 2.050 msnm, 123 km2) y
Macarao (Alto Ño León, 2.122 msnm, 109 km2).
El río Guaire desemboca en el río Tuy bordeando
la ciudad de Santa Teresa del Tuy. Siguiendo el
curso de río Tuy, le siguen los ríos Grande o
Caucagua (817 km2) y Merecure, este último se
integra con ciénagas boscosas en las planicies
cercanas a Tapipa, muy cerca del río Tuy. Aguas
abajo y en las mismas planicies cenagosas nacen
los caños Las Brisas y Colorado, que desembocan
de inmediato en el río Tuy. A unos dos kilómetros
de la desembocadura al mar desde el río Tuy parte
el caño de marea Boca Vieja y corre en dirección
noroeste, casi paralelo a la costa, hasta unirse con
el río Capaya justo en la desembocadura.
Por el sur los principales tributarios son los ríos
Cagua, Guare (Fila Las Cotizas, 1.453 msnm, 181
km2), Ocumarito, Lagartijo (Filas La Rasante y
Maestra, 1.374 msnm, 324 km2), Taguacita, Taguaza (Fila de Guatopo, 1.576 msnm, 270 km2), Cuira
(Fila Maestra, Cerro Aserradero, 1.503 msnm, 557
km2). Entre los lomeríos y planicies de la cuenca
baja existen algunas ciénagas y lagunas: Caño
Negro, Laguna Grande, La Unión y La Maroma,
esta última a la margen derecha del Tuy. Ya cerca
Ríos entre la Cordillera de la Costa y Cordillera
del Interior.
Río Tuy
a) Paisaje, relieve e hidrografía: Unidades del
paisaje: Región A (subregión A.2 Continental
costera), Región D (Subregión D.4. Cordillera de
la Costa Central: sectores D.4.2. Serranía del
94
Capítulo 4: Ríos en riesgo al Caribe y Golfo de Venezuela
del litoral marino el río atraviesa planicies
inundables, como las sabanas de Guardalagua,
Oro, Toro y Bajos de Manatí (Figura 4, Tabla 3).
b) Clima y Vegetación: En las cumbres de la
Cordillera de la Costa (Monumento Natural Pico
Codazzi) las temperaturas son de 13-16° C y las
precipitaciones entre 1.000 y 1.500 mm anuales;
ahí, el periodo de sequía es breve, entre enero y
marzo (Parkwatch 2003). En Caracas (Observatorio Cajigal, 1.035 msnm) la precipitación anual
ha sido registrada en 826 mm y la temperatura en
20,8° C y estos valores tienden a bajar hasta el río
Grande (Guarenas-Guatire), donde las temperaturas medias están alrededor de los 23,5° C y con
852 mm de precipitación anual. Ya en la depresión
de Barlovento la humedad se incrementa gracias a
los vientos alisios húmedos que originan precipitaciones orográficas en las cadenas montañosas
que bordean la depresión. En Caucagua la
temperatura es de 26,4° C y la precipitación de
2.075 mm, mientras que al sureste, en las montañas
de Guatopo, las precipitaciones anuales están entre
los 2.200 y 2.500 mm y las temperaturas superan
los 26° C (Márquez 2006). Es conocido que en las
planicies bajas de Barlovento (Tapipa, El Clavo,
Panaquire) la precipitación puede llegar a los 2.800
mm y en el litoral (San José de Río Chico), los
1.488 mm, con temperaturas que rondan los 26° C
(Jaimes et al. 2006); ahí el periodo seco se extiende
de noviembre a mayo y el de lluvias de junio a
octubre.
En las montañas elevadas la vegetación es de
subpáramo arbustivo en las mayores alturas (Pico
Naiguatá), pero a lo largo de las áreas protegidas
en las cordilleras de la Costa y del Interior predominan los bosques montanos siempreverdes
(bosques nublados) y semideciduos estacionales.
En el valle medio del río Grande (GuarenasGuatire) los bosques secos deciduos tienen una
cobertura elevada en las tierras bajas, pero ya en la
depresión de Barlovento la humedad permite el
desarrollo de densos bosques húmedos y áreas de
vegetación baja asociadas con ciénagas y humedales herbáceos. En las cercanías al mar y hacia el
este el clima es más seco y la vegetación tiende a
ser decidua, mientras que en litoral, las desembocaduras y albuferas están bordeadas por manglares
y vegetación halófita de porte bajo.
c) Aguas: El río Tuy tiene el mayor caudal en la
vertiente Caribe, con 80 m3/s (Tabla 3). En la
cuenca media y antes del ingreso de los principales
afluentes (Guaire y Grande) se ha medido el caudal
en 18,6 m3/s (COPLANARH 1969), mientras que
en la depresión de Barlovento (El Clavo) ha
alcanzado 70,7 m3/s (Márquez 2006). El río
Grande ha mostrado un caudal de 6,3 m3/s. En
Barlovento otros tributarios tienen variables, por
el norte el río Merecure tiene 0,2 m3/s en los
lomeríos y por el sur los ríos Taguaza y Cuira
tienen caudales importantes: 9,7 y 26,8 m3/s,
respectivamente. A partir de la cuenca media del
río Tuy sus aguas son muy contaminadas, debido
al ingreso de efluentes urbanos en los Valles del
Tuy y de sus principales tributarios al norte
(Guaire y Grande); sin embargo, el río tiene tributarios con aguas limpias que provienen usualmente
de áreas protegidas, por lo que los reportes sobre
los aspectos físicos y químicos de sus aguas son
variables. En el río Tuy los valores medios de
conductividad son 200 µS/cm y oxígeno disuelto
de 8,4 mg/l; mientras que el pH ha sido medido
en 7,4 (Mogollón et al. 1993). El río Guaire antes
de su desembocadura ha mostrado una corriente
con 14,1 m3/s y 5,8 mg/l de oxígeno disuelto,
mientras que en el río Grande la corriente fue de
11,6 m3/s y el oxígeno disuelto con 4,2 mg/l
(Hernández 2011). En la mayor parte de los
tributarios de la cuenca los valores de coliformes
fecales son elevados..
d) Fauna, usos y amenazas: En el río Tuy y las
pequeñas cuencas vecinas (Curiepe, Capaya, Guapo, Uchire) los registros dan cuenta de 60 especies
de peces de aguas dulces (Rodríguez-Olarte et al.
2011b), incluyendo un número elevado de géneros
(45) respecto a todas las cuencas que drenan al Mar
Caribe. Los Characiformes (26 especies) y los
Siluriformes (17 especies) abarcan un poco más del
70% de la riqueza. Son varias las especies endémicas estrictamente a la cuenca (Moenkhausia
pittieri, Chaetostoma guairense, Cordylancistrus nephelion,
Rineloricaria caracasensis y Trichomycterus mondolfi),
pero también otras endémicas para la vertiente,
como el caribe del Neverí (Serrasalmus neveriensis).
En la cuenca del río Tuy son varias las especies en
situación de amenaza según el Libro Rojo de la
fauna venezolana (Rodríguez et al. 2015). En la
categoría En Peligro están varios bagres Loricariidae (Chaetostoma pearsei, Cordylancistrus nephelion,
Rineloricaria caracasensis) y un bagre Trichomycteridae (Trichomycterus mondolfi) y como vulnerables
son las especies Chaetostoma guairense, Moenkhausia
pittieri y Serrasalmus neveriensis (González-Oropeza
et al. 2015).
Es previsible que las poblaciones de varias
especies hayan sido extirpadas en las subcuencas o
tramos muy contaminados y/o con hábitats
fragmentados por la transformación o desecación
de cauces; de igual manera, la ictiofauna local -y la
95
RODRÍGUEZ-OLARTE, MARRERO y TAPHORN
biota acuática asociada- se encuentra en una
situación de amenaza generalizada. No se disponen de datos sobre las especies estuarinas y
marinas que frecuentan el tramo final del río Tuy,
pero se supone son similares a las registradas en el
resto de los ríos locales.
La mayoría de las especies de peces en la
cuenca son de tamaño pequeño a moderado, pero
de usual tienen importancia en la pesca de
subsistencia, como las guabinas (Hoplias), corronchos y bagres (Chaetostoma, Hypostomus, Pimelodella,
Rhamdia), viejas, mataguaros y picos de frasco
(Andinoacara, Cichlasoma, Crenicichla, Caquetaia), y las
sardinitas (Astyanax, Steindachnerina). Varias especies tienen importancia ornamental, especialmente Moenkhausia pittieri y algunos bagres (Chaetostoma, Corydoras, Microglanis). Se reportan como
especies introducidas a la trucha (Oncorhynchus
mykiss) en el embalse Agua Fría y las tilapias
(Oreochromis) en el cauce del río Tuy (GonzálezOropeza et al. 2015). En las pequeñas quebradas
que drenan el Parque Nacional Waraira Repano
(ej. Los Chorros) ha sido habitual introducir diferentes especies de peces ornamentales. También se
reconoce una incipiente cría de cachamas (Colossoma) promovida por oficinas gubernamentales en
varios sectores de la cuenca.
e) Áreas protegidas: En la cuenca se mezclan varias
áreas protegidas: En la Cordillera de la Costa está
el Parque Nacional Waraira Repano (81.900 ha.
1958) y los monumentos naturales Pico Codazzi
(11.850 ha, 1991) y Cueva Alfredo Jahn (58 ha,
1978), este último se incluye en el drenaje del río
Curiepe. Por el sur están los parques Macarao
(15.000 ha. 1973) y Guatopo (122.464 ha. 1958).
Además, existen las zonas protectoras de la cuenca
del río Chuspita (5.642 ha, 1976) y de los embalses
La Mariposa (Embalse 2.825 ha, 281.069 ha, 1988)
y La Pereza (330 ha, 1982). Prácticamente toda la
cuenca del río Tuy tiene prioridad de tratamiento
y conservación: Área Crítica con Prioridad de
Tratamiento (877.974 ha, 1992). A pesar que la
superficie acumulada de estas áreas administrativas
se solapa y duplica el área de la cuenca, el río Tuy
y muchos de sus tributarios tienen una situación de
depauperación generalizada y extrema.
Usos de la tierra: Aun cuando en toda la cuenca
del río Tuy existe una deforestación generalizada
debido a la expansión de la frontera agrícola y
urbana, aún existen lugares con vegetación natural
y/o muy poco intervenida, como en el extremo
oriental de la Cordillera del Interior y bosques en
la planicie de Barlovento. No obstante, en la
depresión de Barlovento los cultivos de cacao, que
tienen una gran extensión, se ubican en los estratos
bajos de los bosques. La agricultura es común y
dispersa a lo largo de la cuenca. La minería no
metálica (gravas) es intensa y extendida a lo largo
del río Tuy y sus tributarios; esta minería es
usualmente ribereña y sus efectos sobre el medio
local y aguas abajo son evidentes. Un examen de
imágenes satelitales muestra que el río Tuy en su
cuenca baja (Barlovento) y entre los poblados de
Aragüita y Panaquire tiene por lo menos 10 minas
de grava; estas son usualmente ribereñas. A su vez,
el río Grande muestra por lo menos once minas
desde Guatire hasta su desembocadura en el Tuy.
La densidad de minas de grava en estos tramos es
quizá la más elevada del país. Otras tantas minas
de gravas se detectan en la cuenca media del río
Tuy. Aparte, existen otros tipos de minerías
(calizas, cemento) dispersas en las montañas y
lomeríos.
f) Demografía: La cuenca del río Tuy concentra la
mayor población de Venezuela y la revisión de
registros del censo de población 2011 indica que
ahí habitan 4.536.886 personas (Tabla 3), con un
aporte de 1.943.901 habitantes por el Distrito
Federal y 2.675.165 por el estado Miranda. Lo
anterior indica una densidad de 687 ind/km2 para
la cuenca., La cuenca del principal tributario (río
Guaire 1.185 km2) y que contiene la mayor población, la densidad alcanza 2.915 ind/km2. Nótese
que la densidad de población para Venezuela es de
unos 34 ind/km2.
g) Alteración de cauces: Los ríos en la cuenca han
sido transformados en gran medida. El río Tuy era
navegable por embarcaciones pequeñas desde la
confluencia con el río Guaire hasta el mar; este
último accionó en 1895 la primera planta hidroeléctrica de Venezuela. Alrededor de las carreteras
y las autopistas muchos tramos de ríos han sido
canalizados, como el Guaire y varios de sus
tributarios, que han sido embaulados en su curso
urbano. También son varios los embalses en la
cuenca, siendo principales: La Mariposa (54 ha.
1949), Agua Fría (44 ha. 1949), Quebrada Seca (95
ha. 1961), Lagartijo (451 ha. 1962), La Pereza (8.7
ha. 1969), Ocumarito (75 ha. 1969) y Taguaza (580
ha, 1997), pero existen muchos otros pequeños
embalses públicos y privados. En la cuenca media
el río Tuy y sus tributarios reciben las descargas de
grandes centros urbanos, sumándose extensos
centros industriales. Estos efluentes son recibidos
principalmente por los ríos Guaire y Grande. Para
Hernández (2011), el río Tuy tiene poca
contaminación solo en su cuenca alta, pero los
mayores tributarios de la cuenca están muy con-
96
Capítulo 4: Ríos en riesgo al Caribe y Golfo de Venezuela
Tabla 3. Principales ríos en la Vertiente Caribe Central (VCC). El origen y tratamiento de los datos es indicado en los
métodos. En la Corriente se indica su tipo (T): eventual (e), intermitente (i), permanente (p) y el caudal (m 3/s). La
Población humana es basada en el censo nacional de 2011. En Perturbaciones están: Embalses en número (N°) y
superficie del espejo de agua (ha), la canalización y desvío (CD) de cauces principales (c) y tributarios (t), y los efluentes
(E), que son urbanos (u) e industriales (i). La mayoría de los ríos reciben efluentes agropecuarios. Las clases de
conservación (CC) son: buena (1), regular (2), pobre (3) y muy pobre (4). En los Ríos se indica entre paréntesis el
número de áreas protegidas (parques nacionales y monumentos naturales) en su cuenca. Los grupos de ríos son:
Goaigoaza y San Esteban (a), Borburata y Patanemo (b), Turiamo, Ocumare, Cata y Cuyagua (c). Se indica el abra de
Tacagua o Catia (d).
Ríos
Vertiente Caribe Central
Aguas Calientes (1)
San Esteban (1) a
Borburata-Patanemo (1) b
Ocumare-Cuyagua (1) c
Choroní (1)
Chuao (1)
Maya (1)
Limón (1)
Petaquire (1)
Tacagua (1) d
Piedra Azul (1)
San José de Galipán (1)
Naiguatá (1)
Los Caracas (1)
Chirimena
Curiepe (2)
Capaya
Tuy (4)
Guapo (1)
Uchire
Otros
Cuenca
(km2)
181
164
115
399
114
217
122
112
137
104
26
16
33
77
26
174
349
6.606
836
257
431
Corriente
T
(m3/s)
p
p
p
P
P
i
i
p
i
i
p
p
p
p
p
p
p
p
p
p
1,0
0,5
2,0
4,0
1,0
1,0
0,5
1,0
0,2
0,5
0,2
0,2
0,2
1,0
1,0
1,0
5,0
65
12,0
2,0
4
Población
humana
17.212
112.742
17.496
12.816
5.815
1.853
1.000
6.200
39.000
150.366
31.657
20.033
17.877
5.902
3.500
45.090
27.001
4.536.886
37.944
21.831
11.000
Perturbaciones
Embalses
CD
N°
ha
c
c
c
1
18,5
c
c
c
8
1
1
1.432
600
2.000
65
c
c
c
c
c
E
ui
ui
ui
u
u
u
u
ui
ui
u
u
u
u
u
ui
ui
ui
u
u
CC
3
3
3
2
2
1
3
3
4
4
3
4
2
1
3
3
4
4
3
3
3
agrícolas, áreas protegidas en montañas, áreas
especiales de manejo fragmentos de bosques en
algunos sectores y una diversidad biológica elevada
y con endemismo importante. Al parecer, la
cuenca genera más agua de la que emplea como
agua potable. El río Tuy tiene un caudal promedio
de: 65 m3/s (Tabla 3) y la oferta de agua potable
para la Región Metropolitana Caracas (RMC) en
2010 fue de unos 26 m3/s (Martínez 2013); la
misma provenía en gran medida de los ríos embalsados en la cuenca del río Tuy, pues una parte
proviene de pozos profundos y del sistema con
origen en el embalse Camatagua (7.648 ha. 1968)
en la cuenca del río Guárico, sistema del Orinoco.
El interés para la depuración de las aguas
servidas antes de ser descargadas en los cauces es
recurrente y tiene cerca de un siglo, con principal
taminados, con valores elevados en la conductividad y en las concentraciones de Na, K, Ca, Mg
SO42- y HCO3-, al igual que metales traza (Al, Fe,
Mn). Esto se ha evidenciado por el norte en los
ríos Guaire y Grande (Caucagua) y por el sur en
varios ríos y quebradas asociadas con centros
urbanos (ej. Guayas, Ocumare, Lagartijo, Cagua,
Cua, Charallave), incluso en la desembocadura,
sugiriendo aportes relevantes de aguas residuales
domésticas e industriales, así como también de
actividades agropecuarias.
h) Estado de conservación: La cuenca tiene una
clase CC4, pero su situación es más compleja que
en otras ríos costeros del país, principalmente por
la intensidad de los impactos y la extensión y
variedad de perturbaciones, todo esto en una
matriz dinámica de centros urbanos, campos
97
RODRÍGUEZ-OLARTE, MARRERO y TAPHORN
foco de acción en el río Guaire, mediante planes
de alcantarillado, colectores y proyectos integrales
de saneamiento. El último de estos proyectos fue
presentado a principios de este siglo, pero aún no
se ha logrado el tratamiento de las aguas residuales
generadas por la ciudad de Caracas (Martínez,
2013). A parte del previsible crecimiento de la
población y de los efectos negativos del clima en
los diferentes escenarios del cambio climático, la
ausencia de correctivos adecuados para evitar o
disminuir la deforestación de bosques ribereños,
contaminación de los cauces, la fragmentación y
pérdida de hábitats, así como la pérdida de la
diversidad biológica acuática.
Curiepe los caudales han sido registrados entre 1-3
m3/s, mientras que en el río Capaya son un poco
mayores, con 3,2 m3/s (COPLANARH 1969). El río
Curiepe tiene una clase CC3 y al Capaya le corresponde la clase CC4 (Tabla 3).
Al sureste del río Tuy los principales drenajes son
los ríos San José, Guapo, Cúpira (378 km2), Chupaquire, Panapo (137 km2) y Uchire (285 km2). El
tramos final del río San José ha sido modificado en
gran medida: atraviesa el pueblo costero de San José
de Rio Chico y es canalizado y derivado hacia un
complejo de canales artificiales de Río Chico. La cuenca alberga unas 37.994 personas (45 ind/km2). El río
Guapo nace en Fila Maestra (1.087 km2. Figura 4) de
la Cordillera del Interior, corre al norte y al mar Caribe
por una planicie pequeña (~20 km). En esa cuenca la
precipitación anual es de 2.303 mm y la temperatura
media de 25,7° C. Este río desembocaba directamente
en Puerto Tuy, unos tres kilómetros al este de la
desembocadura de Río Chico (Caño Copey) y a 9,6
km al este del río Tuy. Sin embargo, unos cinco
kilómetros aguas abajo del pueblo de San Fernando
del Guapo el río fue desviado al este y canalizado por
unos 5,2 km hacia la Laguna de Tacarigua, que es una
albufera con un típico cordón litoral con 26,7 km de
longitud y una superficie de 7.800 ha.
La Laguna de Tacarigua y sus manglares son
protegidos por el Parque Nacional Laguna de Tacarigua (39.100 ha. 1974). En su nueva desembocadura el
río Guapo ha conformado un delta que ha evolucionado acorde con la represa del Guapo, aguas arriba
(Méndez et al. 2000). El caudal del río Guapo se ha
medido en 2,2 m3/s. En el río Guapo se construyó un
embalse antes de ingresar a las planicies (600 ha.
1981), este fue averiado durante eventos de precipitación extraordinaria en 1999. El río Guapo tiene una
clase CC3.
El río Cúpira, con clase CC2, mantiene una mayor
cobertura de vegetación en la cuenca alta (Fila
Zumbador) y de bosques ribereños respecto a los
otros ríos locales y su cauce no ha sido transformado
en gran medida. Aparte de varios caseríos ribereños,
en las planicies el río bordea los pueblos de Cúpira y
Machurucuto, este último en la desembocadura. Los
ríos Chupaquire y Panapo tiene condiciones geográficas similares al río Cúpira, pero sus cuencas son
menos pobladas; no obstante, el río Panapo es intermitente. Ya más al este el clima es menos húmedo y
los bosques en las estribaciones de la cordillera son
más secos y deciduos, pero con coberturas extensas.
El río Uchire drena el límite oriental de la vertiente.
Esta cuenca es más intervenida (CC3) y alberga una
población de 21.831 habitantes (85 ind/km2). Las
tierras altas tienen extensas coberturas agropecuarias
Otros ríos en la vertiente Caribe Central
En las unidades del paisaje: Región A (subregión A.2
Continental costera), Región D (Subregión D.4.
Cordillera de la Costa Central: sectores D.4.3. Serranía
del Interior). Otros ríos menores son asociados al río
Tuy: al norte destacan los ríos Curiepe y Capaya (411
km2). El río Curiepe nace en el flanco sur en las
estribaciones orientales de la Cordillera de la Costa
(Cerro Carrizal, Fila Palmital), sus tributarios corren al
sur, pero el río principal tiene dirección este, atraviesa
las planicies cenagosas (Laguna Moreno) donde se
incorporan pequeñas quebradas para luego ser
canalizado y orientado hacia la ciudad de Higuerote,
la cual atraviesa antes de desembocar en la bahía
(Figura 4). Este río tendría una desembocadura
asociada con las lagunas Loma del Viento y La Reina,
esta última objeto de extensos urbanismos litorales.
En la cuenca alta los bosques tienen poca intervención, debido a la protección parcial del Parque
Nacional Waraira Repano, pero en la cuenca son
varios los centros urbanos en el curso del río: Curiepe,
Birongo e Higuerote, este último es además un centro
turístico importante en la región. La población en la
cuenca es de unas 45.090 personas y con una densidad
elevada (259 ind/km2). El río Capaya tiene el mismo
origen que el río anterior (Fila Las Perdices) pero sus
cabeceras no son protegidas y presentan una cobertura agropecuaria moderada, pero esta se incrementa
en el resto de la cuenca.
En toda la cuenca los bosques se muestran
usualmente en pequeños fragmentos asociados con
los sistemas de producción agropecuaria. El río Capaya atraviesa varios caseríos y centros poblados, como
Capaya, Tacarigua de Mamporal y Sotillo; estos suman
unas 27.000 personas (77 ind/km2). Ya en las planicies
el río es canalizado -con rumbo norte y por unos seis
kilómetros- hasta el mar. El río Capaya desembocaba
anteriormente más al este y es posible que en el algún
momento desembocara en el río Tuy. En el río
98
Capítulo 4: Ríos en riesgo al Caribe y Golfo de Venezuela
y presencia de caseríos y pueblos (Sabana de Uchire),
en la cuenca media existe con cobertura elevada de
bosques y se asienta un embalse (200 ha. 1978). En las
planicies el río es canalizado y bordea el pueblo costero de Boca de Uchire (Figura 4, Tabla 3).
los parques nacionales tienen una cobertura extendida
de esas pequeñas cuencas; no obstante, en estos casos
los tramos finales y las desembocaduras no tienen
protección y están muy intervenidas.
Los drenajes al Golfo de Venezuela y en las
vertientes al Mar Caribe Occidental y Central tienen la
menor cantidad de ríos y caudales en el país. Por
ejemplo, asociada también con el Mar Caribe, está la
cuenca del Lago de Maracaibo, que genera unos 1300
m3/s. Los 239 m3/s de caudales de todos los ríos
costeros evaluados representan sólo un 0,5% del total
nacional, pero son de interés fundamental para
7.217.558 personas, a este volumen se añade el aporte
de acuíferos subterráneos y trasvases desde cuencas
vecinas. Entre los caudales acumulados que estos ríos
descargan al Mar Caribe (recuérdese que los datos no
son actualizados) a los ríos Tocuyo, Yaracuy y Tuy
(los más grandes y más contaminados) le corresponden cerca del 60%; esto es, unos 130.000 litros de
agua contaminada que cada segundo ingresan al mar,
pero que antes dejan su efecto en los hábitats y sus
biotas, depauperando a su vez a las riberas y
empobreciendo a sus gentes.
Existen 34 grandes embalses que acumulan 19.578
ha; de estas, la cuenca del río Tocuyo tiene 5.428 ha
repartidas en siete embalses, mientras que la cuenca
del río Tuy, con ocho embalses, acumula 1.432 ha de
espejo de agua; esto, además de las seguramente miles
de lagunas artificiales y complejos piscícolas a lo largo
4. CONSIDERACIONES FINALES
Cerca del 60% de las cuencas evaluadas tiene menos
de 1.000 km2., mientras que el 10% de los ríos tiene
caudales mayores a los 5 m3/s; además, el 98% de la
superficie de la vertiente Caribe corresponde a ríos en
las clases de conservación 3 y 4 (CC4: 58.2%, Figura
5), además, los 20 ríos que drenan las vertientes más
secas (40.874 km2) son clase CC3 y superior. Sólo siete
cuencas tienen clases CC1 y CC2 y estas son muy
pequeñas, en promedio 156 km2, con caudales pobres
(usual <1 m3/s) y muy baja diversidad biológica en las
aguas respecto a las cuencas vecinas. Por paradoja, la
mayoría de las cuencas grandes contienen la mayor
población humana, más intervención de sus ambientes naturales, caudales más voluminosos y contaminados, así como una diversidad biológica y endemismo elevados pero en situación de riesgo.
Aun cuando las varias áreas protegidas en la
vertiente han tenido un efecto positivo para la conservación de las coberturas boscosas y, en consecuencia,
de los hábitats y caudales en los ríos, tienen una efecto
limitado respecto al curso total de los ríos; excepto en
las áreas protegidas de la Cordillera de la Costa, donde
Figura 6. Clases de conservación en la Vertiente Caribe de Venezuela: Golfo de Venezuela (drenajes occidentales, Ia;
drenajes orientales Ib), Vertiente Caribe Occidental (II) y Vertiente Caribe Central (III). Las clases de conservación
son: 1 (conservación buena, verde), clase 2 (conservación regular, amarillo), clase 3 (conservación pobre, naranja) y
clase 4 (conservación muy pobre, rojo). Los puntos y polígonos negros e irregulares representan los centros poblados.
99
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de las cuencas. Cerca del 71% de los embalses se
ubican en ríos con clase CC4 y la mayoría de sus áreas
de drenaje, lejos de estar protegidas para amortiguar
la erosión, tienen una intervención manifiesta. En la
mayoría de los ríos -y con mayor expresión en las
cuencas secas- los cauces son transformados para
represar o desviar sus aguas hacia acueductos urbanos
y áreas agropecuarias; parte de estas aguas regresan a
los ríos contaminadas con efluentes urbanos y
residuos agrícolas. La extracción y uso del agua fluvial
no es objeto de reglamentación y lo usual es que aguas
abajo no se disponga del recurso hídrico en condiciones ecológicas y sanitarias adecuadas. En varios
casos los ríos son totalmente desecados a partir de las
cuencas medias debido a la extracción masiva del agua
en las tierras elevadas.
El uso intenso, extenso y desordenado de los
recursos acuáticos fluviales en las cuencas secas y con
las previsiones del cambio climático tiene pronósticos
muy desfavorables en el futuro cercano. Los datos e
información disponible sugieren que existe una situación de riesgo generalizado para la mayoría de ríos
costeros en las vertientes estudiadas, pero aún no se
aplican protocolos específicos para evaluar en sentido
amplio en diferentes escalas espacio-temporales los
atributos físicos, biológicos y sociales asociados con el
estado de conservación de los ríos costeros de
Venezuela. No obstante y como se ha referido, se
disponen de evaluaciones iniciales en sectores de
piedemonte de algunas cuencas, como Aroa y Tocuyo
que han permitido generar bases de datos locales de
interés para la conservación. El monitoreo de los
recursos hidrobiológicos fluviales es de prioridad para
su restauración y conservación, pero aún es incipiente
y no es asistido por programas gubernamentales de
manejo. Es necesario que en el corto plazo se inicie
un programa de monitoreo, que aplique protocolos
adaptados para la evaluación de los ecosistemas
acuáticos y que incluya la restauración y manejo
adecuado de los mismos.
Agradecimientos
Este trabajo es el resultado parcial de la información
generada en proyectos de investigación auspiciados
por la Colección Regional de Peces (CPUCLA) y
financiados por el Consejo de Desarrollo Científico,
Humanístico y Tecnológico de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado (CDCHT-UCLA:
001-AG-2005, 041-AG-2009, 000-AG-2015, 1081AG-2017). Agradecemos a los árbitros anónimos.
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102
Capítulo 5
Estatus de los tributarios de la
depresión del Lago de Valencia.
Un caso de estudio en el río Los Guayos
Belkys PÉREZ GARCÍA1, Vincenzo STORACI KOSCHELOW2,
Liliana NIETO CAICEDO1 y Rafael FERNÁNDEZ DA SILVA2
1. Centro de Estudios en Zoología Aplicada.
2. Centro de Biotecnología Aplicada.
Departamento de Biología de la Facultad Experimental de Ciencias y Tecnología.
Universidad de Carabobo.
belperezster@gmail.com, vastoraci@uc.edu.ve, linieto78@gmail.com, rfernandez2@uc.edu.ve
La cuenca endorreica del Lago de Valencia es una depresión intramontana de origen tectónico
demarcada por las serranías del Litoral y del Interior de la cordillera de la Costa, dentro de la cual
discurren 21 tributarios, entre cursos naturales y canales artificiales. El presente estudio aborda dos
temáticas para esta región hidrográfica: la primera compila la información disponible sobre la
geografía, hidrografía, clima, biodiversidad, demografía y uso de la tierra en la depresión del lago y
la segunda aborda la evaluación puntual de la subcuenca del río Los Guayos a través de la
caracterización de las comunidades de macroinvertebrados bentónicos, hifomicetos acuáticos y
coliformes totales y fecales en tramos que difieren en las condiciones ambientales locales, ubicados
tanto aguas arriba como aguas abajo de los asentamientos urbanos e industriales. Los conflictos
de uso de la tierra producto de la presión antrópica, han sustituido los ecosistemas naturales por
áreas urbanas, industriales y agrícolas, las cuales a su vez han afectado la calidad de las aguas de los
tributarios de la cuenca, especialmente en la depresión. Como caso puntual, en la subcuenca del
río Los Guayos, se comparó la composición de las comunidades de macroinvertebrados bentónicos de diferentes tramos del cauce mediante un análisis de escalamiento multidimensional no
métrico, y complementariamente se utilizó el índice BMWp/Col para estimar la calidad biológica
de las aguas a través del uso de estos organismos. La subcuenca del río Los Guayos mantiene, en
los tramos ubicados aguas arriba de las áreas urbano-industriales, comunidades de macroinvertebrados bentónicos y de hifomicetos acuáticos, características de ríos con poca a leve
intervención, mientras que en los tramos ubicados cerca de su desembocadura, la degradación
ambiental solo permite el desarrollo de coliformes.
Palabras Clave: integridad de los ríos, recursos hidrobiológicos, síndrome de ríos urbanos,
biología de la conservación
© D. Rodríguez-Olarte (ed.), Ríos en Riesgo de Venezuela. Volumen II, 2018
Colección Recursos Hidrobiológicos de Venezuela
ISBN Obra completa: 978-980-12-9274-6
PÉREZ, STORACI, NIETO y FERNÁNDEZ
1. INTRODUCCIÓN
El Lago de Valencia se ubica en la región centro norte
de Venezuela, entre los estados Aragua y Carabobo, y
ocupa una mayor extensión en el segundo (Figura 1).
El lago descansa sobre una depresión tectónica
originada por la acción de la falla de la Victoria y
delimitada por las serranías del Litoral y del Interior
de la Cordillera de la Costa y es el tercer lago más
importante después del Lago de Maracaibo (Huber y
Oliveira-Miranda 2010, Córdova y González 2015).
En el presente estudio se abordan dos esquemas de
investigación, el primero documental y el segundo de
campo, para entender el estado actual de conservación
de esta región hidrográfica, legalmente definida por
las cuencas de los ríos Aragua, Limón, Turmero,
Maracay, Carabobo, Cabriales y Las Minas, según la
Ley de Aguas (Gaceta Oficial de la República
Bolivariana de Venezuela, No. 35.595 de 2-1-2007). El
primer esquema se centra en compendiar la información disponible sobre aspectos geográficos, climáticos, hidrológicos, demográficos y biodiversos, entre
otros, que caracterizan la región, y el segundo evalúa
la calidad ecológica de las aguas de uno de sus
principales, el río Los Guayos, mediante el uso de
macroinvertebrados bentónicos, hifomicetos acuáticos y coliformes totales y fecales, en conjunto con
parámetros fisicoquímicos y morfométricos, en
diferentes tramos ubicados en la cuenca media y alta
de dicho tributario, como un método para evidenciar
el posible efecto de los cambios en las condiciones
ambientales locales sobre las comunidades acuáticas.
- 68º12' O. Por el norte limita con la cuenca del Mar
Caribe, por el sur con las cuencas de los ríos Guárico
y Pao, por el este con la cuenca del río Tuy y por el
oeste con la cuenca del río Pao (Cressa et al. 1993,
MARNR-JICA 2001, Sucre 2003).
Una descripción más detallada de su ubicación
geográfica se encuentra en las normas para la
clasificación y el control de la calidad de las aguas de
la cuenca del Lago de Valencia (decreto N° 3.219,
Gaceta Oficial Nº 5.305 de fecha 1-2-1999). En este
documento, se considera al río Cabriales como parte
de la cuenca, dado que en 1978 el Ministerio del
Ambiente y los Recursos Naturales Renovables decidió desviar sus aguas hacia el lago, vía caño central,
por la alta contaminación que aportaba al embalse
Pao-Cachinche (Córdova y González 2015). No
obstante, por decreto presidencial, a partir de 2007 las
aguas de este río fueron devueltas a su cauce original
como afluente del río Pao (Blanco et al. 2015). Por lo
tanto, el área y perímetro actual de la cuenca del lago
son menores a lo citado en la literatura disponible.
2.2. Hidrología
Según Apmann (1979) la red hidrológica se formó
antes de la elevación de las cordilleras por lo cual se
presume que los cauces originales de los ríos se
esconden debajo de los sedimentos depositados, estos
últimos datan del Pleistoceno y del Holoceno. La red
de drenaje en la actualidad comprende 21 tributarios
distribuidos en 18 ríos y tres caños que drenan sus
aguas hacia el Lago de Valencia (MARNR-JICA
2001). Los ríos cuyas nacientes se localizan en la
serranía de Litoral, dentro los parques nacionales San
Esteban (noroeste) y Henri Pittier (noreste), discurren
de norte a sur hacia el lago y a la mayoría de ellos se
asocian a ciudades capitales de municipios y demás
centros poblados. En el estado Carabobo de noroeste
a noreste, discurren los siguientes ríos: Los Guayos,
Caño Dividive, Caño El Nepe, Guacara, El Ereigue,
Cura y Mariara, mientras que en el estado Aragua
(noreste) están los ríos El Limón, canales industriales
Corpo Industria, Papelera y Sudamtex, Güey, Maracay, Turmero y Aragua; por otro lado, los ríos que
nacen al sur de la cuenca, de suroeste a sureste, son:
Caño Central, Caño La Negra y río Güigüe en el
estado Carabobo y los ríos Magdaleno, Tocorón y
Caño Aparo en el estado Aragua (Figura 1, Tabla 1).
En general, los tributarios tienen poco caudal y de
usual es mantenido por el aporte de fuentes puntuales
de aguas residuales urbanas e industriales; no obstante, a nivel de las cabeceras los caudales fluctúan con
las estaciones de sequía y lluvias, por lo que los valores
son variables. Se han reportado los mayores caudales
para los ríos Güey (0,550 - 1,564 m3/s), Los Guayos
2. ASPECTOS AMBIENTALES GENERALES
DE LA CUENCA DEL LAGO DE VALENCIA
2.1. Ubicación geográfica y política
Según Schubert (1979) el origen del Lago de Valencia
se remonta a finales del Terciario y principios del
Cuaternario, periodos en las cuales un río efluente del
lago denominado río Valencia discurría naturalmente
hacia el río Pao (perteneciente a la cuenca del río
Orinoco). No obstante, hace unos 278 años y por
efecto de balances hídricos negativos, la cota del lago
se ubicó en 427 msnm, lo cual produjo la desconexión
de este con la cuenca del río Pao, convirtiéndolo en
un lago endorreico (Bockh 1956, Jelambi 1995).
La cuenca endorreica del Lago de Valencia al
presentar en sus planicies un relieve con pendientes
menores de 1%, es catalogada como una depresión
intramontana, con una superficie de 3140 km2 y un
perímetro de 127 km (Blanco et al. 2015). La delimitación de las serranías del Litoral y del Interior de
la Cordillera de la Costa, comprende desde Las
Tejerías hasta Campo de Carabobo, aproximadamente entre las coordenadas 09º57' - 10º26' N y 67º07'
104
Capítulo 5: Estado de los ríos al Lago de Valencia
Figura 1. Mapa de la región hidrográfica de la cuenca del Lago de Valencia (modificado de Mujica et al. 2005). La
mayoría de los tributarios numerados en el mapa se encuentran identificados en la Tabla 1): el número 1(asterisco)
corresponde al río Los Guayos. Valencia y Maracay son capitales de estado.
(0,999-3,619 m3/s) y Caño Central (0,837-4,560
m3/s), el último con la mayor variación. El resto de
los cursos de agua presentan caudales menores de 1,0
m3/s; además, también existen ríos con caudales muy
reducidos o menores de 0,1 m3/s la mayor parte del
año, como el caño Aparo, Mariara, Cura, Ereigue,
Magdaleno, Dividive y caño La Negra (MARNRJICA 2001).
Tanto los tributarios como los canales artificiales
han sido convertidos en vertederos de aguas residuales contaminantes cuyo receptor final es el propio
lago, quien percibe alrededor del 80% de las descargas. En tal sentido, los principales contaminantes
que transportan los efluentes son la materia orgánica,
nutrientes, sales disueltas, sólidos en suspensión,
coliformes y metales pesados, entre otras sustancias
tóxicas (MARNR-JICA 2001).
Presenta dos estaciones bien diferenciadas, una de
bajas precipitaciones o periodo de sequía, de noviembre a abril y una de precipitaciones abundantes o
periodo de lluvias de mayo a octubre. La precipitación
media anual está entre 1.000 y 1.800 mm en los
sistemas montañosos, mientras que en la depresión se
ubica entre 900 y 1.300 mm, aproximadamente. Esta
variación entre zonas geográficas es debida a factores
como el relieve y la elevación sobre el nivel del mar;
por ejemplo, la zona de la depresión se ubica en un
intervalo de altitud de 413 a 478 msnm y las cordilleras
alcanzan los 1120 msnm.
La temperatura, muestra una máxima media de
32,1ºC y una mínima media de 18,3ºC; con las temperaturas medias más altas en marzo y abril, y las medias
más bajas en enero y febrero. La evaporación potencial anual promedia los 1988 mm, siendo el mes de
marzo el de mayor evaporación, mientras que la
evapotranspiración potencial media anual es de 1413
mm y la humedad relativa media anual es de 81%
(Bisbal 2000, MARNR-JICA 2001).
2.3. Clima
El clima en la cuenca es definido como tropical
lluvioso siguiendo la clasificación de Köppen (1928).
105
PÉREZ, STORACI, NIETO y FERNÁNDEZ
Tabla 1. Características geográficas y ambientales de los ríos en la cuenca del Lago de Valencia (Modificado de
MARNR-JICA 2001). Las fuentes de contaminación son aguas residuales agrícolas (a), domésticas (d) e industriales
(i). Se excluye el río Cabriales dado que en la actualidad sus aguas son desviadas al embalse Pao-Cachinche,
perteneciente a la cuenca hidrográfica del río Orinoco. * La numeración de los ríos se corresponde con la Figura 1.
s.d.: sin datos. PN: Parque Nacional.
Subcuenca
Longitud
(km)
Localización y nacientes
1*
17
2*
Los Guayos
Noroeste. PN San Esteban
Caño El Nepe
Noroeste. Cerro las Josefinas
Caño Los Dividive Noroeste. Canal Monzanga
Noroeste. Serranía del Litoral en los topos del
3* Guacara
Caobal
4* Ereigue
Norte. Serranía del Litoral
5* Cura
Norte. Fila Los Aguacates de la Serranía Litoral
Norte. Serranía del Litoral. Cumbres Periquitos,
6* Mariara
Corales y Cogollal, PN Henri Pittier
7* El Limón
Noreste. PN Henri Pittier
8* Güey
Noreste. Serranía del Litoral
9* Maracay
Noreste. Cerro Piedra Turca, PN Henri Pittier
Noreste. Por la confluencia de los ríos Pedregal y
10* Turmero
Paya
Noreste. Por la confluencia de los ríos Macanillal y
11* Aragua
San Carlos
12* Caño Aparo
13* Caño Tocorón
14* Magdaleno
15* Güigüe
16* Caño Central
Canal
18
Corpoindustria
19
Canal Papelera
20
Canal Sudamtex
Este. Aliviadero del embalse Taiguaiguay
Sureste. Confluencia de los ríos Cataure y el
Aguacate
s.d.
Sur. Cerro El Naranjillo
Suroeste. Fila Santa María
Noreste. Av. Anton Phillips al sur de la Autopista
Caracas-Maracay
Noreste. en la Av. Aragua a la altura de la Industria
MANPA
Noreste. Centro de Maracay, Av. Constitución a la
altura del Cuartel Páez
2.4. Conflictos de uso de la tierra y su relación
con la demografía
A grandes rasgos, en las áreas de la depresión al norte
del lago predominan los usos urbano e industrial,
mientras que al sur, extendidas de este a oeste, son
predominantes las actividades agroindustriales (De La
Rosa 2009). La depresión del lago es una zona con alta
densidad demográfica, la cual se ha incrementado en
los últimos años. En 2001 la población superaba los
dos millones de habitantes, alrededor del 10% de la
población total del país (Ormeño y Viloria 2005).
De La Rosa (2009) planteó un modelo espacial de
la estructura urbano-industrial que permite explicar la
distribución de la población y las áreas urbanas y
agroindustriales. Según este modelo la cuenca está
conformada por cuatro subconjuntos de centros poblados y sus respectivas áreas metropolitanas: 1) el
Área
Fuentes de
(km2) contaminación
26
20,5
s.d.
150
s.d.
s.d.
d, i
d, a
d, i, a
26
148
i
13
14
72
51,5
d, i
a
10
40
d, i
21
14
27
85
38
135
d
d, i
d, i
41
245
d, i ,a
58
398
d, i, a
15
s.d.
aguas del
embalse
23
166
d, i
s.d.
20
40
s.d.
274
232
domésticas
d, i, a
d, i
s.d.
s.d.
d, i
s.d.
s.d.
d, i
s.d.
s.d.
d, i
valenciano, 2) el maracayero, 3) el victoriano y 4) el
villacurano. En el primer subconjunto destaca la ciudad de Valencia localizada al noroeste de la depresión
(Figura 1) y agrupa al 47,66% del total de la población;
mientras que San Joaquín y Güigüe siguen con el
2,44%. En el segundo subconjunto está la ciudad de
Maracay con el 38,28%; mientras que los subconjuntos restantes corresponden a las ciudades de
Victoria y Villa de Cura, que acumulan el 11,62% de
la población.
El aumento de la población ejerce fuertes presiones sobre el uso de la tierra. Aun cuando los suelos de
la depresión son de excelente calidad para su aprovechamiento agrícola, no obstante, las presiones
demográficas vinculadas al desarrollo económico han
reducido su uso agrícola y desviándolo al desarrollo
industrial y urbano (Ormeño y Viloria 2005). Durante
106
Capítulo 5: Estado de los ríos al Lago de Valencia
los años 90 la presión estaba dirigida principalmente
al desarrollo industrial más que al urbano; no obstante, en años recientes la contracción económica ha
mermado al primero y las políticas sociales han promovido al segundo (Ormeño y Viloria 2005, De La
Rosa 2009).
Existen sistemas de clasificación de los tipos de
suelos de la depresión de la cuenca del lago. La Ley
Orgánica para la Ordenación del Territorio, establece
que las tierras en la depresión son zonas de aprovechamiento agrícola (ZAA), es decir, áreas especiales
de producción que por sus condiciones edafoclimáticas deben ser resguardadas para su explotación
agrícola, dentro de un régimen de mayor o menor
preservación, entendiéndose por preservación el
impedir usos distintos a los agrícolas (Rojas-López
2007). No obstante, Ormeño y Viloria (2005) señalaron que los suelos también son aptos para otros usos
como el urbano-industrial, por presentar condiciones
de habitabilidad, accesibilidad y buena capacidad para
soportar infraestructuras. Lo anterior evidencia los
conflictos de uso que actualmente experimenta la
cuenca. Un ejemplo de ello es la transformación de
tierras de calidad agrícola tipo I y II en zonas residenciales e industriales.
Zinck (1977) estimó la tasa de transformación de
la tierra potencialmente agrícola en centros urbanos, a
una tasa de 10.000 a 13.000 has urbanizadas cada
cinco años; pronosticando tres umbrales espaciotemporales de transformación: 1) de 1977 a 2010 cerca de 81.000 Has se incorporarían a espacios urbanos;
2) de 2010 a 2015 se incorporarían 16.000 Has y
finalmente 3) de 2015 a 2020 se incorporarían 15.000
Has a espacios urbanos. Bajo este panorama desde el
2020 en adelante la cuenca estaría dominada por una
extensa área metropolitana que habrá expulsado todo
tipo de actividad agrícola.
Ormeño y Viloria (2005) también remarcaron la
pérdida de tierras con otros usos potenciales, como
las catalogadas en la clase VIII, que corresponden a
vegas de ríos, bordes de embalses y del lago mismo,
debido al crecimiento urbano. Según los autores estas
tierras deberían ser dispuestas para la conservación de
la vida silvestre en lugar de transformarlas en áreas
residenciales, ya que de por sí no son aptas para tal
uso. Ejemplos de áreas que se han desviado de sus
objetivos de preservación corresponden a las vegas de
los ríos que atraviesan zonas residenciales del estado
Aragua tales como El Limón, El Castaño y Guayabita,
entre otras.
una zona intervenida, con áreas donde la matriz vegetal original no es reconocible producto de la transformación del paisaje generada por las actividades
industriales, urbanas y agrícolas. No obstante, con
base en los relictos de bosque que aún persisten y de
acuerdo con la zonas de vida (Holdridge 1966) se
estima que en la depresión predominaban el bosque
seco tropical y el bosque seco premontano (Huber y
Riina 1997); siendo las especies vegetales más frecuentes: lecherito (Euphorbia caracasana), parapara (Sapindus
saponaria), jobo (Spondias mombin), samán (Samanea saman), taque (Geoffroea spinosa), taparo (Crescentia cujete),
bucare (Erythrina sp.), bucare Anauco (Erythrina fusca),
vera (Bulnesia arborea), indio desnudo (Bursera simaruba), carocaro (Enterolobium cyclocarpum), camoruco (Sterculia apetala), ceiba (Ceiba pentandra), majomo (Lonchocarpus sericeus), mamón (Melicoccus bijugatus) y guácimo
(Guazuma ulmifolia) (MARNR 1983).
La zona de transición entre los bosques muy seco
y seco de piso tropical alrededor del lago, presentan
tres áreas de distribución de su vegetación; en la
primera de ellas, en la llanura lacustre con presencia
de suelos fértiles y alto nivel freático, se encuentran
árboles como camoruco (Sterculia apetala), bucare (Erythrina sp.), ceiba (Ceiba pentandra) y samán (Samanea
saman); en la segunda, en las lomas más bajas la vegetación es compuesta por especies típicas como cardones
(cactáceas), cujíes (Acacia sp. y Calliandra sp.) e indio
desnudo (Bursera simaruba); y la tercera en las lomas
altas, donde hay una vegetación de sabana con
chaparros dispersos (Byrsonima sp., Curatella sp., Petrea
sp.), los cuales se queman periódicamente (MARNR
1991).
En las montañas de la Serranía del Litoral, donde
nacen la mayoría de los tributarios de la cuenca, por
encima del bosque montano aparece una selva altamente diversa, denominada selva nublada (Huber y
Riina 1997, Huber y Oliveira-Miranda 2010), donde
predominan especies arbóreas de más de 5 m de
altura, destacando el cucharón o niño (Gyranthera
caribensis), una especie endémica que alcanza hasta 60
m de altura y tiende a agruparse en pequeñas poblaciones en relación a otros árboles comunes, como lo
son ramón (Brosimum alicastrum), lechero (Sapium sp.) y
el higuerote (Coussapoa villosa); además, abundan especies de palmas, helechos, malangas, epifitas y la herbácea de hojas gigantes (Gunnera pittieriana), endémica de
la zona. Badillo et al. (1984) reportaron para el Parque
Nacional Henri Pittier más de 1.500 especies de plantas con flores, mientras que Steyermark (1979) listó
unas 40 especies endémicas.
En la Serranía del Interior la vegetación presenta
un grado muy elevado de intervención humana y las
laderas se encuentran cubiertas por sabanas secunda-
2.5. Biodiversidad
Vegetación: Huber y Oliveira-Miranda (2010) sugieren que la depresión del lago debe ser clasificada como
107
PÉREZ, STORACI, NIETO y FERNÁNDEZ
Tabla 2. Lista de géneros de hifomicetos en la cuenca del
Lago de Valencia. Del total de 38 géneros, el 68,42% son
monoespecíficos y solo para dos géneros se registran más
de cinco especies (Flabellospora y Triscelophorus).
rias con pocas especies, con predominio de poblaciones grandes de agaves (Agave) (Huber y OliveiraMiranda 2010).
Hifomicetos acuáticos: Los hifomicetos acuáticos u
hongos Ingoldianos son un grupo de hongos imperfectos microscópicos de ríos de bajo orden, potencialmente responsables de la degradación de cualquier
material vegetal que cae en las corrientes de agua,
facilitando la transferencia de nutrientes en niveles
tróficos superiores, por lo cual, sirven como bioindicadores de calidad de agua, ya que su desarrollo
está asociado a buenas condiciones fisicoquímicas y
microbiológicas de la misma (Smits 2005, Fernández
et al. 2010). La comunidad de estos organismos lo
conforman las estructuras esporulantes de diferentes
especies que se desarrollan sobre la superficie foliar o
los conidios liberados desde las hojas, encontrándose
en restos vegetales en descomposición y la espuma
formada en los remansos del cuerpo de agua (Chamier
y Dixon 1982, Bärlocher 2000, Descals y Moralejo
2001).
La descripción taxonómica de la mayoría de estos
hongos se ha hecho principalmente en las regiones
frías y templadas, y en menor grado en los trópicos, lo
cual impide efectuar buenas estimaciones de la diversidad de hifomicetos acuáticos neotropicales (Duarte
et al. 2016). Entre las limitaciones que afectan su
colecta e identificación están la estacionalidad, los
métodos inadecuados de toma de muestra, la poca
turbulencia, el bajo contenido de nutrientes y la
competencia con otros organismos por el recurso
vegetal (Graca et al. 2015). Schoenlein-Crusius y
Piccolo (2003) señalaron la existencia de 11 especies
para Venezuela, pero en la actualidad el valor se ha
elevado a 88 (Fernández y Smits 2015) y de estas, 66
especies (75%) comprendidas en 38 géneros se han
registrado en la cuenca del Lago de Valencia (Tabla 2),
específicamente en los ríos Cabriales (Fernández y
Smits 2005, 2009, Smits et al. 2007), Cúpira (Pinto et
al. 2009, Storaci et al. 2013, 2014) y Vigirima (Obispo
2015). Seis de las 66 especies son hasta el momento,
registros únicos para la cuenca del Lago: Anguillospora
gigantea, Dactylella submersa, Helicoma sp, Subulispora procurvata, Trinacrium sp y Tripospermum porosporiferum colectadas específicamente en los ríos Cúpira y Vigirima.
La Tabla 2 refleja que el 68,42% de los géneros
registrados en la cuenca son monospecíficos, seguidos
de un 10,53% con dos especies, un 7,89% con tres y
cuatro especies y apenas el 2,63% con entre cinco y
seis especies por género. Los más diversos en orden
decreciente son Flabellospora (6 spp.), Triscelophorus (5
spp.), Anguillospora (4 spp.), Campylospora (4 spp.) y
Helicomyces (4 spp.).
Géneros
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
20
21
22
23
24
25
26
27
28
29
30
31
32
33
34
35
36
37
38
Flabellospora
Triscelophorus
Anguillospora
Campylospora
Helicomyces
Camposporidium
Diplocladiella
Scorpiosporium
Clavatospora
Lunulospora
Phalangispora
Tetracladium
Alatospora
Articulospora
Beltrania
Brachiosphaera
Clavariopsis
Culicidospora
Dactylella
Dicranidion
Dwayaangam
Flabellocladia
Helicoma
Heliscus
Hydrometrospora
Isthmolongispora
Istbmotricladia
Jaculispora
Lemonniera
Magdalaenaea
Scutisporus
Speiropsis
Subulispora
Tetrachaetum
Tricladium
Trinacrium
Tripospermum
Varicosporium
Total
Número de
especies
% de especies
por género
6
5
4
4
4
3
3
3
2
2
2
2
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
66
2,63
2,63
7,89
7,89
10,53
68,42
100
Macroinvertebrados: Con respecto al conocimiento
de la biodiversidad de los macroinvertebrados que
habitan en los tributarios de la cuenca, los trabajos son
escasos y fragmentados. La mayoría se ha enfocado en
estudios de ecología de comunidades y su utilidad
108
Capítulo 5: Estado de los ríos al Lago de Valencia
Tabla 3. Biodiversidad de peces en la cuenca del lago de
Valencia (con base en los registros de Lasso et al. 1994 y
DoNascimiento 2016). Se contabilizan las especies nativas y las introducidas.
como bioindicadores de la calidad del agua. Destacan
los trabajos de Graterol et al. (2006), quienes evaluaron la calidad del agua del río Guacara mediante el uso
de macroinvertebrados bentónicos, Leal (2009) quien
evaluó la calidad del agua del río San Diego-Los
Guayos mediante y Medina (2009), quien estudio la
estructura comunitaria de los tricópteros del río San
Diego.
El Libro Rojo de la Fauna venezolana (Rodríguez
et al. 2015) señala a tres especies de macroinvertebrados, tanto acuáticos como terrestres, endémicas
de la cuenca y que se encuentran en peligro debido a
la pérdida de sus hábitats, a saber: Macrobrachium reyesi
(camaroncito de río del lago de Valencia) tiene su
localidad tipo en un afluente del río Limón y ha sido
colectada en la vertiente sur del lago, también habita
en los estados Portuguesa y Trujillo; Archilestes tuberalatus (libélula de San Esteban) es restringida a la región
central de la cordillera en el P.N. San Esteban y
Prepona praeneste choroniensis (mariposa ninfálida de
Choroní) es registrada en el P.N. Henri Pittier.
También se han registrado especies del orden Ephemeroptera en algunos tributarios, como Baetodes levis,
Camelobaetidius edmundsi y Mayobaetis helenae, registradas
por Vilela-Cruz et al. (2012) en el río Paya. M. helenae
también fue registrada por Pérez (2014) en el río Cúpira. Por último, Thraulodes eduardorum es identificada
como una nueva especie de Leptophlebiidae por
Medina y Pérez (2010), a partir de ninfas y adultos
colectados en los ríos Cabriales y Cúpira del estado
Carabobo, también presente en el río Vigirima (Pérez
y Nieto 2016).
Órdenes
Siluriformes
Characiformes
Cichliformes
Gymnotiformes
Synbranchiformes
Atheriniformes
Cyprinodontiformes
Total
Familias
Géneros
Especies
4
5
1
1
1
1
1
14
10
11
2
1
1
1
1
27
15
14
3
1
1
1
1
36
Las tilapias (Oreochromis mossambicus) y petenias
(Caquetaia kraussii) han sido introducidas en la cuenca
con fines variados. La tilapia es un cíclido de origen
africano introducido en Venezuela en 1959 y posiblemente llegó al lago entre los años 60 y 70, mientras
que la petenia se cree originaria de la cuenca del Lago
de Maracaibo y ríos costeros del occidente. Ambas
especies tienen poblaciones abundantes en donde han
sido introducidas.
Con respecto a los restantes vertebrados, si bien
no tienen como hábitat permanente los cursos de agua
de la cuenca del lago, utilizan los recursos asociados a
los mismos. En la depresión del lago los reptiles están
representados por 35 especies distribuidas en cuatro
órdenes y 16 familias; los anfibios por 19 especies (un
orden, ocho familias; las aves son el grupo más
diverso, con 255 especies distribuidas en 18 órdenes y
54 familias, 20 de ellas son migratorias y 20 son
consideradas aves de cacería. Se han registrado 52
especies de mamíferos, distribuidas en ocho órdenes
y 21 familias (Bisbal et al. 1998).
En la cuenca del Lago de Valencia tres especies de
vertebrados terrestres se encuentran en diferentes
categorías de riesgo (Rodríguez et al. 2015) el sapito
rayado del centro (Atelopus cruciger, Bufonidae, Amphibia) está en peligro crítico; esta especie es endémica de
la Cordillera de la Costa y habita en las márgenes
rocosas de pequeños riachuelos en los bosques nublados, entre los 30 y 2.200 msnm. La pérdida de sus
hábitats ha restringido las poblaciones a la vertiente
norte del Parque Nacional Henri Pittier (Lampo y
Señaris 2015). El jilguero cara amarilla (Carduelis yarrellii, Paseriformes, Aves) tiene la categoría en peligro.
Esta especie tiene una amplia distribución al este de
Brasil, sin embargo, en Venezuela está limitada a las
haciendas El Trompillo y La Araguata en Pirapira,
ambas al sureste de Carabobo (Rojas-Suarez y Sharpe
Vertebrados: Con respecto a la ictiofauna, Lasso et
al. (2004) listaron 32 especies en la cuenca del lago.
DoNascimiento (2016) presentó una actualización de
dicha lista añadiendo registros nuevos y eliminando
registros erróneos, para un total de 35 especies
presentes en la actualidad. Este número se distribuye
en seis órdenes, donde destacan los Characiformes y
Siluriformes (Tabla 3).
Dos especies de peces son endémicas para la
cuenca: el tetradiamante (Moenkhausia pittieri) del
orden Characiformes y el tinícalo o sardina (Atherinella
venezuelae) del orden Atheriformes (Bisbal 2000). El
primero está presente en los ríos San Diego, el Limón
y Ereigüe, también habita en la cuenca del río Tuy. El
segundo si es restringido a la cuenca y habita, siendo
reportado en el río Limón y en el propio lago. Estas
especies se encuentran en categorías de riesgo
(Rodríguez et al. 2015) debido a la contaminación de
las aguas por la actividad urbana, industrial y agrícola
y a la reducción del caudal de los tributarios donde
habitan (Campo et al. 2015, Campo y Ortáz 2015).
109
PÉREZ, STORACI, NIETO y FERNÁNDEZ
2015). En la categoría de vulnerable se encuentra la
rata de agua de Pittier (Ichthyomys pittieri, Rodentia),
esta es endémica de la Cordillera de la Costa, habita
cerca de cursos de aguas pedregosos asociados a
bosques primarios, donde se alimenta de macroinvertebrados acuáticos (García y Ochoa 2015).
las comunidades lóticas, es mediante el uso de índices
métricos (Segnini 2003, Bley et al. 2008, Moya et al.
2011) y métodos multivariados de ordenamiento y
clasificación (Segnini 2003). Ambos métodos de
análisis pueden evaluar el estado de conservación de
los sistemas hídricos. Considerando la potencialidad
de los macroinvertebrados bentónicos (Roldan-Pérez
2003, Segnini et al. 2009) y los hifomicetos acuáticos
(Fernández y Smits 2015) para valorar la condición
ecológica de los cuerpos de agua en esta sección se
evaluó sí las comunidades de macroinvertebrados,
hifomicetos y bacterias coliformes del sistema San
Diego-Los Guayos, responden a cambios en las
condiciones ambientales locales de los diferentes
tramos a lo largo de la cuenca.
Se consideró la subcuenca del río Los Guayos
porque este río recibe importantes descargas residuales urbanas e industriales provenientes de los
municipios San Diego, Los Guayos y otros aledaños,
en los cuales el uso de la tierra es predominantemente
urbano-industrial (Ormeño y Viloria 2005, De La
Rosa 2009). La parte baja de su cuenca se ubica en la
depresión del lago, con pendientes menores al 1%, y
en ella se observa una importante y extensa actividad
industrial junto al contraste de áreas residenciales;
mientras que la parte alta, cercana al piedemonte del
Parque Nacional San Esteban y con pendientes más
escarpadas, superiores al 3%, predominan las áreas
residenciales y en menor medida áreas industriales y
agrícolas (Rojas-López 2007). Cerca de la desembocadura al lago desde 1998 tiene actividad una planta de
tratamiento de aguas servidas (MRNR-JICA 2001).
En 2005 el gobierno nacional decretó la situación
de emergencia para la cuenca del Lago de Valencia
debido a que la cota crítica del espejo de agua superó
los 408 msnm. En 2007 ésta cota alcanzó los 410
msnm, provocando la anegación de tierras agrícolas,
asentamientos urbanos y la pérdida de vialidad, por lo
que como medida paliativa para disminuir los niveles
se construyeron, en el área de la planta de tratamiento,
obras de trasvase de las aguas del río Los Guayos hacia
el embalse Pao-Cachinche (Blanco et al. 2015).
En cuanto a la conservación de la calidad del agua
del río Los Guayos, los reportes emitidos sobre los
parámetros fisicoquímicos y bacteriológicos en la
cercanía de su desembocadura ponen en evidencia
que los valores superan los límites máximos establecidos en las normativas vigentes para el control,
monitoreo y regulación de las aguas que drenan al
Lago de Valencia (MARNR 2001, 2003, 2005) lo cual
se evidencia en la gravedad de la degradación de este
ecosistema acuático, con consecuencias adversas para
la salud pública y el desarrollo agrario que existe en la
cuenca.
3. ECOLOGÍA DE COMUNIDADES
ACUÁTICAS DEL RÍO LOS GUAYOS: UN
CASO DE ESTUDIO
3.1. Introducción
Esta sección se enfoca en uno de los tributarios de la
cuenca del lago de Valencia, el río San Diego-Los
Guayos, el cual ha sido uno de los cursos de agua más
estudiado a nivel de ecología de comunidades de aguas
corrientes, en dicha cuenca.
La normativa vigente establece que los indicadores
biológicos de calidad del agua sólo son microbiológicos; por ejemplo, la cuantificación de poblaciones
de bacterias coliformes totales y fecales (Covenin
2709:2002). No obstante, el uso de otros organismos
puede ser una herramienta útil y de bajo costo para
apoyar la evaluación de la calidad de las aguas corrientes, especialmente en los sistemas de drenaje ubicados
aguas arribas de los asentamientos urbanos e industriales, donde las comunidades acuáticas aún están
conformadas por especies características de ecosistemas lóticos poco o nada intervenidos y donde los
métodos químicos y microbiológicos no son efectivos
para detectar perturbaciones difusas no puntuales que
pueden estar alterando el estado ecológico de los
cuerpos de agua (Segnini 2003, Alonso y Camargo
2005).
Actualmente es reconocido en el ámbito internacional que las comunidades lóticas pueden ser indicadores del efecto de perturbaciones antrópicas sobre el
ecosistema acuático, puesto que responden tanto a
cambios en las condiciones geomorfológicas de los
cauces como a cambios en las condiciones químicas
del agua (Benda et al. 2004, Thorp et al. 2006, Poole
2010, Winemiller et al. 2010). Las alteraciones antrópicas, tales como el vertido de aguas servidas cargadas
de materia orgánica, metales pesados, detergentes y
grasas, entre otros y las transformaciones de la tierra
desde bosques primarios a zonas residenciales, industriales o agrícolas, generan cambios en las condiciones
físicas y químicas locales de las redes fluviales; tales
cambios alteran la estructura y composición de las
comunidades lóticas (Dudgeon et al. 2006, Palmer et
al. 2009, Poff et al. 2010). Una vía para evidenciar las
relaciones entre las alteraciones del uso de la tierra, el
aporte de materia orgánica, los cambios en los
procesos hidrogeomorfológicos, la química de las
aguas y los cambios estructurales que experimentan
110
Capítulo 5: Estado de los ríos al Lago de Valencia
3.2. Área de estudio
El río Los Guayos es uno de los tributarios que aporta
un mayor caudal al Lago de Valencia (Figura 1).
Presenta una longitud de 26 km y un área de drenaje
de 150 km2. Sus nacientes, se ubican en las cumbres
del P.N. San Esteban (10º18’-10º21’N; 67º55’’W),
sobre los 1.800 msnm. Hacia el noroeste está el
tributario río Cúpira y hacia el noreste el tributario río
San Diego, ambos confluyen aguas abajo dentro del
municipio San Diego, manteniendo el nombre del río
San Diego. No obstante, en la cuenca baja, a 417
msnm y cerca de la desembocadura al lago, el río es
llamado Los Guayos (10º09’13’’N; 67º53’04’’W)
(MARNR-JICA 2001).
Fucsina en Lactofenol (Smits 2005). Por último, la
determinación de la coliformes totales y fecales se
realizó mediante el método tradicional de siembra de
vertido en placa, en la cual se cuantificó el número de
unidades formadoras de colonias (UFC). Para ello se
recolectaron 100 ml de agua del río almacenados en
recipientes de vidrio estériles, posteriormente trasladado en cavas al laboratorio, donde se conservaron a
4°C. El tiempo transcurrido entre la toma de muestra
y su análisis no fue mayor a seis horas tal como lo
indica la Norma COVENIN 2709:2002. En el laboratorio, se realizaron siembras por incorporación de
0,05 ml por triplicado de la muestra de agua del río,
en placas con agar MacConkey, incubadas en una
estufa a 37°C (coliformes totales) y a 44°C (coliformes
fecales), finalmente se cuantificaron las UFC a las 24
horas.
Los macroinvertebrados se identificaron y cuantificaron bajo un microscopio estereoscópico con la
ayuda de las ilustraciones de Roldan-Pérez (2003) y las
claves de Fernández y Domínguez (2001); mientras
que, los conidios de los hifomicetos se examinaron
bajo un microscopio óptico a 400X de aumento y se
identificaron con ayuda de la clave de Santos-Flores y
Betancourt-López (1997).
Se empleó el escalamiento multidimensional no
métrico para caracterizar la composición de las
comunidades de macroinvertebrados bentónicos de
los diferentes tramos evaluados. Se emplearon los
datos de abundancia relativa previamente transformados (log (+1)) y en la matriz se incluyeron los datos
de las variables fisicoquímicas y morfométricas para
evidenciar la asociación entre estas y las coordenadas
del gráfico generado. Se empleó el software libre
PAST versión 2.17c (Hammer et al. 2001).
Como análisis complementario para evaluar la
condición biológica de los tramos en las localidades
muestreadas para macroinvertebrados bentónicos se
calculó el índice BMWp (Alba-Tercedor 1996,
Roldan-Pérez 2003). El BMWp es un índice biótico
basado en familias de macroinvertebrados bentónicos
y es ampliamente utilizado tanto en la escala geográfica como temporal. Roldan-Pérez (2003) adaptó este
índice para ríos de Colombia y, considerando que en
Venezuela existen provincias biogeográficas de flora y
fauna similares (Morrone 2001) se considera apropiado el uso de la adaptación de este índice para los
ríos del área de estudio. Mediante el cálculo del valor
del cociente de calidad del ambiental establecido por
la Directiva de la Comisión Europea relativa a la
Calidad Ecológica del Agua (Rubio 2012) se puede
ajustar la valoración del BMWp a la escala 0 al 1,
adecuando así los resultados la particularidad de cada
cuenca hidrográfica (Segnini et al. 2009).
3.3. Materiales y Métodos
Se utilizaron datos tomados en diferentes años y en
diferentes tramos de la subcuenca, específicamente en
los ríos San Diego, Cúpira y Los Guayos. Se
muestrearon 9 localidades (Tabla 4). Para cada año, la
toma de datos se llevó a cabo durante el periodo de
sequía (enero-marzo). El muestreo de macroinvertebrados no pudo aplicarse las localidades de Campo
Solo del río San Diego (SD-CS) y en el río Los Guayos
(G-Bo) (Tabla 4).
En cada localidad se delimitó un tramo del río de
60 m de longitud donde se midieron diferentes
variables. La calidad del hábitat ribereño (ch) se evaluó
mediante el protocolo desarrollado por la Agencia
Ambiental de USA (EPA) (Barbour et al. 1999), con
las modificaciones sugeridas por Segnini et al. (2009).
Las características morfométricas (mm) del tramo
fueron determinadas en cuatro subsecciones cada 20
m, en cada una de las cuales se midió la profundidad
(m), el ancho (m) y la velocidad de la corriente (m/s).
Las características fisicoquímicas (fq) del agua se
valoraron mediante temperatura del agua (ºC), conductividad (µS), pendiente (%), turbidez (NTU), pH,
concentración y porcentaje de saturación de Oxígeno
Disuelto (g/mL y %, respectivamente), y concentración de nitratos (ppm), nitritos (ppm), fosfatos
(ppm) y sulfatos (ppm), determinadas según las
normas APHA (1999). La determinación de los
nutrientes se llevó a cabo en el laboratorio de biotecnología de la Universidad de Carabobo.
Las muestras biológicas correspondieron a la
colecta de macroinvertebrados bentónicos (mi), hifomicetos (hm) y coliformes totales y fecales (bc). Los
macroinvertebrados se colectaron mediante una malla
de mano con marco tipo D (forma de semicírculo),
siguiendo el protocolo de muestreo especificado por
Segnini et al. (2009). Los hongos se colectaron
mediante tres muestras de espuma natural del agua del
río, seguidamente fijadas con una solución al 1% de
111
PÉREZ, STORACI, NIETO y FERNÁNDEZ
Tabla 4. Localidades de muestreo en la subcuenca del río Los Guayos. (*) Variables medidas: bacterias coliformes (bc),
hifomicetos (hm), macroinvertebrados (mi), fisicoquímicas (fq), morfométricas (mm), calidad del hábitat (ch). ** representa
a las muestras de macroinvertebrados.
N
Localidad
Código
1
Aguas arriba del
Balneario la Cumaca
SD-Cu1
2
Balneario la Cumaca
SD-Cu2
3
La Cumaquita antes
Planta de Tratamiento
SD-Pt
El Polvero
SD-Po
Hacienda Macomaco
SD-Mc
4
5
Ríos
San
Diego
Urbanización Valle de
Oro
Urbanización Valle de
Oro
Urbanización Campo
Solo
6
7
8
SD-Vo
SD-Vo
SD-CS
9
Hacienda la Cumaca
C-Cu
10
Hacienda la Cumaca
C-Cu
Urbanización El Tulipán
C-Tu
12
Urbanización El Tulipán
C-Tu
13
Urbanización El
Remanso
C-Re
Bohío
G-Bo
11
14
15
Cúpira
Los
Guayos
Los Guayos
G
Coordenadas
10º18’23’’N;
67º55’47’’W
10º18’16’’N;
67º56’05’’W
10º17’39’’N;
67º55’47’’W
10º16’02’’N;
67º56’34’’W
10º14’54’’N;
67º57’06’’W
10º13’60’’N;
67º57’17’’W
10º13’60’’N;
67º57’17’’W
10º12’55’’N;
67º57’22’’W
10º17’40’’N;
67º57’02’’W
10º17’40’’N;
67º57’02’’W
10º15’58’’N;
67º57’32’’W
10º15’58’’N;
67º57’32’’W
10º15’34’’N;
67º57’57’’W
10º09’13’’N;
67º56’19’’W
10º11’25’’N;
67º56’06’’W
3.4. Resultados y discusión
La evaluación de la calidad de las aguas de los
tributarios de la cuenca del Lago de Valencia siempre
se ha circunscrito a las cercanías de sus desembocaduras, dado que la mayor influencia del uso de la
tierra, residencial, industrial y en menor medida
agrícola, sobre las aguas parece darse en la depresión
más que hacia las laderas de las serranías del Litoral y
del Interior (Rojas-López 2007, De La Rosa 2009). En
la actualidad la información sobre la ecología de las
comunidades lóticas o sobre la evaluación de la
calidad del agua de los tributarios, es fragmentada,
aislada y en buena medida corresponde a literatura
gris. No obstante, hay información relevante para el
río San Diego - Los Guayos contenida en Leal (2009),
quien evaluó mediante la calidad biológica de sus
aguas mediante la comunidad de macroinvertebrados
bentónicos; y en Pinto et al. (2009) y Storaci et al.
Variables
medidas*
Muestras
(**) (n)
Altitud
(msnm)
Año de
muestreo
552
2015
525
2009
500
2009
479
2009
470
2009
466
2015
466
2009
454
2015
bc, ch
0
511
2015
bc, hm, mi,
fq, mm, ch
3
511
2008
mi, fq, mm
5
478
2015
bc, hm, mi,
fq, mm, ch
3
478
2008
mi, fq, mm
6
471
2009
Mi, fq, mm
7
443
2015
bc, ch
0
445
2015
ch
0
bc, hm, mi,
fq, mm, ch
mi, fq,
mm, ch
mi, fq,
mm, ch
mi, fq,
mm, ch
mi, fq,
mm, ch
bc, hm, mi,
fq, mm, ch
mi, fq,
mm, ch
3
10
10
10
10
3
10
(2013, 2014), quienes registraron la biodiversidad de
hongos hifomicetos y evaluaron la calidad de las aguas
en función de estas comunidades y parámetros
bacteriológicos del río Cúpira. Los resultados obtenidos apoyan los estudios precedentes mencionados
en el párrafo anterior como se evidenciará a
continuación:
La evaluación del hábitat ribereño: La evaluación
de la calidad de hábitat arrojó que los sitios con
mejores condiciones correspondieron a aquellas localdades ubicadas en las cercanías del P.N. San Esteban,
es decir, los tramos de los ríos Cúpira, en la Hacienda
La Cumaca (C-Cu), y San Diego por encima del
balneario (SD-Cu1) (ver Tabla 4, Figuras 2A y 2B),
con 86% y 81% de calidad de hábitat, respectivamente. En estos tramos aún se evidencian relictos
del bosque nativo con márgenes poco erosionadas,
112
Capítulo 5: Estado de los ríos al Lago de Valencia
Figura 2. Localidades de la subcuenca del río San Diego - Los Guayos muestreadas en 2015. Río Cúpira “C”: A) CCu y C) C-Tu. Río San Diego “SD”: B) SD-Cu1 y D): SD-Vo, D) SD-CS. Río Los Guayos “G”: E) G-Bo. Ver
identificación de los códigos en la Tabla 4.
cauces con amplia diversidad de hábitats para la fauna
bentónica, y un sustrato altamente heterogéneo y
aguas transparentes. En tanto que las localidades
ubicadas en asentamientos urbanos, como es el caso
de las urbanizaciones el Tulipán del río Cúpira (C-Tu)
y Valle de Oro del río San Diego (SD-Vo) (Tabla 4,
Figuras 2C y 2D), mostraron valores bajos de 15% y
28% respectivamente, debido fundamentalmente al
predominio de vegetación ribereña secundaria con
preponderancia de pastizales, cauces con una mayor
abundancia de grava y arena, poco caudal y pocos
hábitats adecuados para la fauna acuática; no obstante,
113
PÉREZ, STORACI, NIETO y FERNÁNDEZ
también se observaron aguas transparentes. Aguas
abajo, luego de la confluencia de los ríos Cúpira y San
Diego, la calidad del hábitat ribereño también arrojo
valores bajos, como fue el caso de la Localidad Campo
Solo (SD-Cu1, ver Tabla 4, Figura 2E) con 22% de
calidad del hábitat, caracterizado por aguas lentas muy
turbias y profundas sin posibilidad de distinguir el
fondo del cauce. Por último las localidades del río Los
Guayos (G-Bo y G, ver Tabla 4) fueron las que exhibieron los valores más bajos de calidad del hábitat,
ambos con 12,5%; en ellos se evidenció una importante deposición de basura sólida en un cauce rodeado
por riberas muy erosionadas, con poca vegetación y
muy poco agua, altamente turbia y estancada.
La evaluación de las comunidades de macroinvertebrados bentónicos: Con el propósito de
evidenciar sí la comunidad de macroinvertebrados
muestreadas en las localidades correspondientes a los
ríos San Diego y Cúpira respondían a los cambios en
las condiciones ambientales locales, se comparó la
similitud en la composición de taxa en función del
tiempo y el espacio, mediante un análisis de escalamiento multidimensional no métrico (Figura 3A). La
primera tendencia observada es a la diferenciación de
ambos cursos de agua, los puntos correspondiente a
la fauna bentónica del río Cúpira se distribuyen en los
cuadrantes superior e inferior izquierdos del gráfico,
en tanto que los puntos correspondientes al río San
Diego se distribuyen en su mayoría en los cuadrantes
superior e inferior derechos, independientemente del
año de muestreo. La otra tendencia fue observar una
diferenciación en la composición de la fauna bentónica entre las localidades ubicadas aguas arribas de los
asentamientos urbanos (caso C-Cu y SD-Cu1, ver
Tabla 4) y las localidades ubicadas en asentamientos
urbanos (caso SD-Vo, SD-Mc).
El ordenamiento de los tramos dentro cada río
parece expresar un gradiente longitudinal, según el
cual los sitios poco intervenidos se ubican en el
extremo inferior del gráfico, reflejando su posición
aguas arriba dentro de áreas con relictos de bosque
natural, mientras que los más impactados se ubican en
el extremo superior, reflejando su ubicación aguas
abajo dentro de las áreas urbanizadas. Particularmente, el ordenamiento parece indicar que localidades
ubicadas aguas arriba: C-Cu (Río Cúpira, Hacienda la
Cumaca y SD-Cu1 (río San Diego, aguas arriba del
Balneario) albergan una comunidad características de
ríos poco intervenidos, con aguas profundas, rápidas
y bien oxigenadas, bordeado en sus riberas por áreas
boscosas poco afectadas por la actividad antrópica,
por lo cual pueden ser consideradas como sitios de
referencia (Segnini 2003). La Figura 3B, muestra los
Figura 3. Escalamiento multidimensional no métrico
(EMNM) con base en la comunidad de macroinvertebrados bentónicos de los ríos Cúpira (cuadrados) y
San Diego (círculos). Arriba: coordenadas de los sitios:
hacienda la Cumaca en el río Cúpira (Cu) y balneario la
Cumaca en el río San Diego (Cu), Tu: urbanización el
Tulipán (Tu), urbanización el Remanso (Re), planta de
tratamiento (Pt), sector el Polvero (Pv), hacienda Macomaco (Mc), urbanización Valle de Oro (Vo). Los números
indican los años de muestreo: 2008 (08), 2009 (09) y 2015
(15). Abajo: asociación de las variables ambientales con el
ordenamiento exhibido por el EMNM.
vectores de las variables ambientales asociados a las
coordenadas del gráfico. La composición particular de
la fauna bentónica en las localidades correspondientes
a las áreas urbanizadas (SD-Pv, SD-Vo, SD-Mc, ver
Tabla 4) pudiera estar afectada por valores altos de
pH, conductividad (µS) y turbidez del agua (NTU).
Mientras que, la composición faunística de las
localidades aguas arriba ubicadas en áreas poco
intervenidas (SD-Cu1, SD-Cu2, C-Cu, C-Re ver Tabla
4); parecieron estar afectadas por valores altos de
concentración de oxígeno (mg/L), velocidad (m/s),
profundidad (m) y ancho del cauce (m). La aplicación
114
Capítulo 5: Estado de los ríos al Lago de Valencia
Evaluación de coliformes y nutrientes: La Tabla 6
muestra los resultados para coliformes y nutrientes
durante el muestreo 2015 en los ríos Cúpira y San
Diego. La tendencia para ambos cuerpos de agua es al
aumento de los valores de coliformes, justo a través
de los asentamientos urbanos e industriales que están
aguas abajo. Particularmente, destaca la localidad GBo (Bohío) del río los Guayos, que mostró los valores
más altos (Tabla 4). En cuanto a los nutrientes, los
valores más elevados se observaron en las localidades
SD-CS (Campo Solo) y G-Bo (Bohío), ambos sitios
ubicados después de la confluencia de los ríos Cúpira
y San Diego.
el índice biótico BMWp/Col (Roldan-Pérez 2003)
complementa lo observado en la caracterización de las
comunidades de macroinvertebrados bentónicos. Las
localidades ubicadas aguas arribas de los asentamientos urbanos C-Cu y SD-Cu1 (Tabla 5) de los ríos
Cúpira y San Diego respectivamente, presentaron una
calidad biológica del agua buena a alta con un mínimo
a leve grado de intervención antrópica; mientras que
los sitios ubicados aguas abajo en las áreas urbanizadas, como por ejemplo C-Tu y SD-Vo de los ríos Cúpira y San Diego respectivamente, presentaron valores
más bajos del índice, indicando un calidad biológica
del agua escasa, con un grave grado de intervención.
Tabla 5. Clasificación de la calidad biológica de las localidades de la subcuenca del río Los Guayos mediante el uso
de los índices BMWp/Col y Cociente de Calidad Ambiental (CCA). Se siguieron las definiciones calidad e intervención
según Segnini et al. (2009). * Localidades con un grado de intervención muy grave donde no se aplicaron muestreos
y se presentan sin datos (s.d.).
Ríos
Localidades de muestreo
Aguas arriba balneario la Cumaca
Balneario la Cumaca
La Cumaquita antes Planta Tratamiento
El Polvero
San
Diego Hacienda Macomaco
Urbanización Valle de Oro
Urbanización Valle de Oro
Urbanización Campo Solo
Hacienda la Cumaca
Hacienda la Cumaca
Cúpira Urbanización El Tulipán
Urbanización El Tulipán
Urbanización El Remanso
Bohío
Los
Guayos Los Guayos
Código
Año
SD-Cu1
SD-Cu2
SD-Pt
SD-Po
SD-Mc
SD-Vo
SD-Vo
SD-CS
C-Cu
C-Cu
C-Tu
C-Tu
C-Re
G-Bo
G
2015
2009
2009
2009
2009
2015
2009
2015
2015
2009
2015
2008
2009
2015
2015
BMWp/
CCA
Col
177
138
150
144
154
100
92
s.d.
169
153
94
s.d
202
s.d.
s.d.
Calidad/ Intervención/
CCA
CCA
0,92
Alta
0,72
Media
0,78
Media
0,75
Media
0,80
Buena
0,52
Escasa
0,48
Escasa
s.d.
s.d.
0,88
Buena
0,79
Media
0,49 Aceptable
s.d.
s.d.
1,05
Alta
s.d.
s.d.*
s.d.
s.d.*
mínima
importante
importante
importante
leve
grave
grave
s.d.
leve
importante
grave
s.d.
mínima
s.d.*
s.d.*
Tabla 6. Coliformes y nutrientes en las localidades muestreadas en 2015 de los ríos Cúpira, San Diego y Los Guayos
de la cuenca del Lago de Valencia (para los códigos de las localidades ver Tabla 4).
Río
San Diego
Cúpira
Los Guayos
Localidades
(código)
SD-Cu
SD-Vo
SD-CS
C-Cu
C-Tu
G-Bo
Coliformes Totales Coliformes Fecales Nitratos
(UFC/100 ml)
(UFC/100 ml)
(ppm)
1853
3293
4920
120
440
39867
0
0
0
0
0
1067
115
3,30
8,47
18,27
2,98
4,89
15,68
Nitritos Fosfatos Sulfatos
(ppm)
(ppm)
(ppm)
0,005
0,008
0,017
0,004
0,004
0,277
0,28
0,57
10,13
0,15
0,19
1,30
0,13
2,61
102,52
0,13
0,13
9,44
PÉREZ, STORACI, NIETO y FERNÁNDEZ
Evaluación de hifomicetos: En la Tabla 7 se listan
12 y 10 especies de hifomicetos acuáticos encontrados
únicamente las localidades C-Cu y SD-Cu1 de los ríos
Cúpira y San Diego, respectivamente. Estos organismos solo estuvieron presentes aguas arriba de las
zonas residenciales, en cauces caracterizados por una
vegetación ribereña boscosa y con mínimo a leve
impacto. Las especies fúngicas ya fueron previamente
identificadas y descritas en estos y otros cuerpos de
agua de la cuenca (Fernández y Smits 2005, 2009,
Smits et al. 2007, Pinto et al. 2009, Storaci et al. 2013,
2014). Las mismas son frecuentes en aguas prístinas o
con poco impacto antrópico, lo cual parece vincularse
particularmente con el bajo nivel de coliformes totales
observados en sitios poco o nada impactados, tal
como lo reseñan Storaci et al. (2013). Triscelophorus
monosporus fue la especie con más esporas/ml en
ambos ríos, seguida en dominancia por Anguillospora
crassa para el río Cúpira y Scorpiosporium spp. para el río
San Diego.
Aun cuando no se logró realizar el muestreo en los
puntos ubicados en el río los Guayos cercanos a la
desembocadura al lago, muy probablemente estos
sitios no serían aptos para una evaluación basada en la
fauna bentónica. El MARNR-JICA (2001) hizo la
evaluación de la calidad del agua de los tributarios en
sus desembocaduras al lago, evidenciando que el río
Los Guayos exhibía los mayores valores para contaminantes sólidos, aceites y grasas, detergentes, cobre,
fenoles, coliformes, entre otros. La cuestionable calidad de las aguas del río Los Guayos en las cercanías
de su desembocadura al lago, parece ajustarse a la
catalogación que recibe según las normas para la
clasificación de uso de las aguas de los tributarios de
la cuenca del Lago de Valencia (Gaceta Oficial Nº
5.305, decreto 3.219, Extraordinario del 1-2-1999);
esto es, sus aguas son útiles solo para el riego de
cultivos que no sean vegetales de consumo en crudo
y para uso pecuario.
Los resultados obtenidos tanto para la comunidad
de macroinvertebrados como los hongos hifomicetos
y las características fisicoquímicas de las aguas,
permiten enfatizar la necesidad de mantener a las
nacientes de los tributarios al norte de la cuenca del
Lago de Valencia bajo la figura de áreas protegidas
(ABRAE). No obstante, la presión del crecimiento
poblacional ha llevado al desarrollo de complejos
residenciales hacia las laderas, que de no adecuarse y
reducir su expansión, inutilizarán las aguas de los ríos
Cúpira y San Diego, las cuales están destinadas, según
las normas para la clasificación de uso de las aguas de
los tributarios de la cuenca del Lago de Valencia
(Gaceta Oficial Nº 5.305, decreto 3219, Extraordinario del 11-2-1999); por un lado, al uso doméstico
Tabla 7. Especies de hifomicetos acuáticos presentes en los ríos Cúpira (código C-Cu) y San
Diego (código SD-Cu) en 2015. Características de las localidades en la Tabla 4.
Densidad (número de esporas/ml)
Especies de hifomicetos acuáticos
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
17
Triscelophorus monosporus Ingold
Anguillospora crassa Ingold
Scorpiosporium spp
Lunulospora curvula Ingold
Brachiosphaera tropicalis Nawawi
Helicomyces spp.
Alatospora acuminata Ingold
Campylospora filicladia Nawawi
Clavatospora stellata (Ingold & Cox)
Culicidospora gravida Petersen
Phalangispora constricta Nawawi & Webster
Clavatospora tentacula (Umphlett) Nilsson
Helicomyces colligatus Moore
Triscelophorus acuminatus Nawawi
Camposporium antenatun Harkn
Campylospora parvula Nawawi
Diplocladiella longibrachiata Nawawi y Kuthub
116
Río Cúpira
C-Cu
Río San Diego
SD-Cu
13
6
0
3
3
3
3
3
0
2
2
1
1
1
0
0
0
10
0
4
3
2
2
0
1
2
0
0
0
0
0
1
1
1
Capítulo 5: Estado de los ríos al Lago de Valencia
e industrial que requiere de agua potable, siempre que
ésta forme parte de un producto o subproducto
destinado al consumo humano o que entre en contacto con él; y que desde el punto de vista sanitario
pueden ser acondicionadas con la sola adición de
desinfectantes; por otro lado, usos para balnearios y
deportes acuáticos, pesca deportiva, comercial y de
subsistencia, para el contacto humano total.
ciones estandarizadas en las normas, resulta una
herramienta factible por su bajo costo y la rapidez con
que se logra entrenar a un personal técnico.
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4. CONSIDERACIONES FINALES
A partir de la información recabada para la cuenca del
Lago de Valencia y la evaluación particular del río Los
Guayos se evidenció un importante deterioro de las
aguas en las zonas de la depresión alrededor del lago,
donde las mínimas pendientes y el relieve llano han
favorecido el desarrollo de la actividad industrial y el
crecimiento de áreas urbanas en los últimos 50 años.
Los entes gubernamentales han mostrado interés
en categorizar los usos de tierras y clasificar las aguas
de la cuenca en pro de un manejo agrícola productivo
y adecuado, no obstante la teoría y la práctica no han
ido de la mano y tanto los ecosistemas acuáticos como
los terrestres corren el riesgo de desaparecer. En la
depresión solo restan relictos de la vegetación nativa,
mientras que en las serranías de la Cordillera de la
Costa, protegidas al norte por las figuras de los
Parques Nacionales Henri Pittier y San Esteban, aún
persisten extensas machas de bosques y con ellos los
tributarios caracterizados por aguas con corrientes
bien oxigenadas y transparentes, los cuales albergan
formas de vidas características de ecosistemas poco
alterados. Sin embargo, de persistir el interés por el
desarrollo urbano hacia las laderas, los ríos continuarán deteriorándose y solo quedarán las nacientes en la
medida que se mantengan los bosques. La subcuenca
del río Los Guayos es un claro ejemplo de la degradación a la cual están siendo sometidos los tributarios de
la cuenca del lago de Valencia. Por encima de las zonas residenciales e industriales las aguas discurren a
través de relictos del bosque original y aun albergan
comunidades de macroinvertebrados e hifomicetos,
característicos de ríos limpios, sin detección de coliformes fecales, pero en las planicies y en cercanías de
la desembocadura al lago, los cauces son muy
afectados y las aguas están altamente contaminadas,
siendo posible solo la evaluación bacteriológica.
Las autoridades deben centrar sus esfuerzos en
crear una red de monitoreo de los tributarios, no solo
en su desembocadura al lago, sino también en las
localidades aguas arribas de las áreas residenciales,
industriales y agrícolas. En estas localidades la evaluación de la calidad del agua mediante las comunidades de macroinvertebrados e hifomicetos además
de ser una herramienta complementaria a las evalua-
117
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120
Capítulo 6
Estado de conservación del sistema
hidrográfico del río Manzanares,
región Caribe Oriental de Venezuela
Sinatra K. SALAZAR1, Carmen Y. ALFONSI1, Bladimir GÓMEZ2,
Jesús A. BELLO3, William SENIOR4 y Luis TROCCOLI5
1. Departamento de Biología Marina. Instituto Oceanográfico de Venezuela.
Universidad de Oriente. Núcleo de Sucre.
ssalazar@udo.edu.ve; calfonsir@hotmail.com
2. Museo del Mar. Universidad de Oriente, Rectorado. Núcleo de Sucre.
bladimirgomez@yahoo.com.mx
3. Centro de Investigaciones Ecológicas de Guayacán. Universidad de Oriente (CIEG-UDO).
Jesusantoniobello@gmail.com
4. Departamento de Oceanografía Química. Instituto Oceanográfico de Venezuela.
Universidad de Oriente. Núcleo de Sucre.
senior.william@gmail.com.
5 Escuela de Ciencias Aplicadas al Mar. Universidad de Oriente. Núcleo Nueva Esparta (ECAM-UDO).
ltroccoli@gmail.com
El río Manzanares tiene una relación histórica con la ciudad de Cumaná, ya sea por su papel
ecológico, cultural y económico pero también por los impactos ambientales que han afectado
negativamente el estado de conservación de este hidrosistema. Se efectuó una actualización de la
información sobre el estado de conservación del río Manzanares y sus tributarios con base en la
revisión de artículos científicos e informes variados. Se referenciaron las diferentes fuentes de
contaminación y las magnitudes de variables ambientales, calidad de aguas y la biodiversidad
acuática. Los reportes indican una problemática ambiental antigua y compleja a lo largo de toda
la cuenca y por la acción combinada de diferentes perturbaciones. En el tramo final del río y su
desembocadura es marcada la transformación y derivación del cauce, así como la transformación
total de sus riberas naturales por áreas urbanas e industriales, que además generan residuos
sólidos y efluentes que son vertidos al río. Los diferentes centros urbanos en las márgenes del río
drenan aguas servidas y desechos sólidos directamente al mismo, pero también lo hacen las áreas
de producción agrícola e industrial, que emplean fertilizantes e insecticidas que por escorrentía se
incorporan a los afluentes, afectando la calidad del agua y las biotas acuáticas. La deforestación
en la cuenca alta y la minería de gravas contribuyen al proceso de sedimentación de los cauces.
Los registros históricos sobre este ecosistema fluvial, denotan una pérdida importante de la
biodiversidad, principalmente de moluscos, crustáceos y peces, pero también un incremento en
la abundancia de especies tolerantes y la presencia de especies introducidas. No se evidencia un
manejo adecuado de los efluentes, pero tampoco la aplicación de programas dirigidos a la
conservación y restauración de los recursos hidrobiológicos.
Palabras claves: recursos hidrobiológicos, ríos costeros, conservación.
© D. Rodríguez-Olarte (ed.), Ríos en Riesgo de Venezuela. Volumen II, 2018
Colección Recursos Hidrobiológicos de Venezuela
ISBN Obra completa: 978-980-12-9274-6
SALAZAR, ALFONSI, GÓMEZ, BELLO, SENIOR y TROCCOLI
1. INTRODUCCIÓN
La vertiente del Caribe incluye numerosos ríos de
corto recorrido en pequeñas cuencas que drenan
directamente al Mar Caribe (Mago Leccia 1970),
destacando los ríos Tocuyo, Tuy, Unare, Neverí y
Manzanares como las cuencas más extensas y con
caudales mayores. La mayoría de estos ríos son de
tipo montañoso y algunos presentan pequeñas planicies inundables (Lasso et al. 2004), siendo el río
Manzanares el más importante cuerpo de agua que
drena al Mar Caribe en el oriente de Venezuela. El
río Manzanares contribuyó con el asentamiento y
desarrollo de la ciudad de Cumaná, esto por la oferta
de agua y fauna acuática (crustáceos, peces) para
mantener a los habitantes locales y, aun cuando el río
fue una vía de navegación a pequeña escala, las
crecidas anuales eran notables y regían las pautas
para el desarrollo de la ciudad (Castro-Moreno et al.
2017). El río Manzanares ofrece servicios ecosistémicos variados, incluyendo el agua potable y de
regadío, la pesca de subsistencia que practica gran
parte de los pobladores ribereños, e incluso las
actividades de índole turística en el cauce principal y
sus tributarios (INE 2011).
Actualmente, el río Manzanares tiene un cauce
colmatado de sedimentos y un caudal empobrecido y
contaminado (Senior et al. 2003, Castro-Moreno et
al. 2017) producto de una problemática ambiental
compleja que se desarrolla a largo de toda la cuenca.
Las aguas de la cuenca alta y media están impactadas
por los desechos generados por las actividades
agrícolas intensivas y extensivas que, aunadas a las
descargas de aguas servidas domésticas sin tratamiento, introducen al cuerpo de agua sustancias
potencialmente contaminantes. Además, la cuenca
media recibe los desechos químicos del central
azucarero de Cumanacoa (Senior et al. 2004, Senior
et al. 2005, Fermín 2015).
En la cuenca baja gran parte de los desechos
urbanos llegan al río a través de los canales de
desagüe; estos fueron construidos para darle salida a
las aguas de lluvia pero la urbanización de sus riberas
los han convertido en una fuente de contaminación,
ya que son utilizados para la descarga de aguas
servidas de poblaciones que carecen de redes cloacales y también para el vertido de desechos sólidos
(Senior et al. 2003). Las procesadoras de pescado,
según Senior y Godoy (1991) y Alvarado (2000),
vierten al río el agua salada y los desechos orgánicos
-sólidos y líquidos- producto del lavado del pescado
y de las máquinas operadoras. Las industrias de este
género en el área son muchas y concentradas.
Se han desarrollado investigaciones clave sobre el
comportamiento de los metales pesados en el río
Manzanares (León et al. 1997, Márquez et al. 2002,
Martínez et al. 2006, Fermín 2015), donde se destaca
que las concentraciones de cadmio (Cd) y plomo
(Pb) totales han sido moderadamente altas y de
origen antrópico; a esto se añade que la principal
fuente de metales e hidrocarburos en el río y el área
costera con su influencia se atribuye a los astilleros
cercanos. Por otro lado, el conjunto de talleres
agrupados en el muelle pesquero de la ciudad de
Cumaná aportan la mayor cantidad de hidrocarburos
al ecosistema fluvial, a esto se adiciona una estación
surtidora combustibles (gasolina y diésel) y otros
muelles de empresas navieras que contribuyen a la
introducción de hidrocarburos en el medio acuático
(Alvarado 2000).
Es entendible que en un contexto legal las aguas
del río Manzanares no cumplen con el mínimo
requerimiento para el contacto humano total o
parcial, esto según el Decreto 883 de fecha 11 de
Octubre de 1995, publicado en la Gaceta Oficial Nº
5021, donde se tipifican las aguas según sus usos y se
establece que las aguas destinadas a balnearios,
deportes acuáticos, pesca deportiva, comercial y de
subsistencia corresponden a aguas tipo 4, y donde
los metales pesados deben estar ausentes (Senior
2003, Fermín 2015). La situación ambiental en la
cuenca del río Manzanares amerita de la implementación de estrategias y planes de manejo de los
recursos hidrobiológicos de manera integrada y con
la participación de los sectores gubernamentales,
educativos y comunitarios. Con base en lo expuesto
previamente este capítulo reúne información general
sobre los atributos físicos y biológicos de la cuenca
del río Manzanares, así como los principales
impactos antropogénicos para con esto valorar su
estado de conservación general y proponer pautas
para el manejo adecuado de la cuenca hidrográfica y
de los recursos hidrobiológicos locales.
2. MÉTODOS
La información aquí presentada se basó en la
revisión y valoración de diferentes publicaciones
científicas, informes técnicos y registros cartográficos
y biológicos; estas fuentes son indicadas en los textos
y citadas en la bibliografía. La mayor parte de estas
fuentes se han generado en estudios y proyectos de
investigación y extensión auspiciados por la Universidad de Oriente y sus diferentes dependencias, así
como por organizaciones asociadas. Se proveyeron
datos puntuales e información general sobre las
variables ambientales (precipitaciones y caudales),
calidad del agua (ej. temperatura, pH, salinidad, etc.),
diversidad biológica (riqueza de especies, listados),
cartográficos y demográficos.
122
Capítulo 6: Conservación del río Manzanares
Figura 1. Cuenca hidrográfica del río Manzanares dividida en cuenca alta (afluentes de color naranja), media (color
verde) y baja (color azul). Modificado de Senior et al. (2004).
3. RESULTADOS
3.1. Caracterización de la cuenca del río
Manzanares
La cuenca del río Manzanares se ubica en el extremo
nororiental costero de Venezuela (estado Sucre). El
río Manzanares nace en el macizo del Turimiquire a
una altura alrededor de los 2.300 msnm (cerro Las
Peonías). El cauce tiene una longitud de 81 km,
posee una pendiente mínima de 15% y un gasto
medio de 1,23 m3/s. La cuenca tiene alrededor de
1.652 km2, con una descarga estimada en 600 x 106
m3/año, la cual se ha ido incrementado (más del 20
%) a 771 x 106 m3 al año (Márquez et al. 2002). La
red de drenajes de la cuenca alta del río Manzanares
se comportan como una corriente subsecuente desde
sus cabeceras, luego encauza sus aguas hasta el valle
de Cumanacoa; ahí su cauce principal es orientado de
sur a norte, luego cambia a la dirección este-noroeste
hasta recibir el aporte del río Cancamure, y vuelve a
variar su curso hacia el sur-norte. El patrón de
drenaje es dendrítico, salvo en donde los procesos
geológicos y pendientes muy pronunciadas controlan
la red, como el río Aricagua (MARNR 1983). El
cauce principal del río recibe cerca de diez ríos, 13
riachuelos y quebradas por su margen derecho y 14
ríos principales y seis secundarios por el margen
izquierdo (Márquez et al. 2000, Ruíz et al. 2005).
En la región el período de sequía comienza a
partir del mes de diciembre, cuando la zona de
convergencia intertropical (ZCIT) se encuentra más
cerca del Ecuador. El periodo de sequía finaliza en
junio, cuando se inicia la migración hacia el norte de
la ZCIT. El periodo de lluvia inicia en el mes de julio
y finaliza en noviembre, teniendo sus máximos
valores en el bimestre agosto-septiembre (Medina et
al. 2013). En la cuenca existe un tipo climático
templado húmedo tropical de altura, que comprende
las partes más altas, entre los 1.500 y 2.500 msnm y
es propio de la Serranía del Turimiquire, con temperatura media anual es de 15,5 ºC y precipitación tiene
alrededor de 2.000 mm. Por encima de los 2.500
msnm y en áreas muy reducidas de las cumbres
mayores hay un clima templado húmedo tropical de
altura nublado, con temperatura media de 12 ºC;
mientras que en la zona baja, hasta los 1.500 msnm
aproximadamente, el clima es de tipo cálido subhúmedo, con temperaturas entre 21 y 27 ºC y
precipitación promedio de 900 a 1.500 mm.
Por fines prácticos la cuenca se ha dividido en
secciones (alta, media y baja) con base a diferencias
determinadas por el gradiente altitudinal (Figura 1),
tomando la descripción por tramos de acuerdo a
Senior et al. (2004) y Fermín (2015):
Cuenca alta (entre el Río Yoraco y el Río Aricagua): En la cuenca alta del río Manzanares se
presenta la menor intervención y el río se caracteriza
por ser de aguas cristalinas y en las riberas es habitual
123
SALAZAR, ALFONSI, GÓMEZ, BELLO, SENIOR y TROCCOLI
Tabla 1. Registro promedio de variables físico-químicas y nutrientes detectados en la cuenca alta, media y baja del
río Manzanares durante el periodo 2003-2005. Datos tomados de Fermín (2015).
Sección de
la Cuenca
Alta
Media
Baja
Temperatura
(°C)
pH
Conductividad
(µSiem)
O2
(mg/l)
24,1
24,8
26,5
8,20
8,19
7,96
2345
1582
1604
5,51
5,65
5,00
NH4
NO3
NO2
PO4
SiO4
(µmol/l) (µmol/l) (µmol/l) (µmol/l) (µmol/l)
3,04
5,37
7,34
21,04
16,37
12,56
0,59
0,61
0,54
1,65
1,17
0,77
152,1
144,2
91,8
Tabla 2. Registro promedio de metales pesados detectados en la cuenca alta, media y baja del río Manzanares
durante el periodo 2003-2005. Datos tomados de Fermín (2015).
Sección de
la Cuenca
Cd
(mg/l)
Pb
(mg/l)
Co
(mg/l)
Cr
(mg/l)
Cu
(mg/l)
Mn
(mg/l)
Fe
(mg/l)
Alta
Media
Baja
10,51
32,75
19,61
3,49
10,29
3,06
16,02
16,33
27,27
22,07
24,64
24,51
3,78
7,09
2,95
27,33
103,35
30,62
187,4
405,7
1109,4
la vegetación boscosa. En la parte más elevada existe
una predominancia de rocas calcáreas indiferenciadas, situación que cambia más abajo, donde
aparecen areniscas y conglomerados (Fermín 2015).
En la cuenca alta la pluviosidad es elevada, hasta
2.000 mm por año, lo que tiene un impacto importante en la tasa de erosión del área y el régimen de
caudales; sin embargo, por las características propias
de la cuencas altas, que presentan lechos pedregosos
y pendientes pronunciadas, aunados a la menor
densidad poblacional que se traduce en una actividad
agrícola baja, la tasa de erosión es menor que en la
cuenca media (Fermín 2015).
El parámetro que rige la variabilidad de las
características del agua en la cuenca alta es la temperatura, siendo considerablemente menor que en el
resto de la cuenca. Los valores de pH, conductividad,
oxígeno disuelto y los nutrientes son reflejo de la
litología y las actividades humanas que se realizan en
ella (Tabla 1). En la cuenca alta la baja densidad
poblacional ha tenido poco impacto en las
condiciones naturales del río y la calidad de sus
aguas. No obstante, el reporte de bacterias
potencialmente patógenas, aunado a una elevada
concentración de los nutrientes y metales (Tabla 2),
advierte de la descarga de aguas servidas y
actividades agrícolas. Las poblaciones aledañas a los
cauces son pequeñas y dispersas (caseríos), por lo
que la intervención antrópica es reducida. Destacan
los poblados de Cocollar, San Fernando y San
Lorenzo, con alrededor de 19.000 habitantes (INE
2011). La agricultura predomina y son habituales los
rubros como el café, frutales y, con menor
producción, hortalizas flores y ganadería vacuna en
pequeña escala.
Cuenca media (entre Cumanacoa y minerías de
gravas): En la cuenca media destaca la presencia de
grandes cantidades de material fino (Fermín 2015), el
cual es atribuible a los arrastres de sedimentos hacia
los cauces, así como por la erosión generada por las
deforestaciones realizadas por los agricultores
locales. Cuando el río abandona la montaña para
fluir por terrenos más llanos, su cauce se ensancha y
se hace más profundo. Aquí, en el río Manzanares
como en sus afluentes, predominan la arena o el
fango en el sustrato del fondo, las aguas se tornan
turbias con una elevada carga de sedimentos. En esta
sección llueve menos en comparación con la cuenca
alta, estimándose entre 200 y 300 mm por año, lo
cual se expresa en una condición más seca.
La erosión en la cuenca media es notoria e
influenciada por el régimen pluviométrico y por las
actividades humanas, principalmente la deforestación
con fines agrícolas. La deforestación descontrolada
causa la remoción del sustrato (suelos), el cual es
trasladado por escorrentía hasta los cauces. Por otra
parte, las actividades realizadas en el propio lecho del
río, como la extracción comercial de arenas y gravas,
favorecen el proceso erosivo, evidenciado en el
ensanchamiento del cauce y la inestabilidad de los
márgenes del mismo (Fermín 2015). En este sector,
en las aguas la temperatura es más elevada en
comparación con la cuenca alta, mientras que el pH,
124
Capítulo 6: Conservación del río Manzanares
la conductividad y los nutrientes, reflejan la litología
de la zona (Tabla 1). Aquí aumenta la densidad
poblacional, así como las actividades agrícolas e
industriales, que tienen un impacto evidente sobre
las variaciones de pH, la conductividad y el oxígeno
disuelto. A las corrientes se incorporan coliformes
totales y fecales, como Clostridium perfringens (Fuentes
2008, Mora et al. 2010) y metales pesados, todos en
mayor proporción que en la cuenca alta (Márquez et
al. 2000, Martínez et al. 2006), lo que aumenta el
deterioro del río en este sector.
En cuanto a los metales, en la literatura revisada
no se encontró información sobre las descargas de
metales del río Manzanares hacia la zona costera; sin
embargo, la presencia de éstos (Tabla 2), principalmente en la cuenca baja y la pluma del río, ha sido
documentada previamente, donde se han señalado
elevadas concentraciones totales de Cd y Pb, todas
atribuibles a un origen antropogénico. Las concentraciones de metales pesados pueden generar efectos
adversos sobre los organismos acuáticos y se ha
reconocido una relación directa entre la concentración de los metales pesados, el volumen de agua
descargado por el río y su material en suspensión
(León et al. 1997, Márquez et al. 2000, Fermín 2015).
Los flujos de metales pesados desde el río Manzanares hacia el litoral marino bajo su influencia se
incrementan durante el período de lluvias, lo que
indica que dichos elementos están principalmente
asociados al material en suspensión y en consecuencia con el gasto del río. Los aportes de metales
pesados a la zona son continuos, pero son mejor
detectados durante el período de sequía, cuando el
caudal del río es menor, dando lugar a un mayor
tiempo de residencia de las aguas. Dichos aportes
pueden provenir de los procesos geoquímicos y
antropogénicos.
En la cuenca media la población aumenta a unos
30.000 habitantes y se reparte en pequeños poblados,
como Arenas, Aricagua y Cumanacoa. La actividad
agrícola se centra en cultivos de caña de azúcar y que
sustentan un complejo azucarero de importancia
regional (Medina et al. 2013). En la cuenca media la
vegetación boscosa disminuye su cobertura en las
riberas y laderas, y es reemplazada principalmente
por cultivos y áreas de pastoreo. En sí, la intervención humana es mucho mayor, intensa y permanente.
oleaje (Meneses 2000). La precipitación anual es
menor a 100 mm; en contraste, durante el periodo
lluvioso el caudal del río Manzanares es elevado y
tiene un comportamiento típico donde los caudales
se incrementan desde las zonas altas hasta las zonas
bajas. En este sector, predomina el transporte de
material suspendido, el cual es exportado al mar a
través de las desembocaduras del río Manzanares. El
río atraviesa la ciudad de Cumaná y desemboca en el
Golfo de Cariaco a través de dos cauces: uno es el
cauce original y el otro es un aliviadero (zona de
Punta Baja) construido en 1972 para desviar el flujo
natural y así evitar las inundaciones. El caudal del río
varía estacionalmente y cuando es bajo el agua es
transportada y descargada principalmente por la
desembocadura original. El canal aliviadero favorece
la modificación de la línea de costa, y su capacidad
de transporte está relacionada con la capacidad de
carga y arrastre del río Manzanares. A este respecto,
Medina et al. (2013) determinaron que el río Manzanares transportó hacia el litoral costero de Cumaná
un total de 874.823.208 m3/año de agua; con
602.027.564 m3/año aportados en la desembocadura principal y 272.795.644 m3/año por el aliviadero (Tabla 3). En el periodo de lluvias la pluma del
río se puede internar dentro del Golfo de Cariaco y
alcanzar la bahía de Mochima (Fermín 2015).
La cuenca baja contiene la mayor población, ya
que comprende el municipio Sucre, con alrededor de
358.919 habitantes (INE 2011); lo que representa un
incremento de 17,75 % comparado con el censo
previo (2001). Las características ambientales que
presentan la cuenca baja y la pluma del río
Manzanares son indicativas de una condición crítica,
y problemas ambientales son más agudos (Martínez
Tabla 3. Registro de caudales y descargas de nutrientes a
la costa de Cumaná través de la desembocadura y el
aliviadero del río Manzanares. Tomado de Medina et al.
(2013).
Cuenca Baja (desde Puerto de la Madera hasta
la desembocadura en el mar): La mayor parte de
la cuenca baja representa un depósito deltaico
consolidado formado sobre una llanura aluvial
debido a los aportes de los sedimentos transportados
por el río Cautaro, pero también modelados por el
125
Variables
Desembocadura
Caudal
(m3/mes)
Amonio
(kg/mes)
Nitrito
(kg/mes)
Nitrato
(kg/mes)
Fosfato
(kg/mes)
602,03 x106
Aliviadero
Total
descargado
272,80 x106 874,82 x106
46.572
59.932
106.504
1.659
2.803
4.461
85.752
45.53
131.282
9.487
15.765
25.252
SALAZAR, ALFONSI, GÓMEZ, BELLO, SENIOR y TROCCOLI
et al. 2006, Fermín 2015). Por otra parte, en este
tramo del río es más acentuada la pérdida de la
cobertura ribereña original y la vegetación es
reemplazada por el desarrollo urbanístico y la intervención antrópica es generalizada.
y el agua, favoreciendo las condiciones anaerobias y
alterando la red trófica de organismos acuáticos. Es
importante destacar que según el tipo y volumen de
fertilizantes empleados estos pueden convertirse en
agentes tóxicos, con efectos determinantes sobre la
biota; por ejemplo, causando estrés celular, el cual se
manifiesta en la mortalidad de los individuos,
mutaciones y pérdida de la diversidad genética de las
poblaciones, como en el caso del bagre guaraguara
(Ancistrus brevifilis Loricariidae) en tributarios de la
cuenca del río Manzanares. Sobre esta especie se
reconoce un efecto perjudicial del glifosato sobre la
molécula de ADN en células sanguíneas, observándose el aumento de los daños en el material genético
según el tiempo de exposición a los sedimentos
(Lárez-López y Alfonsi-Rojas 2011). El glifosato es
un componente habitual de muchos herbicidas, por
lo que su aplicación debería ser considerada bajo
regulación y vigilancia estricta.
La contaminación bacteriana en las aguas del río
Manzanares ha sido señalada de forma notoria y
creciente a partir de 1970 y son muchas las evidencias que señalan el deterioro de la calidad del agua
por contaminación bacteriológica (Fernández 1971,
1973, 1984; Gutiérrez 2004, Fuentes et al. 2008,
Fuentes 2008, Mora et al. 2010) reportaron protozoarios patógenos en las aguas superficiales de la
cuenca alta y media, lo que representa un foco de
infección y riesgo a la salud para los pobladores
ribereños y usuarios del río. La distribución y
comportamiento de los coliformes totales, fecales y
Clostridium perfringens, a lo largo del sistema del
Manzanares no es un proceso restringido a una sola
subcuenca o determinado por los periodos climáticos, es una situación extendida en toda la cuenca
del río Manzanares y durante todo el año, lo cual se
asocia con un aumento de la población ribereña y
predice un agravamiento del problema (Fermín
2015); además, las aguas del río Manzanares ahora no
son aptas para ser usadas en actividades de consumo
humano y recreación, pues no cumplen con los
requerimientos mínimos con relación a su calidad.
La mayoría de las viviendas en la ciudad de
Cumaná y de otros poblados no están conectadas a
la red de sistema de cloacas, por lo que sus desechos
son vertidos en los canales pluviales y llegan
directamente al río. La intensidad de este problema
es muy grave y ocasiona efectos variados, como los
malos olores, alteración en el color del agua y
turbidez por la presencia de material en suspensión,
pero entre todos son más preocupantes los altos
niveles de contaminación bacteriana (Fuentes 2008,
Mora et al. 2010, Medina et al. 2013). En el tramo
final del río, donde existe una mayor urbanización, se
3.2 Problemática ambiental del río Manzanares
El río Manzanares recibe las descargas de elementos
contaminantes producidos por las diferentes
actividades antropogénicas en la cuenca. Desde sus
nacientes como en la parte correspondiente al valle,
el río es objeto de prácticas agrícolas con planificación inadecuada, que incluyen la tala y la quema, a
ello se suman la incorporación de cultivos mediante
técnicas conservacionistas inadecuadas y el sobrepastoreo sobre suelos con poca estabilidad en su
sustrato geológico, en especial en las pendientes más
escarpadas. Como consecuencia, es evidente la
pérdida de suelos por la erosión, pero también por
extensas inundaciones en los periodos de lluvias.
Igualmente, las actividades pecuarias sin control
adecuado han generado un fuerte grado de deterioro
de la vegetación y de los suelos; lo anterior parece
estar asociado con la disminución progresiva de los
caudales (Fuentes 2008, Medina et al. 2013).
Los análisis físico-químicos realizados a las aguas
del río Manzanares han corroborado que la contaminación es atribuida al conjunto de actividades
agrícolas, pecuarias, industriales, recreacionales y
domésticas realizadas en la cuenca, principalmente
en las riberas de los cauces, cuyos residuos son
vertidos directamente o son transportados en las
aguas de lluvia hacia el cauce del río (Fuentes et al.
2008). La abundante materia orgánica nitrogenada
descartada eleva las concentraciones de nutrientes al
ser descompuesta por los organismos heterótrofos,
los que al usar el oxígeno disuelto contribuyen al
descenso del pH. Además, la abundancia de nutrientes y la temperatura cálida favorecen el crecimiento
poblacional de coliformes.
En las actividades agrícolas de la cuenca es
común el empleo de fertilizantes, siendo considerada
la principal fuente de contaminantes que ingresan al
río a través de las escorrentías (Medina et al. 2013).
El efecto de los fertilizantes se asocia con un mejor
rendimiento agrícola; sin embargo, su uso excesivo
ocasiona la acumulación de nitratos y fosfatos en el
subsuelo, los cuales son incorporados por infiltración
a las aguas subterráneas y superficiales alterando su
calidad y enriqueciéndolas, lo que provoca la eutrofización de lagos, estanques y ríos. Esta eutrofización
se expresa por la proliferación de algas y macrófitas
acuáticas que cubren la superficie del agua e
interfieren en el intercambio del oxígeno entre el aire
126
Capítulo 6: Conservación del río Manzanares
Figura 2. Cuenca alta del río Manzanares: Vegetación boscosa en el río Yoraco (1), siembras en las planicies (2),
cauce principal del río Manzanares confluencia con el río Yoraco (3). Cuenca media: río Tataracual (4), río
Manzanares en el sector San Fernando (5), minería de gravas en el río San Juan, sector Los Ipures (6). Cuenca baja:
Poza El Guardia en el río San Juan (7), río Manzanares a su paso por la ciudad de Cumaná. Créditos: Jesús Bello (1,
3), Sinatra Salazar (2, 4, 5, 6, 7, 8).
127
SALAZAR, ALFONSI, GÓMEZ, BELLO, SENIOR y TROCCOLI
evidencian fuentes variadas de contaminación, como
las provenientes de viviendas, áreas de comercio
masivo (mercado municipal) y factorías (ej. plantas
de hielo, procesadoras de pescado, astilleros,
estaciones de combustible), que generan desechos
líquidos y sólidos (Márquez et al. 2002, Fuentes et al.
2008).
Existen otras fuentes de contaminación del río
Manzanares. El río Guasdua contribuye de manera
considerable en la desviación de la mayoría de las
variables físico-químicas en las aguas, incrementando
su contaminación, y actualmente este fenómeno no
ha variado (Gutiérrez y Rivero 2000, Gutiérrez 2004,
Fermín 2015). Una fuente reconocida de perturbación son las descargas del central azucarero; aunque
las aguas servidas (incluyendo la vinaza) se descargan
en lagunas de oxidación, existe un efecto deletéreo
con los efluentes que pasan al río (Fernández 1984,
Gutiérrez 2004). Otro agente que ha contribuido en
el deterioro del río Manzanares es la minería de
gravas (areneras) en la cuenca media y baja (Figura
2). Estas minerías se ubican en cauces y riberas y ha
afectado negativamente y de manera progresiva al
hábitat acuático y ripario, a través de cambios
marcados en la morfología del río. Para el año 2003
había más de una docena de areneras activas en el río
Manzanares (Senior et al. 2005). Los impactos derivados de esta actividad están relacionados a la
degradación del lecho fluvial por cambios en la
granulometría e inestabilidad del sustrato, implicando
la pérdida del hábitat para muchas especies; además,
se han detectado grandes volúmenes de sedimentos
transportados y que se asocian con el aumento de
materia en suspensión en el río y la zona litoral
asociada con la desembocadura. Lo anterior es causa
para el dragado periódico del río en su tramo final.
Las descargas del río Manzanares en el Golfo de
Cariaco originan una pluma laminar que se dirige
primariamente hacia el oeste por la acción de los
vientos alisios. Esta dirección de la pluma fluvial trae
como consecuencia una afectación importante de la
zona costera, llegando a perturbar los ecosistemas de
arrecife, como en el caso de Mochima, a unos 20 km
al oeste de la desembocadura. Así mismo, las aguas
contaminadas del río Manzanares afectan el litoral
costero de la ciudad de Cumaná, playas que en el
siglo pasado fueron consideradas importantes para la
actividad turística (Senior y Godoy 1991, Márquez et
al. 2002, Fermín 2015).
con una composición florística con alta riqueza,
tanto en especies como en formas de vida (árboles,
arbustos, hierbas, trepadoras, epífitas y hemiparásitas) respecto a la cuenca baja. Las especies presentes en la cuenca alta son mesófitas y presentan hojas
generalmente simples y anchas para una mayor
superficie de captación de los rayos solares. En
algunas especies es notable además el desarrollo de
un sistema radical superficial, debido a que estos
suelos se encuentran, en gran parte, saturados
hídricamente durante todo el año, especialmente en
el periodo de lluvias, por lo que no necesitan raíces
profundas para la obtención de agua.
En los diferentes ambientes ribereños del río
Manzanares se han registrado 405 especies de plantas
vasculares (angiospermas y helechos) y 371 son
consideradas silvestres, lo que representa el 91,60%
de la flora del área (Bello 2006, Cumana et al. 2010).
Son pocos los registros de plantas vasculares endémicas en el río Manzanares, y están circunscritos a la
cuenca media del mismo, destacando Coccoloba
llewelynii, una poligonácea con amplia distribución a
nivel nacional; mientras la leguminosa Margaritolobium
luteum y la rubiácea Rondeletia cumanensis presentan
poblaciones más restringidas en algunos ecosistemas
de los estados Anzoátegui, Bolívar, Sucre y Nueva
Esparta (Bello 2006, Cumana 2008, Hokche et al.
2008, Cumana et al. 2010, Reverón 2016). Un total
de 24 especies que forman parte de los distintos
bosques ribereños del río Manzanares (Tabla 4),
actualmente figuran en alguna categoría de la flora
vascular amenazada en Venezuela (Llamozas et al.
2003). Estas especies ocupan hábitats fragmentados,
los cuales han sido afectados notablemente por el
desarrollo acelerado de actividades agropecuarias
(deforestación), urbanísticas, minería de gravas e
incendios ocasionales, en su mayoría sin planificación adecuada ni control gubernamental. Estas
amenazas son las mismas que han puesto en riesgo la
presencia y distribución de estas especies en escala
local y nacional (Bello 2006, Llamozas et al. 2003,
Rodríguez et al. 2010, Reverón 2016). El restante
8,40% de la flora registrada en la cuenca está
representada por 34 fanerógamas introducidas y,
actualmente, en su mayoría con poblaciones
naturalizadas en varios sectores (Tabla 5). Estas
especies introducidas se pueden clasificar según su
origen: 16 proceden del continente asiático, 11 son
nativas de África, ocho de América, dos provenientes del continente europeo y una del
australiano (Hoyo 1985, Marohasy y Forster 1991,
Klackenberg 2001, Hannan-Jones y Playford 2002).
Entre las especies arbóreas con interés alimenticio
(introducidas y silvestres) destacan los frutales como:
3.3. Flora.
3.3.1. Formaciones vegetales y especies.
En la cuenca alta y media algunas áreas del bosque
desarrollan un dosel semiralo, raramente tupido y
128
Capítulo 6: Conservación del río Manzanares
áreas agrícolas, razón por la que ahora se distribuyen
ampliamente en la cuenca y la región.
Las áreas ribereñas bajo el impacto de la minería
de gravas o que han quedado desprovistas de suelos
o cobertura vegetal, de habitual son colonizadas por
comunidades simples y donde destacan Gynerium
sagittatum (caña brava o lata) y Tessaria integrifolia,
ambas especies tienen importancia en la fijación de
terrenos aluviales primarios (Bono 1996). Estas dos
especies permiten la asociación progresiva de otras
especies en el proceso de sucesión secundaria y que
propician el establecimiento de una vegetación más
compleja. La composición florística en el tramo final
y la desembocadura del río Manzanares es pobre
como consecuencia de una intervención antigua y
refleja una fracción pequeña de la flora litoral que es
influenciada por las mareas. Aquí se registran
bosques mixtos de manglar, conformados principalmente por mangle negro (Avicennia germinans), mangle
rojo (Rhizophora mangle), mangle blanco (Laguncularia
racemosa) y mangle botoncillo (Conocarpus erectus).
Tabla 4. Lista de especies vasculares endémicas de la
cuenca hidrográfica del río Manzanares. Categorías de
amenaza y distribución: Peligro crítico (1), vulnerable (2),
Menor Riesgo y Casi Amenazada (3), Menor Riesgo o
Preocupación Menor (4). Distribución (D): cuenca alta
(A), cuenca media (M), cuenca baja (B).
Especie / nombre
Swietenia macrophylla
(Caoba)
Albizia saman
(Samán)
Cedrela odorata
(Cedro)
Coccoloba llewelynii
(Uvero de montaña)
Enterolobium cyclocarpum
(Caro)
Geoffroea spinosa
(Taque)
Guaiacum officinale
(Guayacán)
Pereskia guamacho
(Guamache)
Roystonea oleracea
(Chaguaramo),
Rhizophora mangle
(Mangle rojo)
Tabebuia rosea
(Apamate)
Avicennia germinans
(Mangle negro)
Bulnesia arborea
(Palo sano)
Laguncularia racemosa
(Mangle blanco)
Platymiscium diadelphum
(Roble)
Acanthocereus tetragonus
(Pitahaya)
Bourreria cumanensis
(Guatacare)
Conocarpus erectus
(Mangle botoncillo)
Copaifera officinalis
(Aceite de palo)
1
Estatus
2
3
4
*
D
AMB
*
M
*
AM
*
M
*
AMB
*
B
*
B
*
BM
*
M
*
B
*
AMB
*
B
*
B
*
B
*
MB
*
B
*
MB
*
B
*
AM
3.3.2. Fitobentos y Macrófitas
En un inventario a lo largo de la cuenca del río
Manzanares se registraron 21 especies (Tabla 6) de
fitobentos y macrófitas, destacando las Cyanophyta,
Chlorophyta, Rhodophyta, Bryophyta y Magnoliophyta (Barrios et al. 2007). En la cuenca baja del
río Manzanares se registró el mayor número de
especies, siendo más frecuentes Spirogyra majuscula y
Cladophora fracta (Chlorophyta), ambas abundantes en
áreas con eutrofización moderada a alta, y que son
consideradas como indicadoras de contaminación
orgánica. Barrios et al. (2007) confirmaron la presencia del alga roja dulceacuícola Thorea riekei en la
cuenca alta. Esta especie, que crece en zonas de
aguas limpias, frías y de fuerte corriente, fue
reportada por primera vez para Venezuela en 1986 y
para esta misma área. La distribución irregular de
fitobentos y macrófitas, así como su abundancia en
diferentes porciones de la cuenca del río Manzanares,
independiente al tramo estudiado, muestran a un
ecosistema fluvial impactado.
3.4. Fauna acuática.
3.4.1. Moluscos.
En la cuenca del río Manzanares son escasos los
estudios sobre moluscos. Senior et al. (2005) reportaron gasterópodos pertenecientes las familias
Ampullariidae y Thiaridae, la primera representada
por dos especies nativas de caracoles (Marisa
cornuarietis y Pomacea glauca) y la segunda representada
por las especies Tarebia granifera y Melanoides tuberculata
(Figura 4). Las especies de Ampullariidae, tienden a
ser menos abundantes, especialmente P. glauca. Los
Anacardium occidentale (merey), Cocos nucifera (coco),
Mangifera indica (mango), Syzygium jambos (pomarosa),
Spondias purpurea (ciruela) y Tamarindus indica (tamarindo). Estas especies tienen un marcado interés en
la dieta y comercio local. Es posible que algunas de
estas especies frutales formaron parte de antiguas
129
SALAZAR, ALFONSI, GÓMEZ, BELLO, SENIOR y TROCCOLI
están presentes y abundan en toda la cuenca y
aunque son vistos como parte de la fauna acuática
local, en realidad son especies exóticas e invasoras de
vieja data. Ambas medran entre las raíces de plantas
acuáticas y en rocas sumergidas en zonas litorales
con poca velocidad del agua. Durante el periodo de
lluvia la presencia de esta especie generalmente es
escasa, presumiblemente por las fuertes corrientes y
el alto nivel del agua. Al contrario, T. granifera es la
especie más abundante.
Se ha destacado la frecuente asociación entre T.
granifera y M. tuberculata, especies que tienen hábitats
muy similares y explotan recursos también parecidos,
pero que establecen una competencia entre sus
poblaciones, lo que al parecer tiene una respuesta
poblacional que favorece a T. granifera (Rangel Ruiz
et al. 2011, Naranjo-García y Olivera-Carrasco 2014),
la cual es altamente competitiva y puede llegar
incluso a desplazar especies endémicas de los sitios
en donde ha sido introducida; además, es un
potencial hospedero intermediario de parásitos que
afectan a los humanos y a los peces de importancia
comercial. Tarebia granifera es originaria del sureste de
Asia y está ampliamente distribuida por toda la
región intertropical, disponiéndose de reportes en
América: Antigua y Barbuda, Cuba, Estados Unidos,
Granada, Guadalupe, Haití, Jamaica, Martinica,
México, Puerto Rico, República Dominicana, Santa
Lucía y Venezuela (Pointier et al. 1994, Pointier et al.
1998, Rangel-Ruiz et al. 2011).
En Venezuela, T. granifera es registrada por
primera vez en 1970, en una laguna artificial cerca de
Caracas. Para el año 1975 los ríos de la región litoral
central de Venezuela estaban invadidos por T.
granifera (Pointier et al. 1994). Gutiérrez et al. (2012)
han señalado que esta especie al tener más de 40
años de establecida, ha pasado a formar parte de la
dieta de especies de peces nativas (Crenicichla,
Andinoacara y Rhamdia), así como aves Ciconiiformes
que quizá regulan sus poblaciones. M. tuberculata es
un gasterópodo originario de África del este y del
Medio Oriente, que ha invadido y se ha establecido
en casi todos los países del continente americano,
registrándose en Argentina, Brasil, Chile, Colombia,
Guayana Francesa, México, Paraguay, Perú y Venezuela, así como en las islas del Caribe. En la mayoría
de los casos se desconoce el origen de su
introducción (Gutiérrez et al. 2012); sin embargo, se
considera que la posible dispersión de esta especie se
debe al comercio de plantas acuáticas ornamentales y
al vertido de aguas provenientes de la limpieza de
acuarios y contenedores. En la cuenca del río Manzanares se registra otra especie invasora: el caracol
manzana Achatina fúlica (Achatinidae). Los 13 géne-
Tabla 5. Plantas vasculares (introducidas, naturalizadas)
en la cuenca del río Manzanares. Distribución: cuenca:
alta (A), media (M), baja (B), toda la cuenca (T). Origen:
Brasil (BA), Venezuela (VE), Centroamérica (CE), Asia
(AS), África (AF), Europa (EU), AU (Australia).
Especie /nombre común
Anacardium occidentale (Merey)
Antigonon leptopus (Coronilla)
Artocarpus altilis (Castaña)
Azadirachta indica (Nim)
Calotropis procera (Algodón de seda)
Chloris barbata (Pata de gallina)
Cocos nucifera (Coco)
Cryptostegia grandiflora (Uña del diablo)
Cyanthillium cinereum (Cielito)
Dactyloctenium aegyptium (Pata de gallina)
Delonix regia (Falmboyan)
Echinochloa colona (Pata de gallina)
Eleusine indica (Pata de gallina)
Emilia fosbergii (Clavelito)
Ficus benjamiana (Ficus)
Gliricidia sepium (Mataratón)
Gossypium hirsutum (Algodón)
Leucaena leucocephala (Cabezona)
Mangifera indica (Mango)
Megathyrsus maximus (Carrizo)
Manilkara zapota (Níspero)
Melinis repens (Paja rosada)
Momordica charantia (Cundeamor)
Morinda citrifolia (Noni)
Parkinsonia aculeata (Pimpinillo)
Ricinus communis (Higuereta)
Sonchus oleraceus (Cerrajón)
Spondias purpurea (Cirguela)
Syzygium cumini (Uvero extranjero)
Syzygium jambos (Pomarosa)
Syzygium malaccense (Pomalaca)
Tamarindus indica (Tamarindo)
Terminalia catappa (Almendrón)
Thespesia populnea (Clemón)
Ziziphus mauritiana (Ponsigué)
D
Origen
A M BA VE
B
CE
MB
AS
B
AS
B
AF
MB
AF
T
AS
B
AF
T
AS
B
AF
B
AF
MB
AF
M B AS EU
T
AS AF
B
AS AU
MB
CE
MB
CE
B
CE
T
AS
T
AF
MB
CE
T
AF
T
AS AF
B
AS
B
CE
T
AF
T
EU
MB
CE
T
AS
T
AS
T
AS
T
AS
MB
AS
B
AS
B
AF
pobladores señalan que estas especies solían ser muy
abundantes en la cuenca, pero actualmente tiene una
distribución restringida en arroyos cercanos al cauce
principal, entre la vegetación acuática y piedras de las
orillas (Senior et al. 2004). T. granifera y M. tuberculata
130
Capítulo 6: Conservación del río Manzanares
Figura 3. Fauna malacológica de la cuenca del río Manzanares. De izquierda a derecha: Arriba: Tarebia granifera y
Melanoides tuberculata. Abajo: Marisa cornuarietis y Achatina fúlica. Créditos: Jesús Bello.
promedio de 100 km/año desde la localidad donde
se registró inicialmente, por lo se presume que dicha
propagación se deba a la acción humana involuntaria
o intencional (Hernández Cova et al. 2017).
ros que constituyen la familia son endémicos de
África, aunque unas pocas especies han adquirido
notoriedad mundial al ser introducidas por el
hombre en muchas regiones tropicales (Hernández
Cova et al. 2017). Evaluaciones sobre el efecto de
esta especie en la cuenca baja del río Manzanares
demuestran la afectación sobre los cultivos agrícolas
y su potencial acción como vector en la introducción
de organismos que pueden ser letales a los humanos;
sin embargo, el conocimiento sobre la especie es
inadecuado y se hacen necesarios programas de
capacitación para el control de la misma, que ya es
considerada una plaga (Hernández Cova et al. 2017).
El caracol africano afecta a una amplia variedad de
cultivos ornamentales, hortícolas y frutícolas.
Aunque los caracoles de este género habitan
naturalmente zonas entre áridas y cálidas, pueden
adaptarse a cualquier a hábitats variados, desde las
zonas intervenidas hasta los pantanos y áreas urbanas
donde exista vegetación (Correoso-Rodríguez, 2006).
En Venezuela, A. fulica ha presentado una alta tasa
de dispersión a lo largo de la región boscosa y
montañosa del norte del país. Esta tasa fue reconocida en un período de diez años, a una velocidad
3.4.2. Crustáceos.
Entre los crustáceos destacan las familias Atyidae y
Palaemonidae, la primera representada por la única
especie en Venezuela (Davant 1973) y con
importancia económica local en el río Manzanares:
Atya scabra (buchuro, burrito). La Familia Palaemonidae se encuentra representada por 16 especies del
género Macrobrachium para Venezuela y por 26 en las
aguas dulces y salobres de América oriental
(Rodríguez 1980, Pereira y Pereira 1982). En el río
Manzanares se registran las especies Macrobrachium
carcinus, M. acanthurus y M. olfersii., siendo la primera
(camacuto) la más común y abundante en el río
(Davant, 1973). M. carcinus puede alcanzar hasta 25
cm de longitud y 200 g de peso, medidas similares a
las alcanzadas por M. rosenbergii, que es originario de
Malasia. En Venezuela es una de las especies con
mayor potencial de cultivo, por lo cual ha sido
estudiada y cultivada ampliamente (Graziani et al.
131
SALAZAR, ALFONSI, GÓMEZ, BELLO, SENIOR y TROCCOLI
2003, García 2006, Moreno et al. 2012). Todas estas
especies de buchuros y camacutos son muy importantes en la pesca comercial artesanal de la zona ya
que constituyen un recurso alimenticio y económico
para la subsistencia de los habitantes de las riberas
(Davant 1973, Senior et al. 2004). Estos camarones
se pescan usualmente con atarraya, pero también de
forma manual, removiendo las piedras del río o con
el uso de algunos métodos dañinos para el hábitat,
como es el uso de cloro para extraer los camarones
de sus refugios, lo que constituye otro aporte de
contaminantes al sistema hidrográfico del río.
Tabla 6. Listado de géneros y especies de fitobentos y
macrófitas localizadas en la cuenca alta (A), media (M) y
baja (B) para el río Manzanares. Al: canal de aliviadero.
Tomado de Barrios et al. (2007).
Géneros y Especies
CYANOPHITA
Nostoc sp
Phormidium sp.
Polytrotrix sp.
Rivularia sp
CHLOROPHYTA
Spirogyra majuscula Kütz.
Chaetophora sp.
Stygeoclonium fasciculare Kütz.
Chaetomorpha gracilis Kütz.
Cladophora fracta (Müller ex Vahl) Kütz.
Cladophora montagneana Kütz.
Enteromorpha intestinales (L.) Ness
Enteromorpha clathrata (Roth) Greville
Ulva fasciata Delile
HETEROKONTOPHYTA
Sargassum vulgare C. Agardh
RHODOPHYTA
Thorea riekei Bischoff
Centroceras clavulatum (C. Agardh) Montagne
BRIOPHYTA
Ricciocarpus sp.
Fontinalis squamosa Hedw.
Fontinalis sp.
CYMODOCEACEAE
Syringodium filiforme Kützing
HYDROCHARITACEAE
Thalassia testudinum Banks & Solander
3.4.3. Ictiofauna.
Entre los primeros registros sobre la ictiofauna en la
cuenca del río Manzanares destaca el de Carvajal
(1965), quien describió la ictiofauna en las lagunas
litorales a través de canales de riego que parten del
río. Posteriormente, Aguilera y Carvajal (1976) realizaron el primer registro a lo largo de toda la cuenca
incluyendo la zona de estuario y la desembocadura.
Los resultados evidenciaron la intervención progresiva por la acción de afluentes y residuos derivados
de las actividades humanas, causando alteraciones
ecológicas. Estos autores reportaron el efecto sobre
la ictiofauna local causado por la introducción de la
tilapia negra (Oreochromis mossambicus, Cichlidae). Casi
tres décadas después, Pérez et al. (2003) llevaron a
cabo un análisis de la ictiofauna del sistema, incluyendo la Laguna de los Patos y la zona costera, con
énfasis en la introducción de la tilapia (Figura 4). Los
resultados evidenciaron la presencia de 12 especies y
siete familias. La distribución y abundancia de estas
especies estuvo determinada por los periodos
estacionales y las condiciones ambientales de cada
estación. La abundancia de peces se ve disminuida a
medida que se desciende en la cuenca, encontrándose una mayor número de individuos en la cuenca
alta y media en comparación con la cuenca baja; sin
embargo, el número de especies es mayor en la
cuenca baja. En ríos de montañas, es común
observar la disminución de la diversidad con respecto a la altura (Machado-Allison y Moreno 1993,
Senior et al. 2004). Para 2003 se reportaron 18
especies, tal diferencia fue atribuida a las condiciones
ambientales en desmejora del río y la presencia de
especies invasoras (Tabla 7). Sobre esto último,
Pérez et al. (2003) señalaron la dispersión de la tilapia
desde su sitio de introducción (Laguna de los Patos)
hacia la zona costera de Cumaná y la cuenca media
del río Manzanares (Figura 4). Las tilapias, especialmente O. mossambicus, tienen una alta capacidad de
adaptación ecológica y de ajustes rápidos a cambios
de temperatura, lo cual les permite habitar en aguas
someras donde existen grandes fluctuaciones en las
A
M
B
X
X
X
X
X X
X
X
X
X X
Al
Al
X
X
Al
X
Al
X X X
X X X
X X X
Al
Al
temperaturas diarias (Chung 1985). No obstante, las
bajas temperaturas en los tributarios de la cuenca alta
posiblemente han impedido una mayor dispersión la
especie. En los estuarios, Pérez et al. (2003)
identificaron diez familias de peces menos que las 23
reportadas previamente por Aguilera y Carvajal
(1976); sin embargo, se identificaron otras diez
especies no registradas hasta ese momento. Aun así,
el número total de especies fue menor al de reportes
previos.
En el cauce principal de la cuenca baja del río
Manzanares se han registrado 34 especies de peces
(23 familias), 12 de éstas en el cauce principal y 22 en
el estuario (Ruíz et al. 2005), lo que indica una baja
132
Capítulo 6: Conservación del río Manzanares
Tabla 7. Reportes históricos de las especies de peces en
la cuenca del río Manzanares. Autores: (1) Aguilera y
Carvajal (1976), (2) Pérez et al. (2003), (3) Ruíz et al.
(2005), (4) Salazar et al. (2007) y (5) Gaspar (2008) en la
cuenca del río Manzanares. (6) Especies posibles en la
cuenca según colecciones biológicas (2018). Especie
restringida a otra cuenca o vertiente (°), introducida (I),
introducida y exótica (E).
Astyanax bimaculatus
Astyanax fasciatus
Corynopoma riisei
Creagrutus bolivari °
Creagrutus melasma
Gephyrocharax valencia
Hemibrycon metae
Ancistrus brevifilis
Ancistrus gymnorhynchus
Chaetostoma sp
Hypostomus watwata
Rhamdia guairensis
Rhamdia quelen
Rhamdia sebae
Hoplosternum littorale
Trichomycterus sp.
Awaous banana
Evorthodus lyricus
Sicydium plumieri
Andinoacara pulcher
Caquetaia kraussii I
Crenicichla geayi
Oreochromis mossambicus E
Anablepsoides hartii
Anablepsoides holmaie
Cyprinodon dearborni
Poecilia reticulata
Poecilia sphenops °
Synbranchus marmoratus
Figura 4. Avance de la tilapia Oreochromis mossambicus en
el sistema del río Manzanares. La línea punteada señala la
distribución de la tilapia hasta el año 1976 y la línea
continua hasta el año 2003. Modificado de Pérez et al.
(2003)
riqueza de especies y que puede estar asociado con la
pérdida de hábitat. Además, esta riqueza de especies
resulta alrededor de la mitad de la riqueza reportada
en el resto de las principales cuencas costeras del país
(Lasso et al. 2004, Rodríguez-Olarte et al. 2011).
Otra especie considerada como introducida en la
cuenca del río Manzanares es el mataguaro Crenicichla
geayi (Lasso y Machado-Allison 2000), cuya distribución aparentemente estaría restringida a las
cuencas del Orinoco, Tuy y drenajes costeros occidentales. Esta especie se reportó hace una década
por primera vez para el sistema del Manzanares
(Salazar et al. 2007). Hasta el año 2007 solo estaban
citadas como introducidas dos especies de Cichlidae,
la petenia Caquetaia kraussii y tilapia Oreochromis
mossambicus. Sobre C. kraussii se ha sugerido una
distribución original disyunta entre las cuencas del
Lago de Maracaibo y del río Unare (Royero y Lasso
1992); no obstante, análisis biogeográficos posteriores sobre la ictiofauna de ríos costeros de
Venezuela indican que muy probablemente fue
introducida en la cuenca del río Unare (RodríguezOlarte et al. 2011), con lo cual también sería una
introducción en la cuenca del río Manzanares. Se
estima que Crenicichla geayi podría ser otra especie
introducida, quizá por actividad de la acuariofilia, ya
que es una especie comercializada eventualmente
como mascota. Sin embargo, C. geayi ha sido reportada previamente en el eje de las cuencas costeras de
Aroa, Yaracuy y Tuy, y eventualmente en algunas
pequeñas cuencas del litoral central (Lasso et al.
2004, Lasso et al. 2010). Es necesaria una evaluación
histórica de registros en colecciones biológicas de
esta especie para comprobar su presencia y hacer el
monitoreo en su distribución. La bibliografía señala a
1
2
3
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estos Cichlidae como especies carnívoras, que
cuando se introdujeron en otros países, así como en
ríos de Venezuela, eliminaron parte de la fauna de
peces endémicos, no escapando a ello el río
Manzanares (Aguilera y Carvajal 1976, Pérez et al.
2003, Ruíz et al. 2005, Pérez et al. 2007, Salazar et al.
2007). Por otro lado, en la zona costera influenciada
por el río Manzanares se han registrado 98 especies
estuarinas y marinas y sólo dos de aguas dulces: la
133
SALAZAR, ALFONSI, GÓMEZ, BELLO, SENIOR y TROCCOLI
guaraguara Ancistrus brevifilis y la tilapia Oreochromis
mossambicus (Gaspar 2008), lo que representa una
diversidad elevada respecto a otras áreas costeras del
Golfo de Cariaco (De Grado et al. 2000); sin
embargo, en algunos lugares con sedimentación
fuerte generada por el río Manzanares se reporta un
número menor de especies (Márquez et al. 2002,
Martínez et al. 2006, Fuentes et al. 2008).
identificada. Las entrevistas a informantes clave que
se dedican a la cacería en áreas montañosas, aportan
información sobre la mastofauna con interés en la
alimentación; así, se reconoce la presencia histórica
de venados (Odocoileus virginianus), báquiros (Pecari
tajacu), conejo (Sylvilagus floridanus), cachicamo de
nueve bandas (Dasypus novemcinctus), rabipelados
(Didelphis masurpialis) y ardillas (Sciurus granatensis). A
esta lista se incluyen felinos (Leopardus, Puma spp.)
Sin embargo, los registros en colecciones biológicas e
informes técnicos gubernamentales sugieren un
número mayor de especies de mamíferos en estos
drenajes costeros.
3.5. Otros vertebrados
Herpetofauna: Según García et al. (2000) en la
cuenca se registran siete especies de anfibios (Bufonidae, Hylidae, Leiuperidae y Lectodactylidae) y 12
especies de reptiles. El último ejemplar de caimán de
la costa (Crocodylus acutus, Crocodylidae) en el río
Manzanares fue muerto en 1948 y se conoció de un
juvenil en el Golfo de Cariaco (Chiguana) para 1955
(Seijas et al. 2015). Lo anterior da cuenta de
poblaciones de caimán de la costa en el río Manzanares y litorales costeros y que fueron eliminadas por
la cacería y pérdida de hábitat. Los registros históricos también reseñan a los caimanes de anteojos o
babas (Caiman crocodilus, Alligatoridae).
Avifauna: En el estado Sucre se registran 492 especies de aves (Sharpe et al. 2017), de estas la mayoría
son residentes, 12 son endémicas y dos son exóticas:
el tejedor africano (Ploceus cucullatus) y la paloma
doméstica (Columba livia). Sin embargo, los registros
ornitológicos en el río Manzanares han sido escasos
y puntuales, específicamente realizados en fragmentos de bosques ribereños basimontanos en las
localidades de la cuenca media por Marín-Espinoza
et al. (2012), quienes registraron 11 órdenes, 26 familias y 74 especies de aves. Destacan como situación
problemática el gran número de torditos (Quiscalus
lugubris) en la cuenca baja, específicamente en el
tramo final, posiblemente por su capacidad de
adaptación a los ambientes intervenidos como ave
oportunista y omnívora. Estas grandes agrupaciones
sobreviven parcialmente gracias a los residuos
urbanos y, en consecuencia, son potenciales vectores
de enfermedades (Strewe et al. 2006, Fraga 2011).
Mamíferos: La mastofauna asociada al río Manzanares es poco conocida. Ya alrededor de 1800
Humboldt refirió la presencia de delfines (toninas)
en las aguas del río Manzanares; sin embargo, los
especialistas no refieren este río en la distribución
histórica de delfines de agua dulce en Venezuela.
Igualmente, en la literatura especializada sólo se tiene
conocimiento de un ejemplar solitario del perro de
agua (Lontra longicaudis) en las riberas del río cerca de
la ciudad de Cumaná (Linares 1998). No obstante,
los lugareños mencionan la especie en la cuenca alta
y media, aun cuando actualmente no ha sido
4. CONSIDERACIONES FINALES
Actualmente el río Manzanares carece de un
saneamiento adecuado y su navegabilidad está
restringida solo a su desembocadura. Las políticas de
saneamiento en su mayoría son dirigidas específicamente a las planicies de la cuenca baja y que son
asociadas con la ciudad de Cumaná, obviándose que
este es un problema complejo que inicia en la cuenca
alta y donde se entrelazan factores geográficos, las
prácticas agrícolas y pecuarias inadecuadas, así como
las variables ambientales y situaciones educativas y
sociales. Así, la problemática en el río Manzanares va
más allá de una única opción como el dragado del río
por la colmatación periódica, así como de la
reforestación de las márgenes en la cuenca baja.
El río Manzanares, presenta procesos naturales,
condiciones hidrográficas y variables antropogénicas
que dan indicios de un deterioro ambiental progresivo en magnitud e importancia. En la evaluación
ambiental de este cuerpo de agua así como su
interacción con la zona costera de Cumaná se
presentan recomendaciones de interés (Fermín
2015), donde destacan las siguientes necesidades:
a. mantener el monitoreo y la evaluación de toda la
cuenca hidrográfica como un sistema continuo
desde la cabecera hasta la desembocadura.
b. establecer planes efectivos de recuperación de la
calidad de las aguas del río Manzanares.
c. fortalecer el sistema para el cumplimiento de la
normativa en general del ambiente
d. establecer un sistema de control y vigilancia en la
zona por parte de los organismos competentes.
e. alertar a la población sobre la situación ambiental
del río Manzanares.
No obstante, las fuentes de contaminación que
presentan el mayor problema -así como sus
soluciones potenciales- se han reconocido para toda
la cuenca y su pluma (Tabla 8) a partir de los
numerosos reportes técnicos (Fermín, 2015). Estas
134
Capítulo 6: Conservación del río Manzanares
Tabla 8. Principales problemas detectados y posibles soluciones para la cuenca alta, media y baja (incluyendo la
pluma fluvial) del río Manzanares Tomado de Fermín (2015).
Problemas Cuenca Alta
Solución posible
Organismos Responsables
Prácticas agrícolas tanto animal
como vegetal
Se requiere educación y transferencia
tecnológica. Reformación y cumplimiento de
las normas. Integrar las prácticas agrícolas con
la reforestación.
Asentamientos rurales
Descontrolados
Plan de ordenamiento territorial
MPPA (Ministerio de Ambiente), MPPAT
(Ministerio de Agricultura y Tierras), INIA
(Instituto Nacional de Investigaciones
Agrícolas),
Gobernación, MPPA, MPPAT, MPPTC
(Ministerio de transporte y Comunicaciones),
MPPCT (Ministerio de Ciencia y Tecnología)
Descargas de aguas residuales
Construcción y mantenimiento de plantas de
tratamiento en los balnearios. Construcción
de pozos sépticos, letrinas
Alcaldía Montes y MPPA
Deforestación
Plan de manejo forestal
MPPA, CONARE (compañía nacional de
reforestación), INIA
Problemas Cuenca Media
Solución posible
Organismos Responsables
Descargas de aguas industriales
(central azucarero)
Quema de caña de azúcar y
residuos a la atmósfera
provenientes de la combustión
Descargas de desechos sólidos
vertidos por los pobladores
Planta de tratamiento.
Fertirriego. Tecnologías limpias
Capacitación y concientización
Aplicación de normativas (aprobación de
ordenanzas). Tecnología limpia
Servicio de recolección
Vertederos controlados
Contaminación por aguas servidas
Red de cloacas
Degradación del ambiente por
minería
Desechos del matadero de reses
Aplicación de normas reguladas.
Plan de reforestación
Plantas de tratamientos
Alcaldía, Gobernación, HIDROCARIBE,
MPPA
MPPA, GNB (Guardia Nacional Bolivariana),
Gobernación
MPPA, Alcaldía, GNB.
Problemas Cuenca Baja
Solución posible
Organismos Responsables
Descargas de aguas industriales
(central azucarero)
Descargas de desechos sólidos
vertidos por los pobladores
Planta de tratamiento
Fertirriego, tecnologías limpias
Capacitación y concientización
Aplicación de normativas (aprobación de
ordenanzas)
Tecnología limpia
Servicio de recolección
Vertederos controlados
Contaminación por aguas servidas
Red de cloacas
Degradación del ambiente por
minería
Desechos del matadero de reses
Aplicación de normas reguladas
Plan de reforestación
Plantas de tratamientos
Quema de caña de azúcar y
residuos a la atmósfera
provenientes de la combustión
soluciones ir acompañadas necesariamente de un
plan de recuperación integral del sistema río Manzanares o en su defecto, una actualización de
proyectos previos, donde están sentadas las bases
para desarrollar este propósito.
Los hechos actuales demuestran que la gran
mayoría de las prácticas gubernamentales para el
manejo y recuperación del río Manzanares (Senior
2003, Senior et al. 2005, Fermín 2015) no han resul-
MPPA, Alcaldía
Alcaldía, MPPA.
Alcaldía, Cooperativas
MPPA, Alcaldía de Montes
Alcaldía Montes, MPPA.
Alcaldía Montes, Cooperativas
Alcaldía de Montes, Gobernación del
edo. Sucre, HIDROCARIBE, MPPA
MPPA, GNB (Guardia Nacional Bolivariana),
Gobernación del edo. Sucre
MPPA, Alcaldía de Montes, GNB.
tado adecuadas o no han sido asumidas a plenitud
por los diferentes sectores, como son los administradores y los usuarios de los recursos hidrobiológicos.
Existe una poca conexión entre el sector universitario dedicado a la investigación y las distintas
entidades gubernamentales con competencia en lo
ambiental, hecho que limita el entendimiento hacia el
desarrollo de estrategias conservacionistas en la
cuenca del Manzanares.
135
SALAZAR, ALFONSI, GÓMEZ, BELLO, SENIOR y TROCCOLI
Un plan de recuperación integral del río Manzanares
es necesario y urgente a la vista de la importante
degradación ecológica que durante décadas de
desarrollismo incontrolado define la situación actual
del área. Las posibilidades que se pueden generar con
la investigación de los procesos contaminantes, sus
efectos y las técnicas de restauración necesarias,
pueden ser un factor muy importante para que la
cuenca y sus ambientes se conviertan en una
referencia nacional para el monitoreo de los recursos
hidrobiológicos. Un programa de monitoreo y
restauración de hábitats generará beneficios cuantitativos en el corto y mediano plazo y que serán
evidentes en la mejora de la calidad del agua
(potabilidad o sustrato para la diversidad biológica),
productividad (cosechas pesqueras o retención de
carbono por reforestación) y calidad de vida
(turismo). Estos beneficios serán extendidos a los
habitantes de las riberas, desde las cuencas altas hasta
las ciudades en el tramo final del río Manzanares.
litorales vecinas a la ciudad de Cumaná, Venezuela.
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García, M., Álvarez, M. y Prieto, A. 2000. Diversidad de la
herpetofauna en la cuenca media del Río Manzanares, Estado
AGRADECIMIENTOS
Los autores expresan su agradecimiento al editor por
brindarnos la oportunidad de contribuir con la
divulgación del conocimiento sobre uno de los
principales ríos del oriente de Venezuela. Así mismo
agradecemos a la Universidad de Oriente, al Instituto
Oceanográfico de Venezuela y los investigadores,
estudiantes y técnicos que desarrollaron el proyecto
de Diagnóstico Ambiental y Participación Comunitaria para el Control de la Contaminación del Río
Manzanares y el Plan de Manejo Integrado de las
cabeceras del río Manzanares, de los que derivaron
gran parte de los documentos sobre los que se
sustenta esta investigación.
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Capítulo 6: Conservación del río Manzanares
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HOYA DEL LAGO DE VALENCIA.
Los valles de Aragua son un recinto circular formado por montañas de diferentes
alturas. Al norte los cerros de la cadena de la costa los separan del mar la cordillera
meridional por el lado opuesto parte sus límites con las grandes llanuras y varios
grupos de colinas bastante elevadas para determinar el curso de las aguas, los
cierran luida el este y oeste como diques trasversales por consecuencia de esta
extraordinaria configuración del terreno, los riachuelos de los valles de Aragua
forman un sistema particular, dirigiendo sus corrientes hacia una hondonada
cerrada por todas parles y no hallando sus aguas ninguna salida, se reúnen en un
lago interior. Sometidas allí a la poderosa influencia de la evaporación, se pierden,
por decirlo así, en la atmósfera. Está este lago a
varas sobre el nivel del mar, tiene
su perímetro
leguas y ocupa una superficie de
l. c. Tiene también
islas, de
las cuales algunas son meros peñascos, y de
riachuelos que le caen el más
considerable es el de Aragua. El área de los terrenos de las provincias de Carabobo y
Caracas, que por su configuración desaguan en el estanque natural de Valencia , es
de
leguas cuadradas, que unidas a las
de la superficie del lago, dan a toda la
hoya
, sobre las cuales caen anualmente
pulgadas de agua.
Agustín Codazzi. Resumen de la geografía de Venezuela,
vocablos actualizados, excepto los nombres geográficos
Capítulo 7
Las plumas fluviales en la vertiente
Caribe de Venezuela
José Antonio MONENTE
Fundación La Salle de Ciencias Naturales, Maripérez, Caracas. Venezuela
jose.monente@fundacionlasalle.org.ve
Las características estructurales de la costa venezolana al Caribe limitan la presencia de cursos de
agua de gran caudal y, por lo tanto, la posibilidad de formar plumas de materia en suspensión y
clorofila a (Cl-a) que se internen en el Mar Caribe; aunado a ello, el viento y las olas mantienen
las plumas cercanas a la costa y sólo ocasionalmente los ríos logran vencer esta resistencia y
penetran en el mar más allá de las zonas costeras, aunque se diluyen rápidamente. La excepción
la constituye el Sistema Maracaibo cuya pluma recorre el Golfo de Venezuela y penetra
ligeramente en el Caribe. La materia en suspensión que transportan estos ríos permanece junto a
la costa resuspendida por las olas, disminuye la penetración de la luz solar y, por ello, la
utilización de los nutrientes es muy pobre y la fertilización que pudieran generar, expresada como
producción secundaria, es muy pequeña. La contribución más importante de los ríos de
Venezuela al Mar Caribe se relaciona con la dinámica sedimentaria y los procesos
geomorfológicos que ocurren a lo largo de toda la costa, como la formación de llanuras y lagunas
costeras, principalmente. Los ríos de la Fachada Caribe venezolana recibieron y siguen
recibiendo el mayor impacto antrópico de toda Venezuela.
Palabras claves: Plumas fluviales, sólidos y Cl-a, vertiente Caribe. Venezuela.
© D. Rodríguez-Olarte (ed.), Ríos en Riesgo de Venezuela. Volumen II, 2018
Colección Recursos Hidrobiológicos de Venezuela
ISBN Obra completa: 978-980-12-9274-6
MONENTE
1. INTRODUCCIÓN
La Fachada Caribe venezolana es rica en cursos de
agua pero la mayoría con poco caudal. Todos esos
ríos poseen, a pesar de sus diferencias físicas (caudal,
tamaño de su cuenca o recorrido), características
comunes: atraviesan las zonas más pobladas del país,
están altamente intervenidos y comparten lo que
pareciera ser una creencia ampliamente aceptada: son
los receptores universales de cuanto desecho se
genera en los centros poblados. Como consecuencia,
se convierten en los transportadores hacia el mar de
sólidos, de aguas negras y de líquidos de origen
urbano, agrícola e industrial cargados de nutrientes,
materia orgánica, contaminantes, metales y materiales
en suspensión. Al final de su recorrido llegan al mar
donde depositan su carga líquida y sólida que,
dependiendo del caudal y de factores oceánicos
locales, se internan más o menos en el Caribe en
forma de plumas fluviales. Todos generan una banda
de agua cargada de sedimentos que recorre toda la
costa venezolana.
La pluma que forma cada río en el Caribe
muestra la realidad que predomina en su cuenca. Dos
manifestaciones identifican y, al mismo tiempo, los
diferencian. Por un lado, todos ellos han formado
planicies aluviales producto de la erosión natural de
sus cuencas, la alteración de sus cauces y el grado de
perturbación experimentada y, por otro, la acumulación de residuos sólidos no degradables de origen
antrópico, plásticos principalmente, depositados a lo
largo de la costa. El río Tuy es un claro ejemplo de la
acumulación de desechos sólidos.
Las aguas de los ríos y su carga de materiales de
origen continental, natural y antrópico, y que la
pluma fluvial pone en contacto con el agua marina,
da origen a una serie de procesos físicos, geoquímicos y biológicos manifestados casi siempre en
forma de enriquecimiento de masas de agua marina.
En algunos casos, la carga de contaminantes supera a
la capacidad local de reciclaje y se observa la degradación del espacio receptor (ej. Lago de Maracaibo).
A lo largo de la costa venezolana se observan
zonas en las que las aguas marinas profundas
ascienden a la superficie (áreas de afloramiento) que
mezcladas con las continentales, dan origen a una
nueva pluma y se convierten en áreas de gran
relevancia para los procesos biológicos. La mayor
parte de esa influencia es local y sólo ocasionalmente
se observa a gran distancia de la desembocadura
como ocurre con el río Orinoco. En este capítulo se
hace una revisión sobre las plumas fluviales al Mar
Caribe de Venezuela, incluyendo sus principales
características sobre su origen y efectos en el litoral
costero.
2. ÁREA DE ESTUDIO
Las cadenas montañosas que recorren la costa
caribeña venezolana limitan la presencia de cursos de
agua de gran desarrollo. El extremo occidental lo
ocupa el Sistema Maracaibo; le sigue una larga
cadena montañosa de tipo alpino hasta alcanzar el
extremo oriental de Venezuela y que es interrumpida
por pequeños o muy pequeños valles, llanuras
litorales y lagunas costeras. El Surco de Barquisimeto
separa los sistemas Maracaibo y Coriano de la
Cordillera de la Costa que está dividida, a su vez, en
dos zonas bien diferenciadas por la Depresión de
Unare (MARNR 1990).
El Sistema Maracaibo ocupa la depresión formada entre los dos ramales en que se divide la
Cordillera Oriental de los Andes en su extremo
septentrional: la Cordillera de Mérida, al este, y la
Sierra de Perijá, al oeste. Este sistema del Lago de
Maracaibo está constituido por el Estrecho de
Maracaibo y la Bahía de El Tablazo, el cual recibe
aportes de varios ríos de caudal mediano y un
número mayor con poco o muy poco caudal. Las
aguas del lago, después de atravesar el estrecho y la
bahía, recorren el Golfo de Venezuela y llegan hasta
el Caribe. De este conjunto también forma parte
marginal el Golfete de Coro.
Hacia el este continental se encuentra el Sistema
Coriano, una zona de transición entre los Andes y la
Cordillera de la Costa; su formación se relaciona con
los movimientos orogénicos andinos y está ocupado
por sistemas montañosos menores con colinas y
valles. El piedemonte se acerca a la costa y los sedimentos y aguas de escorrentía de los principales ríos
de la zona (Hueque, Tocuyo, Aroa y Yaracuy) han
formado planicies costeras de relieves y pendientes
muy bajas, ciénagas y pantanos (González de Juana
et al. 1980). A partir del Golfo Triste comienza la
Cordillera de la Costa, que se prolonga hasta el
extremo más oriental de Venezuela a través de dos
formaciones: la Cordillera de la Costa, una cadena
montañosa del Litoral Central y la Cordillera del
Interior. (Figura 1).
La Cordillera de la Costa llega hasta el Cabo
Codera y presenta un trazado casi rectilíneo asociado
a la costa. Es una vertiente profusa en ríos pero éstos
son típicamente de cursos cortos y bajos caudales (ej.
Morón, Sanchón, Cuyagua, Chirimena, etc.) o de
régimen eventual. El resto son torrentes de montaña
de caudal mínimo que sólo transportan volúmenes
importantes de agua y materiales sólidos cuando
ocurren lluvias excepcionales. Estos pequeños ríos
han construido conos de deyección que deforman
ligeramente la línea de costa y, cada cierto tiempo,
ocasionan desastres naturales notorios.
142
Capítulo 7: Plumas fluviales al Caribe
Figura 1. Costa Caribe de Venezuela: plumas de Cl-a y sólidos suspendidos. a) Plumas de clorofila-a 05 de enero de
2017 (MODIS Aqua Level 3 Global Daily Mapped 4 km Chlorophyll a), b) Plumas de sólidos 06 de abril de 2017(Escena derivada de MODIS Aqua en combinación de bandas 1, 4 y 3).
La Cordillera del Interior está formada por dos
tramos de características muy diferentes separados
por la Depresión de Unare. A partir del Cabo Codera
el sistema montañoso se alejó de la costa y generó un
espacio que fue rellenado con los aportes de los ríos
de la zona: Tuy, Río Chico, Guapo y Unare, principalmente. Son comunes las lagunas costeras de
tamaño variado: las de mayor tamaño son las de
Tacarigua, Unare y Píritu. Las costas son bajas y la
plataforma continental tiene poco desarrollo (Fosa
de Cariaco). El segundo tramo, muy diferente al
anterior, lo ocupan inicialmente dos pequeñas llanuras litorales formadas por los aportes de los ríos
Neverí y Manzanares. Continúa con la cuenca de
Cariaco y a partir del Morro de Chacopata la cadena
montañosa se acerca nuevamente a la costa y alcanza
el extremo de la Península de Paria; desaparecen los
ríos grandes y sólo se observan pequeñas torrenteras
de montaña de curso muy corto. Las plumas formadas en esta costa tienen poco desarrollo y las aguas
que las forman se originan a partir de los aportes de
los ríos del sistema y del afloramiento de aguas
profundas que se mezclan y sus efectos se solapan.
El espacio dedicado en el presente trabajo a cada
uno de los tramos se relaciona con el tamaño de las
plumas que generan. (Figura 1).
3. MATERIALES Y MÉTODOS
La elaboración de este capítulo se ha realizado
procesando información de diversas fuentes: imágenes de satélite, informes y archivos de EDIMAR de
la Fundación La Salle y publicaciones sobre la zona
en fuentes impresas. Los satélites (AVHRR, CZCS,
SeaWiFS, MODIS o Landsat) generan data digital
que debidamente procesada se convierte en imágenes
cuya ventaja principal es que ofrece información a
143
MONENTE
escala local, regional y global. Estas imágenes son de
gran ayuda en el estudio de procesos costeros,
especialmente aquellos que muestran gran variabilidad en lapsos cortos de tiempo. Es por ello que
su empleo en este trabajo es muy importante dada la
estacionalidad de los procesos atmosféricos (lluvia y
viento) y oceánicos (corrientes, olas y mareas) que se
complementan para dar forma a las plumas fluviales
y a cómo se mueven en el mar. Si bien la información que reportan los satélites corresponde
solamente a la capa más superficial del mar y las
nubes limitan frecuentemente la visión clara, su
empleo ha resultado en avances notables para la
comprensión de varios fenómenos oceánicos.
Las imágenes a color natural (RGB: Red, Green,
Blue), aunque parecen fotografías, son en realidad
una combinación de las bandas roja, verde y azul del
MODIS (Moderate Resolution Imaging Spectroradiometer) que llevan los satélites Terra y Aqua de
la NASA. Las imágenes AVHRR (Advanced Very
High Resolution Radiometer) son generadas en los
satélites NOAA12 y NOAA 14, y fueron producidas
y procesadas por el Centro de Procesamiento Digital
de Imágenes (CPDI) de la Universidad Simón
Bolívar y facilitadas por Edimar; las de Clorofila a
(Cl-a) por el Instituto de Investigaciones Marinas
(IMARS) de la Universidad del Sur de Florida. La
concentración de Cl-a se utiliza para estimación
indirecta de la biomasa de las comunidades fitoplanctónicas, pero también es indicadora del grado de
contaminación y eutrofización de los ecosistemas
acuáticos (Pinto et al. 2001, Gregor y Marsálek
2004). El capítulo se ha dividido en cinco partes:
Sistema Maracaibo, Sistema Coriano, Litoral Central,
Planicie Miranda-Anzoátegui y Zona Oriental. Esta
división se justifica con las diferencias geográficas y
características propias de cada una de ellas, claramente identificables, y que, además, facilita su
análisis y comprensión.
cados y separados ambos del mar abierto durante los
periodos glaciales, cuando el nivel marino estaba más
bajo (Graf 1972, Rodríguez 1973). Estos ambientes
comenzaron a comunicarse durante la última transgresión en los inicios del Holoceno (Sarmiento y
Kirby 1962) y con ello comenzó la transferencia de
agua y sedimentos finos del Sistema Maracaibo al
golfo; una parte formó las islas y barras que los
separaron; la otra se depositó en la Ensenada de
Calabozo; así, las aguas llegaron al Caribe. Este
proceso continúa en la actualidad y los sólidos
suspendidos llegan a la parte central del Golfo de
Venezuela. En cambio, sus arenas -que son de origen
terrestre- siguen distribuyéndose en las costas de la
Ensenada de Calabozo y en la costa oriental del
golfo, mientras que al norte los fragmentos de
conchas predominan en los fondos de las aguas más
profundas (Ginés 1982).
La línea de costa de la Ensenada de Calabozo está
evolucionando de laguna costera a pantano (Lara de
González et al. 1997); se trata de un plano costanero
constituido por sedimentos fluviales y paludales del
Holoceno parcialmente cubiertos por playas y dunas.
La costa oriental del Golfo presenta dos zonas
claramente diferenciadas: en la mitad sur se encuentran sedimentos transicionales, principalmente
clásticos del Holoceno (Saavedra 1973), mientras que
al norte la costa occidental de la Península de Paraguaná es más accidentada que las demás del Golfo,
con salientes rocosos, playuelas arenosas y pequeñas
ensenadas. Entre ambas zonas el Golfete de Coro
conforma la parte más o menos cerrada de esta
plataforma. Sus fondos son muy bajos y arenosos y
está separado de la Plataforma de La Vela, al este de
la Península de Paraguaná, por una barra de arenas
de playa que se desarrolló durante el Holoceno
(Zeigler 1964).
El río Mitare aporta un volumen importante de
sedimentos; gran parte de ellos se distribuye por el
Golfete y el resto ingresa al golfo y, junto al aportado
por los ríos Codore, Zazárida, Capatárida y Borojó,
derivan hacia el sur unidos a la corriente litoral que
recorre parte de la costa oriental del Golfo (Lara de
González et al. 1997).
Las mareas juegan un papel esencial en el movimiento general de las masas de agua dentro del
Golfo de Venezuela (Molinés et al. 1989) y por lo
tanto en el desarrollo de la pluma que lo recorre e
ingresa al Caribe. Las diferencias en la amplitud de la
marea son notables y favorecen la circulación. Por
ejemplo, en Isla Zápara la amplitud de la marea es
hasta cuatro veces mayor que en Amuay (Ávila et al.
1980). Los fuertes vientos alisios del NE que
empujan el agua hacia el SO y la menor densidad del
4. RESULTADOS
4.1. El Sistema Maracaibo
Descripción del área. El Sistema Maracaibo ocupa
el extremo occidental de Venezuela. El Lago de
Maracaibo es el gran colector y, al mismo tiempo,
exportador hacia el Caribe de los materiales sólidos y
los compuestos químicos tanto de origen natural
como antropogénico que se generan en toda la
región. En su avance hacia el norte las aguas del lago
atraviesan el Estrecho de Maracaibo y la Bahía del
Tablazo, ingresan al Golfo de Venezuela y llegan
finalmente al Caribe. (Figura 1).
Se estima que el Lago de Maracaibo y la
Ensenada de Calabozo eran dos lagos incomuni-
144
Capítulo 7: Plumas fluviales al Caribe
agua que ocupa la Ensenada de Calabozo como
consecuencia de la presencia de aguas salobres
procedentes del Sistema Maracaibo explican esa
diferencia (Redfield 1955).
La realización de obras de ingeniería vinculadas
con la industria petrolera ha acelerado procesos que
en el pasado tenían una evolución muy lenta. Son
notorias la salinización del lago que en la actualidad
tiene un incremento sostenido y la permanente
remoción de sólidos suspendidos. La apertura de un
canal de navegación (1953-1954) y su posterior
profundización (1957-1960) para facilitar el acceso a
grandes buques petroleros ha abierto una vía de
ingreso permanente de agua salada al lago; además, el
mantenimiento del canal remueve y resuspende
sedimentos que terminan ingresando al Golfo de
Venezuela. El intercambio permanente de agua y
materiales sólidos con el golfo da origen a una pluma
que lo recorre, llega al Caribe y se dirige, finalmente,
hacia el oeste. Las precipitaciones presentan un
régimen bimodal: 7-9 meses húmedos y de 3-5 meses
secos, con dos máximos ubicados, el primero en los
meses de abril-mayo y el segundo en los meses de
octubre-noviembre; los mínimos se observan en
julio-agosto y entre enero y marzo, (INAMEH
2017). Numerosos ríos de caudal muy variado
desembocan directamente en el Lago de Maracaibo,
destacando el Chama, Catatumbo y Escalante; por el
norte lo hace el río Limón. Casi todos ellos han
formado humedales y llanuras aluviales.
El incremento extraordinario de las actividades
antrópicas en la cuenca (petroleras, industriales y
agrícolas), así como la deforestación y la alteración
de la calidad del agua y el hábitat fluvial en los cauces
y el lago, unidas al aumento importante de la
población humana y a los desarrollos habitacionales,
han incrementado la llegada de nutrientes (aguas
servidas), hidrocarburos (derrames, ruptura de
tuberías, etc.) y otros contaminantes (agroquímicos y
desechos industriales). La concentración de metales
también ha aumentado de manera importante hacia
las desembocaduras de los tributarios de la zona sur
del lago y, de manera puntual, en la zona norte
relacionadas con actividades industriales (Ávila et al.
2014), así como la derivada de la minería a cielo
abierto que el río El Limón transporta hasta el mar.
Las características ambientales del Lago de Maracaibo han evolucionado a lo largo del tiempo, donde
la productividad primaria y la concentración de
fósforo siempre fueron altas, pues los ríos que
drenan en él atraviesan zonas donde abundan las
rocas fosfáticas, el agua era salobre y ya se habían
identificado zonas anaeróbicas (Rodríguez 2001);
además, el nitrógeno era deficiente y se comportaba
como factor limitante a la productividad primaria
(Parra Pardi 1979) y la presencia natural de hidrocarburos era controlada por las bacterias que los
metabolizaban y mantenían sus concentraciones en
niveles bajos.
En la costa occidental del lago se han observado
profundos y variados efectos sobre la integridad
ecológica de estos ecosistemas fluviales, particularmente en las zonas de las cuencas medias y bajas de
los ríos, aunque más recientemente también se están
interviniendo las cuencas altas (Rincón 2017). Situación similar se observa en los tributarios andinos de
la costa oriental del lago. El Chama es uno de los
ríos que más contribuye a la eutrofización del lago de
Maracaibo (Segnini y Chacón 2017). Como consecuencia, las condiciones de una cuenca anaeróbica
natural están adquiriendo, en ciertas zonas del lago,
circunstancias extremas pues al aumentar de manera
notoria la concentración de nutrientes, han aumentado en la misma proporción los productores
primarios que se hacen presentes en forma de verdín
(cianobacterias) que agotan el oxígeno (Figura 2). En
general, el estado ecológico de la mayoría de los ríos
Figura 2. Proliferación de verdín en el Lago de Maracaibo. 1 de enero de 2011(Escena derivada de MODIS
Aqua en combinación de bandas 1, 4 y 3).
145
MONENTE
tamaño del grano que transportan (arena) como
también por los procesos físicos que ocurren en la
zona: giro anticiclónico y las corrientes oceánicas y
las costeras, ambas de rumbo sur que se convierten
en barreras infranqueables para ellos. La dirección de
las barras arenosas formadas en las desembocaduras
de los ríos de la costa oriental del golfo que siguen la
dirección de las corrientes litorales pareciera probar
su movimiento hacia el sur a lo largo la costa.
(González et al. 1997). Este movimiento hacia el sur
se interrumpe al enfrentarse con la corriente que
llega procedente del Sistema Maracaibo y se mueve
paralela a la costa (Monente 2010). En conclusión, la
formación y posterior evolución de la pluma originada al sur del Golfo de Venezuela está gobernada por
la topografía, la acción del viento, las corrientes
marinas y las mareas.
Las aguas de origen continental (Sistema Maracaibo) y marino (afloramiento) son ricas en nutrientes y, en cambio, la pluma de Cl-a que forman y se
interna en el Caribe tiene muy poca influencia
(Figura 1). Al comparar las concentraciones de
nutrientes o de la producción primaria y secundaria
encontradas en esta región con las reportadas en
otras ampliamente estudiadas permite concluir que la
zona es poco fértil. En primer lugar, las concentraciones tanto de nutrientes como de productividad
primaria no están repartidas de manera uniforme
entre las distintas partes del golfo; además, la
distribución irregular de los sólidos suspendidos así
como con la carga de metales trazas y materia
orgánica asociados a ellos que llegan al mar transportados por los ríos pudieran ser los responsables
de ello. La ausencia de información al respecto limita
la posibilidad de confirmar estas anomalías.
Las concentraciones de nutrientes en el Golfo de
Venezuela son bajas al compararlas con las encontradas en el oriente venezolano o en zonas de alta
productividad (Tabla 1). Los silicatos, aunque son
más altos en la Ensenada de Calabozo que en el resto
de golfo, son sorprendentemente bajos para aguas de
origen continental y disminuyen a medida que la
pluma se desplaza hacia el norte. Tanto los nitratos
como los fosfatos aumentan sus concentraciones en
el centro del golfo como consecuencia de la mezcla
entre las aguas procedentes del sur y las marinas
llegadas del norte. El aumento en la concentración
de nutrientes no guarda relación con la pluma de Cla que muestran las imágenes de satélite, pues no sólo
tiene poco desarrollo sino que además se adelgaza en
su recorrido hacia el norte.
Las mediciones de Cl-a realizadas en el Golfo de
Venezuela son muy escasas: Rodríguez y Varela
(1987), Martín et al. (2008) y Varela et al. (2010). De
Figura 3. Formación de la pluma de Cl-a en el Golfo de
Venezuela según las corrientes profundas y superficiales.
de la cuenca es muy pobre (Segnini y Chacón 2017) y
ya se han observado especies que presentan concentraciones de metales peligrosas para la salud (Marín
et al. 2014). A pesar de ello, la biota de vastas zonas
del Lago de Maracaibo pareciera conservarse en
buenas condiciones (Rodríguez 2001).
Formación de la pluma de sólidos y Clorofila a
(Cl-a). La formación de la pluma que recorre el
Golfo de Venezuela comienza con el ingreso por el
sur de las aguas del Sistema Maracaibo, fuente
principal de sólidos suspendidos finos y de diferentes
compuestos químicos. En sentido contrario, dos
masas de agua oceánica se deslizan norte-sur: una
por el fondo que asciende a la superficie en el
extremo este y sureste del golfo y otra que lo hace a
nivel superficial. Se producen mezclas entre ellas
debido a la acción del viento que favorece la
formación de un giro anticiclónico (Zeigler 1964). Su
característica notoria en esta fase inicial de la pluma
es la alta concentración de sólidos suspendidos que
disminuye lentamente por sedimentación en la Ensenada de Calabozo y al moverse hacia el norte.
Aunque las imágenes de satélite no muestren
claramente la existencia de giros ciclónicos o anticiclónicos en el golfo, la granulometría del fondo en su
mitad sur confirmaría esta fase inicial del proceso
(Ginés 1982). La pluma así formada toma rumbo
norte y abandona el Golfo de Venezuela ligeramente
separada de su costa oeste; se interna en el Caribe y
se orienta hacia el oeste donde se diluye (Figura 3).
En dicha pluma los aportes de los ríos que
desembocan en el golfo parecen tener influencia muy
escasa y limitada no sólo por su poco caudal y el
146
Capítulo 7: Plumas fluviales al Caribe
Tabla 1. Concentración (ugrat/l) de nutrientes en el
Golfo de Venezuela. Fuente: Archivos de EDIMAR (LS9 de julio 1966).
ellas sólo la primera abarca a todo el golfo y
comprende, además, cuatro periodos climáticos diferentes a lo largo de tres años. Las otras dos son más
limitadas: Martín et al. (2008) presentan únicamente
valores puntuales en forma de promedios, valores
máximos y mínimos de cuatro áreas ubicadas en la
zona noreste del golfo y Varela et al. (2010) estudiaron una pequeña sección del sureste en periodos
climáticos contrastados e incluyeron valores tanto
superficiales como en la columna de agua. El
intervalo en que se mueven las concentraciones
mínimas y máximas son muy similares en los dos
primeros estudios (0,1 y 5,2 mg/m3 y entre 0,0 y 6,05
mg/m3, respectivamente); en cambio, se observan
diferencias importantes con relación a las reportadas
por el tercero (0,46 y 2,29 mg/m3 respectivamente)
asociadas seguramente a la zona donde se realizó el
muestreo.
Las imágenes de satélite (Figura 1a) muestran al
sur y el este del Golfo de Venezuela concentraciones
altas de Cl-a (tonos que varían desde el rojo intenso
hasta anaranjado y el amarillo); en el centro, los
tonos verdes y azules claros indican concentraciones
intermedias; hacia el norte predominan los tonos
azul marino que corresponden a valores mínimos de
Cl-a. Entre ellas se observa la pluma que con rumbo
norte circula cercana a la costa oeste del golfo hasta
abandonarlo. La superficie que ocupa la pluma varía
mensualmente de acuerdo a cómo lo hacen la
intensidad de los factores que participan en su
formación: los nutrientes, de origen continental o
marino, y la intensidad de los vientos responsables
de las mezclas observadas tanto a nivel superficial
como en la columna de agua aunque esta distribución es la que predomina durante la mayor parte
del año y compara muy bien con la que presentan
(Rodríguez y Varela 1987). Las diferencias en las
concentraciones de Cl-a entre las mediciones in situ
y las observadas en las imágenes de satélite se deben
a que estas últimas no sólo miden la presencia de
fitoplancton también la de compuestos de origen
inorgánico, materia en suspensión y compuestos
orgánicos disueltos con fuerte absorción del azul
(Varela et al. 2010).
Existe una relación funcional entre la productividad de las aguas en el litoral marino y los aportes
que efectúan los ríos. La información detallada de la
magnitud de la biomasa íctica y la distribución del
recurso pesquero en el Golfo de Venezuela es escasa.
Strømme & Sætersdal (1989) empleando ecointegración y pescas exploratorias encontraron volúmenes muy pequeños de biomasa que representó poco
más del 10 % del reportado en el oriente de Venezuela: 155.000 y 1.312.000 toneladas métricas (Tm),
Centros poblados
Ensenada de Calabozo
Centro del golfo
Mitad norte del golfo
Nitratos Fosfatos Silicatos
0,8
3,2
2,4
0,12
0,18
0,15
4,8
3,0
2,1
respectivamente. Mediciones realizadas a comienzos
de los años ochenta del siglo pasado encontraron
volúmenes parecidos y, además, que la distribución
espacial de la biomasa siguió un patrón similar a la
forma cómo se mueven las masas de agua que
ingresan al golfo por afloramiento en su mitad norte,
y menos a cómo lo hace la pluma de clorofila que lo
abandona. (Fundación La Salle 1985).
La existencia de áreas marinas donde las concentraciones en micronutrientes son medias o altas pero
que presentan concentraciones bajas de fitoplancton
o de biomasa ha sido asociada tanto a la ausencia o
insuficiente concentración de alguno de los nutrientes como de metales traza convertidos en factores
limitantes para el crecimiento del fitoplancton. Parte
importante de los metales que llegan al mar adheridos a los sólidos suspendidos que transportan los
ríos proceden de las actividades humanas. En su
contacto con el agua marina se inicia el proceso de
desorción: al aumentar la salinidad, los metales se
separan fácilmente de los sólidos suspendidos
(Arrieche 1981).
En el Golfo de Venezuela pudieran estar ocurriendo ambas circunstancias: insuficiente concentración de silicatos y de metales traza, puesto que,
por un lado la distribución de silicatos suele ser
similar a la de los sólidos suspendidos y éstos
experimentan una muy fuerte sedimentación en la
Ensenada de Calabozo y con ellos los metales traza
que llevan adheridos. Por otro, al sur del golfo la
limitada penetración de la luz dificulta la actividad
fotosintetizadora del fitoplancton y, luego, hacia el
norte, la pérdida de silicatos y de metales traza por
sedimentación se convertirían en factores limitantes.
Son pocos los estudios realizados en las aguas y
sedimentos del golfo relacionados con el contenido
de metales. La Tabla 2 presenta algunos, salvo en los
muestreos puntuales realizados en el extremo sur
oeste de la península de Paraguaná (Acosta et al.
2007, Veltre et al. 2007, Ávila et al. 2010). Los valores encontrados en el Golfo son más bajos que los
reportados para la Bahía El Tablazo, Estrecho y el
Lago de Maracaibo.
147
MONENTE
Tabla 2. Concentración de metales pesados (mg/Kg). Referencias (R): 1: Ávila (2010), 2: Veltre el al. (2007).
Sistema
Área
Lago de
Bahía, estrecho
Maracaibo y lago
Golfo de
Venezuela
-
Golfo de Área
Venezuela noroccidental
Cu
Pb
2,31-75,46 17,80-143,90
Cd
Cr
0,46-7,90
3,98-98,28
V
Ni
R
1,29-121,20 16,76-177,62 1
-
-
-
-
0,125-70,48
1,73-71,87
1
14,5
23,5
6,1
43,5
111,1
45,4
2
En resumen, la pluma que recorre el Golfo de
Venezuela comienza en la Ensenada de Calabozo,
que recibe en forma directa las aguas del Sistema
Maracaibo pero la gran cantidad de materia en
suspensión que transporta limita la penetración de la
luz solar y, por ello, la posibilidad de que el
fitoplancton aproveche los nutrientes que, de por si
presentan concentraciones bajas. En el centro del
golfo las aguas procedentes del sur se han desprendido de gran cantidad de sólidos en suspensión y se
han mezclado con las oceánicas; las concentraciones
de nutrientes aumentan (Tabla 1), salvo los silicatos,
y con ello la producción primaria y la secundaria, que
se traduce en forma de capturas pesqueras. La pluma
formada, que al sur del golfo pareciera ocuparlo en
su totalidad, se adelgaza en su recorrido hacia el
norte. Finalmente, se interna en el Caribe, se dirige
hacia el noroeste donde lentamente se diluye.
Golfete de Coro (ej. Mitare) o directamente al Golfo
de Venezuela (ej. Catapárida); los de la vertiente
oriental lo hacen al Caribe a través de dos ríos
principales el Ricoa y el Hueque. Este último ha
formado una red hidrográfica compuesta por ríos de
poco caudal y otros de carácter intermitente.
Paralelas a la Sierra de San Luis se encuentra un
conjunto de sierras, colinas y valles por los que
circulan los otros ríos del Sistema Coriano: el río
Tocuyo y parcialmente los ríos Aroa y Yaracuy. De
todos ellos, el Tocuyo es el de mayor caudal (28,6
m3/s); éste nace en los páramos andinos y en su
avance hacia el mar atraviesa valles intramontanos,
recibe el aporte de un gran número de ríos, arroyos y
quebradas, muchos de ellos intermitentes, y forma la
red hidrográfica de mayor extensión de la región
(Rodríguez-Olarte et al. 2007). El Tocuyo desemboca en el Caribe después de haber formado una
extensa planicie aluvial. Las cuencas de los ríos Aroa
y Yaracuy tienen una conformación similar aunque
son de menor extensión y de menor caudal; en su
tramo final han construido en forma conjunta una
planicie aluvial separada de la del río Tocuyo por el
extremo norte de la Serranía de Aroa.
Las precipitaciones son estacionales; en la cuenca
del río Hueque el promedio anual es superior a los
770 mm. Los máximos corresponden a los meses de
octubre, noviembre y diciembre y los mínimos entre
marzo y abril; la evaporación anual promedio es de
1.388,3 mm. (Cartaya et al. 2005). En las otras cuencas, los máximos se observan entre julio y agosto y
en diciembre; los volúmenes varían entre 500 y 1.500
mm y la evaporación entre 1.400 y 2.400 mm
(Rodríguez-Olarte et al. 2007). Los valores más altos
en las precipitaciones corresponden a la parte
oriental del sistema siguiendo la línea norte-sur entre
la Sierra de San Luis y la de Aroa (PDVSA 1995).
Las importantes diferencias regionales en las precipitaciones conllevan, igualmente, a variaciones
importantes en la cobertura vegetal. Comparten el
espacio amplias zonas desérticas o semidesérticas y
4.2 Sistema Coriano
Descripción de área. El Sistema Coriano, ubicado
entre la Sierra de San Luis y el Surco de Barquisimeto, combina paisajes montañosos con valles y
serranías, zonas semidesérticas y llanuras costeras
con humedales y lagunas formadas por la acción
conjunta de los aportes de los ríos y del viento,
modulados por los procesos oceánicos costeros, olas
y mareas, como respuesta a la elevación del nivel del
mar. Aunque las intervenciones de origen antrópico
son muy importantes, todavía se conservan algunas
zonas con poca intervención debido a la existencia
de áreas bajo régimen de administración especial
(ABRAE).
La Sierra de Siruma, de rumbo norte sur, separa
los ríos que desembocan en el Sistema MaracaiboGolfo de Venezuela de los que lo hacen directamente al Caribe. Orientadas perpendicularmente a
esta sierra se ubican pequeños sistemas montañosos
de los que proceden los ríos del Sistema Coriano. La
Sierra de San Luis ocupa el extremo oeste del
sistema, los ríos de su vertiente occidental drenan al
148
Capítulo 7: Plumas fluviales al Caribe
de bosques xerofíticos con selvas nubladas y bosques
densos en las montañas y con llanuras costeras y
lagunas de manglares. A lo largo de la costa y
paralelos a ella se encuentran numerosos arrecifes en
diferentes estados de conservación.
Morrocoy, el sector sur del sistema han sido las
enfermedades en corales escleractínidos los responsables de mortandades masivas reportadas del coral
en los arrecifes como consecuencia de frecuentes y
severas anomalías térmicas (Cróquer y Bone 2003,
Bastidas et al. 2012). Los corales muertos quedan
expuestos a la erosión y se convierten en fuentes de
materiales en la construcción de playas y planicies
aluviales así como de materiales de nuevos impactos
sobre el arrecife (Lara de González et al. 1999).
Los ríos del Sistema Coriano, aunque tienen poco
desarrollo mar adentro (Figura 4), influencian de manera importante los procesos costeros dinámicos
asociados al transporte litoral de sedimentos empujados contra la costa por la acción del viento y
mantenidos en suspensión por el oleaje. Además de
los materiales sólidos aportados por los ríos, también
forman parte de los materiales transportados por la
corriente litoral los generados como consecuencia de
la erosión de los acantilados en momentos de marea
alta, incrementada por el fuerte oleaje (Cartaya et al.
2005). En el pasado, los arrecifes coralinos que se
desarrollaron a lo largo de la costa, altamente
deteriorados en la actualidad, también aportan
materiales sólidos que se suman a los de origen
continental. La presencia y participación de unos u
otros en la dinámica sedimentaria y en el desarrollo
geomorfológico de las zonas costeras se relaciona
con su cercanía a las fuentes, desembocadura de los
ríos o de los arrecifes erosionados, aunque en general
predominan los de origen terrígeno.
La evolución y los impactos generados por la
pluma fluvial tienen características diferentes a lo
observado en las plumas del río Orinoco y en la del
Sistema Maracaibo. En estas últimas, los procesos
oceánicos, giros anticiclónicos y su largo recorrido,
favorecen por un lado la sedimentación de los
sólidos suspendidos, lo que mejora la transparencia
al mismo tiempo que la mezcla con aguas de
afloramiento y enriquece en compuestos químicos
esenciales las aguas mezcladas; con ello se incrementa la capacidad de los productores primarios para
generar materia orgánica. En cambio, en las costas
del Sistema Coriano prevalecen los vientos y el oleaje
con lo que limitan e impiden durante el recorrido la
sedimentación, manteniendo un alto grado de
turbidez; además, tampoco existen zonas de afloramiento hasta que alcanzan Golfo de la Vela de Coro,
por lo que en su recorrido a lo largo de la costa las
aguas continentales no se encuentran con aguas ricas
en nutrientes.
En esas condiciones los productores primarios
tienen muy pocas posibilidades de desarrollar procesos fotosintetizadores satisfactorios; son los proce-
Formación de la pluma de sólidos y Cl-a. La
pluma que generan los ríos del Sistema Coriano en el
Caribe es mínima y sólo se observa entre noviembre
y enero y con ocasión de lluvias extraordinarias que
generan, además, cambios puntuales en la salinidad
superficial, en zonas cercanas a la costa del Golfo de
la Vela de Coro (Monente y Astor 1987). El
transporte de sólidos suspendidos varía de acuerdo
con la estacionalidad de las lluvias y con cada tramo
del río (Rodríguez et al. 2005); éstos en su recorrido
hasta el mar atraviesan ambientes muy diferentes y
por ello los materiales sólidos que transportan y
depositan están acordes con esas condiciones: en la
parte alta de sus cuencas predominan las piedras y las
rocas mientras que en la media son guijarros; en la
cuenca baja y en la desembocadura transportan
arenas y materiales finos donde construyeron, y
siguen construyendo, amplias planicies costeras. Los
sólidos en suspensión forman, como en el pasado, la
pluma que recorría, y recorre, la zona costera
asociada a las corrientes litorales.
La existencia de arrecifes de coral a lo largo de la
zona marino costera pareciera indicar que históricamente el volumen de agua y sólidos que
aportaban estos ríos al mar era menor y que las olas y
el viento los controlaban. Este equilibrio se ha
alterado, además del impacto asociado al cambio
climático, con las importantes actividades antrópicas
a que han estado sometidos desde antiguo: contaminación con agroquímicos y desechos domésticos,
deforestación de amplias zonas, construcción de
embalses públicos y privados, dragados de sus
cauces, etc.
La cobertura de coral vivo se encuentra en franca
disminución en las costas de Venezuela debido tanto
a cambios de origen natural como antropogénico
donde el efecto de los ríos es parcialmente conocido.
Una alta sedimentación se asocia con eventos de
mortalidad en masa ocurridos, especialmente durante
los años 1996, 2010 y 2011 (Weil 2003, Bastidas et al
2013). Los arrecifes de costeros en el litoral del
Sistema Coriano no han sido la excepción. En la
sección norte, ocupada por los ríos más importantes,
ha predominado la sedimentación como consecuencia de la alta intervención de las cuencas; ahí las
precipitaciones frecuentes y las inundaciones han
transportado al mar mayores cantidades de sólidos
en suspensión. En cambio, en el Parque Nacional
149
MONENTE
Figura 4. Plumas de sólidos suspendidos (14-01-2011; escena derivada de MODIS Aqua en combinación de bandas
1, 4 y 3) y Cl-a (21-01-2011; producto ‘MODIS Aqua Level 3 Global Daily Mapped 4 km Chlorophyll a’) formada
por las descargas de los ríos del Sistema Coriano.
acción del viento que las empuja tierra adentro, le ha
dado a esta costa un aspecto semidesértico característico. Su representación física más notoria son los
bosques xerófilos y los médanos de Coro. El origen
de las arenas de estos últimos se asocian con los
aportes de los ríos del sistema dado que en su
composición apenas el 10 % son carbonato de
calcio; además, se han encontrado en ellas metales
vinculados con la cuenca del río Tocuyo y gran parte
de estas arenas se han depositado con posterioridad
al cierre del istmo (Camacho es al. 2011).
La pluma litoral que deriva hacia el oeste al alcanzar el extremo norte de la Península de Paraguaná se
divide en dos ramales que toman direcciones diferentes; uno de ellos permanece cercano a la costa y
deriva hacia el sur, el otro se interna en el mar donde
forma una pluma de sólidos suspendidos y Cl-a. Las
imágenes de satélite muestran solamente pequeñas
plumas de Cl-a cercanas a las desembocaduras de los
ríos de la zona, que son más frecuentes a partir de la
Vela de Coro y permanentes después del Cabo San
Román en el extremo norte de la Península de
Paraguaná; éstas desaparecen lentamente, mezcladas
con las aguas oceánicas y las del Golfo de Venezuela
(Figura 1).
Como consecuencia se generan algunos cambios
en la concentración de biomasa en forma de peces.
Ambas variables presentan concentraciones mínimas
y puntuales en toda la costa del Sistema Coriano,
(entre 1 y 10 Tm de biomasa) salvo en áreas influenciadas por los ríos Tocuyo y Hueque en el Golfo de
la Vela de Coro. Sin embargo, una vez que la pluma
abandona el sistema y se mezcla con las aguas
oceánicas afloradas al norte y oeste de la Península
de Paraguaná ambas variables mejoran no sólo en
sos morfodinámicos los que se asocian con la pluma
que se origina y se mueve a lo largo de la zona
costera del sistema. Solamente al alcanzar el Golfo
de la Vela de Coro comienza a observarse la formación de pequeñas y medianas plumas costeras de
Cl-a que continúan después de abandonar el Sistema
Coriano, pues tanto la sedimentación de los materiales sólidos en suspensión como los depósitos de
materiales a lo largo de la costa, mejoran la
transparencia; además, en estas costas existen pequeños focos de afloramiento. Los materiales sólidos
depositados durante su recorrido han dado origen a
diversos cambios morfológicos costeros: amplias
planicies aluviales, llanuras costeras y arenales, playas
fósiles, afectación de arrecifes y la formación de
estructuras singulares. Los arrecifes de coral fueron y
siguen siendo las víctimas principales del aumento en
la llegada de materiales sólidos a la costa como
legado de los ríos y buena parte de ellos han muerto
y han quedado expuestos a procesos de erosión, lo
que a su vez los convierte en fuente de nuevos
materiales responsables de impactos sobre el arrecife.
Vinculado con este proceso se han generado en la
costa dos estructuras en forma de yunque, uno de
ellos ubicado en San Juan de los Cayos y el otro en
Adícora. En ambos casos, la presencia de un arrecife
paralelo a la costa facilitó la acumulación de los
materiales transportados por la pluma litoral; a
medida que se rellenaba el canal que los separaba de
la costa y el terreno se consolidaba, los pobladores
de la zona cerraron el ciclo al colonizar la zona
rellenada (Lara de González et al. 1997).
La acción conjunta de las corrientes litorales y las
olas, responsables de formar la pluma que transporta
las arenas y depositarlas a lo largo de la costa y la
150
Capítulo 7: Plumas fluviales al Caribe
concentración (ej. 10-50 Tm de biomasa íctica),
también en la superficie influenciada (Strømme y
Sætersdal 1989).
En resumen, las plumas formadas a partir de los
aportes de los ríos asociados al Sistema Coriano tiene
muy poca contribución en el enriquecimiento de las
aguas caribeñas y en la producción de biomasa en
forma de recurso pesquero. Su principal contribución se relaciona con cambios geomorfológicos
costeros favorecidos por procesos oceánicos, atmosféricos y por la elevación del mar. Las actividades
antrópicas que han alterado el transporte de
materiales terrígenos al mar han contribuido más
bien a generar impactos importantes sobre los
arrecifes de coral que se encuentran paralelos a la
costa. La pluma de Cl-a, propiamente dicha, se
manifiesta poco antes de abandonar el Sistema
Coriano y al norte de la Península de Paraguaná
como consecuencia del aumento en la transparencia
por sedimentación de los sólidos suspendidos y la
aparición de aguas de afloramiento en el Golfo de la
Vela de Coro.
Costa que termina en Cabo Codera. En él se encuentra el conjunto montañoso de mayor altitud de
toda la cordillera: el Pico Naiguatá (2.750 msnm), el
Pico Oriental (2.640 msnm) y el Pico Occidental
(2.480 msnm.). De pendiente abrupta, la recorren
pequeños arroyos y torrenteras con caudales mínimos, algunos intermitentes; sólo después de lluvias
intensas aumentan sus caudales y arrastran volúmenes importantes de materiales sólidos gruesos. Como
carece de plataforma continental, la mayoría de sus
materiales se deslizan por el talud; el resto deriva
muy cercano a la costa. La costa es casi rectilínea y se
interrumpe ocasionalmente con bahías y ensenadas
profundas formadas por valles fluviales sumergidos
con características de rías (Lara de González et al.
1997). Es de destacar la alteración que a lo largo de
los años ha experimentado parte de esta costa como
consecuencia de la cercanía de la zona metropolitana
y las necesidades básicas que se derivan de ello. Se
han alterado cauces, se han hecho rellenos, espigones, malecones y paseos costeros, grandes construcciones portuarias para uso marino y aéreo, así
como desarrollos habitacionales para suplir
necesidades de alojamiento o con fines turísticos.
Los diferentes arroyos que drenan la cordillera
erosionan con mayor intensidad las áreas afectadas y
transportan hasta la línea de costa el material
erosionado. El uso indebido de los espacios agrava
esta situación cuando ocurren eventos extraordinarios. La costa de Venezuela, especialmente el
Litoral Central, experimenta frecuentemente precipitaciones abundantes asociados a los frentes fríos,
esto debido a que la Cordillera de La Costa forma
una gran muralla paralela al mar; por ello, cuando las
masas de aire frío empujan verticalmente el aire
caliente superficial que se condensa y genera
precipitaciones. Ocasionalmente éstas son de gran
intensidad y duración y provocan desastres en los
espacios costeros pues la población ha invadido y
desviado los cauces de los ríos y ha ocupado sus
conos de deyección. Se recuerda especialmente el
evento ocurrido en diciembre de 1999 por la
destrucción generada en varias zonas costeras, pero
especialmente en el Litoral Central. Estos eventos
son recurrentes y de gran magnitud. Humboldt
menciona las precipitaciones excepcionales ocurridas
en 1797. Se tiene registro histórico de los eventos
ocurridos, además de los mencionados, en los años
1904, 1910, 1927, 1928, 1932, 1938 y 1951 (Cárdenas
2000). La pluma generada por estos ríos rara vez es
observable mar adentro y su influencia es puntual,
aunque se observa transporte litoral de sólidos y
formación de conos de deyección que deforman
ligeramente la línea recta de la costa.
4.3. Cordillera de la Costa
Descripción del área. La costa caribeña venezolana, a partir del Surco de Barquisimeto está ocupada
la Cordillera de la Costa, que la recorre oeste-este. Su
origen se vincula a la orogénesis andina de finales del
Cretáceo y cuya actividad se incrementó en el
Eoceno (Sellier de Civrieux 1974). La cordillera
representa un complejo sistema de formaciones
montañosas, colinas, valles longitudinales y depresiones interiores. Su límite norte es el mar Caribe y
por el sur la depresión central llanera. Aunque la
depresión de Unare la divide en dos, aquí se ha
subdividido en tres sectores: Litoral Central, Planicie
aluvial Miranda Anzoátegui y sector oriental. No
sólo están separados entre sí por accidentes geográficos y geológicos identificables si no que presentan,
además, características geomorfológicas muy diferentes. La primera es caracterizada por costas rocosas y
pequeñas playas y llega hasta Cabo Codera; le sigue
hacia el este una planicie aluvial con costas bajas,
lagunas costeras y playas arenosas ya que el sistema
montañoso se aleja de la costa. La tercera, que es la
continuación del sistema montañoso costero que se
acerca nuevamente a la costa, continúa en Venezuela
hasta su extremo oriental. De todos los ríos que
nacen en la Cordillera de la Costa sólo el Tuy genera
una pluma que se interna mar adentro (Figura 1).
4.3.1. Litoral Central. La sección de la costa
caribeña venezolana conocida como Litoral Central
está ocupada por el ramal norte de la Cordillera de la
151
MONENTE
4.3.2. Planicie aluvial Miranda Anzoátegui. La
cadena litoral de la Cordillera de la Costa termina
abruptamente en Cabo Codera para dar paso a una
amplia llanura ocupada por una extensa red fluvial
que abarca hasta el Morro de Barcelona. Las llanuras
costeras, en parte inundables, y las lagunas costeras
que reciben el agua y los materiales sólidos de varios
de los ríos de la zona: ríos Unare, Uchire, Machurucuto, Guapo, Río Chico, Capaya, Tuy y otros de
menor tamaño, son sus elementos representativos.
Su formación sobre los antiguos estuarios de esos
ríos comenzó durante el Holoceno, durante la
Trasgresión Flamenca favorecida por la elevación del
nivel del mar (Cresa et al. 1993) del que está
separado por barras arenosas o restingas formadas
por material detrítico, restos de conchas de moluscos
y un pequeño porcentaje de limo. Mar adentro
predominan al este del Cabo Codera los fondos
arenosos, restos de arrecifes de coral y praderas de
fanerógamas; inmediatamente comienzan los fondos
fangosos y le siguen los areno fangosos hasta el
borde de la cubeta occidental de la Fosa de Cariaco.
Al oeste de la desembocadura del río Tuy se
encuentran pequeñas lagunas (Buche, La Reina, La
Grande) y áreas anegadizas; al este, la laguna de
Tacarigua así como canales artificiales construidos
sobre los caños naturales del río Chico (Figura 5a).
El resto de esta sección de la costa caribe venezolana
lo ocupa el complejo lagunar Unare-Píritu.
La Planicie aluvial que ocupa el sector occidental
de este tramo costero presenta una configuración
más compleja que el oriental. Sus lagunas y llanuras
costeras están altamente intervenidas con fines
principalmente turísticos y habitacionales. El limitado caudal de los ríos del extremo occidental los
convierte durante gran parte del año en caños de
marea y su capacidad de generar una pluma que se
interne en el mar es muy limitada. Hacia el este los
ríos Chico y Guapo, aunque de mayor caudal,
tampoco generan plumas que se adentren en el mar:
el río Chico se pierde en los canales naturales y
artificiales cercanos a su desembocadura, mientras
que el río El Guapo desemboca en la Laguna de
Tacarigua después que se desvió hacia ella su cauce
natural. El centro lo ocupa la cuenca del río Tuy cuya
capacidad de producir sólidos suspendidos, derivados de la erosión, es de moderada a ligera a pesar de
estar muy intervenida ya que corresponde a la zona
más poblada de Venezuela (Zambrano 1970); en
cambio, produce grandes cantidades de materiales
sólidos (plásticos en grandes volúmenes), materia
orgánica y nutrientes relacionados con residuos,
detergentes y contaminantes de uso doméstico e
industrial. La mayor parte de los sólidos suspendidos
y materiales sólidos gruesos se acumula a lo largo de
la costa y en las playas; el resto se interna muy poco
en el mar ya que es rápidamente capturada por la
cuña de agua oceánica más salada y fría que llega
desde el noreste (Arriechi et al. 1981, Monente
1999).
El extremo oriental de este sector lo ocupa el
complejo lagunar Unare-Píritu, que originalmente
formaban una sola laguna construida sobre la
planicie costera inundable del río Unare y otros
pequeños ríos de carácter intermitente que fueron
los que proporcionaron los materiales sólidos. Esta
laguna estaba separada del mar por una gran isla
barrera en formación desde inicio del Holoceno con
los aportes de materiales continentales y los arrastrados por las mareas y las corrientes. La elevación
del nivel del mar determinó las formas actuales; que
comenzaron con la construcción de un delta en la
desembocadura del río Unare y dividió en dos la
laguna original; luego, el delta desapareció y se transformó en la llanura aluvial actual (Lara de González
et al. 1997, Rojas et al. 2006). La línea de costa está
sufriendo un proceso de erosión activa por la
intervención antrópica, dada por construcción de
presas que retienen gran cantidad de sedimentos, el
Figura 5. a) Planicie aluvial construida por el río Tuy y
ríos menores (Capaya, Chico, Guapo). b) Pluma de sólidos en suspensión formada por los aportes de los ríos del
Sistema Miranda-Anzoátegui (Escena para el 04 de abril
del 2017 derivada de MODIS Aqua en combinación de
bandas 1, 4 y 3).
152
Capítulo 7: Plumas fluviales al Caribe
desvío y toma de agua en el cauce bajo del río para el
funcionamiento de las camaroneras y la construcción
de obras de protección costera como el caso de los
espigones en la boca de la laguna de Píritu. En el
sector de las lagunas de Unare y Píritu el retroceso de
la línea de costa se estima en un orden de magnitud
de 5 m/año (Pacheco y Suárez 2005). Ocasionalmente la conexión del río Unare con el mar se cierra
y la isla-barrera original renace; con la llegada de las
lluvias el caudal del río aumenta, rompe el tapón
formado y se conecta nuevamente con el mar. Los
materiales sólidos que se generan en el sistema,
empujados contra la costa por el viento, se incorporan al transporte litoral.
Cada una de esas fuentes es insuficiente en sí
misma para producir plumas que se adentren en el
mar. Sin embargo, la suma de todas ellas arrastradas
por las corrientes litorales genera una pluma pequeña
aunque observable, al incorporarse a las descargas
del río Tuy, especialmente, durante la temporada de
lluvias (Figura 5b). Las características finales de la
pluma están íntimamente relacionadas con la
circulación general que predomina en la gran bahía y,
en particular, en su extremo occidental (HigueroteCarenero). Participan en su formación las aguas
oceánicas, unas afloradas al norte de Cabo Codera y
otras empujadas por los vientos del noreste. Las
aguas de origen continental son transportadas por las
corrientes de marea y recorren toda la costa,
mientras que las del río Tuy varían ligeramente a lo
largo del año de acuerdo con las lluvias en su cuenca.
En el extremo sur occidental se genera un giro
anticiclónico que facilita la mezcla de todas ellas y la
pluma formada abandona el área y se interna en el
Caribe (Figura 6).
La proyección de la pluma mar adentro varía a lo
largo del año como consecuencia de los cambios
estacionales en los aportes de las fuentes oceánicas o
continentales (precipitaciones y corrientes marinas) y
la intensidad del viento. Las imágenes de satélite
presentan con frecuencia la formación de dos plumas
independientes con temperaturas y color originadas
una en el río Tuy, que se diluye rápidamente al
internarse en el Caribe, y otra formada al norte de
Cabo Codera a partir de las aguas más frías que
afloran en esa zona. Se mueven en forma paralela y
ocasionalmente se mezclan e ingresan unidas con
más profundidad en el Caribe (Figura 7). La cuña
submarina, prolongación del extremo del Cabo
Codera, penetra en el mar y parte del agua aflorada
que deriva hacia el este e ingresa en la bahía muy
próxima a la costa, forman una barrera entre ambas.
La fuerza de Coriolis, al disminuir la intensidad del
viento o de las corrientes marinas que la empujan
Figura 6. Formación de la pluma con los aportes del río
Tuy y los ríos locales (Capaya, Chico, Guapo) y mezcla
con aguas oceánicas.
hacia el oeste, la desvía hacia el este y la pluma
formada gira 360 grados y regresa hacia el sur;
cuando estas fuerzas de debilitan la pluma avanza de
nuevo hacia el norte.
La productividad secundaria (producción pesquera) de la zona es pobre, no sólo porque la pluma
de Cl-a se interna muy poco en el mar, sino que
además las características físicas del área no la
favorece: turbidez, cercanía a la costa y, mar adentro,
la Fosa de Cariaco. La actividad pesquera es casi
exclusivamente artesanal y se realiza, salvo la extracción de guacucos y chipichipis en las playas, en los
islotes e islas de mar abierto y en el Cabo Codera. En
cambio, es importante la producción de moluscos,
especialmente guacucos (Tivela mactroides), en las playas de Higuerote, donde se midieron densidades
entre los 1.500 y 2.700 ind/m² (Egañez 1989).
4.3.3. Región oriental. La geomorfología cambia
abruptamente en la región oriental de la costa
caribeña venezolana. El sistema montañoso se acerca
de nuevo a la costa y así continúa hasta su extremo
oriental. Las penínsulas de Araya y Paria corren
paralelas a la costa y establecen la divisoria de aguas.
153
MONENTE
Figura 7. Plumas paralelas de orígenes diferentes (río Tuy y afloramiento). a) Temperatura superficial (28-01-1998;
imagen ‘AVHRR Oceans Pathfinder SST data’). b) Color del mar, Cl-a (27-02-2007; imagen ‘MODIS Aqua Level 3
Global Daily Mapped 4 km Chlorophyll a’).
nos y estiman que había ocurrido hacía unos diez
años. La fuente natural de los materiales terrígenos
es el río Manzanares, que transporta hasta el mar lo
erosionado por las lluvias. El año 1970 se produjeron
precipitaciones extraordinarias tanto en Cumaná
como en Barcelona (Tabla 3), donde ocurrieron
inundaciones que promovieron la construcción del
canal antes mencionado. Por otro lado, la región se
caracteriza por su intensa actividad sísmica, siendo
Cumaná la ciudad que más terremotos ha
experimentado en la historia del país (Beauperthuy
2006). Aunque en ese periodo no se registró algún
evento sísmico especial, la acumulación de materiales
en el talud de la fosa unido a pequeños pero
frecuentes movimientos sísmicos posiblemente pudieron generar su deslizamiento y llegar al fondo de
la fosa.
Las características geológicas, oceánicas y atmosféricas predominantes en la zona limitan la posibilidad de que las plumas de los ríos Neverí y
Manzanares se internen en el mar. Por un lado, el
aporte de estos ríos es limitado y, por otro, su llegada
al mar coincide geográficamente con la zona de
afloramiento más importante del Caribe; así, la
Cuenca de Cariaco, Araya, Margarita enmascaran y
dificultan la posibilidad de formar una pluma o iden-
Su vertiente norte tiene pendientes pronunciadas,
cercanas al mar y carece de ríos importantes;
solamente se observan quebradas y torrenteras. En el
extremo occidental se constituye la excepción y los
ríos Neverí y Manzanares, originados en la Serranía
del Turimiquire, han formado llanuras aluviales
sedimentarias con lagunas, pantanos y playas. En
ambos casos, se observa una costa en crecimiento
constante derivada tanto de los aportes históricos de
los ríos como los rellenos intencionales y la invasión
posterior de los espacios desecados. Las frecuentes
inundaciones de las áreas ocupadas obligaron a
desviar el río Neverí, con la construcción de un canal
(año 1972) que si bien ayuda a remediar parcialmente
el impacto de las crecidas sobre la población, ha
generado cambios en la distribución de sedimentos.
La mayor parte de los aportes del río Neverí han
contribuido a la construcción de su delta y la llanura
aluvial; una pequeña cantidad llega al mar y pasan a
formar parte de la corriente litoral controlada por las
mareas, el oleaje y el viento; el resto se interna mar
adentro. En cambio los aportes del río Manzanares
se hunden en el cañón oriental de la Fosa de Cariaco
(Lara de González et al. 1997). Los resultados que
presentan Llano et al. (1991) al estudiar la granulometría de dos núcleos obtenidos en la Fosa Oriental
de Cariaco parecieran confirmar la afirmación
anterior. Ambos núcleos muestran a la misma
profundidad un aumento en los porcentajes de arena,
aunque los correspondientes a la estación con mayor
cercanía a la desembocadura del río Manzanares
(núcleo 1), son muy superiores a los del núcleo 2
muestreado al oeste de ella. Los autores lo atribuyen
a deslizamientos vinculados con algún evento especial que incrementó el influjo de materiales terríge-
Tabla 3. Valores de precipitación (mm) en la ciudad de
Cumaná. Año 1970 y promedio 1948-1982. Fuente
INAMEH (2017).
Junio
Julio
154
1970
Promedio 1948-1982
145,3
198,6
38,1
57,3
Capítulo 7: Plumas fluviales al Caribe
Figura 8. Distribución de temperaturas superficiales en los drenajes al Caribe de Venezuela (28-01-1998; sensor
AVHRR, plataforma NOAA, producto a 1 x 1 km2).
tificarla (Figura 8); además, los vientos fuertes empujan contra la costa los sólidos en suspensión y los
materiales más gruesos se hunden en la Fosa de
Cariaco. Los torrentes de la vertiente norte de las
penínsulas de Araya y Paria carecen de caudal
suficiente para formar plumas que se internen en el
Caribe.
aquellos sectores de la costa en que los sistemas
montañosos se alejan de ella y presentan plataforma
costera. Su más notoria presencia se relaciona con
los cambios que han generado en la dinámica
sedimentaria y en los procesos geomorfológicos
costeros; los fenómenos atmosféricos y oceánicos
junto a la elevación del nivel mar han participado en
el proceso.
5. CONSIDERACIONES FINALES
El Sistema Coriano y la Cordillera de la Costa limitan
la presencia de cursos de agua de gran caudal a lo
largo de la costa caribeña venezolana. El extremo
occidental, ocupado por el Sistema Maracaibo, es la
excepción ya que el Lago de Maracaibo es el receptor
único de todos los ríos de su cuenca que reunidos
ingresan al Golfo de Venezuela. Estos ríos drenan
zonas altamente pobladas e intervenidas y las
actividades antrópicas han alterado el transporte
natural de materiales terrígenos al mar y han
incrementado los contaminantes y materiales sólidos
derivados de esas actividades.
Las plumas de sólidos en suspensión y Cl-a
formadas a partir de los aportes de los ríos de la
fachada caribeña venezolana penetran muy poco en
el Caribe y se diluyen rápidamente mezcladas con las
marinas. En consecuencia, tienen muy poca contribución en su enriquecimiento y en la producción
de biomasa en forma de recurso pesquero. Además,
próximos a sus desembocaduras se encuentran
pequeños núcleos de afloramiento de ahí que las
aguas de ambos orígenes, al mezclarse forman los
limitados espacios donde se han ubicado pequeños
focos en los que la densidad de biomasa aumenta
ligeramente. Ello enmascara y dificulta la posibilidad
de identificar mar adentro el origen de la pluma
formada. Sólo las plumas de sólidos permiten
observar su avance mar adentro y solamente en
Agradecimientos
Agradezco a Fundación La Salle por la disposición
de información en los archivos de EDIMAR. A
Ramón Varela e Yrene Astor por sus orientaciones
en la búsqueda de las imágenes de satélite. Deseo
agradecer especialmente al editor y a los árbitros
anónimos por ayudar a la mejor comprensión del
texto y la precisión en los conceptos.
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Capítulo 8
La pluma del río Orinoco en
el Océano Atlántico y el Mar Caribe
José Antonio MONENTE
Fundación La Salle de Ciencias Naturales, Maripérez, Caracas. Venezuela
jose.monente@fundacionlasalle.org.ve
La influencia del río Orinoco en el Mar Caribe, si bien se conocía desde los primeros estudios
realizados en la zona sólo pudo ser valorada en su totalidad con la incorporación de las imágenes
de satélite a los estudios oceanográficos. Esto generó un nuevo problema: cómo explicar que a
partir de las aguas del Orinoco, pobres en nutrientes, se pudiera originar una pluma de clorofila
que en ciertos meses del año ocupan la casi totalidad del Caribe oriental. Se sugirieron
mecanismos tales como gran eficiencia en los procesos de reciclaje biogeoquímicos y de
nutrientes así como mezclas con aguas de otros orígenes. En este capítulo se evalúan procesos
complementarios de los anteriores: transporte de sólidos suspendidos como vehículo de
transporte para metales pesados y compuestos orgánicos, el proceso de desorción y la formación
de frentes oceánicos. Se concluye que la influencia del río Orinoco y su pluma tiene dos
manifestaciones: una pluma de clorofila que entre junio y octubre ocupa gran parte del Caribe
oriental y un aumento en la producción secundaria en la plataforma continental al norte de la
Península de Paria que se manifiesta en forma de recurso pesquero, especialmente pelágico.
Además, que ambas son el resultado de la interacción entre el río Orinoco, las aguas de
afloramiento, muy activo en toda esa zona y procesos físicos y geoquímicos.
Palabras claves: Pluma de clorofila, pesquerías, desorción, imágenes de satélite, río Orinoco,
Caribe sur oriental.
© D. Rodríguez-Olarte (ed.), Ríos en Riesgo de Venezuela. Volumen II, 2018
Colección Recursos Hidrobiológicos de Venezuela
ISBN Obra completa: 978-980-12-9274-6
MONENTE
1. INTRODUCCIÓN
Las aguas superficiales del Mar Caribe (Caribe) se
forman de la mezcla de aguas procedentes de
diferentes orígenes (Figura 1) y acceden tanto por el
sur este, el este y el norte; las del río Orinoco,
forman parte de las primeras y son claramente
identificables en ciertas épocas del año. Su movimiento general es este-oeste como Corriente del
Caribe (CC). Las aguas profundas presentan una
fuerte estratificación vertical y en ellas el Orinoco no
tiene influencia. Los estudios oceanográficos, iniciados hace más de cincuenta años, mostraron que las
aguas del Amazonas transportadas por la Corriente
de Guayana (CG), entraban al Caribe entre las islas
Grenada y Santa Lucía, mientras que las de la
Corriente Ecuatorial del Norte (CNE) lo hacían más
al norte, entre Dominica y Antigua. Las aguas del
Orinoco entran al Caribe entre Venezuela, TrinidadTobago y Grenada. El volumen total de agua ingresada por el este geográfico asciende a 18,4 Sv (Sv,
Sverdrup: un millón de metros cúbicos por segundo:
1.000.000 m3/s) mientras que por el norte, entre
Islas Vírgenes y La Española, ingresan 3 Sv (Johns et
al. 2002). El agua que llega por el extremo sur
oriental del Caribe, y con ella los aportes del
Orinoco, no está incluida en esos cálculos; de hecho,
muy pocas publicaciones valoran sus aportes al
Caribe (Gade 1961, Arango 1969, Monente 1986,
Monente 1989-1990a, Bigidare et al. 1993, Bonilla et
al. 1993). La llegada de ese importante volumen de
agua generaba cambios estacionales en la salinidad
del Caribe central y especialmente en el oriental
(Wust 1964). Este hecho, se atribuía tanto a los aportes de la CNE que transportaba las aguas de la zona
de convergencias del Atlántico cercanas al Ecuador o
las que llegaban desde el sur. Froeling et al. (1978)
comprueban, con base en la fluctuación de la concentración de silicatos, que esa variación estacional
se debía a los aportes de los ríos Amazonas y
Orinoco transportados hasta el Caribe por la CG.
Debido a la diferencia significativa entre los volúmenes medios de ambos ríos (179.000 y 36.000
m3/s, respectivamente) atribuyeron al primero la
principal responsabilidad de los cambios estacionales
observados en la salinidad. La incorporación de la
información que ofrecen los sensores remotos a las
investigaciones oceanográficas cambió radicalmente
esta visión y mostró la importancia de la influencia
del Orinoco en los cambios que experimenta el
Caribe oriental, especialmente visible en ciertos
meses del año y que se manifiesta en las imágenes en
forma de una mancha superficial claramente diferenciada de su entorno (pluma de clorofila) que lo
recorre de sur a norte (Figura 2).
La presencia de esta pluma de clorofila a (Cl-a)
que recorre el Caribe oriental llama la atención
puesto que las aguas del Orinoco han sido catalogadas de poco productivas (Bonilla et al. 1993).
Lewis y Saunders (1990) encuentran que los nutrientes (fósforo y nitrógeno) se ubican bajo
promedio mundial para los ríos no intervenidos: la
concentración de fosfatos está ligeramente bajo la
mitad del promedio mundial y la de los nitratos está
muy cerca de él. Las aguas poco productivas del
Orinoco inundan primero su delta, luego la plataforma costera atlántica y el Golfo de Paria e ingresan
finalmente al Caribe: una parte por el Golfo de Paria
(la totalidad en aguas bajas) y el resto por el norte de
Trinidad.
En los otros meses, la pluma cambia de dirección
empujada por el viento y, unida a los importantes
volúmenes de agua profunda que aparece en el sur
este del Caribe (Castellanos et al. 2000) se dirige
hacia el este y fertiliza la plataforma continental
venezolana. Este descubrimiento generó una nueva
serie de investigaciones con estudios de campo
ayudados con tecnología más eficiente e imágenes de
satélite Todo ello para responder preguntas de
interés; como el hecho que aguas relativamente
pobres y con un aporte mucho menor (18.400.000
m3/s y 36.000 m3/s, respectivamente) entre el agua
oceánica y la del Orinoco puedan generar tanta
influencia como la que se observa en Caribe oriental.
También es de interés conocer qué fenómenos
físicos lo favorecen y cuáles son las implicaciones
biológicas de la presencia del río Orinoco en Caribe
oriental, además de otras preguntas más complejas
relacionadas con aspectos químicos o bioquímicos.
(Muller Karger y Varela 1989-1990, Del Castillo et al.
1999; Morell y Corredor 2001, Corredor et al. 2004,
Gilbes et al. 2004, Hu et al. 2004, Rodríguez y
Schnneider 2005, Rincón et al. 2008, Cherubini y
Richardson 2007, Odriozola et al. 2007, López et al.
2012, 2013, Rueda et al. 2018).
Figura 1. Principales pasos por los que ingresa agua al
Caribe Oriental: Grenada (1), Santa Lucía (2), Guadalupe
(3), Anegada (4) y Mona (5).
160
Capítulo 7: Pluma del Orinoco al mar Caribe
3. RESULTADOS
Descripción del área. La cuenca del río Orinoco
ocupa un área cercana al millón de km2 repartidos
entre Colombia y Venezuela. Los ríos de su margen
izquierda proceden de los Llanos colombianos y
venezolanos y de los sistemas montañosos de
Venezuela: los Andes y el Sistema Central. Los de la
margen derecha aportan las aguas que escurren del
Macizo de Guayana. Sus características físicas y
químicas difieren notoriamente: las primeras son
aguas claras cargadas de sedimentos; las segundas
son aguas negras, ácidas y con pocos o muy pocos
sólidos suspendidos (Monente et al. 2017). En toda
la cuenca predomina la estacionalidad de las lluvias,
lo que otorga al Orinoco una clara diferencia con
otros ríos importantes, el Amazonas por ejemplo, en
la evolución de su caudal a lo largo del año ya que el
volumen máximo supera al mínimo en un factor que
frecuentemente es superior a 10. Es por ello que se
habla de aguas altas y aguas bajas. Este doble
comportamiento es fundamental en la formación de
la pluma que desarrolla las aguas del río Orinoco en
el Atlántico y el Caribe.
Aunque la cuenca está moderadamente poblada,
es muy impactada por las actividades antrópicas. En
la margen izquierda predominan las actividades
agropecuarias donde el empleo de agroquímicos es
con frecuencia irracional; mientras en la derecha, es
la minería, legal e ilegal, y sus actividades conexas:
deforestación, transporte, reducción del mineral, etc.
En su tramo final el río Orinoco es el dragado
permanente del canal de navegación para facilitar el
tránsito de los buques con mineral. No es solamente
el dragado, sino el empleo abusivo del río como vía
de comunicación o para la navegación acuática con
embarcaciones equipadas con motores de gran
potencia que navegan a velocidades muy altas generan oleaje que ocasionan erosión en las riberas y la
muerte accidental de mamíferos acuáticos (Monente
et al. 2017); además, es frecuente el derrame de
combustibles y otros compuestos orgánicos, tanto
por descuido como intencionalmente. Todo ello
afecta indudablemente la calidad de las aguas del
Orinoco, aunque lamentablemente los estudios que
cuantifiquen esos daños son muy escasos.
Figura 2. Pluma de clorofila-a 21 de octubre de 2017.
(MODIS Aqua Level 3 Global Daily Mapped 4 km
Chlorophyll a).
2. MATERIALES Y MÉTODOS
La información de campo aquí empleada procede de
la Estación de Investigaciones Marinas de Margarita
(EDIMAR) de Fundación La Salle y colectada a lo
largo de cincuenta años en las embarcaciones
BIOMAR, B/O La Salle y B/O Hno. Ginés. Hasta
el año 1965 se encuentra en Ballester (1965); el resto
de la mayor parte de la información es inédita. Las
mediciones antiguas de temperatura in situ se
realizaron empleando termómetros de inmersión
protegidos (precisión 0.05 °C); las más recientes con
equipos (marca Sea Bird) que miden en forma
automatizada conductividad, salinidad y temperatura.
Los nutrientes se analizaron siguiendo la metodología vigente para el momento, principalmente por
Strickand y Parsons (1968). Las imágenes que muestran temperaturas superficiales (año 1998) fueron
obtenidas con el Advanced Very High Resolution
Radiometer (AVHRR) a bordo de los satélites
NOAA12 y NOAA14, procesadas y producidas por
el Centro de Procesamiento Digital de Imágenes
(CPDI) de la Universidad Simón Bolívar según la
metodología descrita por Castellanos et al. (2000). El
resto de imágenes T y Cl-a, (USF IMARS, MODIS)
proceden de las bases de datos del Proyecto Cariaco
(http://cariaco.intecmar.usb.ve/). Las imágenes a
color natural (RGB: Red, Green, Blue), aunque parecen fotografías, son en realidad una combinación de
las bandas roja, verde y azul del MODIS (Moderate
Resolution Imaging Spectro-radiometer) que llevan
los satélites Terra y Aqua de la NASA.
Relación entre el caudal del Orinoco y la intensidad del viento en Caribe suroriental. La marcada
estacionalidad de la influencia del río Orinoco en la
costa atlántica venezolana y en el Caribe oriental se
relacionó con la de las lluvias en su cuenca y las
amplias variaciones en su caudal a lo largo del año:
máximo a finales de agosto o principios de septiembre según los años y mínimo entre febrero y
marzo (promedios: máximo 65.287 m3/s en agosto y
161
MONENTE
menos climáticos determina las características de la
pluma del río Orinoco en la costa atlántica y en el
Caribe. El agua dulce al ser menos densa permanece
en superficie y se mueve arrastrada por las corrientes
mientras se produce la mezcla con las aguas marinas
de las capas inferiores. Si los vientos y el oleaje son
moderados, como entre julio y octubre, no ocurren
perturbaciones bruscas importantes en la columna de
agua y las mezclas, aunque constantes, son débiles, la
superficie influenciada es máxima y sus aguas ingresan al Caribe tanto desde el Golfo de Paria como por
el norte de Trinidad. Por el contrario, en los meses
de vientos fuertes, enero-abril, la menor cantidad de
agua dulce que llega al mar se mezcla rápidamente
con las aguas oceánicas al aumentar el oleaje. Además, el viento empuja contra la costa deltana las
aguas del Orinoco y las obliga a ingresar al Golfo de
Paria desde donde acceden al Caribe por Boca de
Dragón. En ambos casos, alcanzado el extremo sur
oriental del Caribe se incorporan al movimiento
general de las masas de aguas que lo recorren.
Figura 3. Caudal del río Orinoco m3/s x 103. Promedio
del periodo 1926 a 1989 en Ciudad Bolívar (08° 08’ 00”
N, 63° 32’ 00 O). MARNR-DGSIA. Dirección de Hidrología y Meteorología. Velocidad del viento m/s en Punta
de Piedras, Estado Nueva Esparta. (10° 54’ 13” N, 64°
06’ 29” O). Archivos Fundación La Salle.
mínimo 7.127 m3/s en marzo) (Figura 3). Ello llevó a
establecer dos periodos claramente diferenciados: en
el primero la influencia del Orinoco en el Caribe era
muy importante, mientras que en el segundo era
limitada; entre ellos se ubicaron periodos de transición con influencias intermedias. Esta estacionalidad
se manifestaba no sólo en los cambios de la salinidad
observada en la plataforma atlántica, el este de
Trinidad y sur este del Caribe también en la superficie que ocupaban en una u otra época del año las
aguas de salinidades más bajas (Figura 4). Sin
embargo, no es solamente el mayor o menor caudal
del Orinoco el único responsable de la diferencia en
la superficie oceánica influenciada; la fluctuación en
la intensidad del viento a lo largo del año, tal como
lo muestra la Figura 3, juega un papel complementario muy importante.
En los meses en que el río Orinoco descarga su
mayor volumen de agua la intensidad del viento es
menor y viceversa. La conjugación de ambos fenó-
Formación de la pluma de Cl-a. La acción conjunta del caudal del río Orinoco más la intensidad del
viento genera dos situaciones extremas en la formación de la pluma que recorre el Caribe. En la
primera, entre noviembre y los primeros meses del
año, ésta queda parcialmente enmascarada pues a la
reducción del caudal, se une la presencia de aguas de
otros orígenes: agua del Amazonas y agua que
asciende a la superficie desde zonas más profundas.
La primera ingresa al norte de los 13° N, donde los
vientos fuertes la empujan hacia las costas venezolanas y, unidas a las del Orinoco, ocupan parte muy
importante de la plataforma continental al norte de la
Península de Paria junto con las que allí se encuentran (Figura 5). En la segunda parte del año los
elementos se combinan en forma inversa y la pluma
originada en el río Orinoco se observa en la casi
totalidad del Caribe oriental (Figura 2). Por ello, gran
parte de los estudios realizados en la influencia del
Orinoco en el Caribe se han centrado en ese periodo.
Esta diferencia, evidente a nivel superficial, se observa también en la columna de agua, aunque rara vez
supera los diez metros de profundidad.
Son pocas y en su mayoría antiguas las investigaciones de mediciones de nutrientes en la Plataforma
Continental frente al Delta del Orinoco (PCDO),
aunque todas ellas muestran resultados consistentes.
Más escasas todavía son las que incluyen, además, al
Golfo de Paria y al Caribe sur oriental. La Estación
de Investigaciones Marinas de Margarita (EDIMAR)
realizó entre 1963 y 1966 varias expediciones que
cubrieron esa amplia región. Los resultados hasta el
Figura 4. Distribución superficial de salinidad en enero
1964 (A) y julio de 1966 (B). 1 Boca de Dragón, 2 Boca
de Serpientes. Fuente: A: B-17, (Ballester 1965) y B: LS-9.
Estación de Investigaciones Marinas de Margarita EDIMAR. Fundación La Salle.
162
Capítulo 7: Pluma del Orinoco al mar Caribe
Margalef 1965); también lo es la producción secundaria en forma de recurso pesquero, especialmente
pelágico (Tabla 2). La Tabla 3 muestra las estimaciones de biomasa calculadas con base en la
prospección hidroacústica y pescas exploratorias
realizadas en cinco zonas de influencia directa del río
Orinoco o muy cercanas a su desembocadura, por lo
que se les podría considerar susceptibles de recibir
sus aportes (Figura 6). Otros estudios realizados en
la zona encuentran valores similares aunque con las
diferencias naturales asociadas a los años en que se
realizaron (Gerlotto y Ginés 1988, Cárdenas y
Achuri 2002, Molinet et al. 2008). La Tabla 4 presenta la diferencia estacional en el volumen de biomasa
observada en la plataforma continental ubicada al
norte de la Península de Paria. Estas mediciones se
realizaron siguiendo las fluctuaciones de río Orinoco
(caudal máximo y mínimo y los dos periodos intermedios). Los valores de biomasa varían poco entre sí
en cuanto al caudal y los periodos intermedios.
4. DISCUSIÓN
La manifestación más notoria de la influencia del río
Orinoco en el Caribe es la pluma de clorofila que se
inicia en Boca de Dragón y lo recorre sur-norte entre
junio y octubre; en los otros meses la pluma se mueve hacia el este, cambia tanto su zona de influencia
como los efectos que produce. Se han formulado
varias hipótesis con el fin de aclarar la aparente contradicción presentada (aguas pobres en nutrientes y
pluma extensa de clorofila). Muller-Karger et al.
(1989-1990) plantean que el nitrógeno debe ser reciclado entre cinco y 25 veces antes de alcanzar el
Caribe y Bonilla et al. (1993) llegan a conclusiones
parecidas, sugiriendo además de un muy eficiente
proceso de reciclaje biogeoquímico durante el recorrido, el aporte elevado de silicatos que estimulan el
Figura 5. Temperatura superficial (25 de febrero y 27 de
agosto de 1997; imagen ‘AVHRR Oceans Pathfinder SST
data’).
1965 se encuentran en Ballester (1965). En 1966 se
realizaron dos mediciones adicionales: la primera en
marzo y la segunda en julio: los resultados obtenidos
se encuentran en los archivos de EDIMAR. En la
primera década del siglo XXI se realizaron otras
aunque involucraron solamente a la plataforma
atlántica y han sido publicados más recientemente
(Astor 2004, Rodríguez y Schneider 2005, Martín et
al. 2007).
La Tabla 1 muestra las concentraciones de nutrientes encontradas en la PCDO, donde las aguas
del río Orinoco ingresan al mar. Al compararlas con
las reportadas en zonas muy productivas (ej. costa de
Perú), si bien las diferencias son importantes,
especialmente en fósforo y nitrógeno, se observan
algunas concentraciones altas. Los fosfatos presentan
en ambos muestreos concentraciones promedio más
altas en el Caribe que en la PCDO; en cambio, las
concentraciones de nitratos y de silicatos son
mayores en la PCDO. No sólo los fosfatos, factor
limitante principal del cual dependen las poblaciones
de los organismos acuáticos (Margalef 1974), presentan concentraciones mayores en el Caribe que las
encontradas en las aguas del Orinoco y la plataforma
continental que las recibe; la productividad primaria
es mayor en el sur del Caribe que en el Golfo de
Paria y la plataforma costera atlántica (Ballester y
Figura 6. Áreas con mediciones de biomasa por ecointregación y pescas exploratorias (Stromme y Sae-tersal
1989): A, Plataforma deltana; B, Zona común VenezuelaTrinidad; C, Costa oriental de Trinidad; D, Costa norte
de Trinidad; E, Norte de Paria. 1, Boca de Dragón; 2,
Boca de Serpiente.
163
MONENTE
Tabla 1. Concentraciones de nutrientes (* μg-at/l; ° μM) reportados en diferentes publicaciones
Nitratos
Fosfatos
Silicatos
Fuente
Lugar
0,02 - 11,6
0,0 - 2,7
0,5 - 94,0
Plataforma Deltana
Ballester (1965)*
0,0 - 0,5
0,6 - 1,2
3,8 - 4,1
Plataforma Deltana
Morris (1981)*
2,05 - 120
Plataforma Deltana
Bonilla et al. (1993)*
0,0 - 9,3
0,01 - 3,0
0,0 - 0,25
1,5 - 7,5
Fachada Atlántica
Rodríguez y Schneider (2005)°
0,0 - 35,0
0,2 - 4,0
0,0 - 30,0
Costas de Perú
Calienes et al. (1985)°
dos suspendidos (SS) con su carga de metales traza y
materia orgánica y su posterior sedimentación; el
fenómeno de desorción y enfrente que forman en la
propia Boca de Dragón las aguas que afloran en el
extremo oriental de la Península de Paria y que
regula parte de los movimientos de las masas de agua
en sus cercanías.
El afloramiento o surgencia, fenómeno oceánico
costero fuertemente asociado al viento, transporta
aguas profundas hasta la superficie. Característico de
la costa oriental de Venezuela y la costa norte de
Trinidad es claramente observable en las imágenes
de satélite. Estas aguas, saladas y frías (tonos morados y azules en la Figura 5 que son en general más
ricas en nutrientes, se mezclan con las que llegan del
sur más calientes y menos saladas (tonos verdes,
amarillos y marrones claros). Como está asociado al
viento es más fácil observarlo en los primeros meses
del año cuando éste tiene mayor intensidad. Sin
embargo, ocurre durante todo el año con variaciones
en su intensidad, el área que influencia y en alguna de
sus variables físicas, especialmente temperatura. Las
imágenes de satélite muestran que las temperaturas
de las aguas superficiales cercanas a la costa nororiental de Venezuela son siempre entre 1 y 3 °C
menores con relación a las registradas mar adentro.
Como el caudal del Orinoco tiene comportamiento
opuesto al del viento (Figura 3), la estacionalidad de
ambos fenómenos ha permitido atribuir a uno u otro
(surgencia - río Orinoco) la responsabilidad principal
en la fertilización del Caribe a lo largo del año
(Muller Karger et al. 1989-1990).
La corriente costera y la corriente de marea que
recorren el extremo oriental de la Península de Paria
(Pelegrí y Padrón 1986) transportan al este las aguas
afloradas en la zona costera. Allí forman el frente SN mencionado que obliga a las aguas procedentes
del Golfo de Paria a moverse hacia el norte;
igualmente, las aguas atlánticas contienen a las que
proceden del sur y circulan por el este de Trinidad y
crecimiento de las diatomeas. Monente (1992, 1997)
atribuye gran importancia, especialmente entre julio y
noviembre, a las mezclas observadas en el sureste del
Caribe entre las aguas procedentes del río Orinoco y
las que encuentran en el extremo oriental de la
Península de Paria y norte de Trinidad. Son numerosas las imágenes de satélite que muestran en esa
zona mezclas a partir de lo que parecieran ser pequeños giros ciclónicos y anticiclónicos, paralelos entre
sí (Figura 5).
El aumento en la concentración de nutrientes,
particularmente del fósforo en el Caribe sur oriental
con relación a la PCDO, pareciera indicar que
existen, junto al eficiente proceso de reciclaje, mezclas con aguas cuyas concentraciones de fósforo sean
superiores a las que proceden del río Orinoco. El
único fenómeno conocido en la zona que aporta
aguas diferentes a las de ese río es el afloramiento de
aguas profundas, importante en las costas de la
Península de Paria y norte de Trinidad (Figura 7).
Existen, además otros procesos físicos y químicos,
estrechamente relacionados con el río Orinoco que
mejoran la capacidad productora de las aguas
superficiales en el mar Caribe: el transporte de sóliTabla 2. Concentraciones superficiales promedio (μgat/l) de fosfatos, nitratos y silicatos. Fuente: EDIMAR.
Fundación La Salle. (Expediciones LS 1, marzo y LS 9,
julio)
Ambiente
Fosfatos
Nitratos
Silicatos
Marzo Julio Marzo Julio Marzo Julio
Plataforma
Deltana
0,34
0,29
5,5
3,50
8,01
7,34
Golfo
de Paria
0,3
0,52
2,53
2,87
9,8
9,93
Caribe sur
oriental
0,41
0,34
2,6
2,90
5,25
6,77
164
Capítulo 7: Pluma del Orinoco al mar Caribe
Tabla 3. Estimación de biomasa (Toneladas) en el extremo nororiental de América del Sur en agosto de 1988,
(Stromme y Saetersal, 1989). 1: Anchoas, sardinas, jureles, atunes, carites, etc. 2: Curvina, pargo, mero, roncador, etc.
Ambientes
Norte de
Paria
Norte de
Trinidad
Este de
Trinidad
Zona
común
Plataforma
deltana
Pelágicos 1
1240.000
18.000
30.000
84.000
70.000
47.000
4.700
Sin información
13.000
26.000
Demersales2
Tabla 4. Estimación de biomasa (Toneladas) en la plataforma al norte de la Península de Paria durante el año 1988,
según Stromme y Saetersal (1989). Pelágicos 1: Anchoas y sardinas. Pelágicos 2: Jureles, atunes, carites, etc.
Meses y periodos
Pelágicos 1
Pelágicos 2
Total
Febrero
1220.000
230000
1450.000
Mayo - junio
830.000
40.000
870.000
Agosto
1100.000
140.000
1240.000
Octubre - noviembre
840.000
20.000
860.000
las obligan a ingresar por el extremo sur oriental del
Caribe. Unidas a las que ingresaron por Boca de
Dragón se incorporan a la rama sur de la Corriente
del Caribe (Figura 5)
Los frentes oceánicos, aunque todavía no se han
estudiado lo suficiente, constituyen espacios de estudio de gran interés tanto en oceanografía física como
biológica. (Belkin et al. 2009): se encuentran en todos
los océanos; en América Latina sobresalen los de la
Patagonia, Golfo de México, California y la costa del
Pacífico entre Chile y Colombia, representan áreas
donde se interrelacionan aguas de distintos orígenes
y controladas por fenómenos físicos, oceánicos y
atmosféricos. La oscilación en las mareas favorece la
variación de rumbo en las corrientes costeras lo que
provoca la formación de un corredor generalmente
muy bien definido por el que se mueven las masas de
agua que transportan nutrientes y organismos. En
Boca de Dragón confluyen todos estos elementos y
se forma un frente que, a pesar de ser de magnitud
notoriamente menor a los mencionados, genera a
pequeña escala resultados parecidos a los observados
en ellos.
El río Orinoco transporta un importante volumen de sólidos en suspensión calculada entre 100 y
150 millones de toneladas al año (Meade et al. 1990,
Monente 1989-1990b). Parte de ellos llega al Caribe
aunque el mayor volumen se queda en su delta, la
plataforma continental y el Golfo de Paria. van
Andel (1967) estima que la mayoría de ellos iría a
parar tanto al Golfo de Paria como a la plataforma
continental en el Caribe suroriental. La formación
del Delta del Orinoco y el crecimiento que se observa todavía en varios sectores, especialmente en su
sector sur y su más inmediata plataforma parecen
sugerir que parte importante de los sólidos, aunque
no cuantificada, se sedimenta en el Delta, en la
Plataforma Deltana y en Golfo de Paria (Monente et
al. 2017). El aumento en la transparencia contribuye
a mejorar la actividad de los productores primarios al
permitir la penetración de la luz a mayor
profundidad ya que antes de ingresar al Caribe por
Boca de Dragón son atrapadas por la corriente
anticiclónica que prevalece en el centro del golfo de
modo que ocurre sedimentación al estar más tiempo
en él (Van Andel y Postma 1954).
Los sólidos suspendidos, especialmente los más
finos, actúan como transportadores de la mayor
parte de los metales pesados al medio marino. Tanto
los de origen natural como los derivados de las
actividades humanas tienen tendencia a formar
asociaciones con otras sustancias minerales como
carbonatos y, especialmente, con sustancias de
origen orgánico mediante intercambio iónico, adsorción, etc. Uno de los mecanismos que facilita su
liberación al entrar en contacto con el agua salada es
la desorción al cambiar las condiciones físicas y
químicas del medio acuoso, pues la asociación metalsedimentos finos es débil por provenir, generalmente, de aportes recientes y no formar parte de la
165
MONENTE
estructura cristalina del sedimento (Prado et al.
1986). Los metales traza, esenciales para el crecimiento del fitoplancton, son catalizadores de los
procesos fotosintéticos: el Mn y el Mo, y especialmente el Fe, tienen actividad esencial durante la
fotosíntesis; los complejos de Cu sirven como
cofactores en los ciclos de oxidación-reducción. Los
compuestos orgánicos, especialmente los ácidos
húmicos, tienen en el mar una acción quelante y por
ello juegan un papel muy importante al mantener los
metales traza en forma disponible para que el fitoplancton los aproveche.
La liberación de metales a bajas salinidades se
debe a la floculación (principalmente a la formación
de oxihidróxidos de Fe y Mn) y a la rápida precipitación como consecuencia de los cambios en el
pH, en la fuerza iónica y en la salinidad que ocurre al
mezclarse el agua dulce y la salada (Martínez y Senior
2001). Ello facilita la desorción y algunos metales se
liberan y quedan disponibles para que el fitoplancton
los aproveche mientras que otros se hunden y
sedimentan en el fondo (Prado et al. 1986). En las
aguas del río Orinoco, en particular, los metales
están asociados a los sólidos suspendidos en porcentajes que fluctúan entre el 77,8% y 98,6 (Zn y Cu)
mientras que el Fe, el Cr y el Ni superan el 90%,
(Sánchez 1990). Por ello, las concentraciones de
metales medidas en el río Orinoco son más bajas que
las encontradas en la planicie deltaica, la plataforma
o el talud (Yanes et al. 2005). Si bien no se han
realizado estudios sobre desorción en esta zona, los
realizados en otras áreas costeras de Venezuela
demuestran cómo se separan los metales de los
sólidos finos a los que viajan adheridos: Arrieche
(1981) y Prado et al. (1986) en el río Tuy, Martínez y
Senior (2001) en el río Manzanares. Estudios realizados muestran que tanto los sólidos suspendidos
como los sedimentos de la plataforma continental y
del Golfo de Paria tienen adheridos a ellos metales
trazas en concentraciones muy altas en especial Fe y
Al (Sánchez 1990, Torgeir 2004, Alfonso et al. 2005,
Yánez et al. 2005, Martín et al. 2007).
La materia orgánica disuelta, especialmente los
ácidos húmicos son, probablemente, los mejores
queladores (Margalef 1974). Por ello juega un papel
muy importante en el mar el mantener disponibles
los metales traza para que el fitoplancton los aproveche al facilitar la solubilización de ciertos elementos
(ej. Fe) como también al inmovilizar a otros que en
concentraciones altas pueden convertirse en tóxicos
(ej. Cu).
Las concentraciones de carbono orgánico disuelto no son excepcionalmente altas en las aguas del río
Orinoco aunque se encuentran dentro del rango
esperado en un río de características similares Lewis
y Saunders (1990); sin embargo, dado su gran caudal
su aporte al mar es importante. El volumen de
carbono orgánico total transportado por el río
Orinoco oscila entre 6,8 x 106 TM/año (Lewis y
Saunders 1990) y 7,1 x 1012 g C/año (López et al.
2012).
Las aguas del río Orinoco, antes de unirse con las
aguas profundas afloradas en el Caribe suroriental,
experimentan cambios importantes bajo la acción de
procesos físicos y químicos reforzados por otros de
origen oceánico y atmosférico. La unión de ambas
genera un florecimiento de fitoplancton cuya manifestación más notoria durante ciertos meses del año
es una pluma de clorofila observable en casi todo el
Caribe oriental. En los otros meses, la pluma si bien
no desaparece, ofrece formas diferentes: tiene menor
desarrollo y se mueve hacia el oeste donde sostiene
la producción secundaria en forma de recurso
pesquero tanto pelágico como demersal (Tabla 4). La
Figura 6 muestra las cinco zonas a que hacen
referencia las tablas 3 y 4 que se diferencian tanto
por el volumen de agua que reciben del Orinoco
como por la distancia recorrida por éstas antes de
alcanzarlas. Las concentraciones de biomasa son
bajas en la plataforma deltana y la zona común entre
Trinidad y Venezuela (A y B respectivamente en la
Figura 6), a pesar de recibir la totalidad de los
aportes del Orinoco; lo encontrado en la zona
común es ligeramente superior debido, probablemente a que ya han ocurrido los primeros procesos
físicos y biogeoquímicos (desorción y sedimentación)
y se ha formado el primer frente (claramente identificable al navegar por la zona) entre las aguas
oceánicas y las del Orinoco. Por otro lado, las zonas
costeras de Trinidad (C y D en la Figura 6) reciben
muy poca agua del Orinoco a pesar de que en aguas
altas parte importante de su caudal circula al este de
Trinidad e ingresa al Caribe por el norte de esa isla;
las aguas de afloramiento presentes en ellas impiden
que se acerquen a la costa (Stromme y Saetersal
1989). Como consecuencia los volúmenes de biomasa encontrados son mínimos. La plataforma
continental al norte de la Península de Paria y hasta
la isla de Margarita presenta volúmenes de biomasa
muy altos tanto en forma de organismos pelágicos
como demersales. Estos volúmenes que varían a lo
largo del año (Tabla 4) de acuerdo al comportamiento del río o el viento (Figura 3) no presentan
diferencias entre aguas altas y bajas o vientos de alta
o baja intensidad. En cambio, la diferencia es notoria
con respecto a los periodos calificados como de
transición. Esto pareciera indicar que las aguas del
Orinoco y las que afloran se complementan durante
166
Capítulo 7: Pluma del Orinoco al mar Caribe
la plataforma continental, probablemente originada
de un giro ciclónico en las corrientes de la zona
provocado por la cordillera submarina de Aves y su
prolongación hasta la isla Margarita (Pelegrí y Padrón
1986) pareciera tener mayor intensidad y ser la responsable de la barrera que limita el acercamiento de
la pluma del Orinoco y los diferentes compuestos
que transporta a las zonas de afloramiento, lugares
donde antes se concentraba la sardina; además, las
temperaturas más altas explicaría su ausencia.
Las capturas reportadas en estos dos últimos años
muestran mejores resultados, aunque se han observado cambios en los lugares de captura (50.000
toneladas: J. J. Cárdenas comunicación personal). La
noticia es buena aunque todavía no se ha evaluado
técnicamente si este aumento se relaciona con una
pequeña recuperación de los stocks o a causas
circunstanciales, situación que es muy importante
investigar, pues el equilibrio entre los aportes del río
Orinoco y la llegada de aguas profundas, frías y ricas
en nutrientes que favoreció el florecimiento de
fitoplancton y la abundancia de organismos pelágicos
y demersales se ha roto con las consecuencias
señaladas.
Figura 7. Temperatura superficial (3-01-1998; imagen
‘AVHRR Oceans Pathfinder SST data’).
todo el año de forma tal que la combinación de
ambas genera inicialmente florecimiento de biomasa
(producción primaria) que luego se convierte en
recurso pesquero (producción secundaria).
Mientras que en la segunda parte del año la pluma
del Orinoco ocupa gran parte del Caribe oriental, en
la primera se dirige hacia el este donde el afloramiento se encuentra en su momento de mayor
desarrollo generando condiciones favorables para el
florecimiento masivo del plancton. Además, la
presencia de aguas frías constituye la situación ideal
para que los productores secundarios, especialmente
la sardina, encuentren las condiciones óptimas en las
costas de Araya, Coche y Margarita. Allí se reunían
grandes cardúmenes de sardina de forma tal que, en
el pasado esta pesquería representaba el mayor
volumen de capturas para Venezuela. Esta situación
cambió radicalmente a partir del año 2005. Hasta el
año 2004 las capturas fluctuaban entre 150.000 y
200.000 Tm. A partir de ese año comenzó un rápido
descenso que para el año 2012 se había reducido a
35.000 Tm (Gómez et al. 2014).
Varias son las causas a las que se ha atribuido la
responsabilidad del cambio. Se ha comprobado la
disminución en la intensidad del viento y como
consecuencia afloramiento más débil y temperaturas
más altas lo que ha significado la disminución significativa en la biomasa fitoplanctónica (Gómez et al.
2014) afectando a toda la cadena trófica especialmente al volumen de sardina capturada. Un elemento
clave adicional fue la sobrepesca realizada en los
años 2003 y 2004 (Cárdenas 2013).
Las imágenes de satélite recientes muestran varias
situaciones reveladoras: todavía en Boca de Dragón
se sigue generándose la pluma de clorofila durante
los primeros meses del año y que se dirige hacia el
oeste pero no alcanza las zonas tradicionales de
congregación de la sardina; muestran también las
altas temperaturas de las aguas superficiales alrededor de ellas. La contracorriente litoral que recorre
5. CONCLUSIÓN
La presencia de la importante pluma de clorofila que
recorre el Caribe sur oriental en ciertos meses del
año tiene su origen en los aportes del río Orinoco al
océano aunque sus aguas son deficientes en algunos
nutrientes, especialmente fósforo. Ello significa que,
además del eficiente proceso de reciclaje biogeoquímico y las mezclas durante su recorrido, parecieran existir otros mecanismos que mejoran la
productividad de las aguas procedentes del sur. Éstos
serían de carácter físico como el aumento en la
transparencia por sedimentación de los sólidos
suspendidos y la llegada a la superficie de aguas
profundas ricas en nutrientes como consecuencia del
afloramiento, la presencia del frente formado en el
extremo oriental de la Península de Paria y las
mezclas entre los diferentes tipos de agua. También
procesos geoquímicos como la liberación de metales
traza, esenciales durante la fotosíntesis, por desorción y la presencia de compuestos orgánicos, ácidos
húmicos, que ejercen el papel de agentes quelantes.
Al llegar al Caribe promueven el florecimiento del
fitoplancton cuyo resultado es origen de la pluma de
clorofila que lo recorre durante ciertos meses del año
y el aumento en la productividad secundaria en otros
La unión del agua del río Orinoco con todos
estos factores adicionales proporciona al Caribe
suroriental no sólo una diversidad biológica extraordinaria, también una abundancia en el recurso
167
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Lamentablemente, tecnologías pesqueras perversas
unidas a la sobreexplotación de las poblaciones y a
cambios ambientales relacionados con el cambio
climático han limitado, y a veces arruinado, lo que
debiera ser la relación perfecta entre los espacios
continentales y los acuáticos como lo es la que se
establece entre el río Orinoco y el Caribe.
Los aportes del Orinoco son fundamentales pero
no son los únicos, existen otros factores que participan en todo el proceso y solamente se convierten
en agentes de cambio después de la participación
conjunta de todos ellos y experimentar una serie de
transformaciones promovidas por los fenómenos
físicos y químicos que interactúan en la zona. En
consecuencia, alteraciones en cualquiera de ellos
generan cambios muy importantes en la evolución
general de todo el sistema. Un claro ejemplo de ello
es lo observado en estos últimos años con la disminución de las poblaciones de sardinas. El cambio en
la intensidad del viento y el aumento de la temperatura de las aguas superficiales se está manifestando
en la disminución de fitoplancton con consecuencias
negativas para el resto de la cadena trófica. Así
mismo, no estamos en capacidad de evaluar, por
carecer de los estudios correspondientes, como está
impactando a la diversidad biológica de su cuenca, su
delta y su zona de influencia la degradación observada en el Orinoco en años recientes. En resumen, el
aumento en la productividad que se observa en el
Caribe oriental con manifestaciones diferentes a lo
largo del año: pluma de clorofila y producción
pelágica, proviene de los aportes del río Orinoco
reforzados por la presencia de aguas de afloramiento
facilitados por procesos físicos y químicos.
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Capítulo 9
Influencia de las sequías sobre el
régimen hídrico de los ríos en Venezuela
Franklin PAREDES-TREJO1, Humberto BARBOSA-ALVES2,
María Alejandra MORENO-PIZANI3 y Asdrúbal FARÍAS-RAMÍREZ3
1. Grupo para Investigación sobre Cuencas Hidrográficas y Recursos Hidráulicos. Departamento de
Ingeniería Civil. Universidad Nacional de Los Llanos Occidentales ‘Ezequiel Zamora’. San Carlos,
Cojedes, Venezuela. franklinparedes75@gmail.com
2. Laboratório de Análise e Processamento de Imagens de Satélites. Instituto de Ciências Atmosféricas.
Universidade Federal de Alagoas. Maceió, Alagoas, Brasil. barbosa33@gmail.com
3. Departamento de Ingeniería Agrícola, Facultad de Agronomía. Universidad Central de Venezuela.
Maracay, Aragua, Venezuela. morenom76@gmail.com; ajfara@gmail.com
La sequía es un fenómeno climático que ha tomado gran importancia mediática en Venezuela
debido a los complejos impactos socioeconómicos que causó el evento seco del año 2015-2016
sobre el régimen hídrico de los ríos más importantes del país. Para contribuir a mejorar la
compresión del efecto de las sequías sobre las grandes cuencas hidrográficas de Venezuela, en este
capítulo se discuten los resultados más relevantes del análisis espacial y temporal de las sequías,
basado en la información capturada por sensores remotos durante el periodo 1981-2017. El Índice
de Precipitación Estandarizado (SPI) y el Índice de Salud de la Vegetación (VHI) fueron empleados
como índices climático y biofísico, respectivamente. Los resultados sugieren que las cuencas
venezolanas con mayor resiliencia ante las sequías hidrológicas son aquellas que presentan una
amplia área drenada; una vegetación en que dominan las especies vegetales con abundante dosel y
espacialmente densas, un régimen climático húmedo y una baja exposición a sequías meteorológicas. Por otro lado, se notó que las cuencas localizadas en la vertiente al Mar Caribe presentan
una menor resiliencia a las sequías que aquellas situadas en otras vertientes del país.
Palabras Clave: sequía hidrológica, Índice de Precipitación Estandarizado, estrés hídrico,
recursos hidrobiológicos
© D. Rodríguez-Olarte (ed.), Ríos en Riesgo de Venezuela. Volumen II, 2018
Colección Recursos Hidrobiológicos de Venezuela
ISBN Obra completa: 978-980-12-9274-6
PAREDES-TREJO, BARBOSA-ALVES, MORENO-PIZANI y FARIAS-RAMIREZ
1. INTRODUCCIÓN
La sequía es un fenómeno natural caracterizado por
una deficiencia prolongada de lluvias sobre una región
geográfica determinada (Fuchs et al. 2014). A diferencia de otros riesgos naturales, las sequías evolucionan
muy lentamente y suelen desencadenar complejos
impactos medioambientales y socioeconómicos, los
cuales siguen manifestándose más allá de su finalización (IPCC 2014, Wilhite et al. 2014). Los eventos
más recientes y devastadores afectaron extensas
regiones en Somalia (años 2015-17), Kenia (años
2014-15), Etiopía (años 2015-17) y Malawi (años
2015-16), causando hambrunas sin precedentes y
migraciones humanas masivas hacia los países vecinos
(Liebmann et al. 2014, Nicholson 2014). Algunos
estudios han señalado que la sequía fue el detonante
del conflicto bélico en Siria (De Châtel 2014, Gleick
2014). En Sudamérica, uno de los episodios seco más
notable de la presente década, ocurrió en el nordeste
de Brasil entre los años 2012 y 2015, ocasionando
cuantiosas pérdidas agrícolas (Gutiérrez et al. 2014,
Campos 2015, Marengo et al. 2016). En el caso de
particular de Venezuela, la sequía del año hidrológico
2015/16 marcó un hito histórico, pues casi colapsa el
sistema hidroeléctrico nacional (Reyer et al. 2015,
Paredes et al. 2016a).
La sequía puede ser vista como una señal que
refleja la variabilidad natural del clima (Thornton et al.
2014); sin embargo, hay una creciente preocupación
internacional debido el incremento de su recurrencia
en diferentes regiones climáticas del orbe (Dai 2012,
Feng y Fu 2013, Cook et al. 2014, McCabe et al. 2015).
En algunos trabajos científicos, relativamente reciéntes, se ha sugerido que esta singularidad en el clima
podría estar siendo impulsada por el calentamiento
global (Trenberth et al. 2013, Damberg y AghaKouchak 2014, Funk et al. 2014, Kelley et al. 2015).
Así pues, la evidencia observacional muestra que la
sequía es una amenaza climática capaz de modificar
temporalmente las pautas consideradas normales del
ciclo hidrológico en cualquier cuenca hidrográfica de
la zona intertropical, afectando severamente los
asentamientos humanos (Chambers y Roberts 2014,
Valverde y Marengo 2014, Lopes et al. 2016).
Desde el punto de vista operacional, las sequías se
categorizan en tres grandes tipos: meteorológicas,
agrícolas e hidrológicas (Wilhite 2000, Paredes et al.
2015). De forma muy simplificada, se puede decir que
una deficiencia prolongada en la precipitación causa
una sequía meteorológica; su persistencia en el tiempo
reduce el contenido de humedad superficial del suelo
y seguidamente en la zona radicular, dando origen a
una sequía agrícola; la extensión temporal de tales
condiciones conduce a una sequía hidrológica,
caracterizada por una recarga deficiente de los
acuíferos, la merma del caudal en los ríos y un
descenso sostenido del nivel en los lagos y embalses
(Zargar et al. 2011, Mehran et al. 2015, Hao y Singh
2015).
Como se mencionó, la sequía meteorológica es una
consecuencia de la variabilidad natural climática, pero
la velocidad con la cual se agota la humedad en el
suelo depende de la humedad antecedente, evaporación desde el suelo desnudo, evapotranspiración,
infiltración-percolación y escorrentía. En algunos
casos, la evapotranspiración potencial puede aumentar por el incremento de la radiación, viento o déficit
de presión de vapor en la atmósfera, resultando una
pérdida extra de humedad; no obstante, las plantas
pueden ralentizar su evapotranspiración al encontrarse bajo estrés hídrico y por tanto, controlar la
retroalimentación atmósfera-suelo-atmósfera (Van
Loon 2015). El agotamiento de la humedad en el suelo
también disminuye la recarga de los acuíferos y el flujo
volumétrico de escorrentía superficial y subsuperficial
a los ríos. De nuevo, la velocidad a la cual decrece el
caudal de los ríos, el nivel freático, así como el nivel
de los lagos y embalses dependerá en gran medida de
las características hidrogeológicas del acuífero que los
alimenta (Vrochidou et al. 2013, Wang et al. 2016).
Esta cadena de procesos físicos, temporalmente
desfasados entre sí, se denomina propagación de la
sequía; el cual es un término usado para referirse a los
cambios que sufre el pulso seco (i.e., sequía meteorológica) a través del componente terrestre del ciclo
hidrológico (Van Loon 2015, Van Loon y Laaha 2015,
Huang 2017).
Una sequía se caracteriza por su duración (i.e.,
intervalo de tiempo entre su inicio y finalización),
magnitud (i.e., déficit acumulado respecto a un
umbral), intensidad (i.e., relación entre magnitud e
intensidad; en algunos casos se denomina, severidad),
extensión geográfica (i.e., área afectada por la sequía)
y tiempo de recurrencia (i.e., intervalo de tiempo entre
dos eventos de igual severidad) (Salas 1993, Vano et
al. 2014). Para cuantificar estos parámetros, se han
formulado una amplia variedad de índices numéricos
basados en los registros de la precipitación, el
contenido de humedad en el suelo, el caudal/nivel de
un cuerpo de agua, entre otras variables hidroclimáticas que son afectadas directamente por las rachas
secas (Zargar et al. 2011, Hao y Singh 2015).
En casi todo los países en vías de desarrollo los
registros hidroclimáticos son escasos, presentan un
alto porcentaje de datos faltantes, una corta amplitud
temporal y las estaciones de donde estos provienen
están geográficamente dispersas, imposibilitando la
caracterización precisa de las sequías (Paredes et al.
172
Capítulo 8: Sequías y ríos en Venezuela
2014, 2015, Olivares et al. 2016a, 2016b). Esta limitación se ha venido superando con el uso de
estimaciones para algunas variables hidroclimáticas
(por ejemplo, precipitación), derivada de la información captada desde el espacio por sensores abordo
de algunos satélites (Salio et al. 2015, Paredes et al.
2016b, Paredes et al. 2017, Zambrano et al. 2017).
A pesar de que las sequías en Venezuela han
ocurrido con diferentes grados de intensidad y extensión espacial a lo largo de su historia (Padilla 2014,
Foghin-Pillin 2015), la mayoría de los trabajos publicados que han tratado esta amenaza climática,
focalizan su atención en las sequías meteorológicas,
pues la precipitación es la variable hidroclimática con
mayor abundancia de registros en el país (Mendoza y
Puche 2014, Paredes et al. 2014, Olivares et al. 2016a;
Trejo et al. 2016, Quiroz et al. 2016). En contraste, la
valoración de la sequía hidrológica es un tópico poco
investigado (Paredes et al. 2006, Paredes et al. 2016c),
principalmente por la escasez de series temporales de
flujo/limnimetría en los ríos perennes (Guevara
2007). En este punto, debe advertirse que los resultados provenientes de un análisis de sequía hidrológica
con base solamente en mediciones de flujo/elevación
en uno o varios puntos de un río, no son confiables si
dicho río se encuentra dentro de una cuenca regulada,
pues las anomalías que se detecten podrían deberse al
manejo de la estructura de regulación (por ejemplo,
embalse, bocatoma, derivación) y no a una sequía
(Lorenzo-LaCruz et al. 2013, Zhang et al. 2014).
Si se toma en cuenta el concepto de propagación
de la sequía en las cuencas hidrográficas, es posible
tener una primera aproximación del efecto que causan
las sequías sobre el régimen hídrico de los ríos a partir
de la evolución espacio-temporal de las sequías
meteorológicas y agrícolas, pues como se comentó,
ambas preceden la ocurrencia de una sequía hidrológica (Van Loon 2015). En efecto, ciertos estudios
han demostrado que algunos índices formulados para
sequías meteorológicas, tales como el Índice de
Precipitación Estandarizado (SPI; por sus siglas en
inglés), capturan bastante bien la dinámica de las
sequías hidrológicas en las cuencas hidrográficas
(Zhai et al. 2010, Adeogun et al. 2014).
En cuanto al efecto de la temperatura y el déficit
de precipitaciones sobre la humedad del suelo, el
Índice de Salud de la Vegetación (VHI, por sus siglas
en inglés) ha sobresalido por integrar información
sobre la temperatura del suelo y el verdor de la
vegetación; ambos estrechamente relacionados con el
estrés hídrico vegetal (Kundu et al. 2016, Marufah et
al. 2017). Tanto el SPI como el VHI se derivan de
sensores remotos, en consecuencia, su uso conjunto
permite inferir el estado de los principales indicadores
climáticos (por ejemplo, precipitación) y biofísicos
(por ejemplo, estrés hídrico en la vegetación) precursores de las sequías hidrológicas en grandes cuencas
hidrográficas. Para contribuir a mejorar la compresión
del efecto de las sequías sobre las grandes cuencas
hidrográficas de Venezuela, en este capítulo se discuten los resultados más relevantes del análisis espacial
y temporal del SPI y VHI sobre todo el territorio
venezolano.
2. ÁREA DE ESTUDIO
Para mantener la racionalidad en el análisis de los
resultados, el territorio venezolano continental se
dividió en siete grandes regiones geográficas que
ocupan una superficie conjunta de 1.064.690 km2,
correspondientes a las cuencas drenadas por los ríos
Orinoco (60,48%), Esequibo (17,48%), CasiquiareRío Negro (4,87%) y aquellas que tributan hacia el
Mar Caribe (8,84%), Lago de Maracaibo (5,81%),
Golfo de Paria (2.24%) y Lago de Valencia (0,29%).
Como se nota en la Figura 1, esta configuración la
determina el relieve. La cuenca del río Orinoco es la
más extensa (643.875 km2) y separa físicamente las
vertientes que tributan al Mar Caribe, Lago de
Maracaibo y Golfo de Paria de las cuencas de los ríos
Esequibo y Casiquiare-Río Negro. Su divisoria oeste,
noroeste y central la conforman los puntos más
elevados de la Cordillera de Los Andes (allí nacen,
entre otros, los ríos Uribante, Caparo y Portuguesa) y
la Cordillera de la Costa (de la cual surgen los ríos
Guárico y Tiznados), mientras que en el extremo sur
y sureste, la Serranía de Pacaraima (aquí nacen los ríos
Caroní y Caura) y la Serranía de Parima cumplen la
función de parte-aguas.
El clima predominante, basado en la clasificación
de Köppen, es del tipo Aw y Aw’ (lluvioso y cálido,
con un máximo pluviométrico anual), claramente
definidos en los llanos occidentales, centrales y
orientales (Silva-León 2010), donde las sabanas sobre
mesas, planicies aluviales de desborde altas, sabanas
inundables y llanuras eólicas dominan el paisaje
(Chacón-Moreno et al. 2013). Al extremo sureste del
río Orinoco, el tipo de clima Afi (selvático con un
promedio mensual de precipitación > 60 mm),
prevalece sobre la cuenca alta y media de los ríos
Caroní y Caura. El tipo BSh (semiárido) se presenta
en la vertiente Mar Caribe, específicamente en las
cuencas de los ríos Neverí, Aragua y Manzanares al
noreste de Anzoátegui; en la parte alta de la cuenca del
río Tocuyo, y en las cuencas del litoral noroccidental
(por ejemplo, río Hueque). Según la clasificación de
Huber, el piso térmico megatérmico, caracterizado
por una temperatura media anual mayor a 24 °C y una
elevación media menor a 500 msnm, es dominante en
173
PAREDES-TREJO, BARBOSA-ALVES, MORENO-PIZANI y FARIAS-RAMIREZ
Figura 1. Ubicación e hipsometría de las unidades geográficas dentro del área de estudio. Modelo digital de elevación
a 250 m derivado de proyecto USGS/NASA SRTM y rellenado por Jarvis et al. (2008)
casi toda el área ocupada por la cuenca del río Orinoco
(León 2002). La precipitación media anual (PMA)
presenta una alta variabilidad espacial y temporal, pero
a gran escala muestra un gradiente decreciente en
sentido sur-norte (Guenni et al. 2008). Al sur, la PMA
supera los 3300 mm (clima muy cálido y pluvial, según
Silva-León 2010), pero en la franja costera puede ser
menor a 300 mm (clima muy cálido y seco, según
Silva-León 2010).
La estacionalidad de la precipitación es controlada
por la Zona de Convergencia Intertropical, la cual
favorece la ocurrencia de lluvias entre abril y marzo
sobre gran parte del país. Otras situaciones sinópticas,
tales como las ondas del este, depresiones y tormentas
tropicales, huracanes y restos de frentes fríos, también
causan lluvias abundantes en cualquier momento del
año. En contraste, la alta presión del Atlántico Norte
inhibe temporalmente la formación de lluvia entre
octubre y marzo, dando origen a una temporada seca
espacialmente generalizada (Martelo 2003). Cabe
destacar que el fenómeno El Niño-Oscilación del Sur
(ENSO) puede modificar el inicio y término del periodo de lluvia; como regla general, su fase cálida induce
sequías, pero su contraparte fría se asocia con lluvias
excedentarias (Pierre y Tirado 2007, Trejo et al. 2016).
Similarmente, el contenido térmico del Atlántico
Norte puede intensificar o debilitar la influencia del
ENSO según el tipo de acoplamiento que se dé entre
ambos (Rojas y Alfaro 2000), mientras que la Oscila-
ción Madden-Julian, que es un modo de variabilidad
intraestacional, influye la actividad convectiva durante el periodo de lluvias (Tomaziello et al. 2016, De
Oliveira et al. 2017).
En cuanto al escurrimiento superficial, en promedio, la cuenca del río Orinoco aporta, 37.384 m3/s; la
del Lago de Maracaibo, 1.424 m3/s; la vertiente Mar
Caribe, 263 m3/s; la del río Cuyuní, 483 m3/s; finalmente, la del lago de Valencia, 12 m3/s (RodríguezBetancourt y González-Aguirre 2000). A pesar del
bajo rendimiento hídrico de la vertiente Mar Caribe,
es allí donde se encuentran las cuencas hidrográficas
más densamente pobladas; como por ejemplo, la de
los ríos Tuy, Capaya y Guapo en el litoral central
(Ovalles et al. 2012).
3. MATERIALES Y MÉTODOS
a. Datos derivados de sensores remotos: debido a
la escasez de registros pluviométricos de larga
duración proveniente de una red de estaciones
espacialmente bien distribuidas sobre el área de
estudio, se emplearon las estimaciones de precipitación mensual del producto operacional denominado,
Climate Hazards Group InfraRed Precipitation with
Station data (CHIRPS). CHIRPS fue desarrollado por
el Servicio Geológico de los EEUU y el Grupo para
Riesgos Climáticos de la Universidad de California,
EEUU. Este producto combina la precipitación
climatológica pentadal (i.e., 5 días); las observaciones
174
Capítulo 8: Sequías y ríos en Venezuela
de satélites basadas en infrarrojo térmico del Centro
para la Predicción del Clima de la NOAA (NOAA’s
Climate Prediction Center, CPC) y el Centro Nacional
de Datos Climáticos (National Climatic Data Center,
NDCC); los campos numéricos de lluvia modelados
por el Sistema para el Pronóstico del Clima de la
NOAA (NOAA Climate Forecast System, CFS); y
una extensa cantidad de registros de precipitación in
situ (Funk et al. 2015). CHIRPS es un producto
reticulado con cobertura casi global (i.e., 50° S a 50°
N, para todas las longitudes), resolución espacial de
0,05° (unos 5,3 km), y distribuido a intervalos diario,
pentadal, decenal (i.e., 10 días) y mensual desde 1981
hasta cerca del mes presente. Para este estudio se
escogió la versión 2 (CHIRPS v2), por ser la más
reciente, estar disponible en http://chg.ucsb.edu/ y
haber sido validada con resultados satisfactorios en
contra de los registros del Instituto Nacional de
Meteorología e Hidrología (Paredes et al. 2016b).
El VHI (Vegetation Health Index) se usó en este
estudio. Este índice fue sugerido por Kogan (1995),
pero se presentó formalmente en Kogan (2001). El
VHI se deriva de la radiancia espectral diaria capturada por el sensor AVHRR (Advanced Very High
Resolution Radiometer) a bordo de los satélites
meteorológicos de órbita polar de la NOAA (National
Oceanic and Atmospheric Administration); aunque
desde 2011 se emplea el sensor Visible Infrared
Imaging Radiometer Suite (VIIRS) transportado por
el satélite Suomi-NPP (Suomi National Polar-orbiting
Partnership) (Cao et al. 2013). En principio, los
valores de radiancia en las bandas visible (VIS: 0,580,68 μm), infrarrojo cercano (NIR: 0,72-1,1 μm) e
infrarrojo térmico (IR: 10.3-11.3 μm y 11.5-12.5 μm),
son remuestreados a 4 km. Para minimizar el efecto
de las nubes, se prepara un compuesto de 7 días y
selecciona a nivel de pixel, la radiancia de cada banda
cuando la diferencia NIR-VIR es máxima. Para
remover el ruido interanual y estacional en la radiancia
se aplican varios filtros. Seguido se calcula el NDVI
(Normalized Difference Vegetation Index); es decir,
NDVI = (NIR − VIS)/(NIR + VIS); y estima el brillo
térmico (BT, Brightness Temperature) usando la
radiancia medida por el canal 4 del sensor AVHRR
como se explica en Karnieli et al. (2010). Hecho esto,
se computa el Índice de Condición de la Vegetación
(VCI, Vegetation Condition Index) y el Índice de
Condición de Temperatura (TCI, Temperature Condition Index) siguiendo el método descrito en Kogan
(2001). Finalmente, VHI = αVCI + (1-α) TCI; donde
α y (1-α) definen la contribución de cada índice; por
lo general, α = 0,5 (Karnieli et al. 2010). El VHI varia
de 0 a 100; cuando VHI < 50 el estrés hídrico sobre
las plantas comienza a reflejarse, pero si VHI < 30 es
evidente un estrés hídrico (Kogan et al. 2004). Para
este estudio, el VHI se seleccionó como índice de
sequía agrícola por integrar el estado de la vegetación
(i.e., VCI) y la condición térmica prevaleciente en la
dupla suelo-vegetación (i.e., TCI). El VHI semanal
con una resolución espacial de 4 km, fue tomado del
Centro para Investigación y Aplicaciones de Satélites
adscrito al Servicio de Información y Satélites de la
NOAA (STAR-NESDIS, por sus siglas en inglés), vía
ftp://ftp.star.nesdis.noaa.gov/, desde la semana 37
del año 1981 hasta la semana 12 del año 2017.
b. El Índice de Precipitación Estandarizado
derivado de CHIRPS v2: para el periodo 1981-2017,
las series mensuales de precipitación derivada del
producto CHIRPS v2 sobre el área de estudio y a nivel
de píxel se transformaron en el SPI (Standardized
Precipitation Index). Este índice se escogió por
haberse usado en diferentes estudios realizados en el
territorio venezolano a nivel local (Olivares et al.
2016a), regional (Paredes et al. 2008) y nacional (Mendoza y Puche 2014). El SPI fue desarrollado por
McKee et al. (1993) y se diferencia de otros índices,
por permitir cuantificar el déficit de precipitación para
diferentes escalas temporales. Por ejemplo, el SPI con
una escala mensual es adecuado para valorar sequías
meteorológicas; una escala trimestral funciona bien en
el monitoreo de sequías agrícolas; la escala semestral
u otra superior, captura adecuadamente la dinámica de
las sequías hidrológicas (Keyantash y Dracup, 2002;
Hayes et al. 2011, Van Loon 2015). Por lo anterior, se
empleó una escala temporal de seis meses en el cálculo
del SPI (en lo sucesivo, SPI6). Para trasformar la serie
mensual de precipitación a SPI6 en un pixel, se aplicó
la siguiente secuencia: i) agrupación semestral móvil;
ii) ajuste mensual de cada subserie mensual a una
función gamma de dos parámetros (estimados por
máxima verosimilitud); iii) cálculo de la probabilidad
acumulada de cada elemento, empleando una función
gamma incompleta; iv) conversión de cada elemento
a un valor normalizado usando una distribución
normal inversa. Este último es el SPI6 (Paredes et al.
2015). La formulación matemática del SPI es descrita
por Mendoza y Puche (2014).
La condición ambiental prevaleciente sobre la
zona cubierta por un pixel y en un mes cualesquiera
puede ser inferida según el valor del SPI6: no seca
(SPI ≥ 1,00), cerca de lo normal (0,99 ≥ SPI > -1,00),
moderadamente seca (-1,00 ≥ SPI > -1,50), severamente seca (-1,50 ≥ SPI > -2,00) o extremadamente
seca (SPI ≤ -2,00) (Mckee et al. 1993). Para este
estudio, se consideró que dentro de un pixel, un episodio seco severo inicia cuando el SPI6 ≤ -1,50 y
termina cuando, de nuevo, SPI6 > -1,5. Asimismo, el
175
PAREDES-TREJO, BARBOSA-ALVES, MORENO-PIZANI y FARIAS-RAMIREZ
30 por el número total de pixeles contenidos en el área
de estudio; luego, la serie resultante se transformó en
anomalías semanales. Es decir, cada valor porcentual
semanal se restó a la media semanal. Así pues, una
anomalía semanal igual a 10 (-10), significa que en esa
semana el área ocupada por las zonas donde VHI ≤
30, es 10% mayor (menor) a la media para la semana
en cuestión. Finalmente, se asumió que una racha seca
tiene potencial para desencadenar una sequía hidrológica si la anomalía semanal porcentual es igual o
mayor a 20% y se mantiene así por cuatro o más
semanas sucesivas.
porcentaje mensual de superficie afectada por una
condición ambiental severamente seca se estimó
dividiendo el número de pixeles donde SPI6 ≤ -1,50
por el número total de pixeles contenidos en el área
de estudio (Paredes et al. 2015). Por otro lado, con
base en el enfoque de la propagación de la sequía (Van
Loon 2015), se asumió que los eventos secos severos
con una extensión espacial ≥ 30% del área total de la
unidad de estudio, y que persisten durante al menos
cuatro meses consecutivos desencadenan sequías
hidrológicas.
c. El VHI como indicador de sequía: el VCI y la
precipitación están estrechamente relacionados entre
sí; por lo tanto, los cambios en la precipitación afectan
el VCI y con ello, al VHI (Singh et al. 2003). Cuando
VHI ≤ 40, la vegetación comienza a mostrar signos
de estrés causados por déficit de humedad severo en
suelo y las altas temperaturas (Kogan et al. 2001). Para
este estudio, se consideró que dentro de un pixel, un
estrés hídrico severo inicia cuando el VHI ≤ 30 y
finaliza cuando VHI > 30 nuevamente. Similar al
enfoque empleado para el SPI6, el porcentaje semanal
de superficie afectada por estrés hídrico severo se
estimó dividiendo el número de pixeles donde VHI ≤
4. RESULTADOS Y DISCUSIÓN
4.1. Las sequías según el SPI6
La Figura 2 muestra el área porcentual afectada por
sequías severas (i.e., -2,00 < SPI6 ≤ -1,50) o sequías
extremas (i.e., SPI6 ≤ -2,00) en el área de estudio entre
junio de 1981 y febrero de 2017. En principio, se
observa que las sequías de gran cobertura espacial (i.e.,
≥ 30%), han sido bastante frecuentes. Sin embargo,
cuando se hace una exploración más exhaustiva de la
Figura 2, se advierte que las cuencas del Lago de
Valencia y el Lago de Maracaibo fueron afectadas por
Figura 2. Superficie mensual donde el SPI6 es menor o igual a -1,50 entre el 06/1981 y 02/ 2017 expresada en
porcentaje para la: (a) cuenca del río Orinoco; (b) vertiente Mar Caribe; (c) cuenca del río Esequibo; (d) vertiente del
Golfo de Paria; (e) cuenca del Lago de Valencia; (f) cuenca del Casiquiare-Río Negro; (g) cuenca del Lago de Maracaibo.
La línea segmentada de color rojo corresponde a un porcentaje de 30%, que es el umbral para identificar eventos
extensos.
176
Capítulo 8: Sequías y ríos en Venezuela
Figura 3. Distribución espacial mensual del SPI6 durante el año 2015. Las unidades geográficas son las mismas de la
Figura 1. M01 representa enero, M12 representa diciembre, el resto de los paneles corresponden a los meses
intermedios.
trada sobre la parte alta de la cuenca del río Uribante
(estado Táchira) se observó en enero del 2015 (ver
panel M01.2015 en la Figura 3). Este núcleo seco se
debilitó progresivamente; pero desde abril en adelante, donde habitualmente inician las lluvias, se
manifestaron condiciones ambientales extremadamente secas (i.e., SPI ≤ -2), que se propagaron rápidamente sobre la vertiente oriental de la Cordillera de
Los Andes, el norte y centro de Guárico, la cuenca del
Lago de Valencia, hasta llegar a cubrir casi la totalidad
de las vertientes Mar Caribe y Lago de Maracaibo.
Entre agosto y diciembre, más del 50% de la cuenca
del río Orinoco estuvo expuesta a condiciones
extremadamente secas.
sequías muy persistentes; en particular, entre 06/2009
y 02/2010 (9 meses), y desde 04/2015 al 01/2016 (10
meses) para el caso del Lago de Valencia (Figura 2e),
mientras que en el Lago de Maracaibo (Figura 2g)
sobresalen las observadas entre 12/1983 y 08/1984 (9
meses) y desde 06/2015 al 03/2016 (10 meses). Esta
característica también se aprecia en las vertientes Mar
Caribe (Figura 2b) y Golfo de Paria (Figura 2d), pero
en estas regiones suelen ser más extensivas que
persistentes. En contraste, en la cuenca del Casiquiare-Río Negro, las sequías tendieron a ser menos
frecuentes y persistentes a partir del año 1998 (Figura
2f).
A juzgar por el contenido de la Figura 2, la sequía
del año 2015 fue un evento notable. Esto se ve
reflejado por una secuencia de picos en la cobertura
espacial. Para analizar con mayor detalle este evento,
la dinámica espacio-temporal del SPI6 se muestra en
la Figura 3. Una racha extrema seca y bastante concen-
4.2. Las sequías según el VHI
El área porcentual semanal bajo estrés hídrico severo
(i.e., VHI ≤ 30) en cada unidad geográfica del área de
estudio desde finales de agosto de 1981 hasta media-
177
PAREDES-TREJO, BARBOSA-ALVES, MORENO-PIZANI y FARIAS-RAMIREZ
Figura 4. Superficie porcentual semanal con VHI ≤ 30 entre la semana 35 de 1981 y la semana 12 de 2017 expresada
como anomalía en la: (a) cuenca del río Orinoco; (b) vertiente Mar Caribe; (c) cuenca del río Esequibo; (d) vertiente
del Golfo de Paria; (e) cuenca del Lago de Valencia; (f) cuenca del Casiquiare-Río Negro; (g) cuenca del Lago de
Maracaibo. La línea segmentada de color rojo indica una anomalía semanal de 20%, que es el umbral para identificar
eventos extensos. Los tramos discontinuos se deben a la ausencia de información sobre el VHI para estos periodos de
tiempo.
do de la Figura 2. Además, en las Figuras 2 y 4, el año
2015 sobresale por haberse dado anomalías semanales
de gran magnitud, positivas y sucesivas. Para visualizar
el efecto espacial de esta sequía sobre el estado de la
vegetación, la Figura 5 ilustra la distribución espacial
del VHI entre mediados de abril y finales de julio del
2015. Durante estas 16 semanas, llama la atención que
las cuencas de los ríos Casiquiare-Río Negro y Esequibo mostraron áreas geográficamente dispersas donde
VHI ≤ 30, a pesar de que ambas regiones estuvieron
parcialmente expuesta a sequedad atmosférica relativamente severa (ver paneles M04 a M07 en la Figura
3). Por el contrario, sobre las vertientes Mar Caribe y
Lago de Maracaibo, se dio un máximo de cobertura la
semana 20 (Figuras 4b y 4g), concentrado en gran
medida sobre las cuencas de los ríos Unare (noroeste
de Anzoátegui), Hueque (oeste de Falcón) y Palmar
(vertiente noroccidental del Lago de Maracaibo).
Luego, en la semana 22, ocurrió un pico de cobertura
en la cuenca del Lago de Valencia (Figura 4e). En este
contexto, es de interés resaltar que en la cuenca del río
Orinoco, se dio una recuperación gradual del verdor
de la vegetación sobre Los Llanos a partir de la
semana 18 (i.e., comienzo de mayo).
dos de marzo de 2017, expresada como anomalía, se
presenta en la Figura 4. Similar a lo mostrado en la
Figura 2, se nota que las rachas secas de gran
extensión espacial (i.e., anomalía ≥ 20%) y temporalmente persistentes son relativamente frecuentes en
las vertientes Mar Caribe (Figura 4b), Lago de Valencia (Figura 4e) y Lago de Maracaibo (Figura 4g). Los
tres episodios más significativos, debido a su cobertura espacial y persistencia temporal, se registraron en:
i) la vertiente Mar Caribe, desde marzo del 2015 hasta
abril del 2016 (duración: 56 semanas); ii) la cuenca del
Lago de Maracaibo, a partir de abril del 2015 hasta
mayo del 2016 (duración: 56 semanas); y iii) la cuenca
del Lago de Valencia, entre abril y mediados de
octubre del 2015 (duración: 29 semanas). La
comparación visual de las Figuras 2 y 4, evidencia que
un déficit de lluvias prolongado sobre una amplia
región geográfica favorece la ocurrencia de un estrés
hídrico vegetal generalizado, lo cual es un rasgo
claramente consistente con el enfoque de propagación
de la sequía (Van Loon 2015).
Los eventos secos más severos y extensivos se
manifestaron con mayor frecuencia a partir del año
2013 (Figura 4); lo cual es consistente con el conteni-
178
Capítulo 8: Sequías y ríos en Venezuela
Figura 5. Distribución espacial del Índice de Salud de la Vegetación (VHI) entre las semanas 15 y 30 del año 2015.
El código W15.2015 indica que el panel muestra el VHI para la semana 15 del año 2015, similarmente se aplica al
resto de los paneles. Las unidades geográficas son las mismas de la Figura 1.
4.3. Generalidad de la sequía a nivel de cuenca
Para explorar con más detalle la relación entre la
sequedad atmosférica y la respuesta de la vegetación,
se promedió mensualmente las anomalías semanales
mostradas en la Figura 4 durante el periodo comprendido entre el 08/1981 y 02/2017 en cada una de las
unidades geográficas del área de estudio (i.e., anomalía
promedio mensual del VHI). Luego, se calculó el
coeficiente de correlación lineal de Pearson entre esta
última serie temporal y el área mensual expuesta a
condiciones severamente seca o extremadamente seca
basada en el SPI6 (Figura 2). Todos los valores de
correlación lineal encontrados fueron estadísticamente significativos (α = 0,05) e iguales a 0,68; 0,66;
0,57; 0,46; 0,54; 0,32; y 0,64 para la cuenca del río
Orinoco, la vertiente Mar Caribe, la cuenca del río
Esequibo, la vertiente del Golfo de Paria, la cuenca
del Lago de Valencia, la cuenca del Casiquiare-Río
Negro y la cuenca del Lago de Maracaibo, respectivamente. Como era de esperar, este hallazgo es
consistente con la asociación reportada entre las
sequías y el estado de la vegetación en algunos trabajos
previos, tales como el de Dutta et al. (2015). No obs-
tante, es importante notar que en las vertientes Mar
Caribe y Lago de Maracaibo, el verdor de la
vegetación responde bastante bien a la sequedad
atmosférica (r = 0,66 y 0,64 respectivamente),
mientras que en la cuenca del Casiquiare-Río Negro la
vegetación muestra un alto nivel de resiliencia (r =
0,32).
Si se toma en cuenta el enfoque de propagación de
la sequía (Van Loon 2015) y los resultados previamente descritos, es posible hipotetizar que las sequías
meteorológicas en las cuencas de las vertientes Mar
Caribe y Lago de Maracaibo tienen más potencial de
desencadenar sequías hidrológicas que en el resto de
las regiones analizadas. De hecho, el acoplamiento
temporal entre el debilitamiento del verdor y la
intensificación de la sequedad ambiental sugiere que
durante un episodio seco prolongado, el contenido de
la humedad del suelo en estas regiones se agota más
rápido que en otras, por lo que se podría suponer que
el aporte hídrico al flujo base de los ríos seria
determinado en gran medida por el flujo subterráneo.
La Figura 6 permite contrastar el caudal medio
mensual registrado en una cuenca situada en la ver179
PAREDES-TREJO, BARBOSA-ALVES, MORENO-PIZANI y FARIAS-RAMIREZ
Figura 6. Caudal medio mensual observado en las cuencas de los ríos: (a) Tocuyo en la estación La Guaya, estado
Lara y vertiente Mar Caribe; y (b) Ventuari en la estación Ciudad Piaroa, estado Amazonas, cuenca del Casiquiare-Río
Negro. La estación La Guaya se localiza en 69° 55’ 39’’ Oeste y 9° 40’ 18’’ Norte, donde el río Tocuyo drena unos 533
km2. La estación Ciudad Piaroa se encuentra en 66° 20’ 20’’ Oeste y 05° 03’ 20’’ Norte, donde el río Ventuari drena
alrededor de 29.290 km2. La línea de color negro representa el caudal medio mensual registrado. La línea de color rojo
muestra el valor promedio mensual para el periodo 1963-1993 en (a) y 1972-1991 en (b). Los datos del cual se derivaron
ambas graficas fueron proporcionados por el INAMEH. Los tramos discontinuos se deben a la ausencia de
información.
vertiente Mar Caribe (río Tocuyo) con otra localizada
en la cuenca del Casiquiare-Río Negro (río Ventuari)
durante el periodo 1981-1991. Es evidente que el río
Tocuyo (Figura 6a) presenta una mayor variabilidad
estacional con relación a la observada en el río
Ventuari (Figura 6b). Es decir, las variaciones que
manifiesta el caudal con respecto a su media histórica
mensual son de mayor magnitud en el río Tocuyo.
La cuenca del Casiquiare-Río Negro entre 1981 y
1991 estuvo expuesta a una severa sequedad atmosférica de gran extensión espacial (Figura 2f); en especial,
durante 1985. Sin embargo, los registros del río
Ventuari no manifestaron una desviación significativa
con relación a su media histórica (Figura 6b). Por el
contrario, la persistente sequía del año 1984 en la
vertiente Mar Caribe (Figura 2b) se vio reflejada por
una sucesión de caudales persistentemente bajos
(Figura 6b), revelando una muy lenta recuperación a
través del tiempo. Esta característica es consistente
con las inferencias derivadas del análisis del SPI6 y el
VHI, y sugiere que los ríos de la vertiente Mar Caribe
responden más rápidamente a las sequías meteo-
rológicas extensas y persistentes, y además, estos
tardan más tiempo en recuperarse de estos eventos
que su contraparte situada al sur de Venezuela.
El hecho de que las cuencas que forman parte de
las vertientes Mar Caribe y Lago de Maracaibo manifiesten una menor resiliencia natural antes las sequías
prolongadas, implica que deben ser conservadas con
premura. Tal conservación debe basarse principalmente en la reforestación generalizada de sus cabeceras, pues los resultados sugieren que la vegetación
juega un papel clave en el proceso de infiltración y
escorrentía, favoreciendo indirectamente al mantenimiento del gasto base. A propósito de las sequías en
la cuenca del Lago de Maracaibo, Ramírez (2017)
señala que estos eventos causan, con bastante
frecuencia, serios déficits del suministro hídrico para
la ciudad de Maracaibo y otras regiones del estado
Zulia. Por otro lado, las sequías hidrológicas también
pueden perjudicar significativamente los ciclos de
migraciones y los eventos reproductivos de algunas
especies sensitivas a la merma del caudal ecológico, así
como elevar la concentración de las sustancias toxicas
180
Capítulo 8: Sequías y ríos en Venezuela
(por ejemplo, nitrógeno y fósforo) a niveles capaces
de afectar las especie que conforman la ictiofauna
(Rodríguez-Olarte et al., 2017). Es necesario reconocer que las sequías son una consecuencia de la
variabilidad natural del clima (Thornton et al. 2014),
por tanto no pueden ser controladas por el hombre.
Así pues, la conservación integral de las cuencas debe
ser vista como una alternativa para minimizar su
impacto sobre los regímenes hidrológicos de los ríos
e indirectamente sobre las especies que hacen vida en
estos cuerpos de aguas.
Sobre la base de los resultados, puede afirmarse
que la evolución de las sequías hidrológicas en los ríos
venezolanos es influenciada principalmente por el
área drenada, el tipo de vegetación predominante, el
régimen climático y la exposición a condiciones secas
severas. Como regla general, estas características
parecen determinar la velocidad a la cual se recuperan
los ríos después de la ocurrencia de una sequía
meteorológica, tal como lo indicaron Van Loon y
Laaha (2015). Sin embargo, estos factores deben
analizarse en futuras investigaciones, para medir el
efecto de las sequías meteorológicas sobre los
procesos físicos que se dan en el suelo, tales como la
infiltración, percolación, intercepción vegetal entre
otros, y cómo se ve afectado el flujo base de los ríos
en cada caso.
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Agradecimiento
Este estudio fue financiado por el proyecto PNPD UFAL/Meteorología código IES 26001012 vinculado
al Instituto de Ciencias Atmosféricas de la Universidad Federal de Alagoas (ICAT/UFAL), Brasil.
Agradecemos a los árbitros anónimos.
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184
Capítulo 10
Coberturas de bosques y
desembocaduras fluviales: relaciones
espacio-temporales en Venezuela
Pedro RODRÍGUEZ BUENO1, 2 y Douglas RODRÍGUEZ-OLARTE2
1. Postgrado en Ciencias Ambientales. Universidad Yacambú, Barquisimeto. Lara, Venezuela.
pedroarodriguezb@hotmail.com
2. Colección Regional de Peces. Museo de Ciencias Naturales. Decanato de Agronomía. Universidad
Centroccidental Lisandro Alvarado, UCLA. Barquisimeto, estado Lara, Venezuela.
douglasrodriguez@ucla.edu.ve.
Los diferentes usos de la tierra en las cuencas hidrográficas, como la deforestación y los sistemas
de producción agrícola, tienen relación causal con la pérdida de cobertura de bosques y la erosión
de suelos, pero también con la consecuente sedimentación de cauces y la morfología y dimensiones
de las desembocaduras fluviales. Además, en la evolución y morfología de las desembocaduras se
suman el efecto de los vientos, mareas y corrientes asociadas con el cuerpo receptor. Aquí se
describen y relacionan los cambios temporales de las coberturas boscosas y las desembocaduras
fluviales para tres cuencas costeras de Venezuela: Misoa (Lago de Maracaibo), Mitare y Tocuyo
(Mar Caribe) mediante la comparación de imágenes satelitales en los años 2000, 2005, 2010 y 2015.
De manera general, en todas las cuencas hubo pérdidas progresivas de coberturas boscosas y
aumento de otras coberturas, incluyendo áreas intervenidas con vegetación secundaria. Las
desembocaduras se reconocieron como cauces únicos con desembocaduras cúspicas (Tocuyo) o
lobuladas (Misoa), así como distributarios en deltas consolidados y multilobulados (Mitare). La
acreción y progradación fueron progresivas en todas las desembocaduras y se asociaron de manera
variable con la pérdida de cobertura boscosa en las cuencas, pero la erosión litoral fue limitante
para reconocer relaciones directas entre las mismas.
Palabras Clave: Desembocaduras, dinámica fluvial, carga de sedimentos, coberturas de la tierra,
recursos hidrobiológicos, sensores remotos, ríos de Venezuela.
© D. Rodríguez-Olarte (ed.), Ríos en Riesgo de Venezuela. Volumen II, 2018
Colección Recursos Hidrobiológicos de Venezuela
ISBN Obra completa: 978-980-12-9274-6
RODRÍGUEZ BUENO y RODRÍGUEZ-OLARTE
1. INTRODUCCIÓN
Los eventos antrópicos en una cuenca hidrográfica
predicen el funcionamiento y conservación de sus
ríos. La deforestación, los residuos agroquímicos, los
efluentes urbanos e industriales y la introducción de
especies exóticas, entre otros, representan la principal
causa de degradación de los ecosistemas dulceacuícolas, lo cual se expresa en la fragmentación y
pérdida de los hábitats acuáticos y sus biotas (García
et al 2016). De manera natural el movimiento de
sedimentos en los ríos es clave en el ciclo biogeoquímico global, pero también es una medida
importante de la degradación del suelo (Walling y
Fang 2003); así, se entiende que las perturbaciones
con mayor preponderancia en los ríos obedecen a la
incorporación de sedimentos generados de manera
extraordinaria y que son originados principalmente
por la deforestación de las cuencas altas y bosques
ribereños, actividad siempre asociada con la agricultura (Rebolledo 2011). Los volúmenes de sedimentos
extemporáneos al régimen natural de perturbaciones
tienen su expresión más notoria en la modificación de
los cauces, más aún cuando el río ingresa a las
planicies y ocurre la deposición de material con
granulometrías finas; además, estos sedimentos
también contribuyen al modelado fluvial que
predomina en las planicies y las desembocaduras
(Slingerland y Smith 2004).
La evolución de las desembocaduras en estuarios
o deltas obedece a la variación en la velocidad del agua
fluvial gracias al efecto combinado de la contención
de la corriente ejercida por parte del cuerpo de agua
receptor (mar, lagos, ríos mayores), así como sus
mareas y corrientes (Álvarez 2011). En momentos de
mareas altas (pleamar) se represa el volumen de agua
de los ríos, disminuyendo la velocidad de la corriente
y permitiendo la deposición de sedimentos; por el
contrario, las mareas bajas (bajamar) facilitan el
ingreso de agua fluvial al cuerpo receptor, incrementando la velocidad de la corriente, acarreando un
mayor volumen de sedimentos y disminuyendo su
acumulación (Álvarez 2011). Cuando la amplitud de la
marea es muy baja (marea floja) y dependiendo del
volumen de sedimentos acarreados los ríos
conforman deltas, mientras que cuando la amplitud de
marea es mayor entonces se crean estuarios. Cuando
el volumen de sedimentos fluviales en las desembocaduras es más elevado que el volumen del delta que
se pierde por hundimiento o erosión, ocurre una
progradación deltaica y entre las múltiples causas
puede estar la pérdida extraordinaria de suelos en las
cuencas hidrográficas (Álvarez 2011), por lo que la
evaluación de los tipos de coberturas y usos de la tierra
en una cuenca hidrográfica puede explicar el incre-
mento anómalo de la concentración de sedimentos en
las aguas, en los cauces de los ríos y, eventualmente,
en las desembocaduras.
Los ríos costeros que nacen en áreas protegidas o
con amplias coberturas boscosas usualmente tienen
menor concentración de sedimentos en sus aguas y
una mayor riqueza de especies que otros ríos bajo el
impacto de la deforestación (Rodríguez-Olarte et al.
2006), aun cuando la reducción de sedimentos arrastrados por los grandes ríos ha sido explicada por la
construcción de embalses, pero también por la
implementación de prácticas de conservación de
suelos (Walling y Fang 2003, Wang et al. 2015). A
escalas de cuencas hidrográficas los sensores remotos
han permitido detectar cambios espacio-temporales
en las coberturas de la tierra y su efecto sobre los ríos;
por ejemplo, el incremento de la superficie agrícola se
asocia con cambios en los tramos finales de los ríos y
sus desembocaduras, a menudo con la alteración
morfológica de las mismas o el detrimento de sus
biotas, como se ha reconocido en los al Mar Caribe en
el norte de Suramérica (Bastidas et al. 1999, Restrepo
et al. 2009) o ríos en el resto del mundo (Syvitski y
Kettner 2011).
Aparte del delta del río Orinoco, uno de los
mayores de América por su tamaño y por la complejidad de múltiples distributarios (Monente et al. 2017),
en el país existen deltas menores, relictuales o con
distributarios solo activos durante el periodo de
lluvias. Usualmente los ríos que desembocan en lagos
presentan deltas, como el río Guapo y su delta activo
en la Laguna de Tacarigua. Las desembocaduras en
cauces únicos o estuarios también son comunes en los
ríos costeros al Mar Caribe (ej. Aroa, Tocuyo, Tuy) y
también al Lago de Maracaibo (ej. Machango). La
avulsión periódica en el tramo final de estos ríos es
común y los cauces varían periódicamente en
dirección y orientación de manera periódica, conformando en algunos casos lóbulos deltaicos con
extensión notable (Blanco-Libreros 2015).
La mayoría de los ríos al norte del Orinoco,
principalmente los ríos al mar, se encuentran en un
avanzado proceso de depauperación por los cambios
acelerados y crecientes en sus cuencas. Aun cuando
existen varias áreas protegidas en las cadenas de
montañas, la agricultura y la pérdida de suelos es
generalizada y tiene un efecto notable en los ríos
(Rodríguez-Olarte et al. 2015). El efecto de estas
perturbaciones se puede comprender mejor en las
escalas de cuencas hidrográficas, donde los ríos y sus
atributos puedan ser evaluados y relacionados en toda
su extensión, esto es, desde las cuencas altas hasta las
desembocaduras; es ahí donde los estudios espaciotemporales empleando imágenes satelitales aportan
186
Capítulo 10: Relaciones espacio-temporales en desembocaduras fluviales
Figura 1. Cuencas de los ríos sus desembocaduras en el occidente de Venezuela: Misoa en el Lago de Maracaibo,
Mitare en el Golfete de Coro (Golfo de Venezuela) y Tocuyo en el Golfo Triste. Los recuadros en cada desembocadura
son explicados en las siguientes figuras.
es corto (~20 km), discurre en una planicie aluvial. El
clima de la región es tropical isotérmico e influenciado
en gran parte por el Lago de Maracaibo (Barrios et al.
2015). En la costa oriental de lago la precipitación
anual muestra una variación poco marcada desde la
franja orográfica más alta, entre los 1.200 y 1.800
msnm (COPLANARH 1974). La temperatura media
en la cuenca presenta variaciones que superan la
temperatura media anual regional, usualmente entre
los 27-28 °C. La vegetación originaria en la costa
nororiental era de asociaciones boscosas con variabilidad según las condiciones de suelo, topografía y
clima, pero actualmente el área ocupada por bosques
se ha reducido notablemente por la ampliación de la
frontera antrópica, y una parte importante de la
superficie de la cuenca es cubierta por asociaciones
herbáceas, arbustos, cultivos y pequeños relictos de
bosques (Tachack-García et al. 2010, Colonnello y
Lasso-Alcalá 2011). Los principales impactos en la
cuenca se reconocen en la pérdida de cobertura vegetal asociada con la deforestación y la agricultura, la
presencia de centros poblados ribereños y la actividad
datos e información de utilidad sobre el estado de los
recursos hidrobiológicos y sus tendencias a futuro. En
este capítulo se presenta un análisis espacio-temporal
sobre los cambios generales en las coberturas boscosas en cuencas hidrográficas y su relación con la
variación morfológica en las desembocaduras de sus
ríos al Mar Caribe y Lago de Maracaibo
2. ÁREA DE ESTUDIO
Una inspección de imágenes satelitales a lo largo de la
vertiente Caribe de Venezuela permitió reconocer
cuencas con variación importante en sus coberturas y
tramos finales de los ríos. Con base en lo anterior se
escogieron los ríos Misoa (costa oriental del Lago de
Maracaibo), Mitare (Golfo de Venezuela, Golfete de
Coro) y Tocuyo (Mar Caribe, Golfo Triste).
El río Misoa (964 km2, Figura 1): Drena la costa
nororiental del Lago de Maracaibo y nace en la Sierra
de Ziruma (1.990 msnm, Cerro El Cerrón). El río
drena sectores donde predominan montañas bajas
con pendientes moderadas y en su tramo inferior, que
187
RODRÍGUEZ BUENO y RODRÍGUEZ-OLARTE
petrolera (Barrios et al. 2017). En las planicies el río
ha sido canalizado en parte de su recorrido y en su
desembocadura presenta un lóbulo deltaico activo
según los aportes del río.
páramos (24.249 ha), Yacambú en las selvas nubladas
en las selvas nubladas andinas (6.249 ha en la cuenca),
Cerro Saroche en los lomeríos de bosques muy secos
(32.603ha) y Cueva de la Quebrada del Toro en la
serranía de Churuguara (4.885 ha).
El río Mitare (4.550 km2, Figura 1): Nace en las
vertientes del Cerro Copeyal en la Sierra de San Luis.
En la región las precipitaciones son escasas y existe un
balance hídrico negativo en nueve meses del año, pero
en las cumbres llueve más que en el entorno semiárido. Las precipitaciones generalmente tienen alta
intensidad y baja duración (Velásquez 2011). En las
áreas bajas la vegetación es xerofítica, compuesta
principalmente por plantas resistentes al déficit
hídrico y a la presencia de sales, tales como herbazales,
matorrales o arbustos desérticos (Camacho et al.
2011), pero en las montañas existen bosques densos.
La actividad agropecuaria se disemina por toda la
cuenca, excepto en el parque nacional Juan Crisóstomo Falcón (19.100 ha), donde es puntual y dispersa.
La cría extensiva de cabras es común y, en menor
medida, los cultivos hortícolas. El río Mitare, al igual
que los ríos de zonas áridas, es objeto de una fuerte
extracción de agua. En su principal afluente (Pedregal)
existe un embalse colmatado, inactivo y con su presa
averiada. La morfología de la desembocadura del río
Mitare en el Mar Caribe (Golfete de Coro) tiene
relación con el istmo de la península de Paraguaná y
las corrientes locales; esta se extiende en una llanura
deltaica con lóbulos ramificados, donde predominan
planicies fangosas y hay avulsiones periódicas. Ese es
el mayor delta de Venezuela al mar Caribe.
3. MÉTODOS
Para valorar los cambios en la morfología de las
desembocaduras se emplearon varias fuentes, tales
como el Atlas Físico y Político de la República de
Venezuela (Codazzi 1840) y las cartas de la antigua
Dirección de Cartografía Nacional (DCN), actualmente Instituto Geográfico de Venezuela Simón
Bolívar (IGVSB; http://sigot.geoportalsb.gob.ve). Se
utilizaron cartas topográficas de las desembocaduras:
a) Misoa, con base en vistas aéreas tomadas en 1973
(Carta 5945 Bachaquero, DCN 1975), b) Mitare, con
base en vistas aéreas tomadas en 1960 (Carta 6150
Punta Cardón, DCN 1962 y Carta 6250 Coro, DCN
1974) y c) Tocuyo, con base en vistas aéreas tomadas
en 1967 (Carta 6549 Tocuyo de la Costa. DCN 1967).
Las otras fuentes consultadas fueron imágenes satelitales antes indicadas (USGS 2015) y las asociadas con
DigitalGlobe (http://www.earth.google.com); en esta
última fuente todas las imágenes cubrieron el periodo
1970-2016, pero usualmente fueron tomadas en
momentos diferentes al de las cartas e imágenes
satelitales. Las cartas geográficas fueron georreferenciadas y se elaboraron archivos de delimitación de
cada cuenca (formato shp).
Para la estimación de las coberturas boscosas se
utilizaron imágenes Landsat, obtenidas a través del
Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS 2015).
Para ello se asumió que la cobertura de bosque agrupó
a todas las formaciones vegetales de porte alto que
entre si ocupen más de 0,5 hectáreas y una cobertura
de dosel mayor al 10% (FAO, 2015). Se generaron
diferentes capas (tipo línea y polígonos), iniciando con
las cartas geográficas y donde transformaron coordenadas geográficas (dato horizontal La Canoa
REGVEN) utilizando el programa Transforven v 1.0
(Grupo MECINCA 2003). Se georeferenciaron las
cartas DCN y con base a las imágenes satelitales se
generaron mapas con capas de coberturas, para ello se
siguió parte de la metodología utilizada por Aldana y
Bosque (2008), Molina y Albarrán (2013) y RodríguezBueno (2015). La sobreposición de las capas digitalizadas generó los mapas utilizados para el análisis.
Para verificar la correspondencia de las imágenes y
mapas respecto a las coordenadas, accidentes geográficos y coberturas boscosas se realizaron visitas de
campo. El procesamiento de imágenes y la construcción de los mapas se realizaron con el programa
Qgis versión 2.7.1. Se realizó un análisis de cambios
El río Tocuyo (17.709 km2, Figura 1): Es un río
andino que nace en las estribaciones de la Cordillera
de los Andes (3.585 msnm, Páramo del Cendé). La
precipitación es variable a lo largo de la cuenca: en la
parte alta los promedios anuales alcanzan 1.212 mm,
en la cuenca media estas descienden alrededor de los
800 mm y en las planicies costeras aumentan a 1.471
mm. La vegetación tiene un gradiente variado,
destacando franjas de vegetación baja en los páramos,
bosques nublados y húmedos en las montañas
andinas, vegetación rala y xerofítica en toda la cuenca
media y bosques densos en las planicies del tramo
final del cauce (Alvarado 2010). La actividad agropecuaria es diseminada en toda la cuenca, con cultivos
de café en las montañas, mientras que en la cuenca
media y las planicies la matriz del paisaje agropecuario
la conforman cultivos de hortalizas y la cría de ganado
caprino y vacuno. En la cuenca hay varios embalses,
tanto en el cauce principal (Dos Cerritos, Atarigua)
como en los tributarios (Los Quediches, El Ermitaño,
Jácura, etc.). Varios parques nacionales: Dinira en los
188
Capítulo 10: Relaciones espacio-temporales en desembocaduras fluviales
Figura 2. Secuencias de cambios históricos en la desembocadura del río Misoa en la costa nororiental del Lago de
Maracaibo. En verde se indica la acreción y en rojo la erosión. En el primer año el litoral es delineado con base en el
mapa cartográfico de la Dirección de Cartografía Nacional. La flecha gris indica la dirección del tiempo.
análisis de los cambios temporales de la cobertura en
las cuencas de los ríos Misoa, Mitare y Tocuyo, así
como en la línea costera asociada a sus desembocaduras. Se determinaron las superficies de incremento
(acreción) y pérdida (erosión) en las desembocaduras
a partir de las líneas de costa cartografiada en las hojas
de la DCN y se compararon entre las imágenes
satelitales generadas para el periodo de sequía (de
usual enero-abril) en los años 2000, 2005, 2010 y 2015.
Igualmente, se describieron cambios en la orientación
de los flujos y avulsiones (abandono de cauces y/o
conformación de nuevos cauces), así como en la
progradación.
(Misoa). Por el contrario, el río Mitare tuvo
numerosos distributarios con alternancia histórica en
su actividad en un delta de tamaño considerable
(186,39 km2).
4.1. Río Misoa:
La cobertura en la cuenca del río Misoa presentaron
variaciones moderadas entre los periodos, pero la
intervención humana se extendió a casi toda la cuenca,
principalmente en las planicies. En las zonas altas
persistieron pocos parches de bosques pero con
tendencia a la reducción de su superficie. En esta
cuenca la cobertura ocupó un 21,6% del área (20.842
ha) en el año 2000, mientras que en año 2015
disminuyó a 19,4% (18.682 ha, Tabla 1).
Las imágenes históricas indican que la desembocadura del río Misoa tuvo cambios conspicuos en dos
periodos específicos. En la cartografía de la DCN se
registró un lóbulo al norte (Figura 2). Este lóbulo
(Punta Misoa) ahora se encuentra estabilizado y en su
base interna existe un parche compacto de bosque de
manglar (~150 ha) y una ciénaga asociada (Ciénaga El
Ancón). Para el primer registro satelital se detectó un
lóbulo nuevo al este, con 38,3 ha para el año 2000. A
partir del año 2000 el cauce avulsionó al sur y una
considerable acumulación de sedimentos conformó
4. RESULTADOS
En todas las desembocaduras y en todos los periodos
se detectaron procesos de progradación variados,
incluyendo cambios morfológicos en la línea costera y
los cauces, sugiriendo que el volumen de sedimentos
acarreados orientó el balance de masas hacia la
acumulación más que a la erosión signada por
corrientes de los propios ríos o del cuerpo receptor.
En los tramos finales de los ríos Misoa y Tocuyo se
presentaron cauces desplazados y desembocaduras
únicas, aun cuando se detectaron cauces relictuales
inactivos, lagunas de herradura y pequeños lóbulos
189
RODRÍGUEZ BUENO y RODRÍGUEZ-OLARTE
Tabla 1. Disminución de la cobertura boscosa en las
cuencas de los ríos Misoa, Mitare y Tocuyo. El diferencial
(Δ) indica la variación total en el periodo (2000-2015).
Cuencas hidrográficas
Río Misoa
Río Mitare
Río Tocuyo
distributarios son activos, concentrados en el límite
sur del delta y con orientación hacia el este geográfico:
La progradación ha sido activa en todo el periodo y se
expresa también en las avulsiones que han conformado un abanico de distributarios, más un lóbulo muy
elongado (~12 km) hacia el noroeste (Figura 3), lo
cual parece estar asociado con el efecto de las
corrientes del Golfete de Coro, pero también por el
elevado acarreo de sedimentos fluviales.
Las imágenes históricas mostraron para 1840 la
presencia de un lóbulo alargado (Punta Caimán) y en
algunos mapas se ha indicado también la presencia de
una isla asociada (Isla Chicagua). Un segundo lóbulo
más pequeño (~ 8 km. Punta Maraguey) está alejado
al oeste del delta del Mitare (Figura 3) y se estima que
tiene origen similar. En 1970 se detectó que la base
del lóbulo se multiplicó en longitud, con una forma
similar al delta actual y en 2010 se manifestó una
progradación importante en el extremo sureste. En
los años siguientes el delta ha crecido periódicamente,
pero en poca proporción. En el periodo 2000-2005 la
acreción detectada en el delta del río Mitare fue de
90,6 ha, pero esta se incrementó de manera extraordinaria a 1.398,3 ha (periodo 2005-2010) y 1.319,1
ha (periodo 2010-2015). Por el contrario, la mayor
erosión fue de 656,3 ha en el periodo 2000-2005,
mientras que en los periodos siguientes fue de 192,4 y
469,4 ha, respectivamente (Figura 3). La comparación
de imágenes históricas sugiere que las variaciones en
la morfología del delta han ocurrido con mayor
extensión en los lóbulos y barras activas en el este
geográfico y a partir del año 2010. A partir de ese
momento la avulsión del cauce principal a un cauce
nuevo, con dirección este, propició la importante
acreción del delta.
En la cuenca del río Mitare es previsible que el
incremento del área del delta sea una respuesta a la
disminución de la cobertura de bosque en la cuenca,
principalmente en los últimos dos periodos, aun
cuando no se conoce la intensidad del efecto de las
corrientes marinas y los vientos.
Cobertura boscosa (km2)
2000
2015
Δ
208,4
406,6
2.541,0
186,8
226,2
1.979,2
(-) 21,6
(-) 180,4
(-) 561,7
un nuevo lóbulo. En 2005 el cauce avulsionó
nuevamente, hacia el este, reorientando la acumulación de sedimentos, comparativamente más pequeña
respecto a los lóbulos antecesores. Para 2010 se reconocieron dos lóbulos (Figura 2): uno al norte con
1.440 m de longitud (medido desde la línea costera del
año 2005). El otro lóbulo al sur (1.150 m) es reciente
y para 2010 presentó avulsiones.
El cauce activo del río Misoa tiene dirección esteoeste y se ubicó en la base de este lóbulo. Para 2015
el cauce tuvo unos 25 metros de anchura justo antes
de la desembocadura al lago. La acreción en los
periodos 2000-2005 y 2005-2010 acumuló cerca de 90
ha y para el último periodo (2010-2015) la acreción
fue 28,8 ha. A la par, la mayor erosión en el lóbulo
deltaico fue detectada en el primer periodo (20002005: 63,3 ha) y posteriormente no superó las 20 ha
por periodo (Figuras 2 y 6).
La aparición de una nueva superficie en el lóbulo
deltaico se puede considerar como respuesta a la
relación del régimen de corrientes en el lago y los
efectos de la disminución de la cobertura de bosque
en la cuenca, lo cual se asocia con las diferentes
intervenciones antrópicas ocurridas en los periodos
estudiados.
4.2. Río Mitare:
En la cuenca del río Mitare predomina el suelo
desnudo y los bosques tienen poca cobertura, salvo en
las vertientes montañosas a mayor altura. Esta
cobertura se expresa principalmente en los bosques
secos y ralos de tierras bajas, donde la proporción de
suelo desnudo fue elevada. El bosque ocupó un 8,9%
del área de la cuenca (40.658 ha) para el año 2000 y se
redujo a 4,9% (22.618 ha) en 2015 (Tabla 1), lo que
representa cerca de la mitad de esta formación natural
en la cuenca.
La desembocadura del río Mitare conforma el
mayor delta al norte de Venezuela, con cerca de 20 km
de amplitud (~18.640 ha). Es un delta fluviátil y
constructivo, elongado y lobulado, y con varios
distributarios relictuales. Aun cuando muy pocos
4.3. Río Tocuyo:
En el análisis de las coberturas revelo que el bosque
ocupó un 14,4% del área para el año 2000, mientras
que en 2015 perdió el 3,2% de superficie. El río
Tocuyo presenta una desembocadura cúspica con
cauce único en una playa de poca acreción. Aun
cuando es un río con caudal moderado, la acumulación de sedimentos ha sido restringida en la barra de
desembocadura. Al norte y cerca de la desembocadura
del Tocuyo (12,3 km) existe el pequeño delta
bilobulado y estabilizado del río Tucurere, que no
parece tener relación ancestral con el primero. Las
190
Capítulo 10: Relaciones espacio-temporales en desembocaduras fluviales
imágenes históricas demuestran muy poca variación
en la forma y superficie de la desembocadura del río
Tocuyo desde 1967. En 2010 se detectó un delta
cúspico más una barra que se adentró unos 1.400 m
en el mar y tuvo cerca de 3.700 m de longitud a lo
largo de la línea costera. En 2010 la barra desapareció
y en 2015 lo hizo la cúspide de sedimentos, mostrando
el perfil costero similar al de años previos. Según los
sensores remotos los cambios en la desembocadura
del río Tocuyo fueron muy pocos, excepto en el
periodo 2010-2015, donde se presentó la mayor
acumulación de sedimentos, con 127,8 ha de acreción
(Figuras 4 y 6).
No se reconoció que el incremento del área de la
desembocadura del río tuviese una relación con la
disminución de la cobertura de bosque. Esto puede
ser debido a que en el curso este rio existen diversas
presas las cuales retienen la alta cantidad de
sedimentos que se producen por la pérdida de la
cobertura boscosa. De igual manera, el efecto de las
mareas y el viento es importante, pues arrastran gran
cantidad de sedimentos, evitando así una conformación de una cúspide o lóbulo de mayor tamaño.
5. DISCUSIÓN
Los mapas históricos tienen un papel fundamental en
la valoración de los cambios en la morfología de las
desembocaduras. La Punta Misoa en el Lago de
Maracaibo y una delgada y extensa barra deltaica del
río Mitare (Punta Caimán) ya habían sido referidas en
los mapas del siglo XIX (Codazzi 1840); incluso,
también en mapas de los siglos previos. La digitalización y disposición actual de hojas topográficas es
de gran importancia para este tipo de evaluaciones, ya
sea por su escala, nivel de detalle y cobertura nacional.
En todos los casos, la comparación de los registros
históricos con la información actual sugiere un
incremento variable en la acumulación de sedimentos
en las desembocaduras de los ríos, lo que podría estar
relacionado con diferentes variables ambientales (ej.
cambio climático), pero también por la expansión de
la frontera urbana.
Todas las cuencas mostraron una reducción
variable de su cobertura boscosa durante el periodo
evaluado (Misoa: 2,24%, Mitare: 3,96% y Tocuyo:
3,17%). Estas pérdidas acumulan 76.372 ha de
bosques, lo que representan una reducción muy alta y
sugiere también la alteración de las condiciones
naturales de los sistemas fluviales que drenan esas
cuencas, pues la exposición de los suelos propicia su
erosión, se generan sedimentos que son llevados a los
cauces y, finalmente, acarreados a las desembocaduras. Varios estudios correlacionan las pérdidas de
suelos y de coberturas boscosas con la variación en la
Figura 3. Secuencias de cambios históricos en la
desembocadura del río Mitare en el Golfete de Coro. En
verde se indica la acreción y en rojo la erosión. En el primer
año el litoral es delineado con base en el mapa cartográfico
de la Dirección de Cartografía Nacional. La flecha gris
indica la dirección del tiempo.
morfología de los cauces y deltas (Suárez y Pacheco
2007, Blanco-Libreros et al 2013, Mazón y Gutiérrez
2016), siendo común en deltas de gran tamaño o en
situaciones de deltas constructivos en mareas con
poca amplitud. En las cuencas aquí estudiadas este
fenómeno es habitual, pero varios factores inciden en
la relación funcional y predictiva entre la variación de
191
RODRÍGUEZ BUENO y RODRÍGUEZ-OLARTE
Figura 4. Secuencias de cambios históricos en la desembocadura del río Tocuyo en el Golfo Triste. En verde se indica
la acreción y en rojo la erosión. En el primer año el litoral es delineado con base en el mapa cartográfico de la Dirección
de Cartografía Nacional. La flecha gris indica la dirección del tiempo.
cauce principal y varios tributarios, las mareas de tipo
mixtas y su régimen (Cartaya et al. 2005) y las corrientes en el Golfo Triste que dirigen su pluma al norte
(Monente 2018) explicarían la pequeña cúspide en la
desembocadura. Una inspección reciente (2016) a la
desembocadura del río Tocuyo demostró una erosión
total de la cúspide (~105 ha) formada a partir de 2010.
Aun cuando la pluma del río Tocuyo se orienta al
norte, tiene un efecto histórico sobre los arrecifes de
coral a unos cuantos kilómetros al sur (Parque
Nacional Morrocoy) y se estima que el incremento en
la carga sedimentaria del río en las últimas décadas se
asocia con la pérdida registrada en los corales locales
(Bastidas et al. 2009), este hecho es constatado en los
vestigios de corales en los lóbulos del río Tucurere.
La dinámica morfológica de la desembocadura del
río Misoa también es una combinación de ubicación,
arrastres fluviales y corrientes del lago. En esta
desembocadura el nivel estable de las aguas del lago
favorece la progradación, pero las corrientes del lago
propician la erosión. Ahí la variación en la morfología
litoral obedece principalmente a los aportes fluviales
por caudales extraordinarios. En el río Motatán, a 34
km al sur del río Misoa, la evolución de lóbulos
deltaicos ha demostrado cambios excepcionales en el
periodo 1967-1996, con un incremento importante en
su longitud y morfología (Suárez y Pacheco 2007);
esto sugiere un aporte elevado de sedimentos fluviales, pero se estima que disminuyó cuando en la cuenca
baja de ese río (a unos 50 km de la desembocadura) se
activó un embalse en 1994. En cualquier caso, la carga
de sedimentos en los ríos de la costa oriental del lago
coberturas de bosque en una cuenca y la acreción y
morfología de las desembocaduras. Lo anterior se relaciona con los efectos y combinaciones de las coberturas naturales (ej. bosques xéricos y suelos desnudos
en Mitare), retención de sedimentos por medio de los
embalses (ej. embalses Dos Cerritos y Atarigua en
Tocuyo) o la erosión de las desembocaduras por la
misma corriente fluvial o las corrientes del cuerpo
receptor (ej. Misoa).
En la conformación y evolución de las desembocaduras tienen un efecto parcial la pérdida de coberturas
naturales y la expansión de los usos de la tierra, pero
también a las características del cuerpo receptor,
donde las corrientes son decisivas, pero también las
mareas, el oleaje y los vientos. Lo anterior se expresa
en el delta del río Mitare, que se ha originado por la
conformación del istmo de Paraguaná a finales de
Pleistoceno (Rengel-Avilés 2017). El considerable
volumen de sedimentos fluviales en este delta crea un
balance de masas a favor de la progradación, a lo que
se suman las corrientes circulares en el Golfete de
Coro, que propician una baja erosión del litoral
costero y mantienen sedimentos suspendidos en las
aguas (Quintero y Terejova 2008).
Las dimensiones de la cuenca del río Tocuyo y la
extensión de su cobertura agrícola, su condición
semiárida predominante y su caudal permanente (~50
m3/s) deben ser causales para aportar un elevado
volumen de sedimentos al mar; sin embargo, la
desembocadura del Tocuyo no mantiene acumulación
extensa y permanente de sedimentos. La retención de
estos sedimentos por los embalses instalados en el
192
Capítulo 10: Relaciones espacio-temporales en desembocaduras fluviales
natural de suelos y las cargas sedimentarias de los ríos
son elementos intrínsecos de las cuencas hidrográficas, se entiende que su existencia y evolución es
de orden natural, pero la dinámica de los ecosistemas
fluviales es compleja y ha evolucionado para que sus
hábitats y biotas demuestren resiliencia frente a los
cambios cíclicos y naturales (ej. crecidas en periodos
de lluvia). Lo que no es de orden natural es la
magnificación, intensidad de prácticas agronómicas
inadecuadas, la deforestación innecesaria de bosques
ribereños y la transformación de cauces, por ejemplo.
En varios casos es difícil establecer el alcance
verdadero de estas perturbaciones sobre los tramos
finales y desembocaduras de los ríos.
La medida de la pérdida de suelos y coberturas
forestales mediante la valoración del acarreo de
sedimentos en un cauce, sus aguas o la desembocadura puede ser subestimada por el efecto de las
estructuras de retención (embalses, diques), con lo
cual se puede ocultar la gravedad de los impactos
antropogénicos sobre las cuencas hidrográficas.
Igualmente, estimar tales pérdidas como causales de la
variación total en la magnitud y morfología de las
desembocaduras de usual podría ser una subestimación considerando los procesos erosivos litorales. En
cualquier caso, existe una disminución importante en
las coberturas de bosque en las cuencas hidrográficas,
lo cual debe tener relación funcional con la progradación y morfología de las desembocaduras; sin
embargo, es conveniente aplicar diferentes aproximaciones para estimar y cuantificar los cambios en el uso
de la tierra y su expresión en las cuencas bajas y
desembocaduras de los ríos.
Agradecimientos
Este trabajo es el resultado parcial de la información
generada en los proyectos financiados por el Consejo
de Desarrollo Científico, Humanístico y Tecnológico
de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado
(CDCHT-UCLA: 041-AG-2012, IAG-2017-6, 1081
AG-2017). Agradecemos a los árbitros anónimos.
Figura 6. Cambios en acreción (barras negras) y erosión
(barras blancas) en las superficies de las desembocaduras
de los ríos Misoa (arriba), Mitare (medio) y Tocuyo
(abajo) en los diferentes periodos evaluados.
es elevada y se asocia con una pérdida de suelos
asociada con la expansión de la frontera agrícola,
puesto que la remoción de la capa vegetal favorece la
erosión.
Las coberturas forestales propician directa e
indirectamente la conservación de los ríos y sus biotas,
esto por su relación de protección del suelo y la
amortiguación de impactos sobre los ecosistemas
acuáticos (Blanco-Libreros et al. 2013). Es comprobado que una mayor cobertura natural o la presencia
de áreas protegidas implica una menor pérdida de
suelos en una cuenca (Brea y Balocchi 2010), así como
una menor sedimentación de ríos y una mayor
diversidad de insectos y peces (Rodríguez-Olarte et al.
2006, Barrios et al. 2015). Puesto que la pérdida
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195
Edición a cargo de
Douglas Rodríguez Olarte
Ante la enorme, diversa y gratuita oferta de servicios ecosistémicos que los ríos ofrecen,
nuestra respuesta histórica ha sido la depauperación generalizada de los mismos. Si ahora
usted alza la vista y observa con cuidado su entorno natural, urbano o rural, es muy
probable que detecte la presencia de un río -una quebrada, un arroyo- en las cercanías y,
casi con terrible seguridad, ese río estará contaminado, transfigurado o seco. Los ríos son
fundamentales para la vida, pero son ecosistemas frágiles, están en riesgo y se extinguen,
situando en peligro los componentes de la diversidad biológica y la seguridad alimentaria,
en suma: el patrimonio nacional.
Los Ríos en Riesgo de Venezuela es una serie editorial que practica la comunión entre
especialistas de diferentes disciplinas de la historia natural y de las ciencias sociales para
generar información actualizada, acertada y diversificada sobre los ríos de Venezuela. Cada
volumen consta de secciones donde se tratan desde la geografía y las caracterizaciones de
las regiones hidrográficas, sus cuencas y ríos -incluyendo casos especiales- hasta los
aspectos y eventos transversales que pueden ser reconocidos en la mayoría de los ríos,
como son la minería, el cambio climático o la legislación ambiental.
Universidad Centroccidental
Lisando Alvarado